Cuba en los Paralímpicos de Tokio: lo vivido y lo que resta

A falta de cuatro días para que finalicen los Juegos Paralímpicos, Cuba aparece en el lugar 38, con par de títulos y otros tantos subtítulos. Pero todavía faltan emociones.

Omara Durand fue otra vez la reina cubana de los Juegos Paralímpicos. Foto: Sputnik Mundo

Los Juegos Paralímpicos de Tokio están ya en su recta final. Luego de nueve días de competencia, la favorita delegación de China lidera cómodamente el certamen, con 68 oros, 43 platas y 36 bronces, en tanto el Comité Paralímpico Ruso (32-20-37) y Gran Bretaña (30-24-32) pugnan codo a codo por el segundo puesto.

A falta de cuatro días para que finalice el evento, Cuba aparece en el lugar 38, con par de títulos, un subtítulo y un bronce, lejos por el momento del propósito de incluirse entre las 20 primeras naciones. Tal previsión, aunque no imposible, resulta a estas alturas en extremo complicada, teniendo en cuenta la amplia repartición del medallero —con 21 países al menos con cuatro metales áureos hasta la fecha— y las opciones reales de la Isla en las jornadas que restan de competencia.

Cuba viajó a Tokio con 16 paratletas, la comitiva más pequeña a una cita de este tipo desde los Juegos de Sidney 2000, a los que asistió con apenas 10. El grueso de la delegación se concentró, como ya es habitual, en el atletismo, que llevó ocho competidores y un guía a la capital nipona; en tanto el judo y las pesas inscribieron dos deportistas, y la natación, el tiro, el ciclismo y el tenis de mesa, solo uno.

Para que se tenga una idea, a Río de Janeiro, cinco años atrás, la Isla llevó 22 paratletas y conquistó 15 preseas (8-1-6), mientras que en Londres 2012, también con 22 deportistas, logró su mejor performance histórico con 17 medallas (9-5-3), para anclar en el lugar 15 por países. Ambas actuaciones, las más fulgurantes de la nación caribeña en Juegos Paralímpicos, estuvieron propulsadas por el notable desempeño de Omara Durand (cinco oros entre Río y Londres) y Yunidis Castillo (3 oros y una plata), pero también por el aporte dorado de otras figuras —como los bicampeones Lenier Savón, de atletismo, y Dalidaivis Rodríguez, de judo— y el respaldo de otras disciplinas al indiscutible peso del atletismo.

Ahora en Tokio, ya sin Yunidis, Dalidaivis y otros experimentados deportistas, y con las dificultades para entrenar y competir que ha supuesto la pandemia, la clave en las aspiraciones cubanas residía entonces en optimizar los resultados y complementar lo más posible a Durand, reina indiscutida de la velocidad en su categoría (T-12, para débiles visuales) y quien viajó a Japón con el objetivo de alzarse —junto a su guía Yunior Kindelán— con los cetros de los 100, 200 y 400 metros para seguir empinando su leyenda.

Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado, y aun cuando la velocista santiaguera confirme todos los pronósticos, la pequeña comitiva antillana no ha logrado cumplir con su ambiciosa meta pre-competencia y tampoco será posible llegar ya a las 100 medallas en total en la historia de estas citas. No obstante, ello no demerita en lo absoluto lo hecho hasta el momento, ni tampoco cierra la puerta a un impulso final que permita a Cuba escalar en la tabla de medallas.

El atletismo, otra vez

Si el boxeo es el buque insignia del deporte cubano en los juegos múltiples convencionales, el atletismo lo es en las justas paralímpicas. El campo y pista sumaba, antes de Tokio, 32 de las 39 coronas de la mayor de las Antillas en estos certámenes, y 67 de las 85 preseas en total.

Ahora en la capital japonesa no cabe duda de que engrosará aún más estos números. En realidad, ya lo ha hecho: los cuatro medallistas cubanos hasta el cierre del 1ro de septiembre son practicantes de este deporte. A la esperada victoria de Omara Durand en los 400 metros —con registro de 52.58 segundos—se unió el sorpresivo título del jovencito Robiel Yankiel Sol, quien con apenas 18 años no solo desbancó a atletas más reputados en el salto largo categoría T46, sino que clavó los pinchos más lejos que nadie en estas lides, al imponer récord paralímpico de 7.46 metros.

La hazaña de Robiel, destacada incluso por el sitio oficial del evento, tiene, además, el plus de haber sido el primer cetro de Cuba en Tokio y la presea áurea número 40 de la Isla en Juegos de esta naturaleza. Se trata, sin dudas, de una memorable actuación que presagia el nacimiento de un nuevo icono del deporte paralímpico cubano.

Juegos Paralímpicos: una medalla de oro sorpresa para Cuba, y otra esperada de Omara Durand

Las otras dos medallas fueron la plata de Lenier Savón en el salto largo (categoría T12) y el bronce del veterano Leonardo Díaz en el lanzamiento del disco (F56). La primera, gracias a un brinco de 7.16 metros —marca para América—, significó el debut de Cuba en el medallero de Tokio y vino a suplir el inesperado revés de Savón en las eliminatorias del hectómetro, que le imposibilitó defender su título de Río de Janeiro. La segunda, por su parte, aun cuando dejó insatisfecho al discóbolo granmense, representa un premio a la consagración de un atleta que suma cuatro preseas paralímpicas en esta disciplina (dos oros y dos bronces).

Además, también merecen una justa mención el jabilinista Guillermo Varona, cuarto en esa disciplina en la categoría F46, con un disparo de 63.30 metros, que significó marca personal y récord para las Américas, y la discóbola Noreivis de las Heras (F44), quien logró su mejor desempeño de la temporada con 30.62 metros, aun cuando su séptimo lugar ahora luzca distante del tercero alcanzado por ella en Río. Finalmente, el saltador Ángel Jiménez se lesionó durante la final de la categoría T12 y terminó en el noveno puesto.

El judo y la natación

Detrás del atletismo, son el judo y la natación los deportes con mejores resultados para Cuba en Juegos Paralímpicos. La Isla ha logrado seis títulos y siete bronces sobre los tatamis en las citas bajo los tres agitos, mientras que ha sacado de las piscinas un oro, dos platas y dos bronces. Sin embargo, esta vez ambos pudieran irse en blanco y no conseguir el propósito de secundar al atletismo como motor de la delegación cubana en la urbe más poblada del planeta.

El judo, que había logrado un cetro y dos terceros lugares en Río de Janeiro, asistió a Tokio con solo dos representantes y con la significativa ausencia de la doble monarca Dalidaivis Rodríguez. Aun así, mantenía la esperanza de alcanzar alguna presea por intermedio de Gerardo Rodríguez (81 kg) y Yordani Fernández (+100 kg), ambos de la clase B3 (débiles visuales).

Sin embargo, esta vez no pudo ser. Fernández, bronce hace cinco años en la urbe carioca en la división inferior, cayó discutiendo este propio metal frente al sudcoreano Gwagg Geun Choi, bicampeón de los 100 kg en Londres y Río. Mientras, Rodríguez, tras ceder en su segundo combate no pudo avanzar en la repesca, también frente a rivales de mucho nivel y más fogueo previo.

No obstante, su entrenador Senén Ramos, quien no pudo viajar a la capital japonesa por ser positivo a la COVID-19 y siguió el torneo desde Cuba, se mostró satisfecho por lo conseguido por sus pupilos y recalcó el hecho de que ambos solo tuvieron 14 combates desde los últimos Juegos Paralímpicos, mientras sus contrincantes compitieron mucho más.

“Para llegar a los podios paralímpicos hay toda una trayectoria que pasa indudablemente por el fogueo al mejor nivel internacional”, explicó Ramos en declaraciones al sitio digital Jit, en las que destacó que tanto Fernández como Rodríguez “se entregaron, se batieron, cayeron con las botas puestas y demostraron que tienen para más”.

La natación cubana, por su parte, está representada únicamente en Tokio por Lorenzo Pérez, ganador de un título y un bronce en la cita brasileña y de otro bronce y una plata en Londres. Con este aval, el granmense (categoría S6) era uno de los principales aspirantes de Cuba a medalla ahora en los Juegos de Japón, en cuya ceremonia de apertura fue uno de los abanderados de la Isla junto a Omara Durand.

Pero en las piletas niponas, Pérez no ha podido hacerse justicia. Primero no logró llegar a la final en los 50 metros libres y este martes tampoco pudo hacerlo en los 100 metros, su principal competencia, en la que se alzó con la corona en 2016 en la llamada Ciudad Maravillosa. Ahora solo alcanzó a marcar 1:08.62, el noveno mejor registro de las clasificatoria y lejos del 1:04.70 que hizo en Río de Janeiro.

Tras este segundo revés, Pérez, de 35 años, comentó a la prensa que debía hacerse un análisis de lo sucedido y “replantearse la estrategia”, sin dudas insatisfecho de quedar alejado de sus objetivos y no poder contribuir con la causa cubana en la tabla de medallas. No obstante, es bueno precisar que su preparación para este evento ha estado lejos de ser ideal, aunque haya tenido —como la del resto de la delegación de la Isla— un cierre importante en una base de entrenamiento en Dubái, y que, por demás, estuvo afectada por la COVID-19, enfermedad que el propio atleta padeció.

Los demás deportes

Las restantes disciplinas en las que Cuba inscribió paratletas en Tokio tenían de antemano menos expectativas en lo que a medallas se refiere. Para las pesas, el tiro, el ciclismo y el tenis de mesa las posibilidades de sumar preseas se antojaban muy complicadas y, en la práctica, al menos hasta el momento, así ha sido.

El mejor resultado de este grupo de deportes en lo que va de Juegos Paralímpicos lo exhibe el tenismesista Yunier Fernández, quinto en la clase T1 (sillas de ruedas), con lo que igualó su performance en Beijing 2008. El campeón parapanamericano de Lima 2019 cayó en cuartos de final en un disputadísimo partido ante el sudcoreano Young Dae Joo, primero del ranking mundial, quien se impuso en el quinto y definitivo set, tras un empate a dos mangas.

Para llegar a esta instancia, Fernández logró una división de honores en su grupo clasificatorio, en el que finalizó en el segundo puesto. Primero cedió ante el también sudcoreano Hyeon Uk Kim, pero luego se repuso para derrotar al suizo Silvio Keller y colarse así entre los ocho mejores del torneo, sin lugar a dudas una actuación relevante.

Las pesas, por su parte, dejaron un sabor agridulce, pues ninguno de sus dos representantes pudo acercarse a sus mejores resultados. Primero la experimentada Leydi Rodríguez Rodríguez (-41 kg), sexta en Río, se fue en blanco luego de que los jueces no consideraran válidos ninguno de sus tres intentos, los dos primeros con 92 kg, y el tercero con 93 kg. De esta forma, la pequeña granmense cayó al sótano de la competencia y no pudo luchar por la que hubiera sido la primera medalla de su deporte en lides paralímpicas.

Comienzo discreto de Cuba en los Juegos Paralímpicos de Tokio

Mientras, Oníger Jesús Dreke finalizó séptimo en la división de 88 kg, alejado del peso que lo había dejado a las puertas del podio cinco años atrás. Esta vez, el forzudo antillano levantó 181 kg, distante de sus 205 kg de Río de Janeiro y su máximo histórico de 208. No obstante, es necesario aclarar que el cubano, de 49 años, no falló ningún intento —tuvo una secuencia exitosa de 170, 177 y 181 kg—, lo que evidencia que a priori no estaba en condiciones físicas de ir más allá.

Mención aparte merece el corajudo Damián López, amputado por debajo de los codos y con una sola pierna, quien obtuvo el lugar 22 en el kilómetro contrarreloj del ciclismo de pista en la categoría C1, y luego mejoró su actuación también en la contrarreloj, pero en la carretera, donde finalizó décimo.

Finalmente, la tiradora Yenigladys Suárez, debutante bajo los tres agitos, concluyó en el puesto 15 de la pistola aire a 10 metros en la categoría SH1. Tras la prueba, la matancera de 33 años reconoció haber competido “muy tensionada por realizar un mejor desempeño”, por lo que, dijo, “las cosas no me fluyeron”.

Lo que resta

Tanto Yenigladys como Damián tendrán todavía una opción más para mostrar su talento y valentía en Tokio, cuando vuelvan a competir este 2 de septiembre. La tiradora saldrá en la próxima jornada en la modalidad de pistola a 25 metros, mientras el pedalista lo hará en la prueba de ruta de su categoría.

Este jueves en Japón —noche de miércoles y mañana de jueves en Cuba— también saldrán al ruedo otros paratletas de la Isla, con lo que este día se pinta como decisivo para las aspiraciones cubanas de mejorar lo hecho hasta hoy. Entre los que tendrán una nueva oportunidad estará, además, el tritón Lorenzo Pérez, en busca de avanzar a la final en los 400 metros estilo libre, distancia en la que logró el metal bronceado en Río de Janeiro. Para el nadador será el ahora o nunca, en aras de reivindicarse tras lo sucedido en las pruebas anteriores, y aunque hasta el momento no le ha ido bien, por su historia y dedicación merece siempre un voto de confianza.

En el atletismo, el jabalinista Ulicer Aguilera (categoría F13) intentará dar otra clarinada ante varios rivales que, en el papel, parecen mejor situados para escalar al podio. La porfía parece tener al británico Daniel Pembroke como claro favorito, gracias a los 66.75 metros logrados este año, pero, aunque luego hay otros aspirantes con mejores registros que el de la Isla en la actual temporada, si el holguinero logra acercarse o igualar su marca histórica (59.12) pudiera entrar de lleno en la lucha por las preseas.

La guinda del pastel de la jornada —y de lo que resta en los Juegos para Cuba— será, quién si no, Omara Durand, que volverá a la pista para buscar su segundo oro en Tokio, ahora en el hectómetro. De momento, la santiaguera ya logró el mejor tiempo de cara a las semifinales, con 11.70 segundos, y es la amplia favorita para repetir su corona de Río. Y también lo es en los 200 metros, prueba que tendrá su eliminatoria el viernes y su final el sábado. De conseguir ambos títulos, la velocista llegaría a ocho cetros paralímpicos en su carrera y elevaría a cuatro la cosecha de la Isla en la capital japonesa.

Esa cantidad, no obstante, se antoja insuficiente para colocar a Cuba en el pelotón de los 20 primeros en estos Juegos, por lo que los restantes paratletas que saldrán a competir este jueves deberían alcanzar al menos otro oro si la delegación antillana aspira a cumplir con sus previsiones iniciales. La tarea, lo reitero, parece harto difícil y de no lograrse marcaría un retroceso en la tabla final con respecto a las tres ediciones anteriores. Habría que remontarse a Atenas 2004, cuando se sumaron dos oros, dos platas y siete bronces, para encontrar un certamen con menos de cinco metales dorados para la mayor de las Antillas.

Sin embargo, más allá de los números, el principal saldo de esta justa para la Isla ha vuelto a ser la entrega y la consagración de sus paratletas, que en muy difíciles condiciones han vuelto a representar dignamente y, por qué no, a encumbrar a su tierra en unos Juegos Paralímpicos. Y consigan o no los propósitos pre-competencia, solo por sus ganas, su compromiso y su valor merecen el mayor de los aplausos.

Salir de la versión móvil