Una película para Polo Montañez

Cuando Polo Montañez se llamaba Fernando Borrego Linares, andaba siempre tras los pasos de su padre carbonero, plantando casas por todo el monte cada vez que encontraban madera buena para hacer carbón. Fue un tiempo trashumante, duro, silvestre y feliz en los campos de Pinar del Río. En 1972 el peregrinar aparentemente se detuvo cuando la familia se estableció en la comunidad Las Terrazas. 

Cuando Polo Montañez se llamaba Fernando Borrego Linares aprendió a hacer diversas cosas, todas ligadas a la tierra, a regarla con su sudor y al cansancio en los huesos mientras va llegando la noche de un día que siempre parece tener más horas que las exactas. Y en su viaje por la vida fue carbonero, ordeñador de vacas, tractorista, cortador de caña y otras muchas cosas que nunca se dijeron, que solo él recordaba.  

En medio de todo este ir y venir por esos campos, a su padre Julio, el carbonero, le nació la música como una cosa inevitable y necesaria. En cuanto tenía un rato libre se iba con el grupo Cantores del Rosario a  ponerle sandunga a cualquier guateque o serenata que apareciera. Y con él iba Fernando, a quién se le pegó el mismo gusto y aprendió a domar primero una tumbadora de tronco de aguacate y cuero de panza de vaca, después la guitarra y luego cuando tuvo el coraje suficiente, abrió la boca y cantó. Llegado el momento a nadie le extrañó que se convirtiera en el  líder del grupo.

Cuando Polo Montañez se llamaba Fernando Borrego la música se lo puso bajo el ala y le dio aire para que echara a volar sobre la tierra. Pero a Fernando, aunque deslumbrado, la timidez le impidió enseñar las canciones que por 1973 empezara a escribir. “Este tiempo feliz” fue la primera, en ella habló de las  cosas importantes para él, de sus vivencias personales, del amor, la amistad. Estos temas estarían rondando su universo autoral durante toda su carrera  artística posterior. 

En las instalaciones turísticas del complejo Las Terrazas Fernando Borrego comenzó a presentarse con su grupo y allí perdió definitivamente el nombre que le pusieron al nacer. La metamorfosis se completó cuando conoció al propietario de una disquera, quien después de escucharlo le propuso grabar varios discos.

A los 44 años nació Polo Montañez, que llevo lo esencial de Fernando Borrego siempre consigo, y que no fue en principio profeta en su tierra; tuvo que viajar hasta Colombia. Allí entre vallenatos y  cumbias logró posicionar con su música y su manera sencilla de decir su herencia campesina, a través de ritmos de su tierra cubana como el son, la guaracha o la canción.

Su primer disco Guajiro Natural sedujo completamente a los colombianos, quienes compraron 40 mil copias y posibilitaron que el cantante cubano obtuviera Discos de Oro y Platino, el tercer cubano en lograrlo, y comenzara su andadura por los escenarios de Cuba y del mundo.

Allí donde Polo llegaba se adueñaba de los corazones, pues no había habido en largo tiempo cantante tan sin dobleces como él. La gente lo reconocía y no tardaban en agradecérselo. Sin haber estudiado música le puso a su obra un sello inconfundible y sus composiciones encontraron cabida en el universo musical de las familias cubanas sin resistencia. Su canción Un montón de estrellas fue número uno en diversas listas de éxitos y el cantante boricua Gilberto Santa Rosa la incorporó a su repertorio. Luego vendría el fonograma Guitarra mía con temas como Colombia, Hay un run run o La última canción, los cuales también fueron exitosos entre el público cubano y foráneo.

Tres fueron los años en los que con solo dos discos Polo Montañez revolucionó el panorama musical cubano y pudo disfrutar del amor de sus seguidores. Un día de noviembre no pudimos encontrarlo más con su guitarra, ensayando pasos sobre el escenario. Él, que no sabía bailar. Murió tras quedar gravemente herido producto de un accidente automovilístico. Casi había vaticinado su final en La última canción cuando escribió: “El único futuro de mi vida debe ser,  creo que debe ser extraño, no creo que la suerte, ahora me venga a sonreír después de haber vivido tantos años.”  En el momento de saberse la noticia, mientras los cubanos nos resistíamos a aceptar ese hecho inevitable, todos coincidimos en algo: Polo Montañez se había ido demasiado pronto.

De todo esto y más deberá tratar la versión cinematográfica sobre su vida que preparan el cineasta y director de televisión Delso Aquino y la actriz Yelisett Valdés, cuyo guión está en proceso de elaboración. Al proyecto, que busca  rendir tributo a la memoria del cantor, también se han unido  el guionista Amilcar Salatti y el productor Santiago Yapur, del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

Un antecedente de este cometido es el libro sobre la vida de Polo Montañez, que escribió el avileño Fernando Díaz Martínez, basado en largas conversaciones con familiares, amigos y vecinos del músico pinareño y  que tuvo muy buena acogida entre los lectores cubanos y del área suramericana.

La película sobre la vida de Polo Montañez es una propuesta que los espectadores esperaremos con mucha ilusión. Será muy bueno ver con cuánta pericia y coherencia los realizadores logran mostrar la vida de Fernando Borrego Linares antes de convertirse en Polo Montañez y de cómo éste no olvidó ni un segundo sus raíces campesinas y su modestia cuando llegó a la música cubana para enriquecerla.

 

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