Clásico Mundial 2017: El tren yanqui llega a su destino

Los estadounidenses jugarán su primera final de un Clásico. Foto: @WBCBaseball.

Los estadounidenses jugarán su primera final de un Clásico. Foto: @WBCBaseball.

La húmeda noche de Los Ángeles fue testigo hace unas horas de la primera clasificación del Team USA a una final del Clásico Mundial. Japón –el histórico divo del evento– dio pelea hasta última hora aferrándose a las artes del pitcheo, pero los guantes (o los nervios) no le respondieron y vio caer su invicto. El score definitivo, 2×1, dice poco de las muchas lecturas del partido.

Estados Unidos-Japón: El belicoso olor de la revancha

Mi Top Five

1-“Solo sé que no sé nada”. La máxima socrática le viene a la pelota como el anillo al dedo. Hacía solo una semana, Yomoyuki Sugano había sido castigado con saña por la inexperta batería cubana, hasta el punto de soportar siete hits y cuatro anotaciones en un cuarteto de episodios. Sabrá Dios si es que andaba con el biorritmo por el piso, o si acababa de recibir noticias sobre el fallecimiento de algún primo. Lo cierto es que el derecho engulló anoche a un line up lleno de sluggers que tan solo le pudo conectar tres imparables en seis innings. Tenía el control endemoniado, la autoridad por los celajes y la cutter –oh Mariano Rivera– en estado de gracia. Vapuleado por Cuba, conquistador del Norte. ¿Quién lo habría presagiado? ¿Tal vez alguien de Delfos?

2-La aventura estadounidense en el Clásico 2017 confirma que a los viejos –desde su delicioso empirismo incontestable– no les falta razón con aquello de que el pitcheo es el 75 por ciento de un equipo. Los norteños batean como infantes (solo .238) pero lanzan en calidad de expertos (2.47 limpias por encuentro). Apenas dos de los nueve titulares están sobre .300, pero tienen boleto a la final amparados en unos brazos que regalaron 13 bases y 58 ponches. Únicamente así, con un cuerpo abridor imponente y un bullpen de apariencia infalible, es posible sostener la esperanza de una escuadra tan desorientada en el home plate.

3-A veces somos crueles. Digamos, muy exigentes con nosotros. Pedimos la cabeza de Carlos Martí cuando insistió en Carlos Benítez como titular, y pasamos por alto que Jim Leyland –ese mismo, el tres veces Manager del Año en las Ligas Mayores– es aún más caprichoso. Porque el granmense casi no tenía para dónde virarse en la desgracia, pero Leyland dispone de unas cuantas estrellas en el banco. Ha insistido con Nolan Arenado como cuarto madero, y el de los Rockies le promedia .115 con nueve strike outs y contando. Ha insistido en rezarle a las musas de Giancarlo Stanton, y el hombre se le poncha prácticamente una vez cada dos turnos. Tiene sentados a Alex Bregman, Daniel Murphy, Paul Goldschmidt, y no le importa. Pobre Carlos Martí si hacía eso.

4-A Japón, que es una maquinaria suiza cuando de defender se trata, se le fue el juego –y el Clásico– al campo. En el cuarto capítulo, el segurísimo Kikuchi mofó el trueno de Yelich y después vino el hit impulsor de McCutchen. Y más tarde, en el octavo, Adam Jones soltó un noble conejo saltarín que Matsuda no pudo recibir para ponerle out en el plato al temerario Crawford. Fueron los dos instantes clave en el partido. Ya se sabe: al mejor escribano se le va una pelota.

La defensa de Japón malogró el buen trabajo de su pitcheo. Foto: Twitter.
La defensa de Japón malogró el buen trabajo de su pitcheo. Foto: Twitter.

5-Seamos pragmáticos: el futuro del Clásico pasa por la aceptación que consiga en los Estados Unidos. Por eso, el torneo requería que el equipo de las barras y estrellas diera un golpe de timón al curso de las cosas y acabara de rendir una buena faena, después de tres fracasos de distinta magnitud. Son las reglas del mundo en que vivimos: según les vaya a ellos, irá el Clásico. Y ahora, qué buen síntoma, han llegado a la final. A los efectos de la salud del campeonato, es como si se tomara una pastilla de la eterna juventud.

G: Dyson. P: Senga. S: Gregerson. HR: Kikuchi.

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