Bitácora 57: a bailar el toca-toca…

Cada vez se usa menos el toque de bola en MLB, pero en Cuba se recurre demasiado a esta jugada. Foto: Zona de Strike.

Cada vez se usa menos el toque de bola en MLB, pero en Cuba se recurre demasiado a esta jugada. Foto: Zona de Strike.

Me pregunto si alguien puede explicarme por qué en una liga donde se batea 281 colectivamente y se anotan más de diez carreras como promedio por encuentro, los managers siguen recurriendo de modo enfermizo al toque de sacrificio.

Difícilmente aparezca una respuesta convincente. Se pueden ensayar argumentos como la falta de actualización de los conceptos tácticos, el conservadurismo o la testarudez (esa variante dura de la crisis de neuronas), pero ninguno alcanzará a justificar la necesidad de continuar echando mano, a diestra y a siniestra, de un recurso obsoleto en el béisbol moderno.

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Frente al toque, como mismo sucede con el transporte urbano o el surtido de las tiendas, allá afuera hay un mundo y acá adentro otro muy diferente. Allá está en vías de dinosáurica extinción; acá florece en permanente primavera.

No se entiende que en Cuba, donde existe bateador designado y un pitcheo más allá de lo paupérrimo, se consumaran 218 sacrificios en los primeros 180 juegos de la Serie 2017 (eso, sin contabilizar los siempre numerosos intentos fallidos). El ejemplo paradigmático es el de Industriales, que pese a promediar 318 con corredores en las almohadillas, acumula más de un toque por partido.

La tendencia es totalmente distinta en el mejor béisbol del planeta. Durante la temporada pasada hubo 1025 toques de sacrificio en la MLB, número muy inferior a los 1667 de solo cinco años antes. El average global establecido entonces, 0.21 por choque, constituye un record histórico según Baseball Reference.

Es decir, se tocó aproximadamente una vez cada cuatro desafíos. ¿Y por qué? Básicamente porque el análisis estadístico (en este caso, el Run Expectation) ha probado que existen más posibilidades de anotar con un hombre en primera sin outs, que con un corredor en segunda y un out.

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La vieja escuela de avanzar a los corredores con el toque ha quedado en desuso progresivo en virtud de que muchos mentores consideran que se trata de un out desperdiciado. Tanto es así, que los propios lanzadores de la Liga Nacional –antes sacrificados a destajo- lo están abandonando en la cuneta.

Es el resultado de la cruzada contra el toque desatada por Bill James y la sabermetría. Quedó claro que la vieja jugada, tan simbólica del período romántico del béisbol, retrasaba en lugar de adelantar, como lo corrobora el acontecer de cada campeonato.

¿Da resultado tocar? Es decir, ¿incide directamente en la consecución de más triunfos? Boston y Houston, líderes de las divisiones Este y Oeste en el llamado ‘joven circuito’, son las escuadras que menos han tocado en la campaña. En cambio, tres de las que más lo han hecho (Atlanta, San Diego y Cincinnati) ya quedaron sin opciones de postemporada, y la otra (Miami) tampoco tiene un horizonte despejado que digamos. E igual ha funcionado de este lado del mar, pues Pinar -que detesta apelar al sacrificio- manda cómodamente en la clasificación.

Ojalá no se me malinterprete. Esto no es una diatriba contra el toque, sino contra su uso indiscriminado. Hay momentos –eso sí, muy contados momentos- en que las circunstancias indican que es viable ejecutarlo. Pero no hay que exagerar. A fin de cuentas, los outs son demasiado valiosos como para regalarlos.

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