Jugar sin público: el béisbol cubano toma el camino correcto

Las autoridades del béisbol cubano informaron este sábado que la 60 Serie Nacional comenzará dentro de una semana sin aficionados en las gradas, medida que ayudará a no empeorar la ya complicada situación epidemiológica del país por la Covid-19

Estadio latinoamericano. Béisbol en tiempos de pandemia en Cuba. Foto: EFE/Ernesto Mastrascusa.

Estadio latinoamericano. Béisbol en tiempos de pandemia en Cuba. Foto: EFE/Ernesto Mastrascusa.

Aunque algunos aficionados puedan sentirse decepcionados luego del reciente anuncio de que no habrá público en las gradas desde el inicio de la 60 Serie Nacional de Béisbol el próximo 12 de septiembre, esta es una medida consecuente que, a larga, garantizará la seguridad de los peloteros y el desarrollo del campeonato con un mínimo de riesgos en medio de la pandemia del coronavirus.

Todos queremos vivir de nuevo las pasiones del deporte nacional desde el calor de las gradas, con los vítores, discusiones y polémicas habituales, pero no hay ningún motivo para jugar al límite y exponer sin necesidad a los protagonistas y a la población en sentido general. No se ha hecho en ninguna parte del mundo, y nosotros no podíamos nadar contra la corriente.

En Estados Unidos comenzaron sin público y así van a seguir; en Japón igualmente empezaron con las gradas vacías (aunque ya admiten un número determinado de fanáticos), y ni siquiera eso, más otras medidas extremas, han impedido los reportes de casos positivos internos en esas ligas.

Otros países asiáticos como Corea del Sur o Taipei de China también arrancaron sus temporadas sin aficionados en las tribunas. Es cierto que después flexibilizaron un poco la postura y han abierto las puertas de los parques, pero no se puede comparar el temperamento de los asiáticos con el de los cubanos. Todo el que ha ido a un estadio en Cuba conoce el ambiente y el tono de las discusiones, que a veces se ponen muy calientes, casi cuerpo a cuerpo.

Tomando en cuenta este detalle, y con la intención de cuidar la salud, la Dirección Nacional de Béisbol ha tomado el camino correcto, desestimando las opciones de permitir la entrada de un por ciento reducido de fanáticos en cada estadio, sobre todo en aquellas provincias que no han reportado casos de Covid-19 en los últimos meses. Quizás estos territorios vean la medida como muy drástica, pero en la situación actual es mejor precaver.

Lógicamente, esta medida por sí sola no va a impedir los contagios. Los jugadores y todo el personal vinculado a los equipos también deben ser muy responsables. Nadie puede cometer el error de salir de los hoteles, de ir a saludar a alguien, firmar un autógrafo o tomarse una foto. Una negativa a esos pedidos ahora no se puede ver como una falta de cortesía ni nada por el estilo, se trata de la salud del hombre, del pelotero, del aficionado, y se trata de la salud de la Serie Nacional.

Extremar las medidas tiene mucho más sentido por el impacto que supondría un brote de coronavirus en cualquiera de los equipos. El programa del campeonato está ajustado con 75 partidos, y probablemente se complejice un poco más con las habituales lluvias que siempre provocan suspensiones. Además, las autoridades recargaron el calendario con la celebración de un fin de semana de estrellas que no tiene mucho sentido ni se ajusta a la realidad que vivimos.

Como se quiere terminar en febrero para tener margen de organización de cara a la Serie 61, este escenario no se va a flexibilizar. Si para colmo de males se diera cualquier situación por el coronavirus, entonces el escenario se va a enredar más, porque el brote de un equipo puede afectar indirectamente a cuatro o cinco novenas más.

Si hay suspensiones de subseries completas, sobre todo de las de tres partidos entre martes y jueves, entonces no van a alcanzar las fechas de recuperación planificadas para inicios del 2021.

La otra arista preocupante si se producen suspensiones por casos de coronavirus o por haber estado en contacto con positivos es el ritmo de competencia de los equipos implicados y la profundidad de los rosters para afrontar potenciales bajas, pues no hay demasiado nivel cualitativo en los jugadores de reemplazo. Esto puede perjudicar muchísimo más el ya afectado espectáculo de la Serie Nacional.

No es difícil comprender entonces la determinación de las autoridades beisboleras, que anunciaron la frecuencia de los test de control, como parte del protocolo de seguridad de la Serie. Antes de comenzar el campeonato, todos los protagonistas se someterán a exámenes PCR, y después, ya durante el torneo, se realizarán pruebas rápidas luego de cada subserie.    

Es cierto que estos test rápidos no son concluyentes, pero si uno de ellos arroja cualquier irregularidad, será una alerta para aislar a los involucrados y someterlos a pruebas PCR.

La temporada cubana será larga, de casi cinco meses, por lo que habrá tiempo, si la situación epidemiológica mejora, para abrir las puertas de los estadios y vivir de cerca la pasión.

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