Industriales, una historia de Todos Estrellas

El 10 de febrero de 1963, hace justamente 58 años, Industriales disputó su primer partido en Series Nacionales. A partir de ese momento, decenas de jugadores comenzaron a tejer una exquisita historia hasta nuestros días.

Ramón Carneado (al centro) dirigió a Industriales en sus primeras temporadas en Series Nacionales y todavía ostenta el récord de cuatro campeonatos consecutivos. Foto: Archivo.

Cuando se hable de peloteros estelares en la historia del béisbol cubano, no menos de 100 nombres podrían relacionarse a la hora de armar la mítica selección de La Habana. Con un potencial exquisito, encontraríamos estrellas capitalinas en los diamantes del siglo XIX, en la Liga Amateur, en MLB o en las Series Nacionales, esta última con gran protagonismo de los Industriales.

Los Azules o los Leones, como popularmente todos los conocen, surgieron en 1961 como parte de las Series Regionales que se desarrollaron tras la extinción del profesionalismo, las cuales sirvieron de antesala de las Series Nacionales. Sin embargo, no es hasta 1963 que Industriales afronta su primer partido en los clásicos domésticos del beisbol cubano.

El 10 de febrero de 1963, el día inaugural de la segunda Serie Nacional, los dirigidos por Ramón Carneado saltaron a la grama del estadio Latinoamericano vistiendo su legendaria franela con letras góticas azules que desde entonces siempre los ha identificado. Hace hoy 58 años de aquel suceso, el cual marcaría para siempre la historia de los torneos beisboleros de la Isla.

Desde entonces, Industriales ha sido el equipo más amado y más odiado en los terrenos cubanos, también han sido los más ganadores (12 títulos con ese nombre), y por sus filas han pasado varios de los mejores peloteros del país. Entre ellos, muchísimos se han convertido en leyendas, figuras veneradas por una de las aficiones más fieles y apasionadas, sin importar que vivan en La Habana, Santiago de Cuba o cualquier otro rincón del planeta.

Pasión por Industriales. Foto: Ricardo López Hevia.

Tan grande ha sido el impacto de Industriales en el béisbol capitalino, que si nos aventuráramos a hacer un Todos Estrellas exclusivamente de La Habana, casi la mitad del equipo estaría copada por jugadores que en algún momento de su carrera defendieron la camiseta azul en Series Nacionales.

Que tantos industrialistas integren una selección capitalina de todos los tiempos es una barbaridad, teniendo en cuenta el potencial del territorio a lo largo de la historia, desde los precursores Esteban Bellán o Carlos Maciá en el siglo XIX, hasta leyendas del profesionalismo en Cuba y Estados Unidos como Adolfo Luque, Andrés Ayón, Camilo Pascual o Zoilo Versalles.           

En lo personal, he realizado un recorrido histórico por los mejores equipos posibles de todas las provincias, pero con ninguno la tarea ha sido tan ardua como con La Habana, donde se podrían sacar hasta tres equipos entre tanto potencial. Fiel a la fórmula de unir en un mismo rollo a peloteros de distintas épocas, les presento entonces mi selección capitalina, que sirve de homenaje a los Industriales por el gran impacto que tiene en la misma.

Receptor

Carlos “Sunset” Colás era rápido, Fermín Guerra muy ágil, Pedro Medina muy ofensivo, pero el más defensivo ha sido el reglano Miguel Ángel González (desde la década del 10 a la del 50). “Pan de flauta” o “Mike” terminó la temporada de 1921 con promedio de 1000 con la mascota y fue el tercer cubano en Grandes Ligas, donde estuvo por casi dos décadas con Chicago Cubs, Boston Braves, San Luis, New York Giants y Cincinnati. Aunque solo jugó cuatro temporadas de regular, fue el primer latino en una Serie Mundial (1929) y también primer latino director interino de un equipo. Golpeó la bola para .253 con OBP de .314.

Por la Menores estuvo desde 1913 a 1933 con Columbus, Long Branch, Saint Paul, Minneapolis (.303 y 986 defensivo). En su país actuó en 23 torneos profesionales invernales (con nada despreciable .290 ofensivo), sin embargo, trascendió por dirigir al Habana desde 1914 hasta 1953, con resultado de 14 títulos, 12 segundos lugares, 6 terceros, 2 cuarto, único con tal palmarés. Llegó a ser el director all star e incluso compró al club en 1947, con el cual asistió a tres Series del Caribe, coronándose en 1951 y 1952. ¿Lo ponemos como player o manager? Cualquier respuesta es acertada.

Distinciones: Carlos “Sunset” Colás, Pedro Medina, Ricardo Lazo.

Primera base

Un zurdo, el latino con más imparables (3020 en 20 años) en la Gran Carpa, Rafael Palmeiro (años 80 hasta principios del siglo XXI). Del 86 al 88 estuvo con los Chicago Cubs en la Liga Nacional, desde el 89 al 93 y desde el 99 al 2003 con Texas, y del 94 al 98 y 2004-2005 con Baltimore, en la Liga Americana. Entre todos botó la astronómica cifra de 569 pelotas, con 1835 impulsadas, .515 slugging, .885 OPS, .288 average y WAR 71.9.

Casi siempre fue primera base, pero al final de su carrera alternó como designado (con un bate de plata). Es uno de los seis miembros del club 3000 jits y 500 jonrones en la MLB y diez veces discutió el MVP de su liga. Su nombre ha quedado manchado por el dopaje, pero en su época otros tomaban lo mismo y no lograron sus estadísticas.

Distinciones: Regino Otero, Julio Bécquer, Antonio Scull, Alexander Malleta (máximo jonronero capitalino en Series Nacionales).

Segunda base

El último líder de bateo en la pelota profesional cubana, Octavio “Cuqui” Rojas (principios de los 60 hasta finales de los 70), fue reserva del Cienfuegos y logró su corona ofensiva con el Habana (.322) antes de pasar a las Menores con West Palm Beach, Savannah, Cuban Sugar Kings y Jersey City. Bateó en MLB .268, con 1660 jits, cinco Juegos de Estrellas y tres disputas de jugador más valioso.

Debutó en MLB en 1962 con el Cincinnati y después pasó a los Filis, donde, a pesar de ser utility, ya en 1969 era considerado el mejor camarero en la historia de la franquicia. También estuvo en San Luis y Kansas City, en la Liga Americana, donde fue el mejor segunda base. Concluyó como scout de los Angelinos de Anaheim.

Distinciones: Juan Padilla, Enrique Díaz.

Campo corto

Entre buenos campo cortos elijo a Germán Mesa. Es el más fresco en la memoria, también uno de los más espectaculares en atrapadas y doble plays (más de 900), muchos de ellos con Juan Padilla. Juntos formaron una pareja defensiva extraordinaria, una de las más renombradas en la historia del béisbol cubano.   

“El Imán” concluyó con .967 defensivo, lo cual demuestra que a veces las estadísticas no son tan elocuentes y la sabermetría aporta el valor del factor de rango, el terreno cubierto, pues más allá de las pifias degolló muchas conexiones con etiqueta de jit.

En 16 Series Nacionales (las primeras con Metropolitanos y luego con Industriales) superó los 1200 incogibles, concluyó con ofensiva de .285 y forma parte del top-10 de robadores. Con las letras del Cuba participó en sendos tríos de Campeonatos Mundiales, Copas Intercontinentales y Panamericanos, y dos dúos de Juegos Olímpicos y Centroamericanos, todo para un meritorio .348 con el bate.

Distinciones: Zoilo Versalles, Rodolfo Puente, Rey Vicente Anglada, Rey Ordóñez.

Germán "El Imán" Mesa Juan "La Maravilla" Padilla

Tercera base

Si muchos recuerdan el jonrón de Lourdes Gurriel en Parma 88, también demasiados olvidan que el decisor real de aquel partido fue Lázaro Vargas (década del 80 hasta principios de los 2000). Es el segundo capitalino con más jits en Series Nacionales (2133), solo superado por Enriquito Díaz, aunque Vargas logró todos sus imparables con Industriales, mientras “la Bala” de Centro Habana jugó primero en Metropolitanos antes de vestir la franela azul.

Vargas fue dueño de la marca especial de más juegos consecutivos conectando jits (31) desde 1986 hasta 1995, cuando el santiaguero Rey Isaac impuso un nuevo récord. Tras 22 Series figura entre los cuatro nombres con más promedio (.317) en su equipo, con el cual alcanzó tres trofeos dorados.

En su contra está que es el segundo en bateo para doble play y la cantidad de errores, que en total no demeritan su actuación. Coincidió con Linares en la esquina caliente y a pesar de ello merecía puesto en el equipo nacional como designado. Fue bicampeón Panamericano (87 y 91), Mundial (86 y 88), de Copas Intercontientales (87, 89 y 91), Olímpico (92 y 96) y dos veces Centroamericano (86 y 93).

Distinciones: Jorge Trigoura, Urbano González.

Right field

José Canseco (años 80 hasta finales de los 90). Después de ser el Novato del Año en 1986, conectó 42 jonrones, robó 40 bases, bateó .307 e impulsó 124 carreras en apenas un año, 1988 (MVP), en las Grandes Ligas. Por su poderoso brazo innovó, para su desgracia física, desde el box, pero tenía un gran factor de rango en la pradera derecha, si bien algunos le achacan algún que otro espantoso error.

A pesar de sus problemas de carácter y excentricidades fue uno de los hombres con mayor poder en su época, el primer slugger con 40 bambinazos y 40 bases robadas en una temporada, por eso también había que hacerle un cupo como designado (847 juegos). Por 17 campañas disparó 462 jonrones e impulsó 1407 carreras, robó 200 bases, con promedio de .266 y OBP de .353, seis veces electo al Juego de las Estrellas y dos años (1988 y 1991) líder jonronero en la Liga Americana. Es otro que usó sustancias prohibidas.

Distinciones: Santos “El Canguro” Amaro, Yasser Gómez.

Center field

Un zurdo de elegancia en los desplazamientos hacia todas direcciones, gran terreno a cubrir y singular estilo para capturar en bandeja: Javier Méndez (años 80 hasta principios del siglo XXI).

Mejores jugadas de Javier Mendez. Beisbol, Cuba

Incluso en el final de su carrera de 22 temporadas sin contar las Selectivas, era un bateador temible, picaba con frecuencia los 400 puntos con el madero, pegó más de 2000 imparables y se consagró como un empujador nato (1175), el mejor de Industriales y segundo de La Habana por detrás de Alexander Malleta, quien compartió tiempo de juego con los Metros y los Leones.

Tampoco puede pasarse por alto que, contrario a lo que algunos suponen, es el número cinco de la capital con más batazos de vuelta completa (191) y el tercero de más alto promedio de bateo (.327), el sexto cubano con más dobles y noveno con más juegos. Su consistencia y habilidades defensivas le abrieron hueco en el equipo Cuba en época plagada de talentos, así asistió a par de Mundiales (90 y 98), un Centroamericano (90), dos Panamericanos (99 y 2003) y unos Juegos Olímpicos (plata en Sidney 2000).

Distinciones: Sandy Valdespino, Carlos Tabares.

Left field

Estuvo con Habana y Metropolitanos, pero se distinguió por ser el número 9 de los Industriales. Armando Capiró (fines de los 60 y década del 70) es una leyenda azul. Integró la “Tanda del terror” en el temprano 1969, aunque en la próxima década fue donde mejor desplegó la velocidad en las bases, buen y preciso brazo, ofensiva de fuerza y hacia todas las bandas, lo que hoy se llama pelotero cinco herramientas.

Se convirtió en el primero con más de 20 vuelacercas en una temporada cubana (1973). Durante 14 de ellas bateó para.298, con 162 jonrones y .492 de slugging, en el Top-5 de los capitalinos en este último departamento. A ello le sumamos seis Selectivas y la Serie de los Diez Millones, en una carrera trunca por una lesión en el tobillo.

Cuando se retiró de Series Nacionales era tercero en triples y jonrones, cuarto en impulsadas (con tres champion empujador), quinto en average, sexto en tubeyes, séptimo en anotadas, noveno en boletos y décimo en jits. En total estuvo en seis Mundiales, tres Panamericanos e igual cantidad de Centroamericanos, donde bateó .366, para ser con el equipo Cuba (hasta 1980) el segundo en triples, tercer impulsador y el mejor en anotadas, algo que encandilaba a los scouts profesionales. Siempre fue tercer o cuarto bate.

Distinciones: Carlos Paula, Leo Posada, Yohandri Urgellés.

Armando Capiró, leyenda de Industriales y de los equipos capitalinos. Foto: Tomada de Vanguardia.

Designado

Dejé este vacío para Agustín Marquetti, quien no podría competir con Palmeiro en la inicial. El número 40 nació en Alquízar, pero siempre fue de Industriales, el primer toletero en llegar a 19 jonrones en una temporada cubana sea cual sea el estatus. Famoso es su jonrón contra Rogelio García en la final nacional del 86, el batazo más memorable en la pelota Revolucionaria, también el del mundial Nicaragua 72 después de un foul fuera de los límites.

Con el equipo Cuba terminó como el décimo entre los de mejor bateo en eventos internacionales, primero en tubeyes y mejor impulsador hasta 1981. Es, junto a Alexander Malleta, Pedro Medina y Antonio Scull, uno de los cuatro industrialistas con más de 200 jonrones (207).

Distinciones: “Panchón” Herrera, “Sagüita” Hernández, Kendrys Morales.

Agustin Marquetti Homerun - Industriales Campeones 1985-86! [HQ]

Utility

“El Príncipe de Belén”, Lázaro Salazar (desde los años 30 hasta los 50), era tan bueno que podía jugar todas las bases, un zurdo célebre por su bateo y su pericia como director. Como jugador estuvo en 15 temporadas de la Liga Profesional Cubana (Santa Clara, Almendares y Marianao), y en un torneo independiente (Santiago y Alacranes), en los cuales bateó .293 y como lanzador obtuvo 35-24. Si bien destacó como lanzador, dos veces fue jugador más valioso, seis conectó por encima de .300 (incluso decidió un juego de exhibición en 1930 contra una selección de Estrellas de MLB) y logró otra corona de bateo en México.

Como manager lo hizo seis veces, aunque en el extranjero hay que sumar sus actuaciones con los New York Cubans y la ambivalencia de jugador-director en Venezuela (ofensiva de .322 con Magallanes, a los que dirigió en dos Series del Caribe), República Dominicana (Dragones de Ciudad Trujillo en 1937, con bateo de .292) y México. Desde 1938, hizo escala intermitente en esa nación, donde fue artífice de coronas para Córdova, Veracruz (cuatro), Monterrey y Diablos Rojos.

Distinciones: Rudy Reyes.

Lanzadores

Mi lista de estrellas de la lomita la integran Carlos Maciá, Estaquio “Bombín” Pedroso, Ramón Bragaña, Adolfo Luque, Lino Donoso, Camilo Pascual, Luis Tiant Jr. y tres estrellas indiscutibles del pitcheo con Industriales: Santiago “Changa” Mederos, Orlando “El Duque” Hernández y Raúl “Guagua” López.

Orlando “El Duque” Hernández y René Arocha, dos de los pilares del pitcheo de Industriales en los años 80. Foto: Archivo.

Todos ellos tienen historias singulares. Carlos Maciá (fines del XIX) es el “Aquiles de la pelota cubana” y autor del primer no jit no run en Cuba, además de ser pelotero mambí, pues llegó a coronel del Ejército Libertador. “Bombín” Pedroso (dos primeras décadas del siglo XX) era polivalente, jugador de posición y receptor, pero fue mejor lanzador, al punto de vencer a los Tigres de Detroit, campeones de la Liga Americana, en un juego de exhibición donde los mantuvo sin jits durante once entradas.  

“El Profesor” Bragaña (fines de los años 20 hasta principios de los 50) está en el Salón de la Fama en México, donde ganó 179 partidos con las Águilas de Veracruz y 211 en total con siete equipos. Logró brillantes triunfos contra varios equipos de Grandes Ligas que hacían escalas en La Habana, exhibiendo su velocidad, pronunciada curva, efectivo slider y excelente control.

De Adolfo Luque (desde la década del 10 hasta los 50) podríamos decir muchas cosas, aunque bastaría con catalogarlo como la primera estrella latina de Grandes Ligas. Aunque pasó por el Habana fue el símbolo de Almendares. Ganó 22 juegos en 1913 con Long Branch en las Menores, subió la parada a 27 victorias con Cincinnati en 1922, ya en Grandes Ligas.

Donoso (años 40 y 50), el mejor zurdo del Águila de Veracruz, inscripto en el Salón de la Fama Mexicano. En el país azteca su capacidad ponchadora fluctuó entre 160 y 235 estrucados por temporada durante sus primeros cuatro años allí, y en 11 temporadas en su béisbol de verano ganó 118 partidos con efectividad de 2.92.

A Camilo Pascual fue increíble que lo cambiaran del Marianao al Cienfuegos por una docena de bates. Es quizás el mayor curveador de la pelota cubana de todos los tiempos, un cinchete con los Elefantes. Entre los dos equipos ganó 58 y perdió 32 (quinto histórico en promedio en el profesionalismo) con 2.04 de efectividad, fue electo Más Valioso, con dos coronas de ponches y de menor promedio de carreras, además de ser invencible en Series del Caribe (6 y 0, una vez refuerzo del Almendares).

Luis Tiant Jr. (década del 60 y 70), el bigotón, de igual nombre que su padre, tenía una recta por encima de 90 millas, nudillo, cambio de velocidad y los más raros y espectaculares gestos en su singular wine up para distraer a los bateadores. Estuvo en el último año de la Liga Profesional cubana con el Habana (10-8 con 2.50) y tras un paso por México y las Menores, se consolidó como uno de los más consistentes lanzadores de Grandes Ligas entre finales de los 60 y la década del 70, período en el que logró 229 victorias.

Y así llegamos a los industrialistas. “Changa” Mederos es el otro curveador ponchador (1420), zurdo, carrera trunca por un accidente. A pesar de tal desgracia, en 15 Series ganó 123 y perdió 67, le batearon apenas para .197, con efectividad por debajo de dos limpias. Al cabo de los primeros 20 torneos en la Revolución era segundo en ponches, quinto en juegos iniciados y victorias, sexto en más campeonatos, octavo en entradas y noveno en desafíos completos. Con el equipo Cuba (segundo en PCL con 1.39) estuvo en cuatro mundiales (69, 71, 72 y 76), dos Centroamericanos (70 y 78) y un Panamericano (75) donde ganó siete y cedió uno.

Santiago “Changa” Mederos, zurdo dorado de los Industriales. Foto: Archivo.

“El Duque” Hernández (años 90 y principios del siglo XXI). Con elegancia suprema en el wine up en 10 Series Nacionales obtuvo 126 y 47, siendo el mejor balance histórico para un lanzador en campeonatos cubanos, con 3.05 de efectividad y 1211 ponches. Como amateur con el equipo nacional fue campeón centroamericano (1993), mundial (88, 90, 94), panamericano (95) y olímpico (92).

Con los Yankees comenzó su carrera en MLB en 1998, consagrándose campeón de Serie Mundial, algo que repitió otras dos veces de manera consecutiva entre sus seis temporadas con los Mulos de Manhattan. Ya en su segundo año había sido MVP en la Liga Americana, pero su gran fama llegó con el mote de “Míster Octubre”, por su consistencia en las postemporadas, al extremo de ser crucial para Chicago en 2005. Así es el primer cubano con cuatro anillos de Serie Mundial, aunque su carrera siguió por Arizona y con los Mets. En total ganó 90 y perdió 65 en las Grandes Ligas, con más de un millar de estrucados.

Siempre es importante un buen relevista en un equipo ideal y este no es otro que “Guagua” López (década del 60). Aunque nació en una localidad del actual Pinar del Río fue industrialista por antonomasia, con la paradoja de no salvar ningún choque por ocho temporadas, aún con la impresionante cifra de 171 actuaciones intermedias. Es el apagafuegos “caminador”, también el ocasional por su efectividad con bases llenas, su coraje, inteligencia, control y capacidad de ponches, sus lanzamientos bajos (permitió cuatro jonrones en su carrera) y la providencial defensa sobre el box. Comenzó como aficionado antes de la Revolución con los equipos de la Ruta 28, Catalina de Güines (UAAC), pitcher de práctica con Marianao, Limonar en la Liga de Pedro Betancourt y en la Liga Popular en La Habana. Después estuvo con la Policía hasta integrar el equipo nacional al mundial Costa Rica 61, algo que reeditó en San Juan 66. Con Industriales y los habaneros obtuvo 32 y 20, con 1.88 de limpias.

Distinciones: René “Látigo” Gutiérrez, Santiago Ulrich, Félix del Cristo, Ernesto Morilla, Jorge Comellas, Orlando “Lindo” Suárez, Luis Tiant (padre), Gilberto Torres, Tomás de la Cruz, Andrés Ayón, Manuel Hurtado, Lázaro de la Torre, Modesto Darcourt, Raúl Valdés, Lázaro Valle, Pablo Miguel Abreu, Walfrido Ruiz, Ángel Leocadio Díaz, René Arocha y Euclides Rojas.

Director

Industriales festejan tras obtener su cuarto título consecutivo en 1966. Foto: Archivo.

Ya están como jugadores los posibles mejores directores (como los calificara Ernest Hemingway) “Mike” González y “Papá Montero” Luque. También hay puesto para Salazar y menciones para Anglada, además de otros con gran liderazgo como Fermín Guerra o José Miguel Pineda. Por tanto, es necesario un hombre de gran carácter para controlar enormes egos. Luque pudo ser el indicado, sin embargo en este equipo ideal entraría en conflictos antagonistas.

Mi propuesta es Ramón Carneado (años 60, como director), porque en una difícil época de transición armó a los Industriales y con férrea disciplina los convirtió en la gran novena. Como jugador fue buen receptor del Vedado Tenis Club y solo incursionó, con malos dividendos, un año como rentado con el Marianao. Luego de ser coach en la Serie Mundial amateur de 1952 se convirtió en uno de los grandes teóricos en las Series Nacionales con cuatro gallardetes al hilo (total de 103 y 66) con los Azules (del 63 al 66), récord que ningún otro timonel ni ningún otro equipo ha repetido.

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