Cuba-Pequeñas Ligas: máxima trascendencia

Aunque algunos lo han interpretado como un tema de menor importancia, el reciente pacto que da entrada a Cuba en las Pequeñas Ligas es una bocanada de aire fresco para el desarrollo del béisbol en la Isla desde sus categorías inferiores

Foto: Ezra Shaw / Getty Images / Archivo.

Foto: Ezra Shaw / Getty Images / Archivo.

Algunos esperaban una bomba informativa y se quedaron en ascuas cuando escucharon que el tema a tratar era un Memorando de Entendimiento entre la Federación Cubana de Béisbol y las Pequeñas Ligas de Béisbol, algo menor a juzgar por la interpretación de muchos aficionados y especialistas.

Sin embargo, la rúbrica de un pacto enfocado en profundizar el trabajo y potenciar el desarrollo de las categorías inferiores es, hoy, un tema trascendental para el béisbol cubano, necesitado con urgencia de revitalizar su movimiento de base.

Ciertamente, todos estamos ávidos de conocer el próximo mánager del equipo Cuba, una actualización del Acuerdo con MLB o los primeros potenciales candidatos a firmar como parte de ese propio pacto, pero ello no nos puede llevar a minimizar una firma que piensa en el futuro.

De entrada, ha quedado claro que las Pequeñas Ligas proporcionarán a Cuba los implementos deportivos y los servicios necesarios para construir o rehabilitar campos de béisbol, profundamente afectados en la actualidad por una marcada desatención de años.

“He podido ver de primera mano la pasión por el béisbol en toda Cuba, donde muchos niños aman el juego. También he visto una oportunidad de ayudarnos, mejorar la experiencia de estos niños, con equipamiento y recursos”, dijo Stephen D. Keener, presidente de las Pequeñas Ligas, quien pretender lograr el mayor impacto posible en la comunidad de infantiles abocados al deporte de las bolas y los strikes en la Isla.

El déficit de implementos y las malas condiciones de los terrenos son algunos de los aspectos que más han golpeado al béisbol cubano en sus categorías inferiores. Foto: Tomada de WNYC
El déficit de implementos y las malas condiciones de los terrenos son algunos de los aspectos que más han golpeado al béisbol cubano en sus categorías inferiores. Foto: Tomada de WNYC

Este objetivo se puede cumplir cuando se cree la Liga Pequeña de Cuba, la cual aumentará de manera considerable el espectro de chicos practicantes del béisbol en diversas comunidades, porque la esencia de las Pequeñas Ligas es, justamente, el desarrollo local como vía para competir luego en niveles superiores.

Una prueba de ello es que hay 85 países afiliados al circuito, en el cual compiten más de 200 mil clubes o equipos locales para llegar a la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas, un tradicional encuentro veraniego en Williamsport, Pennsylvania.

En nuestro caso, por ejemplo, tendríamos juegos desde los barrios, permanente confrontación entre muchachos que, en otro escenario, se irían a otros deportes y jamás jugarían un torneo organizado con mínimas condiciones. Estos duelos desde la base hoy son casi inexistentes y dependen, en muchas ocasiones, del esfuerzo exclusivo de padres y familiares de los pequeños.

Como es lógico, llegar hasta la Pequeña Liga de Cuba costará y demorará meses, porque no se puede armar de la nada y en cuestión de días un evento que abarcará prácticamente todo el país.

Por ello, este año competirá en el torneo de la región caribeña con sede en Willemstad, Curazao (del 12 al 21 de julio), el campeón nacional Sub 12, que tendrá la oportunidad de chocar con escuadras de Aruba, Bahamas, República Dominicana, Puerto Rico, Islas Vírgenes Estadounidenses y los anfitriones.

La Federación Cubana de Béisbol tiene en sus manos una legítima vía para el desarrollo del deporte en la base. Foto: Gabriel García
La Federación Cubana de Béisbol tiene en sus manos una legítima vía para el desarrollo del deporte en la base. Foto: Gabriel García

Pero la cuestión trascendental del Memorando, más allá de la participación cubana en la Liga Pequeña del Caribe o la potencial clasificación a la Pequeña Serie Mundial, es la posibilidad de mejorar los terrenos de la base en la Isla, de contar con implementos para la práctica sistemática del deporte y de jugar regularmente, algo que ahora mismo nos golpea con fuerza.

Nuestros campeonatos nacionales en categorías inferiores son un chiste, con muy pocos partidos, detalle que conduce a un mínimo rigor competitivo, tanto cuantitativa como cualitativamente. Ese déficit provoca que los peloteros antillanos lleguen al primer nivel con lagunas tácticas casi imposibles de borrar.

No se puede renunciar a esos clásicos domésticos o a los tradicionales Juegos Escolares, pero hay que potenciarlos en su correcta medida, muchas ahora que confluirán junto a la Liga Pequeña de Cuba. Los dos movimientos, cada uno con sus características, servirán para dar un impulso crucial al movimiento del béisbol en la Isla desde la base.

De acuerdo con distintos reportes, el Memorando solo comprende la inclusión de escuadras cubanas de béisbol y no de softbol, el otro deporte incluido en el calendario de las Pequeñas Ligas.

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