Balonmano: nuevas piezas para el tren blindado

La selección masculina de balonmano de Cuba realizará una base de preparación en Alemania, donde se incorporarán varias figuras profesionales de renombre como Jorge Luis Paván, Joel Cuní, Yoel Moreno y Yosdanys Ríos

Un grupo de balonmanistas cubanos partió en la noche de este miércoles a Alemania, donde se unirán a otros jugadores de la Isla establecidos en Europa para realizar una base de entrenamiento hasta principios de julio, de cara a los Juegos Panamericanos de Lima.

Hombres como Yosdanys Ríos, alejado desde hace años de la selección nacional, emprendió la ruta rumbo a Alemania, y allí se verá, entre otros, con Jorge Luis Paván y Joel Cuní, quienes tampoco han vuelto a vestir la casaca de las cuatro letras desde que se establecieron en el balonmano profesional.

Con ellos estarán varios de los campeones cubanos en los pasados Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia. Hablamos del experimentado Guillermo Corzo, quien recientemente certificó su ascenso a la Liga ASOBAL (primera división de España) con el Puerto Sagunto, Yankiel Cruzata, Ángel Jesús Rivero, Pedro Valdés, Noelvis Robles, Pavel Caballero y Alejandro Romero, todos con experiencia en Europa.

Guillermo Corzo, uno de los puntales del triunfo en Barranquilla, repetirá la experiencia en Lima. Foto: Ricardo López Hevia/Granma

También han hecho el viaje a Alemania algunos de los chicos que se llevaron la plata en el reciente Mundial de Naciones Emergentes, como Dariel García (cedido en el Quabit Guadalajara de España), Claudio Ramos (hace una semana se conoció que jugará en el Valladolid), Eduardo Valiente (juega en la Segunda División de España) y Frank Enrique Cordiés (está en la Segunda de Alemania).

De acuerdo con las declaraciones ofrecidas a OnCuba por el técnico Luis Enrique Delisle, hasta diez jugadores de esa escuadra que impresionó en Georgia pueden luchar por un puesto en el cuadro nacional, por lo que se espera que la próxima semana se unan a la comitiva Magnol Suárez, Reinier Taboada (juega en el Dunkerke de Francia), Omar Toledano, Adonys Jesús García, Fredy Lafortán y Hanser Rodríguez.

Con esta preselección, Cuba dispone de un arsenal considerable para afrontar el reto de los Panamericanos de Lima, donde se medirán de entrada a Estados Unidos, Chile y Argentina, estos dos últimos con una línea de resultados y un nivel cualitativo notables para el concierto continental. Además, un eventual cruce en instancias decisivas los colocaría frente a Brasil, el máximo exponente de la región.

¿Qué sabemos de las “caras nuevas”?

Probablemente sea una ofensa considerar a Jorge Luis Paván, Joel Cuní y Yosdanys Ríos como “caras nuevas” dentro de la selección nacional cubana, pues todos tienen un pasado ligado al elenco de las cuatro letras y, además, cuentan con vasta experiencia en circuitos profesionales, por lo que su inclusión representa un salto de calidad inmenso.

Paván tiene 38 años y se desempeña en el Benidorm de la Liga ASOBAL, en la cual fue el sexto goleador durante la más reciente temporada, con 149 dianas en 30 partidos. El lateral ha caminado por los circuitos de Italia, España y Qatar, este último donde jugó también con la selección nacional.

La noticia de que Paván se sumará al cuadro cubano en Lima viene circulando desde finales de la semana pasada, cuando su club, el Benidorm, informó que en el inicio de la pretemporada no contaría con él ni con los brasileños Leo Vial y Raúl Nantes, y el argentino Pablo Simonet, todos involucrados en los Panamericanos.

Jorge Luis Paván podría regresar a la selección nacional cubana tras consolidarse como uno de los mejores goleadores en circuitos europeos. Foto: Tomada de Cubalite

En tanto, el lateral diestro Joel Cuni es otra de las incorporaciones en la preparación de cara a Lima, según confirmaron fuentes cercanas al propio jugador. A sus 32 años, Cuní juega en el US Ivry de la Starligue (primera división de Francia), donde tiene bastante regularidad.

Por último, Yosdanys Ríos es otra pieza de mucho poder que quiere engranarse a la maquinaria del tren blindado. Con gran versatilidad para moverse por distintas posiciones, el habanero de 30 años puede ser crucial en las aspiraciones cubanas, teniendo en cuenta también que cuenta un largo recorrido profesional.

Ríos ha jugado en Qatar, Portugal, Suecia y ahora en Francia, donde primero tuvo una oportunidad con el US Ivry, y luego pasó a las filas del Limoges, en la Proligue gala.

El resto de los pilares son más conocidos, pues defendieron la selección nacional en los pasados Centrocaribe de Barranquilla y también suman horas de vuelo en Europa. Por solo citar un ejemplo, el portero Alejandro Romero ha jugado durante el último año en el Porto y el Önnered, en Suecia, en ambos casos como cedido, y ya se conoce que el próximo curso estará en la Starligue con el Pontault-Combault.

Las virtudes del balonmano

El éxito de Barranquilla fue solo el comienzo de un camino que puede traer alegrías para el balonmano cubano si se continúa con el modelo utilizado en los dos últimos años. Foto: Ricardo López Hevia/Granma

Muchos se preguntan cómo el balonmano masculino cubano ha resurgido de la nada para convertirse en uno de los equipos más competitivos de América, luego de años y años en las sombras, apareciendo solo en torneos regionales cual tímido fantasma.

Sin un campeonato nacional de categoría, sin una pirámide que trace las líneas directrices del deporte en todos los niveles, sin una infraestructura adecuada, con carencias materiales y con una captación incipiente de jugadores (la mayoría son descartes de deportes como béisbol, voleibol o baloncesto), podríamos calificar de milagro el resurgir de la disciplina.

No obstante, detrás de todos esos nubarrones hay algo de luz, que nace sobre todo de la disposición de muchos jugadores de regresar a defender a su país, y del trabajo de los federativos cubanos, que no han escatimado esfuerzos para tender un puente con su diáspora y, en la medida de lo posible, abrir el camino del profesionalismo a sus figuras en ascenso.

El balonmano ha explotado con creces la política de contratación y reinserción de atletas establecida por el INDER desde hace algunos años, primero con una salida considerable de jugadores jóvenes rumbo a Europa, y luego con el llamado a varias luminarias asentadas por su cuenta en ligas rentadas.

Miedo y conservadurismo son palabras borradas del manual de trabajo de esta disciplina, que no ha dudado en acercarse a jugadores que en su momento dejaron el país para probar suerte en el profesionalismo, como Corzo o Ríos, o en buscar contratos para sus chicos con más potencialidades.

En el fondo, esa es una correcta aplicación de las nuevas políticas del organismo rector del deporte en Cuba, contrario a las prácticas de otras modalidades, que han sido extremadamente pasivas, con muy poca voluntad de salir adelante.

El balonmano sí ha dado pasos para recuperar el camino perdido e intentar acercarse a los planos estelares de hace 20 años, cuando se logró la mejor actuación mundialista (octavo lugar en Egipto 1999) y se clasificó a los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. No hay certeza de que se pueda lograr, pero al menos se está intentando con casi todas las fuerzas disponibles.

Más allá de estos movimientos de despacho, no se puede pasar por alto el trabajo de los atletas, su sacrificio durante horas de entrenamiento y juego alejado de su familia, hechos que a la postre han conducido a su superación y a la obtención de un nivel que los coloca hoy en planos estelares.

Ellos son los verdaderos protagonistas de esta historia, que probablemente tenga su mejor final en el próximo ciclo olímpico, aunque ahora, en el 2019, nadie puede apagarles la ilusión de brillar en la cancha con el traje de las cuatro letras.

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