El béisbol cubano es un chiste

La pelota en Cuba es hoy una puesta en escena surrealista, tragicómica. Cuando piensas que no puede pasar nada más extraño, alguien viene y te sorprende.

Foto: Otmaro Rodríguez

La temporada de comedia del béisbol cubano no para, el telón no baja. Algunos ya se han reído tanto que han abandonado las salas, otros siguen firmes, a la espera de que el próximo acto sea superior a los anteriores.

Los protagonistas, como no podía ser de otra forma, tienen plena convicción de que lo están haciendo todo bien, por lo que nosotros no somos nadie para ponernos a cuestionar nada.

Lo mejor, entonces, es sentarnos a contemplar el show, y reír.

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Andamios en el Latinoamericano. Foto: Otmaro Rodríguez.
Andamios en el Latinoamericano. Foto: Otmaro Rodríguez.

Estrellas. No es un chiste que le hayan dado la sede del Juego de las Estrellas a Camagüey, sino la espera hasta última hora para ver si se le podía hacer un regalo a La Habana por sus 500 años. Da mucha risa solo pensar en organizar un partido de esta magnitud en un estadio sin techo y con más andamios que personas.

Por cierto, también es muy gracioso que la Dirección Nacional de Béisbol decida mover a cerca de un centenar de personas para el fin de semana de Estrellas en Camagüey –con todos los gastos que ello conlleva–, pero obligue a un equipo (digamos Matanzas, digamos Ciego de Ávila) a que juegue en patio ajeno (digamos en Camagüey, digamos en Las Tunas) uno de sus partidos suspendidos como home club.

¿Fomentar una cultura de ahorro para unas cosas y otras no? ¿Gastar para un show que no define nada y sacrificar a equipos que se están jugando la clasificación? ¡Qué alguien pare este absurdo, por favor!

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La Correa con Lisbán. En la Serie 49, tras perseguir por medio estadio a Yaniel Sosa con un bate en la mano, a Lisbán Correa lo separaron del campeonato. Días después de anunciado el castigo, decidieron sancionarlo a seis meses fuera del béisbol cubano.

Ahora, por una patada voladora en una pelea tumultuaria de la cual no fue responsable, le cae un año de sanción. ¿El doble? ¿En serio?

No exoneramos al slugger azul, algo tenía que caerle por su sorpresiva destreza de taewondoca, pero ¿un año? Esto es una broma pesada, aunque resulta muy gracioso el proceder de las autoridades de la Serie Nacional, quienes ni siquiera han aceptado la apelación de Lisbán, a quien estaban esperando con la Correa en la mano.

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Jorge Alomá, capitán del equipo Cuba por unos meses. Foto: Otmaro Rodríguez.

Oh Captain! My Captain! Si a Walt Withman le diera por tirarle un ojo al béisbol cubano, también tendría que reírse. Resulta que los dos últimos capitanes del equipo nacional, designados a dedo, ni siquiera están en la preselección de cara al Premier 12.

¿Carlos Benítez? Bien, gracias. ¿Jorge Alomá? Bien, gracias. Los dos han quedado en el olvido y ahora Miguel Borroto tendrá que buscar un nuevo capataz para su clubhouse. No estaríamos pasando por este bochorno si, en primer lugar, hubiera existido un criterio coherente para escoger al capitán.

Nada tengo en contra de Alomá y Benítez, grandes personas y esforzados jugadores, pero el hecho de que hayan llegado a la capitanía es una clara muestra de la falta de jerarquía que prima en los diamantes cubanos.

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Inmóviles. Cambian los managers y los comisionados, pero no Higinio Vélez, que parece de piedra, al menos hasta Tokio 2020. Después ya veremos.

Y ya que hablamos de Higinio, vamos a detenernos en su último monólogo, que puso la sala en pie. Su chiste de cabecera decía más o menos así: el sistema de béisbol cubano está abierto a recibir a todo el que quiera.

Aquello estremeció el teatro. La gente enloqueció. Lógico, ahí están los ejemplos de Arruebarruena, de Pavel Quesada, de Carlos Juan Viera…

Sin embargo, en un arranque de cordura, alguien se cuestionó que, si estamos abiertos a recibir, por qué no somos igual de dispuestos para movernos de la cueva y salir de la zona de confort.

Higinio se quedó sin respuesta, inmóvil. Esa es la postura –pública– de las autoridades cubanas cuando les hablan de negociar, de conversar con su emigración, de convocar a aquellos que no tengan vínculos con MLB o Estados Unidos.

Míster Higinio, no se puede mostrar tan poca voluntad y mucho menos esperar toda la vida sin mover un dedo –o la mente, mejor la mente– para encontrar el camino que acerque a nuestros peloteros a su país.

Por cierto, también hay que encontrar el camino para no empujar a nuestros peloteros hacia afuera. Algo así ha ocurrido con Maikel Cáceres, sin motivación tras no ser llamado a las últimas selecciones nacionales.

Y algo así va a ocurrir también con el único lanzador que no ha permitido carreras limpias en la 59 Serie, el joven santiaguero Yunior Tur, quien dijo a Francys Romero que se sentía mal por no estar en la preselección.

“Nadie me ha dicho nada. Solamente escuché que por la molestia que tuve en el codo no me llamaron.”

Maikel Cáceres no quiere jugar más pelota en Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez.

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Manager. No es un chiste que Miguel Borroto sea el nuevo mentor de la selección nacional, pero sí lo es haber esperado dos meses tras la debacle de Lima para sentenciar definitivamente a Rey Anglada.

Este detalle nos deja algo claro: si no hubiera llegado ningún director de experiencia con resultados muy destacados en la primera ronda de la 59 Serie, el 36 azul seguiría al mando de la nave.

Como no vamos a clasificar a Tokio 2020 en el Premier 12 (eso creo yo), Borroto será el manager del Cuba para el Preolímpico de marzo hasta que, en enero, otro estratega se proclame campeón de la Serie Nacional (sí, tampoco creo que Camagüey gane el campeonato).

Entonces, el Consejo de Dirección del INDER, a propuesta de la Dirección Nacional de Béisbol, le entregará las riendas de la escuadra del patio a ese otro estratega.

Todo muy coyuntural.

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