Ernesto Aroche: “El boxeo es mi vida”

Con casi 30 años de experiencia en las labores de preparador, el pinareño Ernesto Aroche siente que le queda mucho por aportar al boxeo.

Ernesto Aroche (al centro) durante su etapa como entrenador de Costa Rica. Foto: tomada de Diario Extra.

En la Federación Española de Boxeo, a Ernesto Aroche Moreno (San Luis, 1974) le apodan “El Maestro”, lo cual no deja de sorprender, porque no hace ni medio año que comenzó a adiestrar jóvenes pugilistas ibéricos. Pero igual de asombroso es el hecho de que al cubano, solo unos meses después de llegar a Costa Rica en el 2015, comenzaron a llamarlo “El Forjador de campeones”.

Al final, cualquiera de esos dos títulos los tiene bien ganados Aroche, cuya hoja de ruta como entrenador en el mundo de los puños es notable, empezando por los años de trabajo al lado del prestigioso Pedro Roque, un preparador de talla mundial que le ayudó a crecer en el arte de la formación de atletas de alto rendimiento.

Ese fue el punto de partida de una carrera vertiginosa, que incluye experiencias profesionales en Indonesia, Costa Rica y ahora España, así como historias jugosas en la preparación y formación de grandes figuras cubanas, de la talla de Jorge Gutiérrez, Guillermo Rigondeaux, Odlanier Solís, Yan Barthelemy, Yudel Jhonson, Yuniel Dorticós. 

La vida de Aroche ha estado ineludiblemente ligada al boxeo. Desde niño, con ocho años, se puso los guantes, subió al ring y empezó a pelear con el único empuje de su abuelo, porque en la familia nadie había practicado este deporte antes. Jesús Serradet, por aquel entonces pugilista de Pinar del Río, comenzó a entrenarlo, sin idea de que su pupilo continuaría ascendiendo.

“En 1984, con el ya fallecido Rolando Benítez, trabajé mucho para pulir distintas lagunas técnicas que arrastraba, y con 13 años ingresé en la EIDE Ormani Arenado. Me pusieron a pelear en los 38 kilogramos, división en la que combatí en Juegos Escolares y otros torneos por Cuba. Recuerdo que tuve la oportunidad de combatir, nada más y nada menos, que con Lorenzo Aragón. Cuatro veces nos enfrentamos y cada uno ganó dos peleas”, relata Aroche, quien llegó a representar a Cuba en torneos juveniles en México, Puerto Rico y Venezuela.

Ernesto Aroche no pudo continuar su vida como deportista, pero ha hecho carrera en los cuadriláteros en funciones de entrenador. Foto: cortesía del entrevistado.

Sin embargo, una lesión truncó su carrera deportiva y lo empujó definitivamente a los estudios y a la incursión en las tendencias modernas de entrenamiento, las cuales aprendió de la mano de Roque, Mariano González, Humberto Horta o Maikro Romero, algunos de los entrenadores relevantes con los que trabajó.

“En 1992 tuve una lesión y los médicos recomendaron mi retiro. Pasé momentos muy tristes, de mucha depresión, pero por aquellos años yo había obtenido una beca de Licenciatura en Cultura Física en la Habana. Alguien a quien le debo mucho hoy día, Pedro Roque, me pidió que no regresara a Pinar, que me quedara estudiando allá y de paso lo ayudara en la preparación de los juveniles, categoría que él atendió muy bien. Así fue como comenzó mi carrera como entrenador, con sólo 19 años”, recuerda Aroche.

Desde aquel momento han pasado ya casi tres décadas, durante las que el preparador vueltabajero ha apotrtado al desarrollo de grandes estrellas cubanas —algunas de las cuales han llegado hasta el profesionalismo— y de pugilistas de otras naciones, como Costa Rica, donde se ganó la admiración de todos luego de guiar a David Jiménez al bronce en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.

“En Costa Rica trabajé durante cinco años. Llegué ahí a una base de entrenamiento con la selección cubana y me hicieron la invitación para preparar a sus atletas de cara a los Juegos Panamericanos de Toronto. Acepté aquel reto y logramos que David Jiménez, en los 52 kilogramos, ganara a la única presea costarricense en citas multideportivas continentales”, recuenta Aroche, quien después de aquel resultado recibió la llamada del Comité Olímpico de Costa Rica para ser entrenador a tiempo completo de su selección nacional.

“Yo acepté aquella propuesta y desde entonces me he enfocado un objetivo claro: contribuir al crecimiento cualitativo de los atletas. En el caso de Jiménez, por ejemplo, hoy ya es un boxeador profesional que alcanzó recientemente el título latino del Consejo Mundial de Boxeo, y pasó por mis manos. De alguna manera, mis consejos le aportaron y esa es una de las grandes satisfacciones que tengo”, asegura Aroche.

Ernesto Aroche (derecha) junto a David Jiménez, único medallista panamericano de Costa Rica. Foto: tomada de La Nación.

Pero, en la vida, nada es para siempre. Desde el pasado año, la pandemia del coronavirus ha modificado la realidad y los planes de todos, entre ellos la Federación de Boxeo de Costa Rica, detalle que redirigió el itinerario de Aroche directo a España.

“La Federación nunca ha estado entre las más poderosas en el ámbito de la nación, y con la pandemia ha atravesado por múltiples dificultades económicas, al punto de que me vi afectado salarialmente. Solo entonces pensé en la oferta que tenía de España desde hace rato y decidí aceptarla, hasta que inicié las labores aquí en Europa en noviembre pasado. Pero todo esto sucedió sin violentar ningún proceso, de hecho, mi relación con Costa Rica finalizó en los mejores términos, y les estoy agradecido por la oportunidad de trabajar con ellos estos años”, apunta Aroche.

En España, ha regresado al entrenamiento en su parcela favorita: la formación de jóvenes talentos. “Yo he laborado como preparador de juveniles en Cuba, estuve con los mayores en Indonesia hace ya casi ocho años y en Costa Rica también, pero ahora regreso a la categoría 15-16, la que más me ilusiona. Me gusta trabajar con estos púgiles porque tengo la oportunidad de enseñarles las cuestiones técnicas fundamentales y cuando pasan al siguiente nivel ya solo es perfeccionar”, explica.

Aroche ha comenzado pisando fuerte en el Viejo Continente. Si bien quedó a las puertas de una medalla de bronce en el Mundial juvenil celebrado a finales de abril en Polonia, antes consiguió cuatro coronas, una plata y cuatro bronces en el Torneo Internacional “Danas Postniakas”, en Lituania.

Estos son solo los primeros pasos de Aroche en Europa, donde pretende cosechar mejores resultados a corto plazo. Además, espera una inyección emocional que le permita trabajar con más fuerza: su familia. “Todavía mi esposa y mis dos hijas están en Costa Rica y quiero tenerlas acá para que mi felicidad sea completa”, señala.

A pesar de la distancia, Aroche sigue siendo un apasionado del boxeo cubano. Disfrutó en Polonia el título del joven Jorge Luis Felimón y observa con optimismo las perspectivas de la armada antillana de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio, aunque reconoce que el nivel ha descendido un poco comparado con décadas anteriores.

“Para mí, las causas de que el boxeo cubano haya bajado tanto el nivel es que no tenemos segundas figuras actualmente. Fíjate, hoy existen más de 40 atletas con menos de 30 años que están fuera del país, es decir, peleando en México, Nicaragua, Rusia, Alemania, Panamá, Estados Unidos…Y no solo eso, más de 70 entrenadores de categoría tampoco están hoy en Cuba por diferentes motivos. Entonces, lo que toca es seguir trabajando para lograr el desarrollo de los jóvenes”, apunta.

No hay un día en que Aroche no despierte pensando en San Luis, su pueblito natal de Pinar del Río: “Qué puedo decirte: yo salí con 16 años de la provincia pero todos mis recuerdos, mis sueños, mis travesuras, están allí. Mis raíces, mis comienzos están allí. Yo amo a Pinar del Río; te lo confieso categóricamente”.

¿Y el boxeo? “Mi vida toda. Desde los ocho años empecé y ya tengo 46. Sueño con él.”

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