Copa Panamericana: del voly un pelo

La victoria cubana en la IX Copa Panamericana de Voleibol es uno de esos pequeños placeres de la vida a los cuales ya casi no estábamos acostumbrados. Sin embargo, tales lauros no deben crear falsas expectativas acerca del próximo Mundial de la disciplina al cual viajarán nuestros jugadores.

Ganar invictos genera siempre una buena dosis de euforia colectiva. Súmele a ello que dos integrantes de la plantilla (Javier Jiménez y David Fiel) resultaron escogidos para el All-Star de la lid celebrada en México, y que el capitán Rolando Cepeda fue votado como el MVP del torneo americano.

Visto así, sería imposible negar que la incursión en tierras aztecas debe ser considerada como un verdadero éxito, amén de que Brasil estuviera ausente y los estadounidenses no enviaran a los hombres que les dieron el reinado de la Liga en este 2014.

Pero resultaría torpe sacar fuera de contexto la realidad de estos resultados, pues Cuba no enfrentó a rivales de peso en el ámbito universal: apenas se vio frente a equipos históricamente débiles y segundas plantillas de naciones con tradición y resultados.

Más bien, analizando los partidos con detenimiento y manteniendo a un lado la pasión, la corona panamericana cede algunos de los méritos que le endilgamos tras el rotundo 3-0 del partido final.

Fuera del cartel de invictos, la actuación de los nuestros tuvo poco de placentera. Por el contrario, ajustadas victorias (3-2) sobre Puerto Rico, Venezuela (cuartos de final) y Argentina (semifinal) dan una idea clara de que esta IX Copa no fue precisamente un paseo de rosas para los jóvenes voleibolistas cubanos, quienes ya van dando muestras de la calidad que poseen, aunque es evidente que les restan muchas horas de vuelo para conformar un verdadero equipo capaz de regresar a los primeros puestos del planeta. Aún así, véase, el saldo para los dirigidos por Rodolfo Sánchez es muy positivo.

Tras la renovación del plantel en los dos últimos años, los jugadores cubanos no habían sido capaces de eslabonar una cadena de títulos como los alcanzados en 2014, año en el cual los nuestros acumulan balances de tres coronas en tres certámenes

Ahora, al derrotar a USA 3-0 (25-16, 25-23 y 25-23) en el partido por la corona continental, los cubanos se ganaron el derecho de ubicarse en el primer nivel de la Liga Mundial de Voly en 2015; boleto que trocarán por uno a la segunda división, según informó la Federación Nacional de la especialidad. Una decisión conservadora, y muy acertada.

Las coronas en el tercer nivel de la Liga Mundial, el Norceca sub-21 y ahora la Copa Panamericana no deben nublar nuestro juicio, ni significan que los cubanos están listos para sumarse a una fiesta donde bailarán a Brasil, Italia, Rusia, Irán, Estados Unidos… No es solo un frío cálculo económico —aunque seguramente tiene un porciento de este—, se trata más bien de no apresurar a una generación a medio construir y que nada podría hacer —por el momento— contra elencos de primera categoría.

Tampoco la idea es restar posibilidades a los discípulos de Sánchez, quienes podrán acceder a la lucha por el cetro de la Liga una vez hayan ganado el ya competitivo segundo nivel de la lid.

Sin embargo, la preocupación inmediata del equipo es su presencia en el Campeonato Mundial de Voly, que tendrá lugar en Polonia entre el 30 de agosto y el 12 de septiembre. Allí los cubanos deberán demostrar que los títulos conseguidos este año son resultado directo de la calidad de una generación ganadora —como se avizora esta hornada—, y no del poco nivel exhibido por sus rivales de turno en los torneos disputados.

En Polonia tendremos una idea concreta del desarrollo alcanzado por la plantilla cubana en este último año y será un flashazo de lo que hallarán estos jugadores en la próxima Liga Mundial.

Para ser francos, la realidad es una: solo un milagro podría llevar a los cubanos a la lucha por las medallas. Cuba arribará a Europa como subcampeona del mundo, pero de aquel plantel que consiguió la plata en Italia 2010 solo estarán presentes el capitán Rolando Cepeda, el central Isbel Mesa y el líbero Keibel Gutiérrez.

Mientras ese momento llega, lo más recomendable es continuar disfrutando (siempre en su justa medida) de los triunfos que ha regalado este año el voly cubano en su rama masculina, pequeños placeres de la vida y del deporte que, desde hace un tiempo, habíamos olvidado a qué sabían.

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