Pasos firmes, retrato íntimo de un país

El dramatizado logró resumir rasgos fundamentales instalados en la difícil y diversa geometría de este país, que no encuentra reflejo en esa misma magnitud en el entramado de otros medios de difusión.

Víctor Alfredo Cruz y Omar Rolando sentando cátedra con sendas actuaciones.

Una verdadera obra de arte puede provocar en el espectador los más variados sobrecogimientos e interpretaciones. Puede convertirse en un espejo en el que se mire sin maniqueísmos todo un país. Puede también definir una época e influir de manera decisiva en la escena artística y en el ámbito social, y convertirse en precedente para la creación de otras obras que se asemejen o desplieguen con igual o mayor profundidad sus argumentos.

El dramatizado Pasos Firmes, transmitido originalmente en el programa televisivo De una calle, mil caminos y retomado en la noche de este miércoles, cumple todos los requisitos para situarse como una pieza imperecedera en la órbita audiovisual del país. En poco más de una hora logró resumir rasgos fundamentales instalados en la difícil y diversa geometría de este país, que no encuentra reflejo en esa misma magnitud en el entramado de otros medios de difusión en la Isla.

Las interpretaciones de Jorge Martínez y Omar Rolando, ambas excelentes.

En ese programa estaba Cuba con sus luces y sombras. La historia es extraída de la realidad diaria que vivimos (casi) todos, de ese torrente incontenible de nuestras vidas marcadas por la sobrevivencia, las pérdidas, la esperanza o los naufragios personales. Ha habido muchos intentos de obras similares, pero han caído en las trampas frecuentes de mirar las cosas sin verlas. En este producto televisivo, sin embargo, no hay medias tintas ni finales edulcorados. Es duro como puede serlo nuestra propia inmersión social o la de cualquier persona que conozcamos. 

El director Yoel Infante y el guionista Amílcar Salatti trazan un original y audaz retrato de una parte de la sociedad cubana a partir de la historia de un joven atleta ciego que aspira a coronarse en los Juegos Paralímpicos en la especialidad de atletismo de ciegos totales. Después de ser abandonado por su guía en la pista, su padre encuentra a un posible compañero para su disciplina en los bajos fondos de las calles donde se dedicaba a robar como único método para sobrevivir.

Dany, al recibir el uniforme del equipo Cuba de atletismo toca la foto de su madre fallecida.

¿Cómo vive él?,  le preguntó el atleta a su familia en uno de los parlamentos de la obra. La interrogante cobra peso en el desarrollo de la trama y puede atenazar la cabeza como un remolino después de concluida esta obra cumbre de la televisión cubana en las últimas décadas.

Pasos Firmes es también un ejercicio reflexivo de inclusión, de participación, de democracia, de audacia. Marca, como decía, un importante precedente en la televisión nacional y es un aldabonazo que puede despertar conciencias para que se comprenda de una vez que la sociedad cubana no es un mausoleo y que ha cambiado radicalmente en los últimos años.  Las carencias, las necesidades, los cambios económicos y las familias divididas por la emigración han provocado fracturas sociales que han carecido de un diálogo certero, que no incremente la polarización.

La obra puede ser interpretada de tantas maneras como espectadores existan. Esa es otra de las ganancias de esta película, que debería ser transmitida en un espacio estelar de la televisión cubana, por sus aportes a la comprensión del país que vivimos. En un breve tiempo registra el palpitar de una isla que, durante años, no ha sido reflejado con tantas certezas por plataformas que tienen en sus orígenes ese fin social.

Los imperativos del diálogo entre todos es otro de los resortes que tiene como trasfondo su trama. Un diálogo que permita conocernos a profundidad, que  invita a cada cual a conversar sobre su vida, sus inquietudes, sus querencias,y el país que habita, sin que coexistan en el medio camisas de fuerza ni manipulaciones que arrastren hacia el laberinto sin salida de la incomprensión. Ciertamente, las personas sienten necesidad de pertenecer, de ser parte de algo, de que las tengan en cuenta, y que en ese duro camino puedan curar las heridas provocadas por el tiempo y la gente, en total libertad para elegir y compartir sus experiencias y propuestas. 

Las historias recogidas en esta obra pueden ayudar a que la televisión y otros espacios se quiten el óxido del cuerpo y reconozcan que sus espectadores han cambiado y piden a gritos ver reflejados en las pantallas los diálogos interiores que definen su relación muchas veces compleja con los entornos circundantes.

Pasos Firmes da testimonio, además, del cambio de época en la televisión cubana. O mejor dicho, de la entrada en el terreno de una camada de actores muy jóvenes, que prestigian con las máximas de su talento la tradición implantada por grandes actores cubanos que sentaron cátedra. Muchos ya no están, otros emigraron y una buena parte vio desde la Isla cómo su trabajo permanece en estas nuevas generaciones, que desempeñan su quehacer, al menos en el caso de esta serie, con una fuerza arrolladora.

Dany venció una vida marcada por la marginalidad y sus circunstancias para hacer méritos en el deporte.
Víctor Alfredo Cruz da una clase magistral de interpretación en la piel del atleta paralímpico.

“Parece que para ellos no existe la cámara”, leí en algún perfil de Facebook a raíz de la puesta. Creo que es una frase legítima para catalogar la labor de estos jóvenes, que pisan con fuerza en los terrenos de la actuación cubana.

Omar Rolando interpreta a Dany, el ladrón de carteras, y Víctor Alfredo Cruz al deportista ciego que renuncia a ganar posiblemente el oro mundial con tal de no traicionar a su antiguo compañero, que cumple prisión por el peso de sus acciones. Una decisión que se siente fuerte en el corazón de los espectadores, que no pudieron despegar los ojos de las pantallas. Dura es también la escena en que, tras acompañar a su colega en la pista, Dany es trasladado por una patrulla a un destino incierto, detrás de las rejas. 

Los protagonistas de la obra comparten roles con actores consagrados como Jorge Martínez, Patricio Wood y Luisito Carreres, Aimée Despaigne, entre otros. Todos defienden sus personajes con una naturalidad pasmosa. En el caso de los jóvenes, lo hacen como si tuvieran el mismo kilometraje de sus mayores, que en dicha serie son varios de los nombres más grandes de la actuación en Cuba.

La entrenadora tiene un peso fundamental en la relación entre los dos atletas.

La dupla de Yoel Infante y Amílcar Salatti dio una lección de creatividad, imaginación, sentido común y fuerza para alcanzar con recursos limitados una producción, sin temor a exagerar, de factura mundial. Una demostración de cuánto se puede hacer cuando no existen o se sortean las manquedades mentales de personas que todavía asumen la realidad de Cuba a partir de sus conveniencias, o como un mundo intocable que solo puede ser abordado según sus propios puntos de vista, que han hecho aguas por el propio peso social.

Dany se reconcilia con su padre tras una relación turbulenta.

De Salatti ya se ha dicho mucho y bueno en el panorama cultural cubano. Hasta el momento ha mostrado su talento para construir personajes creíbles y edificar historias que escrutan la vida o la realidad de manera convincente. Pasos Firmes es una de sus obras para la televisión mejor logradas, un espacio que escapó de algunos didactismos en el personaje del profesor de preuniversitario, que caracterizaron el guion de su anterior novela, la cual no dejó de ser un excelente producto televisivo.

Pasos Firmes es un teleplay que se agradece. Muchos lo disfrutaron, seguramente no sin una alta dosis de sorpresa. Tanto es así que el público ha reclamado su retransmisión. Yo lo vi junto a mi madre, también periodista cultural, en la noche de este miércoles. Cuando concluyó, los dos nos miramos con la certeza de haber estado en presencia de una verdadera obra de arte. 

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