Pablo Milanés: “No puedo estar fuera de Cuba mucho tiempo porque me invade la nostalgia”

Dos de los más grandes artistas cubanos, Pablo Milanés y Carlos Varela, se unirán en conciertos en Miami el viernes y el sábado.

Pablo y Varela, dos voces, dos generaciones.

Pablo y Varela, dos voces, dos generaciones.

Pablo Milanés llegó al filo del mediodía al estudio PM Records junto a su esposa, Nancy, para continuar los ensayos previos a dos conciertos este viernes y sábado junto a Carlos Varela en el Flamingo Theater Bar, Miami. Carlos lo esperaba enfundado en su habitual ropa negra y con una guitarra a la que le sacaba algunos acordes.

El encuentro parece una fiesta. Carlitos, como lo llama Pablo, le gasta un par de bromas a su amigo, que comienza a reír como un niño. Se abrazan, hablan un poco de los temas que repasarán y se encierran en el estudio durante casi una hora.

Los trovadores están separados de la mesa de sonido por un cristal. Desde la habitación se oyen las canciones de Pablo y Varela tocadas indistintamente por ambos músicos. Los que escuchamos “Como los Peces” en la voz de Pablo y “El breve espacio en que no estás”  por Carlos Varela, sabemos que lo que sucede allí es algo memorable.

Son dos músicos que han definido el espíritu de varias generaciones, que cada uno de sus temas lleva una fuerte carga simbólica que nos representa y que se han mantenido en pie para seguir dando testimonio de sus vidas, de las nuestras y del país que los habita. “No puedo estar fuera de Cuba mucho tiempo porque me invade la nostalgia”, me había asegurado Pablo poco antes de entrar al estudio.

Carlos y Pablo. Foto Olivia Prendes D Espaux.
Carlos y Pablo. Foto Olivia Prendes D Espaux.

Pablo acaba de regresar de México, donde ofreció un concierto para miles de sus seguidores en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. Ahora, casi sin reposar, viaja a Miami para una presentación que ha despertado ilusiones entre muchos de los cubanos que viven en esa ciudad. Las entradas se vendieron a velocidad de vértigo. “Sold out”,  anuncia desde hace meses la página en Facebook de este evento, que reunirá por primera vez en Miami a ambos trovadores.

Pablo y Varela terminan el ensayo. El repaso de los temas fue puro trámite. Se conocen a la perfección y eso se percibe desde el inicio. Este fue el último ensayo antes de los conciertos que llevarán a Pablo de regreso a Estados Unidos. Las presentaciones serán solo a guitarra y ambos cantarán varios de sus clásicos.

Pablo está muy satisfecho en estos días con la publicación del disco Amor Deluxe de su hija Haydée. En el álbum ella canta varios temas de su padre junto a iconos de la música iberoamericana. “Está muy bueno el que grabó con Ibeyi”, me dice Pablo mientras Haydée, acompañada de su esposo y representante, el fotógrafo Alejandro Gutiérrez, le estampa un beso a su padre.

Allí, sentado cerca de una mesa, está también  Antonio Milanés, uno de los hijos más pequeños del trovador, que está probando suerte en el mundo del rap. Pablo bromea con Antonio y el joven se esconde detrás de las gafas cuando su padre le menciona el nombre de una muchacha. “Te vamos a casar con ella”, dice y su hijo ríe y se sonroja.

Antonio Milanés, Pablo Milanés, Haydee Milanés y Carlos Varela.
Antonio Milanés, Pablo Milanés, Haydee Milanés y Carlos Varela.

Es un ambiente muy familiar el que se respira en PM. Le hablo entonces a Pablo sobre los conciertos de Miami y la nostalgia que pueden despertar estas presentaciones. El trovador se levanta y volvemos a la habitación donde poco antes fui testigo de una comunión para recordar.

“Me imagino que haya nostalgia. Esa nostalgia la padezco yo cuando salgo un mes de Cuba, imagínate entonces cuando se sale para vivir fuera de nuestro país. Como quiera que sea, todos somos cubanos, todos pertenecemos a Cuba y tenemos el derecho de vivir en nuestra isla, donde nacimos, y eso cuando no se cumple conlleva nostalgia”, asegura.

¿Se considera un músico nostálgico? –le pregunto mientras rememoramos su tema “Mis 22 años”, una canción cardinal en el nacimiento de lo que se conoció luego como la Nueva Trova.

“En la medida en que transcurre el tiempo, el pasado siempre lo recuerdo y eso me provoca nostalgia. Sí, indiscutiblemente soy un hombre nostálgico”, dice a OnCuba mientras entra Carlos al estudio.

Pablo tiene muchas expectativas con estos conciertos en Miami, donde, dice, se va a sentir como en casa. “Tenemos mucha ilusión en encontrarnos con el público cubano, no solo en Miami sino en cualquier lugar que esté. Es un público que nos ha seguido durante años, que conoce nuestras canciones, que las disfruta y las canta. Entonces nos vamos a sentir como en casa, mucho más cuando tenemos una experiencia de 20 años haciendo este tipo de descargas en privado y ahora será la primera vez que celebremos una en público”.

El autor de clásicos como “Yolanda”, explica que el repertorio seleccionado es el mismo que ha acompañado muchos encuentros entre amigos. “Estas canciones forman parte del repertorio de nuestras descargas en mi casa, con grupos de amigos, de trovadores, de actores, de pintores, de artistas en general. Por eso los recitales serán algo muy familiar”.

Carlos guarda su guitarra y conversa con la fotógrafa Olivia Prendes sobre el poco tiempo de que dispone para ultimar detalles antes de viajar a Miami este jueves para realizar pruebas de sonido.

“La gente vendrá a escucharnos para encontrarse un poco con su pasado, con su juventud, con su barrio y su adolescencia a través de las canciones. Siempre he defendido la teoría de que con canciones puedes contar la historia de un país, y esa idea es fundamental en estos conciertos”, asegura Varela.

Carlos menciona la nostalgia y la distancia como diferencias que pueden existir entre los cubanos que emigraron a Miami y los que viven en Cuba. “Al final sientes una sensación de silencio cuando cantas, que se traduce en respeto, tanto aquí como allá”.

La emigración y la nostalgia son dos obsesiones que atraviesan su obra, a veces como un doloroso recordatorio. “Yo he podido entender el fenómeno de la emigración a través de los procesos de la historia. Conozco muchos casos de padres que les gritaron a su hijo ‘traidor’, y de hijos que le gritaron a su padre ‘traidor’, pero la gente emigra por razones diversas y no es solo en Cuba. Son muchos los muertos en las aguas entre las dos orillas, pero la emigración es un fenómeno inevitable, más siendo una Isla. Desde mis primeras canciones, como “Jalisco Park”, siempre he estado hablando de esos procesos. Todos convivimos con la emigración de la familia cubana. Cada vez que hay una silla vacía en la mesa del domingo, quien la ocuparía suele estar por lo general a 90 millas”, dice recordando el disco Como los Peces, que vio la luz hace ya 25 años.

“Ese disco lo escribí en pleno Periodo Especial”, recuerda Carlos. “Lo escribí literalmente bajo la luz de una vela. Recuerdo especialmente el día que compuse la canción “Como los peces”. Yo tenía los primeros versos y cuando empiezo a decir que ‘en la cara de Jesús hay una lágrima rodando… lágrimas negras’ no había pensado en la canción de Matamoros. Eso fue cuando vivía en el Vedado y en pleno apagón me bajó la letra de la canción y luego quise hacer un guiño a Matamoros. Eso me complementó el tema y me ayudó a poner a girar en ese disco el resto de las canciones”.

Como los peces fue la banda sonora de una generación, una especie de aldabonazo en la conciencia colectiva de miles de jóvenes que ya habían asumido como un ritual los discos anteriores del trovador: Monedas al aire y Jalisco Park.

Varela me asegura que a nadie le hubiera gustado estar en su pellejo durante esa época. “Fue muy difícil presentar ese disco en aquel tiempo. Tarde o temprano quiero escribir un libro para contar lo que conllevaba escribir ‘Guillermo Tell’ y todas las canciones que vinieron después, incluyendo ‘Como los peces’. Fue una batalla campal, no me arrepiento porque me hizo más fuerte y logré surfear sobre de todos los obstáculos que me puso mucha gente durante muchos años, que quiso que me fuera de mi país y al final se fueron ellos”.

Durante su carrera de resistencia, Carlos dice que nunca quiso irse de Cuba. “Será que los muertos llaman”, reflexiona. “Tengo muchos amigos que se fueron, a algunos les va muy bien, a otros no tanto. A mí de sangre en Cuba no me queda familia. Mi hermano Víctor está en Nueva York y no lo veo hace más de 10 años, y todo el resto de mi familia descansa en el Cementerio de Colón. Tengo algo que me ata a Cuba y siempre vuelvo a casa, aunque me encanta conocer el mundo y viajar. Me gusta escribir aquí y compartir con los amigos que tengo”.

El trovador asegura estar enamorado de su nuevo disco. Se llama el Grito mudo y tiene ciertas semejanzas con las canciones de Como los peces. “Lo que más me gusta de este álbum es su honestidad. A mucha gente le recuerda mis canciones de años atrás por la fuerza con que defiendo lo que digo. Me gustan mucho las historias que cuento. Es un disco del cual estoy profundamente enamorado y espero que me dure ese amor. También estoy componiendo temas nuevos, pero primero quiero sacar el Grito mudo. Hay temas como ‘California’ que mueven el alma y los huesos y me hacen sentir que tiene sentido el oficio de componer. También grabé canciones como ‘Bostezo de la espera’, ‘Serguei, el cosmonauta’, y ‘Emigrantes’ que reflejan distintas etapas de Cuba vistas desde ahora. Eso es algo que me gusta mucho del disco”.

Carlos responde casi todas las preguntas desde la experiencia. No teme confesar que es un músico marcado por las pérdidas y que de alguna manera canta y escribe para sobrevivir a su pasado, y al tiempo. En los últimos años ha visto cómo de repente han muerto varios de sus compañeros de generación. Le menciono a Santiago Feliú y Alberto Tosca, pero él, en principio, prefiere no evocar nombres.

“Todo eso ya empieza a influir en los versos de mis canciones nuevas. El paso de los años trae pérdidas. De familias, de amigos muy queridos y eso lo reflejo en mis canciones. No hace falta decir nombres, pero llevo una vida entera de muchas pérdidas, eso no me ha hecho un hombre deprimido, pero tengo momentos de bajón cada vez que se van hermanos y colegas de la canción. Por ejemplo, Tosca se fue en medio de la grabación de un disco en su homenaje y eso fue un golpe muy fuerte”.

“El Gnomo”, como muchos lo llaman, rápidamente reafirma su admiración por Pablo y habla con respeto de los cubanos que lo esperan en Miami. “Va a ser muy bonito. Yo he cantado mucho en Miami, pero este será un concierto diferente. Son dos voces, dos generaciones y dos pensamientos sobre la historia de un mismo país. Escuchar a Pablo cantando ‘Como los peces’, ‘Habaname’ o ‘Una palabra’ es muy emocionante. Sé que esto será el comienzo de una etapa muy hermosa porque además nos divertimos los dos en escena. Es decir, es un concierto muy serio porque es a guitarra, pero como te decía Pablo, es algo que hacemos mucho en su casa y en casa de amigos. Para mí es un privilegio cantar junto a una de las grandes voces que ha parido la historia de Cuba”.

“Me sorprendió –sigue Carlos– lo que pasó con las entradas a los conciertos. En otras ocasiones siempre se han vendido las entradas para nuestros shows, pero casi siempre la gente las compra a última hora. En esta oportunidad la gente las compró muy rápido y es sintomático descubrir que sucede esto en un tiempo donde hay tantos farsantes en la música usando la tecnología para esconderse, para disfrazarse. Tuvimos la valentía de decir ‘vamos a tocar solo a a guitarra’, y eso será pura adrenalina de poesía. Muchas personas captaron ese espíritu muy rápido”.

Tras su regreso, el trovador tiene varios planes inmediatos. “Quiero repetir con Pablo ese proyecto en Cuba y volver a reunir a toda la banda que participó en la grabación de Como los peces. Ese grupo se quedó completo en España. Todos tienen hijos y hablan con la zeta, pero ahora quiero reunirlos durante este año para revisitar ese disco y agregarle tres o cuatro temas nuevos al concierto”.

Varela se cuelga la guitara sobre el hombro, toma un pesado maletín beige y sale como puede del estudio hacia un carro que lo espera. En la entrada de esta casona del Vedado vuelve a encontrarse con Pablo, le lanza otra frase de cariño, de admiración, le da dos palmadas sobre la espalda y los dos empiezan a hablar de estas presentaciones con la alegría y la inquietud de un músico que se prepara con la ansiedad del primer concierto de su vida.

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