Cuba, el rey Pirro y cinco oasis en el desierto

La actuación de Cuba en los recién concluidos Juegos Olímpicos de Londres-2012 tiene un sinfín de lecturas. Los más fanáticos idolatrarán durante buen tiempo las cinco medallas de oro conquistadas, los más oportunistas solo recordarán que se superó la faena de hace cuatro años en Beijing, y los más críticos verán el lugar 16 alcanzado por la Mayor de las Antillas como una victoria pírrica.

Los representantes de la tierra de José Martí cosecharon cinco preseas áureas, tres de plata y seis de bronce, y de paso comandaron a todos los países de América Latina y el Caribe en el medallero general, cuyo reparto se asemejó bastante al habitual en las reuniones del G8 (sin Canadá y con la exclusiva inserción China).

Cada cubano vivió a plenitud el sorpresivo triunfo del tirador Leuris Pupo en pistola rápida a 25 metros; explotó de emoción con el excelso título de la judoca Idalys Ortiz, victimaria en su trayecto al oro de la “invencible” china Wen Tong; movió el eje del planeta con la soberbia demostración dorada del semidiós de la lucha greco Mijaín López; y se quedó sin habla de tanto gritar durante las disertaciones de los boxeadores Roniel Iglesias y Robeisy Ramírez, dos campeones inesperados.

Sin embargo calificar de descollante la actuación de la embajada atlética cubana sería vender humo en florines. Si el rey Pirro de Epiro hubiera contemplado esta batalla de Londres dijera lo mismo que hace 24 siglos: “Otra victoria como ésta y volveré solo a casa”.

Por más que estén presentes en nuestros corazones los performances del nadador Hanser García, el decatlonista Leonel Suárez, la pertiguista Yarisley Silva, o el luchador Liván López, también debemos cerrar los ojos y llenarnos de pragmatismo para recordar que alcanzamos en total 10 medallas menos que en Beijing y, además, el menor número de preseas desde Montreal-1976. Demasiado preocupante.

Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad, decía Platón. En Londres se observaron atletas importantes con bajo rendimiento, algunos nuevos con un nivel lejano a la enorme exigencia de unos Juegos Olímpicos, otros aquejados de lesiones en momentos cumbre, y varios con rostros asustadizos ante tamaña competición.

¿Mejoramos respecto a Beijing? Unos dirán si, otros simplemente no, la respuesta la dejaré a su gusto, la verdad absoluta solo la tienen los oráculos, aunque es válido acotar que solo uno de los favoritos al título refrendó su condición con oro puro y duro, Mijaín, los otros cuatro cetros olímpicos llegaron todos –sin excepción- de manera inesperada.

Ojalá esas cinco medallas de oro sirvan para algo más que engalanar discursos triunfalistas. Ojalá esos cinco oasis en el medio del desierto desaten la vorágine de cambios que el deporte cubano pide a gritos desde hace más de una década. Ojalá haya movimientos para mejor porque “de qué sirve decir la verdad sobre algún acontecimiento puntual que se crítica si no se dice nada contra el hecho que lo origina”, explicó el famoso dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, en su tesis “Las cinco dificultades para decir la verdad”.

Veremos que ocurre en Río de Janeiro-2016, una cita que ofrendará zamba por doquier y exigirá a los cubanos un extra superlativo para revalidar su corona entre las naciones latinoamericanas.

Medallista de Cuba en los Juegos Olímpicos de Londres-2012:

Oro:

-1.Leuris Pupo, pistola rápida a 25 metros.

-2.Idalys Ortiz, judo, +78 kilogramos.

-3.Mijaín López, lucha grecorromana, 120 kilogramos.

-4.Roniel Iglesias, boxeo, 64 kilogramos.

-5.Robeisy Ramírez, boxeo, 52 kilogramos.

Plata:

-1.Yanet Bermoy, judo, 52 kilogramos.

-2.Asley González, judo, 90 kilogramos.

-3.Yarisley Silva, atletismo, salto con pértiga.

Bronce:

-1.Iván Cambar, pesas, 77 kilogramos.

-2.Leonel Suárez, atletismo, decatlón.

-3.Lázaro Álvarez, boxeo, 56 kilogramos.

-4.Yasnier Toledo, boxeo, 60 kilogramos.

-5.Robelis Despaigne, taekwondo, 80 kilogramos.

-6.Liván López, lucha libre, 66 kilogramos.
 

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