Jazz Vilá: “Mi teatro no es comercial, es popular”

Luego de 115 funciones en teatros cubanos y más de 20 mil espectadores durante seis meses consecutivos la obra "Farándula" ha convertido a este joven actor y director en un referente del teatro cubano actual.

Jazz Vilá. Foto: Caleb Lara.

Jazz Vilá. Foto: Caleb Lara.

Farándula, de la compañía de teatro Jazz Vilá Projects, también sale de Cuba. Se estrenó exitosamente el 17 de noviembre pasado en el Adobe Horseshoe Theater de San Elizario, Texas, Estados Unidos, con un elenco encabezado por Camila Arteche, Catherine Núñez, Hansel Porras y Diago Fernández.

Jazz Vilá, director de la compañía, no pudo estar presente en esa ocasión por encontrarse en República Dominicana rodando su próxima película Hotel X, que narra hechos ocurridos durante la revolución de 1965 y la segunda intervención norteamericana en esa nación caribeña.

Vilá asegura confiadamente que Farándula es una obra que puede resultar muy tentadora para cualquier público, incluso de Estados Unidos, por reflejar una cotidianidad cubana que puede ser fácilmente comprensible para una persona medianamente informada sobre Cuba y “romper con la monotonía que se percibe desde hace un tiempo en el teatro cubano”.

¿Por qué crees que el teatro cubano actual es monótono?

Porque mira hacia adentro y es demasiado localista. Sus proyecciones las entiende el público cubano que sabe lo que está pasando en el país. Creo que hay que avanzar hacia un público más universal teniendo en cuenta, por supuesto, nuestra cubanía y nuestra cotidianidad.

Se puede notar monotonía, por ejemplo, en las temáticas que se abordan, y un afán por buscar un lenguaje demasiado rebuscado que muchas personas no entienden o rechazan. Esa realidad va encerrando al teatro en un público muy selecto y eso no es bueno para nadie: ni para los que hacemos el trabajo, ni para el público en general.

No se puede soslayar tampoco un aspecto importante: el teatro es arte para entretener y debe ser masivo. Además, la ideología nuestra se basa en llevar la cultura a todo el pueblo. ¿No es cierto? Por tanto, debemos usar un lenguaje que se entienda. Cuando proponemos algo demasiado enrevesado alejamos al público menos conocedor de las temáticas teatrales. En Cuba nos hemos alejado del público en general. Y a mí me place mucho cuando los espectadores me dicen que finalmente vieron algo que entendieron.

Normalmente tus obras giran en torno a temáticas que se reiteran de diferentes maneras en cada puesta en escena, sin ser necesariamente repetitivas o pedantes. ¿Es casualidad o te lo has planteado de esa manera?

Yo analizo muy bien las temáticas que voy a proponer en cada obra y siempre me planteo llevar asuntos variados al escenario, capaces de sensibilizar a las personas, entretener, y hacer pensar. La temática principal es, sin dudas, el amor. Ese sentimiento es el hilo conductor de Rascacielos, Eclipse y Farándula. A partir de ahí abordo el tema de la infidelidad, la búsqueda desesperada del amor, el miedo a amar, el miedo a la aceptación, la frustración ante el rechazo, la traición, la amistad… También incluyo otras aristas con un sentido social más profundo, como el abuso de poder, la violencia de género, la igualdad de género, la diversidad sexual…

Hay una amalgama muy contemporánea contemplada en mis obras. Yo escribo los textos y no me repito porque hay muchas tramas en la vida. Siempre hay cosas nuevas que contar. Todo parte de historias que uno escucha cotidianamente. No me considero un dramaturgo ni el resto mérito a los actores, que son los que terminan de escribir las obras. Soy muy abierto en ese sentido. No creo tener la verdad absoluta.

Jazz Vilá. Foto: Luis Joa.
Jazz Vilá. Foto: Luis Joa.

Algunas personas piensan que tu teatro es demasiado comercial dentro del entramado cultural cubano.

¿Pero a qué le llaman comercial? Yo podría decir que cualquier teatro es comercial, porque la entrada para ver una obra se paga. ¡Ahí hay comercio! No obstante, entiendo el punto de vista de muchos, y en ese sentido afirmo que mi teatro no es comercial, es popular. Yo no estoy comercializando el teatro que hago de manera diferente a como lo hacen los demás, ¡de lo contrario sería rico! En esa consideración hay un problema de enfoque. Es importante que los críticos entiendan mejor cuáles son los términos que emplean. Yo no soy capitalista, como muchos piensan, ni un cuentapropista del teatro.

¿Cómo se logra llegar a la popularidad?

La popularidad se logra cuando estás en contacto con el público y escuchas lo que quiere. Cada vez que termino una función me paro fuera del teatro y saludo al público. Tengo un termómetro diario para saber qué pasa con mi obra. Eso me da la medida de hacia dónde va lo que hago. Por eso sé cuál será mi próxima obra. Muchas personas dicen que mi teatro es fácil y eso no es cierto. Simplemente abordo temáticas con un lenguaje más cercano a sus vidas. No busco epítetos ni metáforas.

¿Cuáles son tus referentes a la hora de concebir el tipo de teatro que propones?

Los referentes parten de mis experiencias en distintas partes del mundo. He podido trabajar con compañías de teatro en varias ciudades del mundo como asesor dramático, asistente de dirección. También fui asistente de producción de Les Ballets de Monte-Carlo, que estuvo en Cuba hace par de años y yo influí para que se presentaran en mi país.

Todo eso me ha permitido estar en contacto con determinadas formas de gestión y entender que el teatro no es un fenómeno personal, sino de público. Por tanto, Jazz Vilá Projects no es un teatro de Jazz Vilá, es un teatro de Jazz Vilá para el público.

Yo pienso que el éxito está ahí: he quitado el ojo de mí y lo he puesto en el espectador. Pienso en qué quisiera ver la gente y no en qué quisiera ver yo. La gente quiere reír y pasar un buen rato, encontrar un momento para desconectar de su realidad.

¿Cómo escoges a los actores de tu compañía?

Llegan de disímiles maneras: a algunos los he visto en obras de teatro, otros se me acercan espontáneamente. Pero todos deben encajar en lo que estoy montando en ese momento y entender la filosofía de la compañía. Hay que mantener una disciplina, estudiar mucho, andar bien vestido, participar en eventos y actividades de promoción. El compromiso de los actores no está solamente en actuar, sino también en formar parte de todo el engranaje publicitario que hay detrás de cada obra. Y todos mis actores son jóvenes.

¿Crees que la formación académica de esos jóvenes actores se corresponde con las exigencias de Jazz Vilá Projects?

Yo pienso que el nivel de la formación de los jóvenes en la Escuela Nacional de Arte (ENA) es muy bajo, y el nivel cultural de los estudiantes tampoco es muy bueno. Cuando trabajas con egresados te das cuenta de que les faltan referentes, conocimientos. Hay que entender un contexto para entender una obra. Por ejemplo, no se puede entender a Lorca sin no entiendes la Guerra Civil Española. Sería como ver Farándula sin entender el entorno de Cuba. Y otro aspecto: los jóvenes de hoy tienen puestos los ojos en la fama. Eso no está mal, pero debe haber una dosificación de ese trabajo.

¿Cuál será la próxima obra de Jazz Vilá Projects?

Anunciamos recientemente en las redes sociales que estamos trabajando en la comedia Vestuario y Maquillaje, que se estrenará el próximo año. La trama tiene lugar dentro de los camerinos de un teatro, y tiene como novedad una gran interacción con las redes sociales.

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