¿Cómo ha logrado el voleibol masculino cubano superar una década de fracasos?

Tras diez años de constantes derrotas y decepciones, el voleibol masculino cubano ha encontrado la luz al final del túnel con la clasificación a la Liga de las Naciones 2023

Miguel Ángel López es una de las principales estrellas del equipo cubano en la actualidad. Foto: Volleyball World.

Durante la última década, el voleibol masculino cubano ha vivido capítulos infames. Derrotas ante rivales de menor calibre y tradición, fuga constante de talentos que hoy brillan como miembros de otras selecciones nacionales, pésima gestión federativa para relacionarse con su diáspora, escándalo extra deportivos… A fin de no perdernos, podríamos resumir todo en una guía con más detalles.

* En junio del 2012, a menos de dos años del subtítulo en el Campeonato Mundial de Italia, Cuba no pudo completar su objetivo de inscribirse en los Juegos Olímpicos de Londres. Una derrota contra Alemania en el torneo clasificatorio enterró las opciones del plantel que, increíblemente, un mes después del descalabro logró la medalla de bronce en la Liga Mundial.

* Un episodio que mostró el principio de la decadencia absoluta fue la Liga Mundial del 2013. Tras conseguir el tercer escaño en el 2012, la escuadra nacional solo pudo ganar un partido en la siguiente edición. Ese resultado provocó el descenso a un tercer nivel del torneo para el 2014.

* Cuba llegó al Campeonato Mundial del 2014 en Polonia con el cartel de subcampeón, aunque ya no tenía en sus filas a casi ninguna de las estrellas de la exitosa cruzada en la lid del 2010. Robertlandy Simón, Wilfredo León y Yoandy Leal, Raydel Hierrezuelo, Yoandri Díaz y Fernando Hernández, los principales protagonistas de aquella victoria, ya no estaban en la selección. Con este panorama, el conjunto dirigido por Rodolfo Sánchez solo logró tres triunfos en 12 partidos y compartió el lugar 11 con Argentina.

Mundial de Voleibol: la clase cubana del 2010 todavía brilla

* La suerte de Cuba no cambió en las Ligas Mundiales de 2015 y 2016, en las que solo ganaron seis partidos de 21 y culminaron en los puestos 18 y 22, respectivamente. No obstante, en enero del 2016 el plantel consiguió el boleto a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro tras superar a Canadá en el clasificatorio de Norceca celebrado en Edmonton.

* Se suponía que la clasificación a los Juegos de Río 2016 representaría un punto de partida para el resurgir del voleibol masculino cubano y una nueva generación que, sin llegar a los niveles de excelencia de Simón, Leal o León, presentaba credenciales y daba muestras de crecimiento. Sin embargo, a un mes de la cita estival, varios jugadores de la selección nacional fueron arrestados en Finlandia como sospechosos de una agresión sexual, lo cual provocó un enorme escándalo, demandas, juicios, sentencias… Lo cierto es que el suceso obligó a Cuba a mandar un equipo emergente, inexperto y desarticulado a Río 2016. ¿Resultado? Cinco derrotas en cinco partidos y último lugar.

* Después del 2012, Cuba tampoco pudo cosechar demasiados éxitos en el contexto regional y continental. En los Juegos Centroamericanos y del Caribe, por ejemplo, se logró una medalla de bronce en Veracruz 2014 y en Barranquilla 2018 quedaron fuera del podio. En estas lides, se perdió con rivales de mucha menor tradición como Puerto Rico, República Dominicana, Colombia, México. En los Juegos Panamericanos la historia no fue diferente: sin medallas en Toronto 2015 y plata en Lima 2019 luego de caer ante Argentina en la final.

* En enero del 2020, la selección nacional volvió a perder de manera dramática su oportunidad de participar en los Juegos Olímpicos. La clasificación a Tokio 2020 se esfumó tras caer ante Canadá en el Preolímpico de Vancouver, donde llegaron estar ganando dos set por cero en el partido decisivo. Sin embargo, desperdiciaron esa ventaja y quedaron fuera de la lid estival.

¿Qué viene para el voleibol cubano tras perderse Tokio 2020?

Esta línea de tiempo es ilustrativa de las angustias y desconsuelos del voleibol masculino cubano durante la última década, en la cual han existido dos constantes: decepción y frustración. El primero de estos sentimientos viene dado, como es lógico, por los continuos fracasos desde el punto de vista competitivo, y el segundo por el hecho de saber que teníamos la posibilidad de contar con estrellas de máximo nivel y no logramos concretarlo.

En este período de tiempo, las autoridades del voleibol cubano no lograron establecer un diálogo fluido y constructivo con la generación más talentosa de jugadores del país, todos emigrados. Pese a la necesidad de reflotar el deporte de la malla alta en la Isla, nunca se realizaron las aproximaciones adecuadas y varios de esos efectivos terminaron nacionalizados en Italia, Polonia o Brasil.

Existía mucho temor de que algo similar sucediera tras el Preolímpico de Vancouver en el 2020, pero un cambio en la gestión de los contratos nos permitió mantener unida a la actual generación, que ha ido dando saltos de calidad en la arena profesional. Muchos de las principales figuras del equipo nacional en la actualidad comenzaron sus aventuras en circuitos rentados por Argentina, para después dar el brinco a Europa o Brasil.

Esa evolución progresiva ha sido clave en este lapso, porque la mayoría de los jugadores han llegado a clubes donde han podido jugar en vez de pasar tiempo en la banca, o sea, sus saltos a niveles superiores se han dado cuando han estado realmente listos. Así han encontrado estabilidad grandes talentos como Miguel Ángel López (Sada Cruzeiro-Brasil) y Marlon Yant (Lube Civitanova-Italia), dos piezas fundamentales en la nueva hornada de jugadores cubanos.

Por su parte, Jesús Herrera, Julio César Cárdenas y Osniel Mergarejo han hecho la transición al máximo nivel tras cumplir sus compromisos en Argentina y Francia, los cuales le han abierto las puertas del voleibol italiano. También en el circuito transalpino ha recalado Roamy Alonso tras experiencias previas en Francia, mientras Javier Concepción se ha movido entre Argentina, Polonia y el país galo.

Más jugadores antillanos también han sido insertados en ligas profesionales mediante la gestión de la Federación Cubana de Voleibol, que debe continuar trabajando para potenciar a figuras en ascenso como los pasadores Adrián Goide y Liván Tabaoada, o el líbero Yonder García.

Otro detalle importante en este cambio del voleibol masculino cubano ha sido la reinserción en las filas de la selección nacional de un estelar como Robertlandy Simón, a quien se ha unido Michael Sánchez, jugador igualmente con mucha experiencia en distintos torneos a nivel de clubes. En este sentido, se logró derribar un muro tras años de incomprensiones.     

El punto cumbre de todo este proceso ha sido la inobjetable victoria en el Challenger clasificatorio a la Liga de las Naciones. En Seúl, sede del torneo, la escuadra dirigida por Nicolás Vives mostró su mejor rostro en años. La estabilidad e intensidad en el juego, y la capacidad de respuesta cuando estuvieron debajo en la pizarra fueron armas fundamentales para un plantel que, justo antes de la competencia perdió a Simón y al capitán Liván Osoria, contagiados con coronavirus.

Pero la sed de triunfos de estos jugadores y el deseo de regresar a la élite pesaron mucho en el desempeño colectivo, que nos abre las puertas a la Liga de las Naciones 2023. La inserción ese torneo era un paso vital en el resurgimiento definitivo de la disciplina, que difícilmente hubiera logrado sostener a la actual generación sin las garantías de participar en un evento de máximo calibre.

Ahora Cuba enfila a un nuevo horizonte con un reto mayúsculo: probar que cuenta con la calidad necesaria para mantenerse en la élite. Ese objetivo solo será posible con la seriedad, entrega y superación de jugadores y cuerpo técnico, pero también con la gestión aguda de los federativos.

En el 2023, la selección nacional tiene por delante la mencionada Liga de las Naciones, los Juegos Panamericanos y los Centroamericanos, entre los cuales habrá muy poco tiempo. Afrontar estos retos con una base de 12 o 14 jugadores es un suicidio si la meta es obtener resultados de calidad. Es necesario entonces que las autoridades avancen en el proceso de conversaciones con voleibolistas insertados por su cuenta en circuitos profesionales que hayan manifestado interés en volver a vestir la camiseta de las cuatro letras. La profundidad es un aspecto fundamental de cara al futuro…

Por otra parte, hay que encontrar la manera de invertir las ganancias de contratos profesionales en el desarrollo del deporte en la base. Cuba no puede seguir contando con campeonatos nacionales testimoniales en todas las categorías, porque así costará cada vez más descubrir talentos. De momento, se han dado pasos para superar un largo período de fracasos, pero no podemos pensar que todo está hecho ni ser complacientes. Esto es solo el comienzo…

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