Un Trabuco sin freno en la música cubana

Manolito Simonet se atreve a develarnos su “secreto” para hacer música cubana. Toma elementos sustanciales de los conjuntos y las charangas, aportados por instrumentos de viento, violines y el piano. Puede parecer una explicación sencilla, pero lleva implícita una complejidad melódica enorme y que el bailador degusta de una forma voraz.

Una siente que los pies marcan el paso con una autonomía que asusta, cuando se escuchan álbumes tan populares en la Isla como Se rompieron los termómetros, Marcando la distancia Control. Es que el Trabuco, la orquesta que lidera Simonet, lleva dos décadas “hurgando” en ese potencial sonoro nacional y nos entrega en tono de clave ese son que bajó de las lomas del Oriente y ha hecho estancia en todo el archipiélago.

Inspirados en el songo de Juan Formell y el estilo de la Aragón y Las Maravillas de Florida, Manolito Simonet y su Trabuco tienen ya un camino en los escenarios. Ahora regresan con Sin freno, fonograma del que ya se escucha en la radio La cuenta no daDéjala que siga Chiquita.

Al ofrecer detalles para OnCuba, Simonet señala que el disco “ya está en fábrica; lo componen una docena de temas, de varios autores. Están como invitados Germán Velasco (saxofón), Jorgito, cantante de los Cuatro, quien interviene en un número, y Yulién Oviedo, que aparece junto a Ricardo Amaray en una bachata, que dedicamos a ese público dominicano que nos sigue”.

Interrogado por esa particular fórmula sonora del Trabuco, Manolito destaca dos elementos esenciales: la conjugación de los metales con los violines, como sucede con las orquestas charangas –algo que heredó de las Maravillas de Florida-; y esa referencia que se palpa en el piano y el bajo de formaciones musicales como los conjuntos.

Sobresale en este concepto estético de la agrupación el cuidado de los textos. Para Simonet las piezas deben aderezarse con el doble sentido y la picardía que siempre han permeado la música cubana. Siente que “nuestra música ha trascendido en el mundo por su ritmo y melodía. La prueba es que se ha colocado en el corazón de personas que no hablan español y se identifican con lo que escuchan.

“No es factible caer en un texto desagradable para conectar con la gente. Debe haber una letra bonita, una buena melodía y un buen concepto del ritmo. Estos elementos hacen que te sigan y ello lo han demostrado compositores como Juan Formell, a quien admiro mucho”.

¿Qué elementos te indican que en los últimos años el bailador cubano ha cambiado?, es una pregunta que deslizo cuando ya llevamos 30 minutos de conversación. Simonet reflexiona unos segundos su respuesta y sentencia: “Porque han desaparecido los festivales de baile, esos que se llaman carnavales. La gente estaba todo el año bailando, ya que los bailadores viajaban de una provincia a otra y eso hizo que el mundo desviara su atención hacia Cuba. Esa es la razón por la que nuestra música ha estado unida al baile. Eso desapareció y ahora se hacen las fiestas populares. Al disminuir los carnavales se debilitaron las orquestas y, por ende, los bailadores”.

Ese pudiera ser uno de los aspectos del asunto, le señalo. También, sostengo, hay una visión de los creadores que indica que el problema está en que no se avizora un relevo serio para continuar este trabajo.

Simonet se suma a ese criterio y su sorprendente respuesta redunda sobre la necesidad de mantener a los carnavales como “el gran festival de la música popular bailable”. A juicio de Manolito, ello incentivaría a la nueva hornada de músicos, sino “se va por otras vertientes que les resultan a lo mejor, más fáciles económicamente y van abandonando este estilo”.

El autor de Locos por mi Habana asegura la música cubana que ha trascendido en el mundo, es la que tiene sus ramificaciones en el chachachá, el bolero, el danzón, el mambo, el son montuno y la guaracha.

“Hay una riqueza incalculable en lo nuestro”, opina, mientras resalta la labor de grupos que se han incorporado a esta manera de hacer música como Habana D’ Primera, que dirige el virtuoso trompetista Alexander Abreu, y Salsa Mayor, guiada por Maykel Blanco.

“Ellos son jóvenes que no escogieron otro camino”, indica. Este género es muy difícil. Hay que escribir para varios instrumentos porque son grandes orquestas y no lo puedes hacer mal, porque el público siempre se da cuenta”.

Foto: Iroko Alejo
Foto: Iroko Alejo

RECORRIDO MELÓDICO

Manolito Simonet es un músico empírico que inició su carrera musical en las Maravillas de Florida. “Fue mi escuela”, expresa el destacado pianista, sobre su estancia de nueve años en la orquesta camagüeyana, de la cual también fue director.

Hay que destacar que el virtuosismo de Simonet no solamente se percibe en el piano, pues toca el tres, el bajo y la percusión. Confiesa el músico que conocer todos esos instrumentos le permite expresar “lo que deseo hacer con la sonoridad de mi orquesta.

Aunque es un artista autodidacta, Manolito manifiesta que ha tenido buenos maestros: el pianista Eduardo Cana y el tresero Ramón Hernández (Sonsito), ambos de su natal Camagüey; así como el Niño Rivera, Pancho Amat y Papi Oviedo, acá en La Habana.

Una faceta importante de este artista es la de productor musical. En esa cuerda ha intervenido en discos de Los Sabandeños, la Sinfónica de Barcelona y el septeto Los troveros de a siete, todos de España; de la orquesta Camagüey de Perú, del nicaragüense Luis Enrique y de los jamaiquinos Bahamed. Llevan igualmente su sello, álbumes de músicos criollos de la talla de Waldo Mendoza, Rumbatá y Vania Borges.

 

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