Yosvani Torres: Mirar hacia atrás y comprender que uno ha sido útil

Hace dos meses, Yosvani Torres cumplió 40 años. Con esa edad, ya muchos peloteros cubanos no son bien vistos, aunque mantengan las cualidades y el deseo de seguir en el diamante. Sobre este asunto y otros detalles de su carrera, el derecho pinareño, ahora residente en España, conversó con OnCuba.

Yosvani Torres fue uno de los lanzadores más trabajadores y consistentes de la última década en el béisbol cubano. Foto: Ricardo López Hevia.

En cada salida al box, el inolvidable narrador y comentarista deportivo Héctor Rodríguez le llamaba el “cazador submarino”. En su natal Minas de Matahambre, ese era el mayor entretenimiento de Yosvani Torres Gómez, quien alternaba su hobby con el trabajo en la vega, parte esencial de la vida de muchos pinareños.

Pero todo eso fue antes de que el béisbol llegara –quizás un poco tarde– para ocupar su tiempo y su mente, antes de que se dedicara por completo a congelar los bates rivales con su fina puntería y su magia para hacer abanicar al aire mientras sus envíos rompientes caían por el precipicio.

Durante varios años, la astucia de Torres le permitió liderar el pitcheo de los Vegueros y ser parte esencial de los staff nacionales, participando incluso en el Clásico Mundial del 2017. A pesar de no tener la velocidad demoledora de los clásicos ases, el vueltabajero se las ingenió para convertirse en el alma de los títulos pinareños de 2011 y 2014, y también contribuyó de manera decisiva en el cetro de Cuba en la Serie del Caribe de San Juan, Puerto Rico (2015).

Yosvani Torres junto al resto de los jugadores pinareños que integraron el equipo cubano al Clásico Mundial del 2017. Foto: Tomada de su perfil de Facebook.

A sus 39 años, Torres parecía en condiciones de seguir aportando en el béisbol nacional, pero sorpresivamente apostó por el retiro luego de ganar el campeonato como refuerzo de los Cocodrilos de Matanzas en enero pasado.

Con el título bajo el brazo, el pinareño partió rumbo a Valencia, España, desde donde tuve el privilegio de entrevistarlo para conocer los detalles de su decisión de salir de Cuba, así como las expectativas en esta novedosa aventura europea.

“Al comentarle a mi esposa de mis intenciones de retirarme porque las cosas no me estaban saliendo bien, ella me pregunta que si estaba dispuesto a acompañarla a España si le llegaba una beca que había solicitado. Le dije que sí, que lo hiciera, pues a mí, incluso, me venía como anillo al dedo por ser esa una forma de retirarme y alejarme del béisbol en Cuba.”

¿Tan mal te sentías?

No se trata de que me sintiera bien o mal, es que sinceramente en Cuba cuesta mucho trabajo retirarte y mantenerte de verdad al margen del béisbol. La gente siempre te está diciendo que puedes seguir, te dan ánimos porque entienden que todavía tienes condiciones, pero yo no podía permitirme continuar y que los resultados hicieran mella en el trabajo que hasta ese momento venía realizando bien. Se dio entonces la posibilidad de la beca para mi esposa y aquí estoy.

Pero en España te has insertado en el béisbol…

Cuando vine para acá ya sabía que se jugaba béisbol, contacté a varios jugadores de Valencia y me dijeron que Michel Rodríguez estaba aquí. Me puse de acuerdo con él, hablamos con el director y así surgió todo. La idea de jugar acá es buena, porque aquí tienen partidos una vez por semana, y ese sistema me ayudará a alejarme poco a poco del terreno, e influirá en mi desentrenamiento.

En entrevistas anteriores has hablado de lesiones y problemas de salud por los que estabas atravesando. ¿Fueron determinantes en la decisión del retiro o sentías que ya no eras el mismo?

En las últimas tres temporadas comenzaron a aparecer problemas físicos desconocidos hasta entonces para mí. En el primer año que dirigió Pedro Luis Lazo (Serie 57) tuve un esguince de grado dos con ruptura de ligamento, que me sacó del terreno 18 días. Podrás imaginarte que en pleno campeonato eso fue fatal, porque después de estar inactivo cuesta recuperar la forma deportiva. Ese año mis resultados no fueron los mejores. A los tres días de estar entrenando ya me subí al box a lanzar y no era lo adecuado.

Yosvani Torres fue determinante en los títulos de los Vegueros en 2011 y 2014, pero en los últimos tres años afrontó diversos problemas de lesiones. Foto: Ricardo López Hevia.

¿Se repitieron entonces?

Y dilo. En la temporada posterior que fue también con Lazo, no clasificamos a la segunda fase y yo me sentí muy mal en esa primera ronda. Yo soy hipertenso desde los 20 años y nunca me tomaba la presión. Al regresar un día a casa cuando ya sabíamos que no clasificábamos, me tomé la presión y la máxima y la mínima andaban casi parejas. El médico me dijo que no llevaba tratamiento, que lo único que llevaba era reposo.

Me echó a perder ese año, no pude estar disponible para la segunda etapa si me pedían de refuerzo.

¿Estaba consciente la dirección del equipo de todo lo que te pasaba?

Ya después sí, pero recuerdo que lancé nueve entradas un partido contra Isla de la Juventud con mucho descenso, estaba muy débil pero no lo comenté con nadie, porque incluso lo ganamos. Después me sucedió igual en otro juego contra Guantánamo en Imías, que terminé en muy malas condiciones. Estaba ganando una por cero y lo perdí en el noveno.

Y el último año en el que lancé hice toda la preparación con un espolón en el pie izquierdo, que prácticamente no me dejaba entrenar. Hice mi primera salida después de cinco días con fiebre, el espolón del calcáreo me dio un tirón muy fuerte en una asistencia que hice detrás de home y estuve un mes sin ir al terreno. Ya todas esas cosas son una señal que te indica que el momento cumbre está cerca, y que el retiro es inevitable.

Con todo listo para empezar en España, llegó la pandemia y paralizó las actividades, entre ellas Liga de Béisbol de la que ya eras parte con el equipo de Valencia. ¿De qué manera transformaste tu preparación física, al no ser igual en un terreno de pelota?

Cuando llega la pandemia ya llevaba un mes entrenando con el equipo, llegó la fase uno y me quedé aquí en la casa con las pesas, mis ligas y todos los días me pongo un plan de entrenamiento haciendo diferentes tipos de ejercicios, simulando carreras en el puesto, cuclillas, ejercicios de salto, abdominales, trabajar mucho la mecánica, ver vídeos míos lanzando de hace años, puliendo los errores cometidos, pues corrigiéndose uno mismo puede ayudar a los muchachos más jóvenes.

Pienso que aproveché mucho el tiempo de cuarentena en ese aspecto, bajé cuatro kilogramos, quemé bastante grasa, mejoré la mecánica, busqué mucha información de los músculos que se trabajan en el brazo, que es lo que influye en el lanzamiento. Ahora solo espero el día de comenzar y medirme ante un contrario, pero me parece que estoy en muy buena forma.

Otro de los que te dio una cordial bienvenida en España fue un viejo amigo tuyo de la Isla, que continúa escalando el box sin importarle la edad. ¿Qué opinión te merece Remigio Leal?

Para mí Remigio es la muestra de la perseverancia, del amor al deporte. Creo que ha demostrado que cuando los atletas se preparan, cuando son conscientes de que pueden hacer lo que les gusta, pues lo logran el tiempo que se lo propongan. Me quito el sombrero ante él, porque mucha gente en Cuba no valora que en otros países como en España, por ejemplo, se trabaje y juegue al mismo tiempo. Remigio ha logrado mantenerse por años realizando las dos funciones.

Yosvani Torres con su familia. Foto: Tomada de su perfil de Facebook.

¿Qué piensas de ese concepto que existe en Cuba de que un pelotero o un atleta a cierta edad, ya está viejo?

Cierto que en Cuba hay un hábito de decirle viejo al atleta desde muy temprano y no sé cuál es la razón. A mí, por ejemplo, comenzaron a decirme veterano desde los 33 años y estaba dentro de los primeros en entradas lanzadas y carreras limpias, al mismo tiempo que lanzadores con menos edad que la mía, estaban prácticamente liquidados o con menos rendimiento. Yo pienso que un atleta, mientras se mantenga bien físicamente, se proteja de lesiones, esté en el peso ideal, haga una buena preparación acorde a su edad y maestría, puede durar mucho tiempo.

Lastimosamente en Cuba se subvalora mucho al pelotero, sobre todo después que cumple 33-34 años, como si ya estuviese viejo. Esa es la edad idónea, cuando uno se siente verdaderamente fuerte porque lo es mentalmente y tiene más confianza en sí mismo.

Es que como decías, se ha dado el caso de deportistas y hasta peloteros más jóvenes que han terminado temprano su carrera…

Precisamente a eso iba. Fíjate si es así, que con 25 años, si el deportista no se cuida está tan expuesto al desgaste y a las lesiones como el de 34-35 años. Lo que vale es la forma en que tú estés y lo que puedas demostrar, por eso hay que darles más confianza a esos hombres y que demuestren lo que pueden hacer. En ningún caso la opción debe ser apartarlos ni decirles viejos, eso lo que destruye la moral de los atletas y se le falta el respeto a su trabajo. Hay que ayudarlos mucho más a ser útiles, es un punto a valorar y tratar de ser menos críticos.

¿Cuáles son los momentos más gratos que conservas de tu carrera?

Tuve momentos increíbles. Cuando ganamos la Serie del Caribe en 2015 en San Juan fue tremendo, las temporadas nacionales de 2011 y 2014 con Urquiola nos trajeron experiencias inolvidables. Pero otras medallas, no precisamente de oro, también se disfrutaron mucho por el esfuerzo que se hizo como equipo para poder conquistarlas”.

Fuera de Pinar del Río reforzaste a Villa Clara y Matanzas en par de ocasiones. ¿Cómo ha sido la acogida en esos equipos y territorios?

Fue una experiencia muy bonita, porque me acogieron con un cariño que me llegaba muy profundo, di el máximo en ambas provincias. Hubiese querido que mis resultados fuesen mejores, pero me queda el consuelo de que me entregué e hice lo que mis posibilidades me permitieron. Nunca fui a matar el tiempo ni a tapar un hueco, y estoy muy satisfecho por la acogida que recibí en ambos lugares.

Yosvani Torres lanzó como refuerzo de Villa Clara en la Serie 56. Foto: Ricardo López Hevia.

Justamente con los Cocodrilos ganaste hace solo unos meses el título de Cuba. ¿Cómo se vive con la experiencia de ser campeón con otra provincia, con otro equipo?

Ser campeón es una experiencia increíble. Uno trabaja para eso y los fanáticos lo agradecen y lo disfrutan, pero cuando tu equipo no clasifica te queda eso de que vas a reforzar a otro sabiendo que ya el tuyo no compite y que en tu provincia no hay béisbol. Eso te hace proponerte y decirte a ti mismo que tienes que esforzarte y dar más, mucho más, para lograr esa efervescencia, ese apoyo de tu afición, esa fiesta y celebración con tu fanaticada. Pero ser campeón en cualquier circunstancia le da a uno por dentro una sensación muy agradable.

Desde hace años residías en La Habana con tu esposa, ¿recibiste propuestas para jugar con Industriales?

Yo empecé a vivir en La Habana y entrenar muy cerca de los Industriales por el año 2007, y sí, como no, siempre hay alguien que se te acerca a comentarte de las ventajas de jugar con los azules, ya que vives en La Habana y todo te queda más cerca, etcétera, pero nunca me gustó la idea de jugar con otro equipo que no fuera el de mi provincia. Fíjate que yo tengo un juego perdido jugando en contra de Pinar del Río, con Holguín, donde Yosvani Peraza me dio jonrón, y te digo que no me gusta estar en contra de mi gente nunca, por eso no acepté.

¿Qué recuerdos tienes de tus comienzos?

“De mis comienzos en las Minas tengo recuerdos muy bonitos que irán conmigo toda una vida; las Series Provinciales, los viajes en ómnibus con aquellos atletas humildes, los entrenamientos, sobre todo con mi hermano que era quien me recibía y vivíamos todo el tiempo fajados, jugando en el terreno de pelota cerca de mi madre en Santa Lucía. Jamás podré olvidar todo eso.

¿Recordamos otra vez por qué lo de “cazador submarino”?

(Sonríe) Lo de cazador submarino fue en un play off contra Sancti Spíritus. Tuve una crisis de columna muy fuerte, salí a lanzar en el Capitán San Luis con televisión. Me hacen squezze play y cuando voy a agacharme no puedo fildear el rolling, la bola se me va dentro de los pies. Lancé y aquello fue un desastre.

Perdimos el juego y yo regresaba muy mal por aquel desenlace. Cuando llegamos al hotel me pregunta Héctor Rodríguez, al coincidir en el elevador rumbo al restaurante: “¿Y tú a que te dedicabas antes de jugar béisbol que comenzaste tan tarde?” Yo le respondí: “Mire Héctor, lo único que he hecho en mi vida es trabajar en la vega y pescar submarino”. Desde ese entonces, cada vez que salía a lanzar y él narraba, me decía el cazador submarino.

Yosvani Torres se distinguió siempre por su aplomo y concentración en la lomita. Foto: Ricardo López Hevia.

¿Con cuáles directores y entrenadores te sentiste más cómodo?

Yo he tenido muy buenos directores y muy buenos entrenadores, desde que comencé en la Academia con Alberto Torres Chacón y Reinaldo Costa, hasta mi retiro. Siempre tropecé con excelentes entrenadores… Raciel Iglesias, Jesús Bosmenier, Oliva, Jesús Guerra, en fin, me es muy difícil mencionar nombres porque yo me entendí con todos, incluso con los que me tocó de otras provincias al igual que los directores.

Siempre se te vio en cualquier lugar improvisar una décima, en el ómnibus con el equipo, en el Hotel, antes de comenzar el juego… ¿viene por herencia?

“Yo me crecí pegado a la Sierra de Bejuquera, donde no había ni corriente, nos alumbrábamos con faroles, y entonces cantábamos décimas. Mi abuelo tenía una guitarra y cantaba con mi papá. Yo me sumaba con ellos de vez en cuando, hasta que comencé a improvisar.

Esa es una de las cosas que me identifica. Yo soy guajiro, vengo de la décima, del campo, de las tradiciones cubanas, que no son fáciles de olvidar y que son muy bonitas. La décima me llena mucho, me gusta hacerlas cada vez que tengo tiempo y creo que me sale bastante bien.

¿Qué representa el aficionado para Yosvani Torres?

El mensaje que quiero darle a todos, es que siempre pienso en ellos dondequiera que esté, que siempre daré el máximo en lo que haga, pues me demostraron que superarse en la vida y hacer cosas por la familia y por los demás, vale la pena. Mirar hacia atrás y comprender que uno ha sido útil en la vida de las personas es un regocijo y me ha servido de aliciente en cada salida al terreno. Como entrenador, en un futuro, trasmitiré a los jóvenes lo que aprendí, el amor por el deporte. Les haré saber que con empeño y perseverancia, el triunfo llega. 

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