Que el Clásico no desnude (más) al béisbol cubano

El Clásico Mundial aparece como una oportunidad para el béisbol cubano, pero si no se toman medidas de peso a su debido tiempo, el desafío solo hundirá más en las penumbras el prestigio y el legado del pasatiempo nacional.

Cuba pondrá en juego su prestigio en el Clásico Mundial de Béisbol del 2023. Foto: Ricardo López Hevia.

Ya están sobre la mesa las hojas de ruta para el Clásico Mundial de Béisbol, cuya quinta versión en el 2023 se vivirá con 20 aspirantes a la corona por primera vez en la historia del torneo. Cuba, que ha pasado de ser finalista en la edición de estreno hace 16 años a transformarse en mero actor de reparto en la última lid del 2017, competirá en Taichung junto a Taipei de China, Italia, Holanda y un quinto país todavía por definir en los dos clasificatorios globales.

A juzgar por la dificultad de los otros apartados, a la Isla le ha tocado un regalo divino en sus aspiraciones de avanzar a la segunda ronda y mantenerse entre los mejores ocho equipos del planeta. Imaginen cuál sería la suerte de los antillanos en un mismo grupo con República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela, el monstruo de tres cabezas que se superó en el 2006. ¿Sobreviviríamos? Podría ser, porque las historias se repiten, pero eso ahora ya aparece como un recuerdo demasiado distante.

Tanto ha cambiado la realidad del béisbol cubano en este tiempo, que también suena a quimera salir airosos en una hipotética aventura contra Japón y Corea del Sur, u otra ante Estados Unidos, Canadá y México. Entonces, sin ningún complejo, asumamos que los organizadores del Clásico nos han hecho un grandísimo favor o, al menos, nos han dado la oportunidad de competir frente a escuadras de un nivel no tan alto como el de las potencias.

Sin embargo, esto no quiere decir que nos encontremos frente a un camino de rosas. Con el material humano que disponemos hoy en las filas de la Federación Cubana de Béisbol (FCB), no seríamos favoritos en el grupo más débil del Clásico.

Holanda, verdugo de los últimos años, tiene una generación de estrellas en MLB que podría ruborizarnos, mientras Taipei, en su condición de anfitrión del grupo, apunta a ser una piedra en el zapato con ese estilo tan peculiar del béisbol asiático. Más asequible parece ser Italia, aunque han mantenido su progresión y seguramente estarán liderados por el mentor Mike Piazza, todo un inmortal de Cooperstown con muchos relaciones en el béisbol de Estados Unidos, lo cual podría allanar el camino para que algunos jugadores norteños con raíces transalpinas sean convocados al evento. 

Dicho esto, Cuba no puede dormirse si quiere salir con vida de Taichung. A priori, el objetivo es terrenal, pero cumplirlo dependerá en gran medida de nuestra capacidad de acción, de la disposición para dar pasos inéditos que derriben los muros levantados durante décadas de consignas, ofensas, soberbia, despropósitos y extremismos desde las dos orillas.

Cuba cuenta hoy con un extraordinario potencial en los más diversos circuitos profesionales del mundo, algunos ligados al movimiento deportivo nacional y otros no. Sin embargo, todos esos peloteros comparten un vínculo: ninguno es excluible para integrar una selección nacional de cara al Clásico.

No importa cuántas veces se haya vendido la idea de que la FCB no puede convocar a sus jugadores profesionales instalados en los más disímiles rincones del planeta, eso es totalmente falso. Por las evidencias que hay sobre la mesa, los directivos del béisbol en la Isla tienen toda la potestad para llamar a las filas de la escuadra nacional a Frederich Cepeda, José Abreu, Henry Urrutia, Dayán Viciedo o José Miguel Fernández, porque no hay entre ellos distinción alguna más allá del país donde desarrollan sus respectivas carreras en la actualidad.

Como ya decíamos, las evidencias no están ocultas, al contrario, las hemos tenido delante de nuestras narices durante años. Vamos a retroceder primero en la máquina del tiempo hasta el 2017, cuando Rob Manfred, actual comisionado de MLB, dijo a Prensa Latina que “para (el Clásico de) 2021 la Federación (Cubana) tendrá la posibilidad de analizar la situación de convocar o no a los jugadores nacidos en la Isla que se desempeñan en las Mayores”.

Por desgracia, la pandemia impidió la celebración del Clásico en el 2021, pero en todo este tiempo Manfred no ha salido en público a cambiar su postura. Tampoco incide en este punto la absurda cancelación del pacto que la FCB y MLB firmaron en diciembre del 2018 con el objetivo de normalizar el flujo de peloteros de la Isla rumbo a Estados Unidos.

Si bien el mencionado Acuerdo abría un amplísimo abanico de oportunidades para los jugadores residentes en Cuba, su no existencia o vigencia para nada condiciona la convocatoria a peloteros que militen en organizaciones de Grandes Ligas o que jueguen en otros circuitos profesionales a título personal.

Quizás la prueba más elocuente de ello sea el discurso de las propias autoridades antillanas. En abril de este año, por ejemplo, aseguraron que tenían intención y estaban abiertos a dialogar e incorporar jugadores de MLB al equipo del Clásico, siempre y cuando dichos hombres “quieran y amen a la pelota cubana”.

En principio, ese no parece ser un requisito muy difícil de cumplir, máxime si no se habla de condiciones burocráticas como el incómodo (y habitualmente dilatado) proceso de repatriación. Pero entonces aquí viene el problema: esto se trata solo de una “intención”, y de la intención a la acción hay un camino muy largo, demasiado largo.

Sin ir muy lejos, Cuba tuvo la intención de convocar a jugadores profesionales radicados en México para el Preolímpico de las Américas en junio del 2021. Se conversó con varios peloteros, quienes hasta llegaron a dar el visto bueno a la espera la negociación con sus respectivos clubes de cara a una eventual liberación, pero al final no se concretó nada.

Entonces, no basta solo con intenciones. Las autoridades cubanas necesitan dar un paso adelante, ser más convincentes y decididos para cumplir con un deber sagrado: presentar al mejor equipo que se pueda armar en representación de millones de fanáticos dispersos por todo el mundo.

Cuba está abierta a convocar a jugadores de las Grandes Ligas a su selección nacional

No puede ser tan delirante la idea de establecer comunicación con la diáspora beisbolera, amplia y diversa como nunca antes había sido. Cuba cuenta con el apoyo absoluto de la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol en la figura de su presidente, el italiano, Ricardo Fraccari, quien ha dado muestras en estar muy interesado en rescatar de alguna forma el prestigio de la Isla en la arena internacional.

Ahora bien, si Fraccari defendió a la FCB como único ente facultado para presentar un equipo en el Clásico Mundial ante el intento de la Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales (ACPBP) de convocar una escuadra independiente, también debería interceder como puente a fin de que se respete el derecho a ser convocados de los jugadores de la Isla que residen en Estados Unidos, México, Japón, Corea del Sur o cualquier otro país.

En este sentido, la muy criticada ACPBP ha logrado reunir a muchos de esos peloteros y reclamar por sus derechos, algo inédito y necesario. Por su influencia, ellos bien podrían contribuir también a armar una mesa de diálogo, imprescindible para conocer la disposición de los jugadores a unirse en un mismo equipo bajo el amparo de la FCB, aunque sea solo para competir en el Clásico Mundial.

No obstante, por ahora la voluntad de la ACPBP es mantenerse al margen de la FCB dadas sus antagónicas posturas e ideales políticos, lo cual tampoco contribuye a lograr un eventual punto de encuentro.

Para el béisbol cubano, que comprende un sinfín de actores tanto dentro como fuera de la Isla, urge solucionar todos estos entuertos, algo que solo será posible sobre la base del respeto y el compromiso mutuos.

Necesitamos todos entender que en un equipo Cuba con los peloteros “de aquí y de allá” es el de millones de fanáticos, muchos de los cuales estarían dispuestos a aparcar sus diferencias políticas e ideológicas con tal de ver enfundados en la misma camiseta de cuatro letras a los mejores peloteros de un país que, a pesar de los pesares, sigue suspirando por su béisbol.

En las circunstancias actuales, si no escogemos el camino de la inclusión debemos entonces prepararnos para un solo escenario: el desafío del Clásico terminará en otra derrota que hundirá todavía más en las penumbras el prestigio y el legado del deporte de las bolas y los strikes en la Isla.

Salir de la versión móvil