Nadal Antelmo: Un Sí frente al mar

Hay un motivo recurrente en las artes visuales cubanas más recientes: la predilección por las grandes dimensiones. Pero no por recurrente deja de sorprender y provocar el “Sí” de tres metros de alto que el artista matancero Nadal Antelmo ha colocado frente al mar, como parte de la muestra colateral Zona Franca, en La Cabaña.

Aunque esta es la quinta ocasión en que Nadal expone en una bienal de La Habana, esta vez tiene matiz especial por varias razones: el intercambio cultural, político y económico que posibilita el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, mientras Nadal se inserta en el país del norte.

En el arte, sus inicios fueron con la fotografía. Luego, comenzó a experimentar con los conceptos del arte digital, a explorar el tema del desnudo del cuerpo humano, el erotismo, a merecer premios y reconocimientos.

Su obsesión por el arte es total y se manifiesta en cada dimensión de su vida. Por eso, conversar con Nadal será siempre un excelente pretexto para polemizar sobre la cultura contemporánea cubana y quienes la enriquecen, incluso desde otras tierras.

Dicen que el arte cubano está de moda en el mundo ¿Cómo es recibido en Estados Unidos?

Creo que en sentido general el arte cubano es de buena calidad. Pienso que hay pocos creadores auténticos, pero hay muy buenos(as) imitadores, y hoy en día la apropiación “conceptualizada” es muy bien vista en cualquier rama del arte. Referido a “estar de moda en el mundo”, hay diferentes factores sociopolíticos que han ayudado a crearnos ciertas ideas que están distantes de la realidad; somos una isla minúscula con una ínfima cantidad de habitantes y hay grandes e importantes zonas del mundo como Asia, África, Australia, Medio Oriente, donde el arte cubano prácticamente no se conoce, a diferencia de lo que ocurre en algunas zonas de América Latina, Europa y en especial Estados Unidos. Las razones históricas de la emigración y el enfrentamiento político que ha existido por más de 50 años, hacen que exista cierta atracción o curiosidad por el arte cubano, principalmente el creado dentro de la isla. Pero creo que decir que lo cubano está de moda en el mundo es algo muy idealista.

¿Qué distingue este tipo de eventos que se realizan en La Habana de otros similares donde hayas participado en otros países?

Te seré sincero: para mí la diferencia fundamental está dada en la razón por la que se realiza en Cuba. Las condiciones sociales y políticas de la isla crean un ambiente de curiosidad internacional que la Bienal aprovecha. En el plano organizativo, es uno de los pocos grandes eventos de artes visuales subvencionados por un gobierno. No hay que olvidar que la Bienal de La Habana tiene un carácter no lucrativo y el dinero para realizarla sale del Estado. Eso es una gran diferencia con respecto a otros megaeventos similares.

¿Cómo se inserta la pieza “Sí” en el tema que propone la bienal este año, “entre la idea y la experiencia”?

La instalación “Sí” pretende erigirse como un sendero de positivismo en un mundo donde la maldad parece avanzar con más velocidad de lo debido. Colocar la obra frente al mar potencia el discurso del monosílabo, pues este deviene línea límite entre el cubano y otras realidades.

Mientras Cuba dice “Sí” al exterior, ¿a qué otras cosas sería prudente decir “No”, para conservar nuestra esencia?

Esto es una pregunta que no te puedo responder con palabras. Cada día estoy más seguro de que no sé nada, no tengo ni el control de lo que va a pasar mañana. Por tanto, he decidido tratar de centrarme en resolver las cosas que me son muy objetivas. Los temas que no creo entender y menos resolver, ni los miro. Ese es un tema sobre el que pienso que nadie tiene la verdad, así que prefiero no intentar solucionarlo. Aunque te daré una respuesta en dos dípticos que creé hace muy poco aquí en Miami, quizás contengan algunas respuestas sobre el pasado, el presente y el futuro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Cultural Exchange
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La sombra de este “Sí” proyecta sobre el suelo un símbolo también muy reconocible ($)…

El “Sí” en esencia es positivo pero el contexto le puede crear múltiples lecturas, la sombra del sol, los cañones, la bahía, el mar, todo se conjuga para crear atmósferas disimiles que ofrecen nuevas lecturas o visiones a la obra.

La economía parece signar los destinos de todo un país, transformar los modos de vida, las relaciones entre las personas y en el arte. ¿Cómo valoras las estrategias de mercado y mercantilización del arte que se afianzan en Cuba, según tu experiencia anterior y en las bienales?

Amo el arte, pero desprecio el mercado del arte. El arte es creación, belleza, inmortalidad, recoge de forma imborrable la existencia humana, diferenciándonos del resto de las especies que habitan este planeta. El mercado del arte es banalidad, especulación, ambición, acaba con la creación artística.

En mi caso, trato de ganarme la vida con vías alternativas al arte para poder crear y no sucumbir ante los tentadores beneficios y ganancias del mercado del arte. El arte es sufrimiento bendito; el mercado del arte es beneficio maldito. Pero lo malo tiene algo bueno, y viceversa.

¿Qué significación tiene para ti participar en la Bienal de La Habana?

Es muy importante, soy cubano y moriré siéndolo, aunque tenga otras ciudadanías o viva en otro país. Estoy convencido de que existen otros eventos a nivel mundial, pero la de La Habana es mi Bienal y apostaré por ella siempre.

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