Ansiada tregua

La lluvia le otorgó a Pinar del Río el día de descanso que la Comisión Nacional de Béisbol (FCB) les había escamoteado. El play off final fue adelantado un día, el pedazo de sosiego merecido para los verdes después de culminar su serie frente a Industriales fue recortado con una premura sorpresiva. No pudo haber excesos en vueltabajo tras celebrar la remontada histórica, tuvieron que recoger esa misma noche para partir al otro día rumbo a los predios de un rival que aguardaba totalmente descansado en su valla.

No estoy justificando que Matanzas llevé una ligera ventaja por haber terminado su semifinal con acelerada prontitud (sin dudas un absoluto mérito que se ganaron) y que Pinar llegué a esta instancia extremadamente extenuado después de disputar siete pleitos frente a los leones, no, lo que quiero decir, simple y llanamente, es que en un inicio la FCB declaró que el calendario de la gran final comenzaría dos días después de culminar la última semifinal, y ahora, de pronto, nadie sabe por qué, se despacharon una jornada de por medio.

Lo cierto es que quizás este no sea el respiro que los vueltabajeros hubiesen deseado, en definitiva, a estas alturas ya no se descansa a plenitud, la carga psicológica no merma a lo largo del día, pero a su cuerpo de serpentineros muy bien que le viene esta fecha de asueto para recomponerse un poco de la travesía de la etapa anterior. Su lineup también merece algún que otro ajuste, de hecho en los innings que se jugaron ayer, Urquiola movió un par de piezas de lugar buscando la ofensiva que había desaparecido por completo en el primer desafío de esta final en el que salieron cabizbajos al túnel del club house.

Alfonso I de Vueltabajo hizo un trueque en la parte inicial de la alineación, subió a Duvergel al tercer turno y bajó un escalón a Duarte, además devolvió al gordo Peraza a su habitad natural, el cuarto madero del conjunto. En lo poco que se jugó, los cambios fructificaron y hasta que el torrencial se desplomó sobre la grama del pantano del “Victoria de Girón” los pinareños iban comandando las acciones. Tal vez, en ese instante no hayan querido que la prominencia les otorgara el alto en el camino que se les debía.

En el dugout de enfrente, sí que la lluvia para nada fue bien recibida, los cocodrilos antes de comenzar esta final llevaban seis días sin competir, lapso idóneo para tener lista para el asalto toda la pólvora, pero hay que tener en cuenta que demasiada inactividad también es un riesgo que se puede correr y que sin problemas suele hacer perder la forma y lanzarte al precipicio. Este impasse puede que haya dejado algo intranquilo a Víctor Mesa en la madrugada, puede que de un Vladimir Baños aunque dominante ayer, pase a tener crudas pesadillas con su tanda zurda al enfrentar las curvas pronunciadas de Julio A. Martínez en el home.

Habrá que esperar para ver a quien Urquiola manda a treparse a la lomita de los suspiros, si nuevamente Baños (no lo creo) o a Julio Alfredo (podría guardarlo para tener un as de inicio en el “San Luis”). Por su parte, esta tregua también le demostró a Mesa que ni por asomo Joel Suárez está a la altura del rendimiento que alcanzó en la temporada pasada en la que sus lanzamientos laterales eran un cuchillo afilado y su control un reloj suizo. En su salida de ayer estaba demasiado asequible, sus envíos se quedaban templados en zona y eran rebatidos con facilidad.

Entonces, en la concreta, puede que tal vez la lluvia ayude a ambos mentores a meditar aún más, mejor, a plantearse en la mente durante unas horas extras el simulacro estratégico ideal de lo que quisieran que aconteciera en el segundo acto de esta final de campeonato.

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