Premier 12: Cuba se inmola en la primera prueba de Seúl

Embrujados por los envíos de Phillippe Aumont, la artillería cubana se fue en blanco y perdió en el estreno del Premier 12. La difícil posibilidad de clasificación a la Super Ronda se aleja un poco más.

En béisbol, ya no hace falta mucho para ganarle a Cuba. Un lanzador que mueva la bola, defensa promedio y una ofensiva medianamente oportuna basta para hacer la cruz; del resto se encargan los propios antillanos, quienes han desarrollado una lamentable capacidad de autodestrucción en todos los frentes.

En el Premier 12, la demostración llegó temprano. Primer partido contra Canadá, primera derrota, con una puesta en escena patética, sobre todo desde el cajón de bateo, en algunas jugadas puntuales a la defensiva y en la conducción del partido por parte de la dirección.

Luego de un capítulo inicial tortuoso frente a los norteños, la selección antillana está más cerca del abismo y de un prematuro viaje de regreso a casa, lo cual era mucho más previsible de lo que algunos personajes triunfalistas pretendieron dibujar con pronósticos vulgarmente alentadores.

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Ahora, quizás, vayan poniendo los pies en la tierra y asumiendo que en el Premier, lejos de luchar por la cacareada clasificación olímpica, el objetivo real es sobrevivir a los tres episodios de rigor con la menor cantidad de cicatrices posibles.

Los números: Todos los estadísticos deben estar buscando en sus libros de anotaciones cuándo fue la última vez que Frederich Cepeda se tomó cuatro “chocolates” en un partido internacional.

Particularmente, no recuerdo un día tan aciago para el espirituano, a quien probablemente le sobró un ponche, pero el árbitro japonés Fumihiro Yoshimoto lo retrató con una recta tan lejana que ni Del Risco la hubiera cantado.

En total, Cuba terminó el duelo con 12 ponches, 11 de ellos acumulados entre Erisbel Arruebarruena, Yurisbel Gracial, Alfredo Despaigne y Cepeda, los bigleaguers del equipo.

Los derechos Phillippe Aumont y Scott Mathieson literalmente se burlaron de los bates antillanos, a los cuales congelaron con rectas en las bajas 90 millas y rompientes siempre lejos de la zona.

Aumont, lanzador del Año en la Liga Canam (récord de 145 ponches y 2.65 de efectividad), repitió la dosis frente a los caribeños luego de derrotarlos con los Ottawa Champions durante la reciente incursión de la novena cubana en el circuito independiente.

Su dominio fue excepcional, al punto de que ningún corredor le llegó a la antesala y solo dos lograron posicionarse en segunda, donde quedaron esperando por el remolque. Los antillanos, presas de la desesperación, no tuvieron turnos de calidad ni enfoque para mantenerse firmes ante lanzamientos fuera de su alcance.

Para tener una medida real del asunto, Aumont y Mathieson realizaron 113 pitcheos y el 72.5 % (82) de los mismos fueron strikes, con solo un pasaporte gratis en su cuenta.

Cuba resultó ser la otra cara de la moneda, con un bajísimo 55.2 % de strikes (91 de 165 lanzamientos), lo cual se reflejó en las nueve bases por bolas que regalaron en el desafío. Particularmente nocivos fueron los tres boletos de Liván Moinelo en el octavo, cuando Canadá fabricó par de carreras con solo un jit por dentro del cuadro.

Pero si de números hablamos, la imagen más triste de la noche la mostró la transmisión televisa en el cierre del noveno: una pizarra llena de ceros en la parte ofensiva cubana.

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Los aciertos: Carlos Juan Viera será, quizás, uno de los pocos aciertos de la dirección cubana en el Premier. La idea de colocarlo como puntero de la rotación rindió sus frutos, porque el diestro tunero trabajó a la altura de las circunstancias y con un notable manejo de las emociones.

Viera nunca había lanzado un partido de máxima envergadura con la casaca nacional, pero esa presión no limitó su potencial. Lidió con algunos problemas de control en los compases iniciales y luego encontró el rumbo apoyado en su cambio y en una recta que ya no es tan potente como en años anteriores.

El derecho oriental avanzó hasta el sexto episodio, solo permitió una carrera –a mi juicio inmerecida– y entregó el duelo con diferencia mínima, completamente abierto para una remontada que nunca llegó.

Por cierto, no se puede negar que parte del éxito de Viera se lo debe a Roel Santos, quien realizó una asistencia clave en tiro a tercera para impedir la segunda carrera de Canadá en el tercer inning.

En una jugada donde los jardineros normalmente se enfocan en tirar a la goma, Roel visualizó que tenía un out más claro en la antesala y allí dirigió su disparo para enfriar a Tristan Pompey segundos antes de que Jordan Lennerton pisara el plato.

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Después, en el noveno, el granmense repitió la dosis y sacó un doble play fundamental con preciso tiro a home que sacó de circulación al veloz Dalton Pompey. Sin dudas, Roel fue el máximo responsable de que el marcador no se abriera por completo.

Las fallas: Al margen del agujero negro de los bates cubanos, también desentonaron en algunos trances defensivos, los cuales, a la postre, costaron carreras.

El primero fue en un elevado al derecho que Gracial pudo esforzarse más por capturar. Fuera de posición, en un jardín bastante complejo, el yumurino parece que no calculó bien dónde caería un débil elevado de Eric Wood y no persiguió la bola a toda máquina.

Quizás Gracial pensó que la conexión sería foul, pero a la postre se convirtió en doble y ese corredor anotó la primera raya canadiense.

En la propia entrada, Yordanis Samón fue incapaz de “levantar” un tiro enterrado pero sin tanta complicación de Arruebarruena. Esa falla puso en crisis a Carlos Juan Viera, salvado por la defensa de Roel Santos.

Más adelante, en el octavo inning, los boletos de Moinelo y una jugada de rutina que el propio Arruebarruena no pudo transformar en out, abrieron las puertas del plato a dos nuevas carreras canadienses.

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En cuanto a la dirección, dejó muchas dudas un toque de sacrificio con Yosvani Alarcón en el primer tercio del duelo, así como un alocado movimiento de cromos en el octavo episodio, la única vez que Cuba logró embasar a más de un hombre.

Con Yordanis Samón en la inicial por boleto, Miguel Borroto mandó a correr a William Saavedra, y poco después colocó como emergente a Raúl González por César Prieto, con dos hombres en circulación.

Se cae de la mata, el mentor agramontino invirtió por completo los papeles y, al parecer, nadie de la dirección salió al paso para enmendar una pifia colegial.

Luego de este primer tropiezo, Cuba tendrá que lidiar con sus demonios internos y salir al Gocheok Sky Dome en busca de dos victorias que, ahora mismo, parecen, quiméricas.

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