Béisbol cubano en Lima: Desastre

Dos derrotas, eliminación a las primeras de cambio, pésima imagen y quiebre de una seguidilla histórica de 14 podios panamericanos, ese fue el saldo del béisbol cubano en Lima 2019.

Cuba quedó en un triste segundo plano en el béisbol de los Panamericanos de Lima. Foto: Ricardo López Hevia.

A Cuba todavía le queda otro capítulo por vivir en el béisbol panamericano. Uno pensaría que ya es suficiente, que no hace falta jugar más tras caer eliminados en la primera ronda, pero el calendario dicta que es necesario cumplir el bochornoso trámite del partido por el quinto lugar.

Este duelo “decisivo” dista mucho del que los caribeños quisieran afrontar, teniendo en cuenta que llegaron a Lima con sed de oro, con ansías de recuperar al menos un ápice de la mística beisbolera de la Isla, ya definitivamente perdida en los confines del universo de las bolas y los strikes.

Una sola palabra resume tan nefasta actuación en Perú: desastre. Ese solo calificativo legitima la crisis del deporte nacional, liquidado a las primeras de cambio por los fracasos contra Colombia y Canadá.

El béisbol cubano se retirará de Lima con la cabeza baja. Foto: Irene Pérez/Cubadebate

¿Cómo es posible perder ante un equipo que solo acumula una medalla de bronce en citas panamericanas hace 48 años cuando fue sede en Cali 1971? ¿Cómo es posible batear solo cinco imparables ante lanzadores de una liga con una calidad muy por debajo de la media continental?

¿Cómo es posible que bateadores que destacan en torneos más fuertes que esta justa no aporten nada a la ofensiva? ¿Cómo es posible que el béisbol cubano una y otra vez quede expuesto de esa manera?

Demasiadas preguntas para una actuación que, en cierta medida, no sorprende, pues ya el fatídico tope contra Nicaragua (dos derrotas y un empate) nos avizoraba un escenario oscuro y frío en los Panamericanos.

Ahora, en Lima, la pelota queda por primera vez fuera del podio panamericano, lo cual nos invita a cuestionarnos si debemos vivir algún descalabro mayor para remover los cimientos de esta disciplina en todos los niveles.

Tras este episodio nefasto, Oncuba analiza lo mejor y lo peor la actuación cubana.

Lo mejor

¿Existió algo positivo en la presentación antillana? Quizás lo único rescatable fue el relevo de Vladimir García en el primer juego. El derecho avileño llegaba con números espantosos de la Liga Can Am, pero no permitió libertades en 3,2 innings.

También se salva de la debacle Liván Moinelo. El zurdo pinareño estuvo impecable en tres innings ante Canadá con siete ponches de nueve outs posibles.

Aplaudo la valentía de Rey Vicente Anglada en el primer juego. Al manager capitalino no le tembló la mano para extraer del montículo a Lázaro Blanco, el mejor lanzador de nuestro país, después que recibiera dos jonrones y tres carreras en el tercer capítulo.

Temeraria la decisión de traer a Vladimir García como primer relevo después de su mala labor con los Capitales de Quebec, que llevó al equipo canadiense a rescindirle el contrato.

Tampoco le tembló cuando llevó a la banca al receptor Yosvani Alarcón, que compró como primer bate en el quinto episodio, en conteo de tres bolas sin strikes cuando su equipo perdía por tres carreras. Yunior Ibarra cumplió con su cuadrangular para empatar el segundo juego.

Cuba mostró garra en el segundo partido, al venir de abajo y pegarse en el marcador, pero no basta solo con deseos.

No creo que haya más nada rescatable.

Lo peor

Los abridores cubanos no cumplieron en las derrotas contra Colombia y Canadá. Foto: Ricardo López Hevia

Casi todo fue gris o negro. Comencemos por la ofensiva del primer duelo que solo bateó cinco hits con Raúl González como única figura con dos.

Entre los cuatro bateadores que llegaron del extranjero: Roel Santos, Yordan Manduley, Yurisbel Gracial y Stayler Hernández sumaron de 15-1 ante Colombia. Inconcebible.

Gracial siempre acapara titulares, pero lo cierto es que más allá del Cuarto Clásico Mundial nunca ha rendido en eventos internacionales. Y no debiera, porque es el jugador de más caché en este evento.

La agresividad de Alarcón le pasó factura esta vez, y se ganó una bancoterapia educativa que lo privó de la titularidad ante Canadá. Pagó por el mal que poseen casi todos los bateadores cubanos: pésima disciplina en el home.

La defensa de Cuba en el séptimo inning ante Colombia fue horrible. Primero falla Raúl González en un roletazo de frente conectado por Cristian Correa. Después, el avileño con otro batazo por tercera decide tirar a segunda con las bases llenas, y César Prieto entró tarde a la intermedia.

Otra vez las preguntas. ¿Cómo puede ocurrir un fielder choice de esa magnitud a este nivel? ¿Por qué César Prieto no llegó con tiempo a segunda? ¿Acaso el antesalista no pudo tirar a la inicial para sacar el tercer out con mayor seguridad?

En el capítulo de hechos surrealistas hay que mencionar el balk de Moinelo cuando entró a lanzar, que propició el avance los corredores, y a la postre la carrera decisiva. Un hombre curtido en la segunda mejor liga del mundo con un movimiento ilegal ante el primer bateador. Ver para creer.

Esta vez el pitcheo abridor coronó el desastre con pobres aperturas de Lázaro Blanco y de Yoanny Yera. Si Anglada estuvo acertado al extraer a Blanco, erró en la extrema confianza brindada al zurdo matancero, que soportó siete carreras en cuatro entradas de labor. ¿Por qué aguantar tanto a un lanzador inefectivo en un partido crucial?

Pero la culpa, la maldita culpa, no es de Anglada. Ni Mandrake el mago puede devolverle a Cuba la gloria que hemos vivido en la pelota.

Anglada no puede cargar con todas las culpas, pues los males del béisbol cubano trascienden por completo su figura. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

¿Seguirán los desastres en eventos internacionales? El IV Clásico Mundial, las últimas Series del Caribe, los Juegos Centroamericanos de Barranquilla y estos Juegos Panamericanos no inspiran demasiado optimismo de cara al futuro.

Las derrotas se han convertido en una costumbre amarga. El desastre del béisbol cubano es sistémico, y no se avizora su fin. Es necesario, imprescindible, apostar a rescatar el pacto con MLB como método para frenar un éxodo constante y creciente.

No obstante, eso en gran medida se va de las manos de Cuba, por lo que hay que mirar hacia adentro, enfocarse en lo que se puede hacer en la Isla, sobre en la base, deprimida, con lento desarrollo ante la ausencia de esfuerzos y capital.

Terrenos deficientes, carencia de implementos, entrenadores desmotivados o ausencia de personal capacitado para formar a los más jóvenes, son algunas de las dificultades más comunes del béisbol cubano en la actualidad, las cuales hay que atacar con urgencia. Eso debería convertirse en una tarea de estado.

Hemos llegado a un punto de no retorno, hemos llegado al fondo del precipicio y quedarse con las manos cruzadas no es una opción. Hay que poner todas las cartas sobre la mesa, cambiar todo lo que deba ser cambiado y no hilar con medias tintas, porque todo el panorama del béisbol cubano duele; o peor, a muchos ya ni les duele.

Salir de la versión móvil