Casanova, linaje de peloteros

Foto: Ricardo López Hevia

Pasados casi cuarenta años, pudiéramos cuestionarnos si en su debut en Series Nacionales la novena de Forestales hubiera logrado algo más que el puesto 12 en caso de retener en sus filas a un muchacho espigado y esquelético, pero a todas luces una estrella en potencia en el universo de las bolas y los strikes.

Luis Giraldo Casanova Castillo tenía 18 abriles por aquel entonces, con ganas de comerse el mundo, pero una llamada al Servicio Militar Obligatorio lo excluyó del segundo elenco vueltabajero, a pesar de las gestiones realizadas por los preparadores Juan Charles Díaz y José Manuel Cortina.

No obstante, el potencial del “Señor Pelotero”, como luego lo bautizara el eterno Bobby Salamanca, jamás pasó inadvertido y un año más tarde se enfundó en la casaca de Vegueros para dar vida a una de las carreras más notables en la historia del béisbol cubano, coronada con cinco títulos nacionales y un impresionante palmarés en la arena internacional.

Natural del Central Orozco, en Bahía Honda, el jardinero sentó cátedra en el cajón de bateo, con una mecánica depurada y un campo de acción muy amplio, pues produjo con igual efectividad para los tres ángulos del terreno, sin obviar la velocidad y destreza que desplegaba en el corrido de las almohadillas.

Semejantes credenciales le confieren, casi de manera unánime, la distinción de mejor jugador cubano en las últimas cuatro décadas, aunque al parecer esto no fue motivación suficiente para su hijo Erlis o su sobrino Reinier, quienes decidieron convertirse en lanzadores, tal vez influenciados por la discreta trayectoria (seis temporadas, 125 juegos, 21 ganados, 11 perdidos, 25 salvados y promedio de limpias de 3,41) en el box de Leovigildo Casanova, padre de Reinier y tío de Erlis.

El primero de los jóvenes despuntaba por sus condiciones en Pinar del Río, pero tras la campaña del 2009 salió del país, mientras Erlis, en las sombras por aquel entonces, agotaba la paciencia de muchos por su inconsistencia en la lomita, mal que siempre lo asoló en los albores de su recorrido.

Mas en la pasada campaña el derecho de Consolación del Sur, tras seis campañas cercanas al anonimato, enderezó la ruta al punto de escalar al cuatro puesto entre los mejores serpentineros del país, con 10 éxitos, 2,51 de promedio de limpias y 111 entradas de labor, aspecto muy valorado entre los abridores.

“Ahora me siento fuerte, preparado para enfrentar grandes volúmenes de trabajo. He logrado dominar la ubicación de mis principales lanzamientos, sobre todo la recta, además de pulir la sinker, la slider, el tenedor, este último con la ayuda de Rogelio García”, asegura Erlis, quien aspira a incluirse en la nómina definitiva de Cuba en el Tercer Clásico Mundial de marzo próximo.

En pos de dicha meta, el portentoso derecho labora sin cesar y los frutos se notan en la presente campaña beisbolera, en la cual suma siete apreturas y casi medio centenar de entradas, con 1,89 limpias permitidas y 195 de promedio oponente.

¿Sus armas? Muerde las esquinas en busca de mantener a los bateadores fuera de balance, apoyado sobre todo en la recta y la slider, ubicadas mayormente en la parte inferior de la zona, aunque todavía debe afinar sus envíos en el interior y también desarrollar el cambio de velocidad, instrumento de contraste muy apropiado teniendo en cuenta su repertorio.

Siguiendo la norma de cada lanzador, se cuida de cuanto contrario enfrenta, pero extrema medidas con el espirituano Frederich Cepeda.  “Todos son complicados, se paran en el home a hacer su trabajo, pero Cepeda para mí es superior, el más difícil de dominar. Tiene buena zona de bateo, fuerza y tacto, cualidades que te obligan a lanzar perfecto, sin equivocaciones”, explica.

Pese a que muchos especialistas lo colocan entre los abridores de cabecera del país, Erlis considera que tiene un inmenso camino por delante para alcanzar el tope de su rendimiento.

“Yo digo que estoy empezando a lanzar. He mejorado, pero la carrera es larga y estoy aprendiendo como se escribe béisbol. Tengo la deuda de aumentar la concentración, mi estabilidad y realizar pequeños ajustes para consolidarme”, concluye.

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