Carlos Martí, el Alazán Mayor

El único mánager con más de mil victorias en Series Nacionales conversa con OnCuba sobre algunos pasajes de su carrera, el más reciente título de los Alazanes y su vida después de un hipotético retiro.

Carlos Martí celebra con sus jugadores el título de la 60 Serie Nacional de Béisbol. Foto: Ismael Francisco.

La tormenta ya ha pasado, pero por momentos Carlos Martí (Buey Arriba, 1949) ve todavía en el aire la pelota de campeonato bateada por el juvenil Guillermo García hace algunas semanas, como si se hubiera quedado congelada la imagen previa al éxtasis de los Alazanes de Granma, flamantes monarcas de la 60 Serie Nacional de Béisbol.

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Para el veterano manager, ese instante supuso la calma por saber que todo había terminado y el desenfreno por liberar toda la tensión acumulada durante meses. “Ha sido el campeonato más difícil de nuestras vidas, y terminarlo así fue fenomenal”, confiesa Martí en una distendida llamada telefónica.

Desde la distancia, su voz se nota más pausada que lo habitual, libre de nervios, serena, en paz; pero también exultante, y uno puede entender los motivos. Monarca en tres de los últimos cinco clásicos beisboleros, Martí ha encontrado la clave del éxito justo en la recta final de su carrera y ha callado a todos los críticos que le reclamaban títulos.

Durante años, muchos lo consideraron un manager perdedor, obviando su reinado con Orientales en la Serie Selectiva de 1981, o el cetro en el Mundial Juvenil del 2004, dos triunfos que quedaban demasiado lejos en el tiempo.

“Ganar es importante en el deporte, sin dudas, aunque no lo es todo. Muchas veces se obvia el trabajo que hacen los entrenadores y los jugadores para superarse, para dar el mejor espectáculo posible. Nosotros en Granma llevamos años de mucha dedicación y también de frustraciones, pero nunca nos hemos rendido y ahora estamos recogiendo la recompensa”, asegura Martí, único mentor cubano con más de mil victorias en Series Nacionales.

Considerado un director de la vieja escuela, Carlos ya no es el mismo jovenzuelo que debutó en los clásicos domésticos en el lejano 1976. “Ya no soy tan impulsivo. Cuando empecé me quería comer el mundo, pero fui sentando cabeza. La experiencia vale mucho, igual que la superación. Siempre he tratado de aprender de cada hecho, de cada partido, de cada jugada…”, dice.

Carlos Martí (72 años) ha logrado los mejores resultados de su carrera en las últimas temporadas. Foto: Ismael Francisco.

¿Usted practicó béisbol?

Lo primero que jugué de muchacho fue fútbol, llegué hasta los “Escolares”. Pero de joven uno hace 20 cosas, y al final, aunque me gustaba, me incliné por el béisbol desde que entré al Fajardo. Allí tuve la oportunidad de trabajar con grandes conocedores del deporte nacional, entre ellos el profesor Juan Ealo, y quedé atrapado para siempre en “la pelota”.

Jugar, lo que se dice jugar, no lo hice mucho, porque conocía mis limitaciones. Estuve en el equipo del Fajardo como lanzador, pero tenía gente de tremenda calidad por delante y solo me ponían a pitchear en los partidos 20-0. Vamos, que mis posibilidades como pelotero eran mínimas.

¿Y no se desanimó?

No, para nada. Ya te digo, cuando conoces tus limitaciones y potencialidades es mucho más fácil enfocarte y aprovechar el tiempo. Yo me dediqué a estudiar, a superarme teóricamente para aplicar lo aprendido en los terrenos, como entrenador. La preparación de aquella época en el Fajardo era grandiosa, salimos con muchos conocimientos y después tuve la suerte de crecer al lado de grandes entrenadores, muchos de ellos con experiencia profesional.

Por ejemplo, cuando nos graduamos, a principios de los años 70, comencé a trabajar con Roberto Ledo y pasé por la Academia de Béisbol, por las categorías escolares y juveniles, siempre enfocado en la superación y en nutrirme poco a poco en ese ambiente beisbolero. No fue algo de llegar y dirigir automáticamente.

Se ha dado mucho el fenómeno de peloteros que se han retirado y poco después han pasado a dirigir. ¿Cree que sea prudente saltarse ese tiempo de aprendizaje y formación?

Salir del terreno hoy y estar como manager al otro día no me parece correcto. Quizás mi ejemplo de formación no sea el mejor porque aquellos eran otros tiempos y había otra mentalidad, pero, de cualquier manera, si algo no ha cambiado es que hace falta estudiar y superarse antes de asumir una responsabilidad como esa.

Los peloteros retirados, por la experiencia que adquirieron en el campo, tienen todas las condiciones para dirigir, incluso, me atrevería a decir que más condiciones que nosotros los que no jugamos, pero deben ir progresivamente. Esta es una carrera muy complicada y si no te preparadas de manera adecuada, si piensas que solo por haber jugado lo tienes todo a tu favor, entonces seguro encuentras problemas en el camino.

Normalmente los peloteros tienen ídolos, estrellas a las que les gustaría imitar. ¿Tenía Carlos Martí algún referente en particular entre los managers que conocía?

Roberto Ledo era un director de mucho carácter y autoridad. Siempre me fijé en él, lo admiré y tuve la suerte de aprender a su lado justo después de graduarme. Pudiera decir que es mi referente, aunque también admiro mucho a Jorge Fuentes, uno de los mentores de más calidad que han pasado por la pelota cubana.

¿Cuáles son los valores que considera imprescindibles para un manager?

Hay que ser serio, en todo el sentido de la palabra, de lo contrario te costará mucho trabajo ganar el respeto y la confianza del colectivo. Hay que ser disciplinado para poder dirigir un grupo de hombres muy diverso, en el que todos tienen características diferentes. Creo que hacer encajar todas las piezas requiere de mucha astucia y previsión, es lo más complicado para un mentor.

Tradicionalmente se dice que la gente del Oriente de Cuba tiene la sangre caliente, sin embargo usted da la impresión de siempre estar en calma. ¿Cómo lleva las tensiones del juego?

Todo el mundo ve la imagen de uno sentado y pueden pensar que de verdad está todo en calma, pero en realidad la sangre me hierve. Lo que pasa es que uno no puede transmitir ni nerviosismo ni mostrarse alterado delante de los atletas, porque eso los perjudica en su juego. Pero sí siento tensión, preocupación y a veces hasta me pongo nervioso, aunque trato de no exteriorizarlo y de mantenerme siempre concentrado en el partido.

Durante muchos años Granma fue un equipo de play off, pero siempre sucumbía en el camino, sobre todo frente a Santiago de Cuba, que le ganó 19 juegos de 22 entre 1989 y 2006. ¿Qué le pasaba al equipo que no encontraba la manera de superar esas instancias decisivas?

Ganarle a Santiago fue siempre una asignatura pendiente, pero en nuestra defensa es válido dejar claro que a todo el mundo le costaba trabajo derrotar a los santiagueros. Ellos tenían un equipo muy difícil de superar, aquella tanda le metía miedo al susto, y nosotros siempre nos cruzábamos con ellos porque estábamos en la misma zona.

Mucha gente dice que nos mayoreaban por una cuestión psicológica, que nos achicábamos, pero en la práctica su equipo tenía mucha más calidad, sobre todo cuando pones sobre la mesa nuestro pitcheo. La ofensiva de Granma no era mala, pero no existía un equilibrio en el área de los lanzadores y por ahí nos bombardeaban.

También hay una cosa, es muy difícil que una provincia con 15 o 20 años de creada logre superar la larguísima tradición de Santiago de Cuba o de los mismos villaclareños, el otro equipo histórico de la zona central-oriental. A nosotros nos faltaba madurez competitiva y a ellos les sobraba. Eso muchas veces no se tiene en cuenta.

¿Qué cambió en los últimos años para que Granma haya logrado subir a lo más alto?

En primer lugar, se juega otro béisbol, y por diversas razones las fuerzas de las provincias se han nivelado. Casi todo el mundo ha perdido peloteros, pero unos más que otros y eso ha permitido una mayor paridad. En nuestro caso, se han ido peloteros de tremenda calidad, pero los que están aquí han cuajado, han madurado y han llegado al tope de su rendimiento.

Lázaro Blanco es uno de los mejores pitchers del país, los Santos son bateadores de muchas herramientas, Guillermo Avilés ha mantenido el nivel que tenía desde los juveniles, Osvaldo Abreu ha crecido en cuanto a disciplina ofensiva y se ha asentado como un buen defensor…

En fin, podría mencionarte muchos más ejemplos de jugadores que han aprendido a ganar, de jugadores que ahora saben que es posible y que sienten una enorme confianza en sus posibilidades. Ha sido un trabajo de años, pero finalmente hemos alcanzado otro nivel. Es cierto que en los primeros títulos los refuerzos nos apoyaron mucho, pero ahora demostramos que podemos ganar también solo con nuestros peloteros.

¿Ha sido esta 60 Serie la más difícil de su carrera?

Sí. Pasamos casi un año entrenando y jugando, después paramos por los contagios de la COVID-19 y regresamos al terreno a entrenar y jugar. Cuesta mucho sobreponerse a todas esas vicisitudes. Para los Alazanes, además, fue bien complicado jugar sin Roel Santos, sin Guillermo Avilés, sin Lázaro Blanco y, al final, sin Lázaro Cedeño. Los que menos juegan demostraron una gran madurez y concentración para asumir la responsabilidad de sustituirlos cuando hizo falta.

Sin dudas este campeonato ha sido el más complicado, en todos los sentidos. Los anteriores los jugamos en condiciones normales, pero ahora todo es anormal, todo es desconocido, nos enfrentamos a algo que nunca habíamos visto. Por eso doy tanto mérito al esfuerzo que hicieron los jugadores en estas condiciones.

Después del triunfo recibió muchos mensajes de felicitación, pero uno de los que más trascendió fue el de Yoelqui Céspedes, quien recientemente firmó con los Chicago White Sox. ¿Le sorprendió?

Realmente no, nosotros hablamos a cada rato y durante la final él nos llamó casi todos los días. Céspedes se siente parte de esta victoria, como todos los granmenses y como todos los seguidores de los Alazanes, donde quiera que se encuentren. Él tomó la decisión de irse y yo la respeto, pero es lógico que disfrute la victoria, porque fue miembro del equipo en títulos anteriores y sabe del esfuerzo de sus compañeros.

Mensaje de Yoelqui Céspedes a sus antiguos compañeros de equipo por el título de la 60 Serie. Foto: Captura de pantalla del perfil personal en Facebook de Yoelqui Céspedes.

En lo particular, yo trabajé con Céspedes desde que él tenía 14 o 15 años, y entiendo que también agradece por lo que pudimos influir en su vida, en su carrera. Por supuesto, yo también le doy mi agradecimiento porque haya estado pendiente del equipo en los play off.

Los últimos años han sido tortuosos a nivel de resultados y por el propio nivel cualitativo de los peloteros cubanos. ¿Cuáles cree que sean las causas para esta caída?

Indiscutiblemente, nuestro béisbol ha perdido calidad, fundamentalmente por todos los peloteros que se han ido a jugar profesional. Solo ese aspecto ya condiciona la realidad que estamos viviendo. Pero al margen de eso, en Cuba se juega muy poco y eso también nos hace un daño enorme.

Yo recuerdo que antes se jugaba pelota en cualquier lugar, en las esquinas, en los barrios, en el monte… ahora eso no sucede. Tenemos un bloqueo que no nos deja vivir, no disponemos de todos los recursos para masificar la práctica del deporte, y así es muy complicado trabajar.

Creo que también hay menos interés de los jóvenes, algo que no sucede solo en Cuba. En muchas partes del mundo los jóvenes están enganchados a los celulares y a actividades dinámicas, no emplean su tiempo en un juego de dos o tres horas. En fin, son circunstancias difíciles, pero se puede salir adelante, necesitamos ser más creativos y poner incentivos en la práctica del béisbol, porque de verdad que en Cuba los peloteros salen de debajo de una piedra.

Se habla mucho de las deficiencias de los peloteros cubanos, pero desde el punto de vista de preparación, dirección y estrategias también nos hemos quedado atrás. ¿Considera oportuno que Cuba se abra a la entrada de técnicos extranjeros que intercambien con nuestros entrenadores y directores?

Todos los intercambios son buenos, pero tan importante como eso es rescatar y darle valor a lo que tenemos en Cuba. Aquí hay fantásticos entrenadores que formaron a muchos de esos peloteros que hoy brillan en Grandes Ligas, en Japón o en cualquier torneo profesional. Muchos de nuestros entrenadores brindan también su experiencia en otros países, es decir, la calidad de los preparadores también está y no creo que esa sea la causa de la crisis del béisbol cubano.

Ahora usted es uno de los principales responsables de la preparación para el Preolímpico de la Florida. ¿Cuáles son las posibilidades de Cuba en ese torneo?

Va a ser un evento muy difícil y por eso hay que prepararse bien, tanto los que están aquí en Cuba como los peloteros contratados en el extranjero. Cada uno debe concientizar que, para ganar, necesitamos la mejor versión de cada uno, que lleguen al encuentro en un estado óptimo de forma. En las condiciones actuales, con el nivel de los rivales, no puedes permitirte ni un solo fallo para aspirar a la victoria, mucho más cuando hay pocas plazas disponibles.

De cualquier manera, por muy enredado que parezca todo, no podemos renunciar antes de jugar, ni rendirnos antes de jugar. Hay que pelear y no perder las esperanzas, con los pies en la tierra, pero sin perder el espíritu de lucha.

Usted dijo hace algún tiempo que a los peloteros que jueguen en otros lugares no hay motivos para llamarlos a la selección nacional. ¿Sigue pensando igual?

Siempre y cuando no hayan abandonado una delegación, estoy de acuerdo en que los peloteros que juegan en el extranjero y quieran defender su país puedan venir, y me gustaría que lo hicieran. Ese es mi criterio. De hecho, ya tenemos en la preselección a algunos jugadores que se fueron, regresaron a la Serie Nacional y, por su calidad, son elegibles para el equipo Cuba.

Carlos Martí con su tercer trofeo de campeón nacional en los últimos cinco años. Foto: Ismael Francisco.

¿Qué tan difícil ha sido estar volcado al béisbol durante tantos años y separado muchas veces de la familia?

Es muy complicado, sin la comprensión de la familia sería imposible lograr nada. En mi caso, mis dos hijas y mi esposa han sido un sustento clave. Por su comprensión y su apoyo, ya forman parte de este mundo; ellas también son parte del progreso, de los resultados.

Ahora que ha hablado de la posibilidad de retirarse, ¿cómo se imagina su vida lejos del béisbol?

Yo me siento el desgaste propio de la edad, de estar toda la vida en una guagua y en terrenos, por eso valoro la posibilidad del retiro, pero no es algo que tenga decidido. Todavía no me he detenido a pensar en cómo será mi vida después, pero en cualquier caso, no voy a estar separado del béisbol. Si finalmente no continúo, creo que puedo seguir aportando, con mis conocimientos y mi experiencia, en los escolares, en los juveniles, en la Academia. Ayudar en lo que se pueda. De lo que sí puedes estar convencido es de que el retiro no va a significar que me vaya para mi casa a jugar dominó o a comprar el periódico.

Nota:

Después de realizada esta entrevista —la pasada semana— Carlos Martí fue diagnosticado positivo a la COVID-19 y según fuentes oficiales se encuentra recuperándose sin complicaciones.

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