Béisbol cubano: el sub-15 y el efecto dominó

Imagen del juego entre Cuba y Panamá en el Mundial de béisbol sub-15. Foto: @WBSC / Facebook.

Imagen del juego entre Cuba y Panamá en el Mundial de béisbol sub-15. Foto: @WBSC / Facebook.

Los fracasos del béisbol cubano han llegado en cadena en 2018. Tras las derrotas en Harleem y Barranquilla, el efecto dominó alcanzó al equipo sub-15, que este fin de semana se despidió de su título universal y dejó huérfano de coronas al deporte nacional de la Isla.

Lo de Cuba en la cita mundial de Panamá resultó doloroso. No –solo– por perder el oro, que a fin de cuentas sus jugadores no eran infalibles, sino por la manera en que sucedió. Y porque de esta forma, el orgullo por mantener un cetro beisbolero, aunque fuese en las categorías inferiores, se esfumó ante la incrédula mirada de aficionados y especialistas.

Casi parecería una maldición.

En la primera etapa, los cubanitos no tuvieron rivales. Terminaron invictos en la cima del grupo B, luego de despachar sin grandes contratiempos al resto de los equipos. De hecho, fueron el único conjunto sin siquiera un revés, pues en el apartado A Estados Unidos, Panamá y Taipéi de China dividieron entre sí y avanzaron a la Súper Ronda abrazados en un triple empate.

En la fase clasificatoria, Holanda, República Dominicana, Japón, Sudáfrica y Australia cayeron bajo la fuerte ofensiva de Cuba. Los hasta entonces monarcas –habían ganado los gallardetes en las ediciones de México 2014 y Japón 2016– no tuvieron piedad del pitcheo contrario y supieron sacar las castañas del fuego en los compromisos más complicados, como sucedió frente a los nipones.

Los números individuales y colectivos y, sobre todo, la disposición mostrada en el terreno, inclinaban el favoritismo a su favor y prometían allanar el camino hacia el título. La prensa cubana, esperanzada, siguió victoria tras victoria, con la ilusión de que el sub-15 salvara el año para el béisbol cubano e hiciera olvidar los descalabros de los mayores.

Pero todo terminó siendo un espejismo. El sueño se convirtió en pesadilla y el equipo dirigido por Dany Valdespino –que arrastraba par de victorias y parecía con pie y medio en la discusión de la corona– se derrumbó como un castillo de naipes.

Debacle en la Súper Ronda

Los anfitriones panameños fueron la primera piedra en la Súper Ronda, pero no la única. El juego ante los canaleros fue cerrado (2×4) y a Cuba terminó fallándole la productividad al bate. Con solo cuatro jits y dejando en par de ocasiones las bases llenas, es difícil ganar un partido.

Por si fuera poco, gastaron a sus principales cartas desde el montículo: Brander Guevara y Osiel Veranes, lo que a la postre repercutiría en los restantes resultados. Guevara no volvería a lanzar y el zurdo Veranes –perdedor ante los locales– tendría otra salida desafortunada ante Taipéi de China.

La derrota frente a Panamá fue un punto de inflexión no solo para la Isla, sino para todo el torneo. Los panameños, envalentonados por borrar el invicto al campeón, ganaron en confianza y no pararon hasta alcanzar la final. Los cubanos, en cambio, acusaron el golpe y se fueron a pique.

El mazazo más brutal llegaría en la jornada siguiente frente a Estados Unidos. Los norteños machacaron sin clemencia al pitcheo de Cuba hasta marcarle 10 anotaciones, mientras solo toleraban dos indiscutibles a los bateadores criollos.

Desde el mismo primer episodio, cuando el torpedero Cody Jackson Schrier le botó la pelota al abridor Jean Carlos Lorenzo, la suerte estaba echada. Cinco carreras en el tercer inning y otras cuatro repartidas por pareja en la quinta y la séptima entrada, completaron la cosecha y cayeron como un cubo de hielo en la moral de los cubanos.

Sin embargo, el conjunto de la Isla todavía tenía posibilidades matemáticas de discutir el oro –aunque ya no dependía de sí mismo para eso– o, al menos, de colgarse una medalla.

Cuba en picada en Mundial sub-15 de béisbol

El derrumbe definitivo se consumó ante Taipéi. A pesar de abrir con cinco carreras de ventaja, los alumnos de Valdespino vieron como los rivales les empataban primero en el cuarto inning y una entrada más tarde tomaban una diferencia que ya no podrían alcanzar.

Nuevamente falló el pitcheo y nuevamente los bates antillanos se enfriaron justo cuando tenían la obligación de activarse. Faltaron los extrabases y los hombres capaces de romper el embrujo de los relevistas taipeianos.

La derrota 5×8 dejó a Cuba igualada con sus victimarios y Japón, con dos victorias y tres derrotas, pero el sistema de desempate favorió a los asiáticos y les entregó el derecho a pelear por el bronce. Para la Isla quedó apenas un frustrante quinto lugar.

Finalmente, Estados Unidos se consagró como el mejor equipo del Mundial al vencer en la final 7×1 a los panameños, mientras Taipéi superó 6×3 a los japoneses y terminó tercero. Todos los medallistas jugaron la primera ronda en el grupo A, mientras los del B –que había liderado Cuba– debieron conformarse con aplaudirlos fuera del podio.

Sin consuelo

El bajón en la Súper Ronda también influyó en las premios individuales. Solo el receptor Edgar Quero pudo incluirse en el Todos Estrellas del campeonato, dominado por estadounidenses y canaleros y en el que el campeón Cody Schrier resultó el MVP.

El cátcher cubano tuvo una excelente fase eliminatoria, en la que promedió ofensivamente para .600, y aunque luego cayó en un slump le alcanzó para terminar con .400 de average, seis empujadas, .467 de slugging y .500 de OBP.

Otros destacados por Cuba fueron el inicialista Kevin Alcolea, con .429 de promedio y cinco impulsadas, y el tercera base Frank David González, entre los máximos empujadores del torneo con 10, además de conectar para .348.

Entre los lanzadores, Brander Guevara tuvo un excelente 0,66 de promedio de limpias y 12 ponches, la misma cifra que Osiel Veranes. Ellos dos fueron los más trabajadores con 10,2 innings, aunque sus últimos trabajos elevaron las carreras limpias del zurdo Veranes hasta 4,59.

También se destacaron Leonardo Reyes, que no permitió anotaciones en 5,1 entradas, y Eccel William Correa, con 2,10 de PCL en 6,2 episodios en la lomita.

Las estadísticas, no obstante, no alcanzan como consuelo.

Lo que parecía un nuevo título para el sub-15 cubano, finalmente no lo fue y los cubanitos regresaron a casa con las manos vacías. Sus tropiezos en la Súper Ronda los privaron de retener la corona, la única de la que todavía podía enorgullecerse la pelota cubana.

Tal vez, era mucha la responsabilidad sobre los hombros del joven equipo. Tal vez, después de tantos golpes, su derrota no duele ya igual que las anteriores. Aunque debería.

Después de décadas de glorias, Cuba despedirá 2018 con las vitrinas vacías y la copa de la amargura a punto de desbordarse. Si no lo ha hecho ya.

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