¿Quiénes son los nuevos inmortales del Salón de la Fama de Matanzas?

La Galería de la Fama del béisbol matancero ha reunido a buena parte de las más destacadas personalidades del deporte nacional en Cuba. Foto: John Vila

La Galería de la Fama del béisbol matancero ha reunido a buena parte de las más destacadas personalidades del deporte nacional en Cuba. Foto: John Vila

La Galería de la Fama del Béisbol en Matanzas sigue creciendo como importante espacio de rescate y respeto a la memoria histórica del pasatiempo nacional. Así lo confirma la exaltación de dieciséis nuevas figuras al templo de inmortales del deporte de las bolas y los strikes en la plaza yumurina, una de las más apasionadas en la Isla.

El Palmar de Junco, sitio de obligada referencia cuando se habla de pelota en Cuba, fue testigo de la tercera inducción a este Salón de la Fama, en el cual han sido premiados jugadores, mentores, historiadores y periodistas, todos con un importante legado en el béisbol matancero más allá de que hayan nacido o no en la urbe occidental.

En la Clase del 2018, por ejemplo, sobresale el historiador y periodista Severo Nieto, precursor de esta Galería de la Fama yumurina en 1992, hace casi 30 años. Muchos lo consideran como el padre de la estadística del béisbol cubano por sus análisis y crónicas en el Periódico Girón y por sus libros publicados sobre esa temática.

Resaltan también en la inducción de los 2018 estelares del periodismo que nunca se despegaron de los diamantes: Eddy Martín y Francisco Soriano. El avileño, una de las voces distintivas de la pelota en la Isla junto a Bobby Salamanca y Héctor Rodríguez, fue un defensor del Palmar de Junco como patrimonio del béisbol cubano, además de abogar por la edificación allí del Salón de la Fama nacional.

Eddy, siempre audaz, conocedor y cortés, marcó pautas en el comentario deportivo, puso en alto el nombre de Cuba en los escenarios competitivos de mayor nivel mundial, fungió como formador de nuevas generaciones y tuvo el privilegio de narrarle a la fanaticada de la Isla grandes éxitos deportivos.

Por su parte, Pancho Soriano, sigue vinculado al béisbol después de 45 años de narración, larga carrera que tuvo un punto cumbre en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, donde se convirtió en el primer comentarista matancero en trabajar en una cita estival.

Nacido en 1946, este ilustre yumurino obtuvo el Gran Premio de Periodismo Deportivo de la Radio en el 2010 y ahora se une a los inmortales de la pelota en la Atenas de Cuba.

Durante la exaltación, Soriano se mostró agradecido por ser incluido en la Clase del 2018, plagada de prestigiosos atletas y personalidades del béisbol matancero cuya obra descubrimos a continuación.

El premio a "Pancho" Soriano es también un reconocimiento a la prensa deportiva que se ha dedicado al béisbol. Foto: Isabel Aguilera Aguilar/Trabajadores
El premio a “Pancho” Soriano es también un reconocimiento a la prensa deportiva que se ha dedicado al béisbol. Foto: Isabel Aguilera Aguilar/Trabajadores

TOMÁS “PIPO” DE LA NOVAL

Aunque nació en Regla, el ultramarino poblado habanero, “Pipo” de la Noval hizo carrera en la Atenas de Cuba con el Deportivo Matanzas, conjunto al cual dirigió en la década del 40 del pasado siglo con notables resultados.

El mentor fue campeón de la Unión Atlética Amateur en 1943 y 1945, años en los que contaba en su nómina, entre otros, con los llamados primeros “Tres Mosqueteros” yumurinos: Ángel “Catayo” González, Rogelio “Limonar” Martínez y Sandalio “Potrerillo” Consuegra. De la Noval también ganó plata con el Matanzas en la Liga Cubana de Béisbol Profesional de La Tropical.

JOSÉ HOMMA NAKAMURA

Este cienfueguero debe ser, probablemente, uno de los pocos descendientes asiáticos que dirigieron en Series Nacionales. Nakamura condujo a Matanzas en la novena edición del clásico de las bolas y los strikes (tuvo récord de 26 victorias y 36 derrotas), aunque sus mayores logros –dos títulos– llegaron con el Central Tinguaro en la Liga Pedro Betancourt.

Nacido en el Central Covadonga, en Cienfuegos, jugó en la Unión Atlética Amateurs y como profesional dejó su huella en Estados Unidos, México, Nicaragua, Colombia, República Dominicana y Cuba. Actualmente, a sus 93 años, vive en Colón.

ÁNGEL “CATAYO” GONZÁLEZ

La primera versión de los “Tres Mosqueteros” de Matanzas no tenía su fortaleza en el rectángulo ofensivo, sino en la lomita de los lanzadores. Rogelio “Limonar” Martínez, Sandalio “Potrerillo” Consuegra y Ángel “Catayo” González conformaban aquel fabuloso trío que edificó las bases del éxito del Deportivo Matanzas en 1943 y 1945.

“Catayo”, villaclareño de nacimiento, era el único de los tres serpentineros que no estaba en el Salón de la Fama yumurino, por lo que su exaltación ya era una demanda impostergable. Su carrera con el Deportivo Matanzas comenzó temprano, con solo 18 años, y allí brilló al eslabonar una cadena de 55 escones marca absoluta del béisbol cubano en cualquier liga, según los registros de los historiadores yumurinos.

ÁNGEL “EL AMERICANO” FLEITAS

Y si se habla de los “Tres Mosqueteros” como pilares fundamentales de los triunfos del Deportivo Matanzas en la década del 40 del pasado siglo, no se puede excluir de la ecuación el papel de Ángel “El Americano” Fleitas, torpedero y capitán de esa escuadra monarca en 1943.

Natural del Central Constancia, en Cienfuegos, Fleitas también incursionó en las Grandes Ligas de Estados Unidos, donde vistió la franela de los Senadores de Washington en la campaña de 1948, aunque solo apareció en 15 partidos.

EVELIO HERNÁNDEZ

Evelio Hernández. Foto: Isabel Aguilera Aguilar/Trabajadores
Evelio Hernández. Foto: Isabel Aguilera Aguilar/Trabajadores

Evelio Hernández dio algunas vueltas, pero finalmente recaló en Matanzas y allí alcanzó la gloria en el béisbol. Nació en Nicaro, se mudó a La Habana, donde saltó a los diamantes, pero sus años de éxitos los vivió entre Henequeneros y Citricultores, los dos conjuntos del territorio yumurino que conquistaron par de campeonatos en la década del 70.

Sus números ofensivos no son tan relevantes (promedio de 247 en diez Series Nacionales), pero fue un receptor efectivo y de fuerte brazo, cualidades que le permitieron erigirse en pieza clave de los Henequeneros monarcas de 1970 y, sobre todo, en los Citricultores de 1977, que también subieron a lo más alto del podio con él como Jugador Más Valioso.

Los éxitos a nivel doméstico lo ayudaron a integrar la selección nacional en varias oportunidades, incluidas participaciones en torneos del orbe, panamericanos y centroamericanos.

ROBERTO MAZA

Su inclusión en el Salón de la Fama del béisbol matancero tan pronto como en su tercera exaltación ha despertado ciertas polémicas, pues algunos especialistas consideran que otros peloteros tienen mejores registros históricos para merecer tal premio.

Sin embargo, la metodología de separar a jugadores nativos de la provincia y a los que nacieron en otros territorios le ha dado una prematura oportunidad a Roberto Maza, natural de Bainoa.

Calzando los arreos jugó en 11 Series Nacionales, pegó 560 jits, remolcó 242 carreras y dejó un promedio de bateo de 245, números discretos, incluso en una época no tan prolífica en materia ofensiva.

Sus números defensivos, sin ser impresionantes en cuanto a promedio (976), cantidad de errores (86) o passed ball (97), destaca el 47.06 % de corredores capturados en intentos de robo (256 atrapados en 544 oportunidades), incluido en el Top-15 de los receptores en Series Nacionales.

CARLOS KINDELÁN

La vida de Carlos Kindelán Limonta fue corta, pero muy intensa. Camarero de bajo perfil, siempre estuvo bajo la alargada sombra de Antonio Pachecho o Juan Padilla, algunos de los intermedistas que acapararon los cintillos en los años 80.

Precisamente, Kindelán emergió como segunda base de garantías tras dejar atrás a los Industriales, a los Metros y a su tierra natal –La Habana–, donde era bien complejo tener continuidad con Padilla en escena. Pero ese movimiento rumbo a Matanzas lo marcó y lo colocó en la senda dorada, tanto a nivel nacional como internacional.

En las filas de Henequeneros ganó los campeonatos de 1990 y 1991, participó en otras dos postemporadas e integró la selección nacional a la Copa Intercontinental de Barcelona 1991, en la cual Cuba ganó el cetro.

Pero luego de ese vertiginoso ascenso a la cima, la vida le reservó a Carlos Kindelán un episodio amargo, una terrible insuficiencia renal que derivó en un trasplante de riñón. Tras recuperarse jugó otros tres años en Series Nacionales, aunque realmente su cuerpo no le permitiría ir mucho más allá.

Murió en 1998 con 35 años, demasiado joven y con demasiadas experiencias por transmitir. No obstante, se le recuerda como un pelotero fundamental en los Henequeneros de Gerardo “Sile” Junco. En 14 Series Nacionales promedió 283, con 63 jonrones, 357 impulsadas, 974 de average defensivo y 467 doble plays facturados.

MIGUEL ÁNGEL DOMÍNGUEZ

Para un territorio que ha añorado siempre el buen béisbol y los triunfos de los equipos de la locales, llama la atención de que hayan tardado tres años en exaltar al Salón de la Fama al primer mentor campeón con un equipo de la provincia después de 1959.

Ese es Miguel Ángel Domínguez, fundador de la Nacional y manager de Henequeneros en la edición de 1970, cuando confluían en la nómina yumurina Wilfredo Sánchez, Félix Isasi, Rigoberto Rosique, “El Curro” Pérez, Tomás Soto o Jesús Torriente.

EDMUNDO “SANDY” AMORÓS

1955 World Series Highlights | Brooklyn Dodgers vs New York Yankees

Jugó en la Liga de Pedro Betancourt y se erigió en figura de referencia del béisbol matancero, pues en un lapso de cinco temporadas, Sandy Amorós intervino tres veces en la Serie Mundial y ganó una de ellas como protagonista.

En 1955, con los Brooklyn Dodgers, Amorós se coronó al batear cuatro sencillos en cinco partidos, con un jonrón, tres anotadas e igual cantidad de remolques contra los Yankees. Pero no solo por su bateo se le recuerda en aquella memorable serie.

En el séptimo partido de la misma, no arrancó como titular, pero salió de cambio a la defensa en el sexto episodio y realizó una gran atrapada en las profundidades del bosque izquierdo que se convirtió en doble play. Así los Dodgers conservaron una ventaja de dos carreras y consiguieron titulares ante los Mulos del Bronx.

ANTONIO “TONY” TAYLOR

Despliegue la lista de cubanos con más de 2000 jits en las Grandes Ligas de Estados Unidos y se encontrará, entre otros pocos nombres, el de Antonio “Tony” Taylor, estelar que saltó al profesionalismo en 1954 y triunfó con los Cachorros de Chicago, los Phillies de Philadelphia y los Tigres de Detroit.

Nació en Colón y jugó allí en la Liga de Pedro Betancourt, aunque su afán era destacar en MLB, circuito en el que sentó cátedra por casi dos décadas, con más de 200 bases robadas y más de mil anotadas, 459 extrabases y 598 remolques.

JESÚS TORRIENTE

El nombre de Jesús Torriente se pierde, quizás, entre la amalgama de estrellas y nombres históricos de nuestro béisbol, pero con total merecimiento puedo incluirse como uno de los inmortales del pasatiempo nacional, más en Matanzas.

Natural de Jagüey, al sur de la provincia, Torriente se ganó la admiración de sus fanáticos como miembro de la delegación del Cerro Pelado a los Centroamericanos de 1966, y también por sus dos victorias contra Estados Unidos en los Panamericanos de Winnipeg 1967, cuando Cuba no pudo subir a lo más alto del podio.

Por si fuera poco, en los elencos yumurinos fue un abridor de lujo, particularmente destacado por el título de Henequeneros en la Serie Nacional de 1970.

ERWIN WALTERS

Podrán pasar los años, pero Erwin Walters siempre será el primer campeón de bateo de Series Nacional y su primer Jugador Más Valioso, premios conquistados en 1962, cuando vestía la casaca de Occidentales.

Walters formó parte de un maravilloso elenco que también incluía a Tomás Soto, Urbano González y Antonio “Chucho” Rubio, entre otros, liderados por el mentor Fermín Guerra.

El espigado jardinero llegó a Series Nacionales –jugó diez– con experiencia, pues había ganado la triple corona ofensiva en la Liga de Pedro Betancourt. Lamentablemente, Erwin Walters murió a principios de este 2018.

TOMÁS SOTO

En menos de diez años de Series Nacionales, ya Tomás Soto había ganado tres campeonatos con tres equipos diferentes. Occidentales, Industriales y Henequeros fueron sus conjuntos victoriosos, en los cuales se le estimó siempre por su inteligencia y calidad.

El “Caballero Dartañán”, fundador de los clásicos de las bolas y los strikes, no puso límites a sus éxitos y también salió titular como manager, al guiar a Citricultores a la corona en la temporada 1983-1984.

Tomás Soto (derecha) es una de las figuras ilustres del béisbol matancero. Foto: Isabel Aguilera Aguilar/Trabajadores
Tomás Soto (derecha) es una de las figuras ilustres del béisbol matancero. Foto: Isabel Aguilera Aguilar/Trabajadores
Salir de la versión móvil