Béisbol Sub-23: El primer tercio

Se fueron los 12 primeros partidos de un torneo demasiado corto y monótono, en el que lo único que llama la atención es el desempeño individual de algunas figuras

El primer tercio de la VI Serie Nacional de Béisbol Sub-23 ya es historia. El torneo es bien corto, y hay poco tiempo de recuperación. Doce juegos han desarrollado la mayoría de los conjuntos, y el espectáculo dista mucho de lo que debiera ser. Nuestro vino es amargo…

Más allá de la buena faena de equipos como Matanzas y Ciego de Ávila, han destacado varias individualidades que deben tener protagonismo en la 59 SN.

Eso es positivo: el desarrollo de las más prometedoras figuras. Oncuba analiza la labor de esos talentos que han explotado en este torneo.

Lo mejor

Roberto Hernández está demostrando por qué los Indios de Cleveland lo firmaron para un contrato de liga menor. El derecho de Batey Colorao cuenta sus salidas por victorias, y esta vez le recetó diez ponches a Las Tunas.

Propinaba no hitter hasta el octavo capítulo, cuando se rompió el encanto con par de hits, pelotazo y un error, para anotarle la única carrera en su contra. Ya cuenta con tres victorias, efectividad 1.86, promedio oponente de .186, WHIP de 1,09 y 24 ponches en 19 entradas, para un fabuloso K/9 de 11.17. Es uno de los mejores lanzadores de la justa, y solo tiene 18 años.

El zurdo pinero Yainel Alberto Zayas sigue implacable en esta categoría. Quizás sea el único que pueda disputarle la condición de mejor pitcher del torneo al espirituano Hernández. Suma dos victorias, apenas le batean para 145 con una efectividad de 0,83 y WHIP de 0,65. Además, ha estrucado a 27 bateadores en 21.2 entradas para un K/9 superior al del yayabero: 11.22.

El pinareño Frank Álvarez es el lanzador con más participación en victorias con cinco, suma de cuatro puntos por juegos salvados y un éxito. Sigue sin permitir carreras limpias ni hits (22-0) en 8.1 innings con cinco ponches, y tres boletos. Es el otro serpentinero que copa el podio de la justa.

Jonathan Carbó retomó su paso ganador. Le tiró una lechada de solo cinco hits a Pinar del Río y muestra buenos guarismos con un WHIP de 1.18 y un K/9 de 8.41. Por la dupla de abridores Zayas-Carbó pasan las mayores aspiraciones del mánager Dioel Reyes en su aspiración de retener la corona.

El guantanamero Yeudis Reyes sigue justificando su presencia en el listado de 34 prospectos de la Federación Cubana de Béisbol. Ha salvado cuatro de los seis éxitos de su equipo, sin carreras permitidas y cinco ponches en igual cantidad de entradas lanzadas.

Lázaro Martín está intransitable desde el cajón de bateo. El receptor avileño ha conectado tres jonrones con 16 carreras impulsadas. Presenta fabulosa línea ofensiva de .421/.542/.1 253. El joven receptor no había madurado pero este parece su año.

Menudo dolor de cabeza para Roger Machado en la 59 SN con tres enmascarados del calibre de Osvaldo Vázquez, Alfredo Fadraga y el propio Martín.

Por cierto, varios lanzadores avileños como José Diego Martínez, Yairon Martínez y Sergio Hernández están teniendo muy buenas actuaciones desde la lomita.

¿Repetirán su actuación estas figuras noveles en el torneo grande?

Lo peor

Parece que se vivió una batalla campal entre Artemisa y La Habana en el tercer juego de la subserie, con once expulsados. Esperemos que sea un hecho aislado porque ante tantas carencias técnicas esto es lo último que faltaba.

Ángel Sánchez, Novato del Año de la 57 Serie Nacional, ha pasado a ser el peor lanzador de esta versión Sub-23. Tres derrotas seguidas y un PCL de 7.05. Le batean para un astronómico .405 con un WHIP de 2,40.

Desastrosa la actuación del zurdo tunero, quien poco ha aportado como primer abridor de su equipo. ¿A qué se deberá el bajón de rendimiento en los dos últimos años?

Otro serpentinero que ha dejado mucho que desear es el granmense Yankiel Sánchez, con tres derrotas y los oponentes le han conectado para .419.

Entre lo más negativo de la justa resalta la defensa, con una jornada en la que se cometieron más de 30 errores. Se promedia colectivamente para un paupérrimo .957 con un equipo como La Habana (históricamente con excelente trabajo técnico-táctico) con apenas 940.

Si le sumamos que ninguno de los 16 conjuntos lo hace por encima de 970, entonces hay que revisar un aspecto de juego que deja en evidencia al béisbol cubano. ¿Por qué se cometen tantos errores a este nivel? ¿Será culpa de los terrenos? ¿No se le presta la debida importancia en los entrenamientos a la defensa?

La bola sigue viva y en juego. Capturarla es el mayor problema.

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