Artemisa y Mayabeque: los Mulos del Oeste

El ya fallecido Romelio Martínez, uno de los bateadores más poderosos en la historia del béisbol cubano. Foto: recorte de prensa / archivo de Oreidis Pimentel.

El ya fallecido Romelio Martínez, uno de los bateadores más poderosos en la historia del béisbol cubano. Foto: recorte de prensa / archivo de Oreidis Pimentel.

Como los Mulos del Oeste fue conocido, por su mítica ofensiva jonronera, el equipo Agropecuarios, que reunía a jugadores de las hoy provincias de Artemisa y Mayabeque. Luego los Vaqueros marrones del Habana gozaron del mejor pitcheo de las Series Nacionales hasta la segmentación de la antigua provincia en dos.

Si bien podrían armarse dos Todos Estrellas históricos por separado, su calidad estaría en desventanja con la de otros equipos similares ya propuestos por OnCuba. Por tanto, me permito la licencia de mantener unidos a los más jóvenes territorios cubanos.

Artemisa tuvo un insólito movimiento amateur, al extremo de incluir a un victorioso equipo en la Unión Atlética; Mayabeque tendría a su favor al poderoso central Hershey y a la Liga de Quivicán. No obstante, en sentido general ambas zonas se nutrían de jugadores foráneos, en su mayoría descartes de los mejores circuitos profesionales.

Luego, en tiempos de la Revolución, sus peloteros han jugado juntos la mayor parte del tiempo, sin olvidar la “sangría” de algunos talentos hacia Industriales. Solo hace pocos años, pugnan por regresar a la élite cubana por separado. Atendiendo a todos esos factores geográficos y temporales, les propongo entonces mis 20 elegidos.

Receptor: Merecen mención los artemiseños Alberto Mieres “Campanella” (principio de los 50), Orestes Dotres “Manguiris” (década del 40 en la Liga de Pedro Betancourt) y el casi aplatanado como pinareño Ismael “El Gallego” Salgado (años 50 y principios de los 60). También, la consistencia y temeridad de Danger Guerrero (primera década del 2000) y el talento de Yasmani Grandal (MLB en la actualidad).

Sin embargo, elijo a Pedro Luis Rodríguez (años 80 y principio de los 90), quien es el sexto mejor hombre en promedio ofensivo en Series Nacionales (.334), y está avalado por 14 torneos donde casi bota 200 pelotas e impulsó 802 carreras, al tiempo que también dejó su huella en los equipos nacionales.

Primera base: El número 14 de los Agropecuarios y el Habana, Juan Carlos Millán (décadas del 80 y 90), del Mariel es mi favorito. Su enorme consistencia ofensiva durante 12 Series, 10 Selectivas y dos Copas Revolución fue opacada por la titularidad de Kindelán en el equipo Cuba, por lo que tuvo que ubicarse tres veces en la selección B.

A la defensa también era estelar; de hecho fue el de mejores números entre 1989 y 1992, aunque su principal fama fue como jonronero (222). Superó los 1,000 hits, con estupendo slugging de .519.

Segunda base: Genaro Cordero (década del 40) podría ser un infielder utility; sin embargo Oscar Macías parece insuperable en esta posición debido a su fuerte ofensiva y excelentes manos.

Su currículo lo sitúa como el segundo hombre de la antigua provincia Habana con más jonrones en toda la historia (286), el de más tubeyes (319), impulsadas (1080) y anotadas (1124), segundo en bases robadas (110) y triples, tercero en slugging (513) y casi frisa la barrera de 2,000 hits. Casi nada.

Coincidió con otros ases de la intermedia, como Antonio Pacheco y Juan Padilla, de allí su poca promoción a los equipos nacionales, aunque fue subcampeón olímpico en Sidney 2000. En sentido general, es el noveno en entradas jugadas, quinto en asistencias y sexto en doble plays en Series Nacionales.

Campo corto: No tiene contrincante Antonio “Quilla” Valdés. El hombre nacido en Quivicán, astro del central Hershey durante 22 temporadas (en cuatro de ellas fue campeón) pudo ser el mejor torpedero de Cuba no solo en el amateurismo, pero nunca quiso firmar como rentado.

Ostentó gran liderazgo, pensamiento táctico privilegiado, espectacular pivoteo, habilidad de robo (231) y defendió cuatro veces los colores del equipo nacional (cuatro mundiales y un centroamericano). Siempre estuvo por encima de .300 a la ofensiva (de por vida .351), con dos coronas de bateo, además de incorporarse como asistente a los torneos domésticos luego del triunfo de la Revolución.

Tercera base: Oscar Toledo (década del 50) fue primera, tercera base y lanzador en categoría AA, y Andy Morales (finales de los 90) tuvo brillo fugaz, mas, la esquina caliente no puede ser de otro que del astro de Alquízar, Héctor Rodríguez (años 40 y principios de los 50), el antesalista de lujo del Almendares, el más defensivo del profesionalismo cubano y probablemente de la historia.

Se inició aficionado en equipos sociales, después como semipro con el Orbay Cerrato para luego pasar a la Liga Cubana donde es el primero en veces al bate, carreras, hits (único profesional con más de 1,000), triples; primero compartido en dobles y tercero en extrabases. Pasó por equipos como Diablos de México, Tampico, Campeche, Tabasco (México), Pastora de Zulia (Venezuela), New York Cubans en las Ligas Negras, y Montreal en la Liga Internacional de la Florida, donde en total bateó .265.

Llegó a las Grandes Ligas con los Medias Blancas de Chicago en 1952, donde conectó para un modesto .246, pero cuidado, su defensiva resultó proverbial, con el mejor factor de rango en la Liga Americana (3.60), cuarto en promedio defensivo (959) y quinto en asistencias.

Right field: Ángel “El Patón” Acosta (década del 40 y 50) fue de los mejores bateadores zurdos del Artemisa, Quivicán y Pedro Betancourt, y se sitúa en la nueva división por provincias, pues nació en San Cristóbal. El brazo de Enrique Cruz (años 50 y principios de los 60) puede tenerse en cuenta, al igual que la polivalencia de Enrique del Sol (décadas del 30 y 40) en los tres jardines, y la experiencia de Severino Méndez (década del 50) en la pradera, aunque muchos los superaron en slugging en las Series Nacionales.

Pero Luis Ignacio “Nacho” González (fines de los 80 hasta principios del siglo XXI) es mi elegido. No fue el más defensivo; sin embargo, sí está entre los destrozadores de pelotas. En 18 campañas es en su novena el segundo con más hits, tercero en tubeyes, cuarto en promedio (.309) y en jonrones (172) y lo increíble es que robara… ¡165 bases! Es el líder de la región en ese departamento y ¡caramba!, ¡uno recuerda al “Nacho” pasado de peso!

Center field: Por encima de Pedro Navarrete (años 30) el ideal me parece Francisco “Chito” Quicutis (finales de los 30 hasta inicio de los 50). Mostró defensa impecable, brazo poderoso que lo llevó a lanzar para menos de 3 limpias, a jugar primera y tercera y su liderazgo como manager-jugador (muy temperamental) lo convierten en el jugador más integral de su región.

Estuvo en la Liga Social y la Unión Atlética. Dos veces hizo equipos Cuba (1942 y 1943), luego de lo cual pasó al profesionalismo con Marianao, Cienfuegos (cuatro años, para .205), los Havana Cubans (.281) y otros tres equipos de las Ligas Menores norteamericanas, así como en México (cuatro novenas) y Habana Reds en la Federación.

En total bateó .285 en las Menores, aunque destacó por su fuerza al conectar 56 cuadrangulares. Como director obtuvo para Artemisa los trofeos de 1957 y 1959, y se integró después a las Series Nacionales para dirigir las Regionales Occidentales y luego el debut de Vegueros y Occidentales.

Left field: No deseo hacer competir a Quicutis con Alejandro Crespo, considerado entre los mejores center field, por eso me valgo de que el segundo lo hizo en el izquierdo muchas veces en el Cienfuegos, e incluso en una exhibición memorable tuvo una atrapada clave contra los Dodgers de Brooklyn en esta posición.

El gigante de Güira de Melena también jugó la receptoría, pero fue mejor outfield. Entre los aficionados lo hizo con Ruta 23, Hotel Nacional, Águila de Oro y Regimiento 8 antes de irse con los elefantes cienfuegueros de la Liga Profesional. Durante 14 temporadas y en un torneo independiente bateó .275, fue primero en dobles (130), segundo en impulsadas (415), cuarto en veces al bate (2 286) y en hits (794), quinto en triples (39) y sexto en carreras anotadas (369) y encabezó infinidad de lideratos por campeonatos.

Fue cuarto bate de los míticos New York Cubans en las Ligas Independientes de Color y ya en su decadencia de los años 50 estuvo con el Habana en tres Series del Caribe, aunque bateó muy poco. También pasó por República Dominicana, México, Venezuela y las Ligas Menores de Estados Unidos.

Designado: El candidato ideal es Romelio Martínez (mediados de los 80 hasta principio de los 90), el slugger con mejor frecuencia de jonrones en la historia de las Series Nacionales. A pesar de su alta frecuencia de ponches sus bambinazos valían por cuatro sencillos, lo que consiguió 370 veces  para ubicarse cuarto de todos los tiempos.

El gordo de Bejucal puede situarse entre los bateadores con mayor poder aislado (ISO) de todos los tiempos, entre sus jonrones kilométricos uno estuvo casi al borde de volarse el Latinoamericano. Representó a Cuba en seis eventos y varios topes, aunque la calidad de su época lo condenó a varios equipos B. Aun así, logró la triple corona en Rotterdam 87 y average de .409 en los Panamericanos La Habana 91. También incursionó en la pelota de Colombia y Nicaragua. Como resumen actuó en 15 Series Nacionales (casi 1300 hits, 1055 impulsadas, .271 average), 13 Selectivas y dos Copas Revolución.

Antes de pasar a los lanzadores, hago la salvedad de que algunos posibles aspirantes no elegidos se sitúan en Artemisa o Mayabeque solamente según la actual división. Por ejemplo, Patricio Lorenzo (Guanajay), el cátcher René Friol (Candelaria), antes eran de Pinar del Río; o los casos de Urbano González (Catalina de Güines) y Antonio Jiménez que siempre fueron industrialistas. Otros a mencionar podrían ser “Tony” Pacheco (Punta Brava), Rigoberto “Minnie” Mendoza (Ceiba del Agua, quien llegó a MLB), Javier “Azucena” Pérez (San Antonio de los Baños) y Armando Vázquez (Güines).

Lanzadores: Es el departamento de mayor calidad concentrada y, por tanto, el de más difícil elección. Quedan fuera estelares como Silvio Romero, Wenceslao González, “Bibí” Crespo, Oscar del Calvo, Raúl López, Lázaro Medina, Gerardo Pérez, José Pedroso, Rafael Collazo, Yadier Pedroso (muerte prematura) y Ariel Miranda (MLB).

De la vieja época selecciono a Julio “Jiquí” Moreno, Pedro “Natilla” Jiménez, Adrián Zabala, “Tony” Lorenzo y a Raúl “Salivita” Sánchez; mientras que los tiempos más recientes a José Ibar, Jorge Luis Machado, Jonder Martínez, Yulieski González y José Ángel García.

Jiquí Moreno. Foto: recorte de prensa / archivo de Oreidis Pimentel.
Jiquí Moreno. Foto: recorte de prensa / archivo de Oreidis Pimentel.

El güinero “Jiquí” Moreno (década del 30 a los 50) fue el más veloz de los lanzadores pre revolucionarios, de los más temidos, espectaculares ponchadores y ganadores (casi para el 80% como aficionado). Su historia como amateur es muy elocuente, símbolo del San Antonio de los Baños, con el cual obtuvo en cinco años 85 y 28, más de 1,000 ponches, y el trofeo de 1944 en la UAAC con las 26 victorias de su equipo. Todo lo anterior lo hicieron ser el pitcher cabecera de la selección nacional en cuatro Series Mundiales Amateurs, con balance de 9 y 4 y efectividad de 1,79.

Como profesional llegó tarde y aun así terminó como sexto en juegos lanzados en la Liga Cubana y un liderazgo de ponches (106, algo inusual en su época) en 1953. En 12 temporadas ganó 44 y perdió 55, estuvo cuatro veces con los Havana Cubans (récord de 50 y 16), con los que fue el de más juegos completos y segundo en ganados.

No obstante, escaló de nivel y con los Cuban Sugar Kings obtuvo balance de 11 y 9 entre 1954 y 1955, y luego se consagró en las Grandes Ligas con los Senadores de Washington en cuatro campañas (18 y 22, con efectividad de 4,25). También asistió a tres Series del Caribe.

“Natilla” (desde los años 30 a los 70) nació en Santa Cruz del Norte, y fue el mejor lanzador del Hershey y también el de mejores números en la Liga Amateur, amén de ser excelente bateador. Ganó 75 y perdió 25, con 2.,20 de limpias, lo cual dio la mayoría de las coronas al poderoso central y le permitió representar a Cuba en los centroamericanos de Panamá 1938, y en las Series Mundiales Amateurs de 1939 (mejor pitcher), 1940, 1941 y 1943 (más valioso).

Como profesional participó en tres temporadas de la Liga Cubana 27-21 (.563), e igual número en Ligas Menores de los Estados Unidos, con Portsmouth, Atlanta e Indianápolis (27 y 12) con efectividad de 2.97. Ya en la Revolución fue un gran entrenador y manager de Orientales, Las Villas, Azucareros, Pinar del Río y con el equipo Cuba en mundiales, centroamericanos y panamericanos entre 1969 y 1971.

Adrián Zabala (desde los años 30 a los 50), de San Antonio de los Baños, fue otro de los supersónicos y para colmo era un zurdo con mucho control, lanzaba sobre lo bajo (durante 14 años en las Menores permitió apenas 18 cuadrangulares). Se inició en el Fortuna amateur, debutó rentado en Marianao, se fue con el Panamá City de la liga Alabama-Florida, y regresó con el Cuba y el Almendares ya en los 40, una década que lo marcó con el Cienfuegos.

Zabala fue de los firmados por Pasquel en la Liga Mexicana, con los Pericos de Puebla (40 y 30 en tres torneos), por tanto a su retorno estuvo entre los disidentes en el campeonato de la Federación. En las Menores integró el Jacksonville Tars y Jacksonville Braves, Jersey City (en la Liga Internacional de la Florida), San Francisco Seals, Minneapolis Millers y Oakland Oaks con descomunal 167 y 121 en ganados y perdidos, 4.4de efectividad (sin contar el circuito mexicano), y fue uno de los cubanos ligamayoristas al defender los colores de los Gigantes de Nueva York entre 1944 y 1949 (8 y 14, PCL 5,02).

En los 50 pasó al Habana, para llegar a ser el hombre con más juegos lanzados en el profesionalismo cubano (330) y asistir con los Rojos a tres Series del Caribe. De por vida ganó casi 300 juegos.

El también zurdo “Tony” Lorenzo (fines de los 40 y década del 50), el textilero de Cayo la Rosa, Bauta, fue el sustituto de “Jiquí” en el equipo de los Artesanos de San Antonio de los Baños. Su gran curva hizo estragos con los Havana Cubans  (70-35 y 2,17) al ser en la historia de ese equipo el de más juegos lanzados, completos, ganados, ponches, segundo en blanqueadas y cuarto en efectividad con títulos de MVP.

También pasó por el Chattanooga, Tampa Smokers, Scranton Miners de las Ligas Menores (total de 98 y 69  contando a los Cubans), y si no llegó a la Gran Carpa con el Detroit fue por una lesión. Después no consiguió importantes números en cinco temporadas de la Liga Profesional Cubana con Habana y Almendares (6-11 y limpias para 4,10), pero asistió a una Serie del Caribe.

Algunas fuentes citan el nacimiento de “Salivita” en la capital y otras en el central Toledo, por tanto me inclino por la segunda –donde vivió– lo que permite dar cabida a otro “Big Leaguer”. Sería el relevista intermedio ideal, acomodador, por encima de otro ideal para ese fin ya en la Revolución, Rafael Collazo (el habanero de mejor efectividad tras más de 200 relevos).

Como descubre su mote, Sánchez era un as de la bola mojada, sin que lo atraparan, que llegó del Marianao a los Havana Cubans y el Cienfuegos para luego escalar a los Senadores de Washington y a los Rojos de Cincinatti (5 y 3 en MLB, con PCL 4,62) y descender a las Menores con los Cuban Sugar Kings. Con estos últimos alcanzó la gran notoriedad de llevarlos al título de la Pequeña Serie Mundial versus Minneapolis, incluido su gran relevo en el juego final en el estadio del Cerro.

José “Cheo” Ibar nació en La Maya, Santiago de Cuba, pero creció en San José de las Lajas. Es el recordista con más juegos ganados (20, al mismo tiempo que igualó la marca de 14 consecutivos) en una Serie Nacional, coincidente con una irrepetible triple corona de pitcheo (189 ponches y PCL 1,51, sumado a un WHIP de 0,89). Esa temporada le batearon menos de .200 y sumó otros cuatro éxitos en play off.

Probablemente sea el pitcher con más repertorio en la historia beisbolera cubana. Su 173 y 100 se vieron truncos de manera inesperada por una sanción y aun así su carrera ya era suficiente para ser el de más ponches (1,709) y lechadas en su territorio.

José Ibar. Foto: Getty Images.
José Ibar. Foto: Getty Images.

A Machado, “el dibujante de Guanajay”, no debe achacársele su incursión con Industriales (en sus últimos cinco años) y Metropolitanos (en definitiva debutó con ellos en 1984 y luego regresó al equipo Habana) atendiendo al flujo vital de la antigua región con regencia territorial en la propia capital cubana. Lo aplaudible es su fino control, efectividad de 3,40 y el mejor promedio de ganados (.640, gracias a un 105-59) durante 14 temporadas, en las cuales rozó los 900 estrucados (5,7 por juego y 2,09 por boleto).

Jónder Martínez (fines de los 90 hasta la actualidad) es otro de gran variedad de lanzamientos, pero sí logró ser campeón en el 2009 con los Vaqueros de la extinta Habana. Coincidió con transformaciones en las etapas de los campeonatos locales, por tanto algunas de sus últimas actuaciones han sido con selecciones como Villa Clara, Ciego de Ávila y Matanzas (con estos últimos 36 y 12).

Hasta el 2017 ganó 158 y perdió 118, por tanto es el segundo tirador con más éxitos en la antigua jurisdicción. Su presencia en la selección nacional ha sido prolífera y consistente en cuanto a medallas, con un preolímpico (2003), dos olimpiadas (2004 y 2008), dos campeonatos mundiales (2005 y 2011), dos panamericanos (2007 y 2012), el primer Clásico Mundial (2006) y el torneo Challenger (2011) como refuerzo avileño.

Yulieski (fines los 90 a la actualidad) se mantiene en acción. Es uno de los tres zurdos con 15 éxitos en un campeonato (le rompió la marca consecutiva a Ibar y al cienfueguero Macías) y de los que supera el centenar de victorias. Ha estado siete veces con la novena nacional (nunca ha perdido), con dos títulos mundiales (2005 y 2009), una Copa Intercontinental, un centroamericano y una participación en el Clásico Mundial.

Por último, José Ángel García, el cerrador recordista. “El barbero de Guanajay” todavía está en activo con Artemisa, se ha incluido en varios equipos Cuba, y pasa los 200 salvamentos en los torneos nacionales, el mejor en absoluto, logro más que suficiente en el béisbol moderno para estar incluido en este equipo ideal.

Director: “Quicutis” clasifica como jugador, Salgado estuvo al mando de Vegueros y Occidentales; Pineda no era nativo; Rigoberto Blanco coqueteó en las postemporadas; Esteban Lombillo fue campeón y “Tony” Pacheco no tuvo buena faena en MLB.

¿Joaquín Viego dónde nació? No lo sé, pero siete trofeos con el Hershey y también con el equipo nacional bastarían para elegirlo.

Sin embargo, convoco a Rodolfo Fernández (desde los 30 a principios de los 50) “La maravilla güireña”, quien a pesar de nacer en Guanabacoa se fue a vivir a una localidad rural donde se formó y a la cual dio fama con el club Deportivo al vencer a los Artesanos de San Antonio de los Baños.

Como pitcher fue excepcional, con buena recta, slider, curva y control. Así le ganó a tres equipos de Grandes Ligas en exhibiciones, Rojos Cincinnati, Gigantes de Nueva York y Dodgers de Brooklyn (con blanqueadas a los dos últimos). Participó en doce temporadas de la Liga Cubana entre el Habana y el Almendares (donde fue coach posteriormente) con balance de 66-49 (.574). Fue octavo en juegos completos de la Liga (75) con varios lideratos dispersos. También estuvo en Estados Unidos con los Cuban Stars y los New York Cubans de las Ligas Negras, en México, Puerto Rico, Venezuela, Canadá, Panamá y República Dominicana, países donde actuó como lanzador, entrenador y manager.

Como director manejó a los Dragones de Ciudad Trujillo, Estrellas Orientales y a las Águilas Cibaeñas en su primera corona en el béisbol profesional dominicano, aunque casi siempre se olvida que fue manager de un equipo Cuba en 1944 con motivo a la celebración del Centenario en Santo Domingo.

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