Cuba “fuera de juego” en el ranking FIFA

Partido amistoso entre Cuba y Estados Unidos en La Habana, en octubre de 2016. Foto: Calixto N. Llanes

Partido amistoso entre Cuba y Estados Unidos en La Habana, en octubre de 2016. Foto: Calixto N. Llanes

Cuba ocupó el peor puesto de su historia en la clasificación mundial de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), correspondiente a este agosto, en la cual Brasil sacudió del trono a Alemania.

La selección cubana ancla hoy casi al final de la lista, en la posición 182 entre los 206 equipos registrados. En la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), se ubica en el puesto 27. Clara evidencia de que el deporte más universal en la Isla está en “fuera de juego”.

Por delante de Cuba, por ejemplo, se ubican países como el vecino Haití, Benín, Palestina y las Islas Maldivas. También Nueva Caledonia, Bután, Aruba y Fiyi. Cuesta creer que su desarrollo deportivo –aunque sea en el fútbol– pueda ser superior al cubano.

Una primera lectura sería catastrofista. La crisis de resultados de la Isla, incapaz de dominar siquiera en sus contornos caribeños, parece evidente. Sin embargo, la razón de este tope negativo es algo más complicada. Y necesita de la matemática.

Lugar de Cuba en la clasificación de la FIFA (1993-2017)
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Para entender el porqué de la ubicación cubana debe comprenderse el enrevesado sistema del ranking FIFA, que compila resultados y anuncia las posiciones desde 1993. Y por supuesto, recordar las peculiaridades deportivas y sociales de la Isla.

El método de medición no es el más exacto ni el único, e incluso ha sido remodelado en varias ocasiones para buscar justeza. Ni las distintas áreas geográficas son igual de fuertes, ni tampoco lo son sus sistemas de competencias. Pero el actual ranking es lo más parecido a un termómetro futbolístico y hay que usarlo.

Según la FIFA, “el método de cálculo es sencillo: cualquier equipo que consiga buenos resultados en el fútbol internacional obtendrá puntos que le permitirán ascender en la clasificación mundial”.

La fórmula maldita

Para la clasificación futbolística se tienen en cuenta todos los partidos internacionales “A” –los de competiciones oficiales y amistosos de fecha FIFA–  disputados en los cuatro años precedentes (48 meses). Pero se establece una depreciación de los puntos, según pasan los años. Así, los resultados de los últimos 12 meses se computan íntegramente; los del anterior el 50 por ciento; los del tercero el 30 por ciento; y los del cuarto año, escasamente el 20 por ciento.

La FIFA, como se ve, no premia glorias pasadas. Acorde a sus cálculos, el número de puntos que pueden obtenerse en un partido depende de los siguientes factores:

1- ¿Victoria o empate? (E = encuentro)

Los equipos ganan 3 puntos por victoria, 1 por empate y 0 por derrota. En una tanda de tiros penales, el ganador obtiene 2 puntos y el perdedor 1.

2 -¿Fue un partido importante (desde un amistoso hasta un partido de la Copa Mundial de la FIFA)? (I = importancia)

El coeficiente para medirla establece que para los partidos amistosos (incluidos los torneos menores): I = 1.0; para los de eliminatoria mundialista o en el ámbito de la confederación: I = 2.5; para los de la competición final de confederación o Copa Confederaciones: I = 3.0; y para los de la Copa Mundial de la FIFA: I = 4.0.

3-¿Cuál era la fuerza de los contendientes con respecto a su puesto en la clasificación y la confederación a la que pertenecen? (T = contendientes y C = confederación)

La fuerza de los contendientes (T) se basa en la siguiente fórmula: 200 – el puesto en la clasificación de los contendientes. Como excepción de esta fórmula, se asigna siempre al equipo a la cabeza de la clasificación el valor 200 y a los equipos clasificados en el puesto 150 y subsiguientes se les asigna un valor mínimo de 50. El puesto en la tabla se obtiene de la última Clasificación Mundial FIFA publicada.

Un técnico azzurri conduce a Santiago

Para calcular partidos entre equipos de distintas confederaciones, se emplea el valor medio de las confederaciones a las que pertenecen los equipos. La fuerza de una confederación (C) se calcula de acuerdo con el número de victorias que ha obtenido en las últimas tres ediciones de la Copa Mundial. Los valores actuales son los siguientes:

– CONMEBOL 1.00

– UEFA 0.99

– CONCACAF/AFC/CAF/OFC 0.85

Todos estos factores se sintetizan en una fórmula para determinar el número total de puntos (P = puntos) y, con ellos, el puesto en la tabla del ranking.

He aquí la fórmula mágica: P = E x I x T x C.

De ella nace todo.

El offside cubano

Desde enero de 2017, Cuba comenzó a retroceder en la clasificación y no ha parado de hacerlo. La Isla inició el año en el lugar 154 del ranking, gracias a sus resultados en los 20 partidos jugados entre 2014 y 2016. Pero acorde a los datos de la FIFA, este año no ha jugado siquiera amistosos.

De esta manera, la Isla suma los 31,88 puntos de 2016; los 42,94 de 2015 y los escasos 5,22 de 2014, para un total de 80 puntos. En 2017, como no ha pateado el balón, no tiene puntos nuevos.

Clasificación de la FIFA (agosto 211-agosto 2017)
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Los números no mienten. Según la fórmula de la FIFA, delante de Cuba –huelga decirlo– se ubica más de un centenar de países, algunos infinitamente menores en población que la Isla y, por ende, con una presumible menor cantidad de practicantes. Algunos podrían tener futbolistas importados, pero no todos ni tantos como para que ese sea un argumento justificativo para la Isla.

La pequeña Dominica, por ejemplo, está en el puesto 177 de la clasificación actual. Apenas tiene 73.543 habitantes, según datos del Banco Mundial. De su superficie mejor no hablamos.

El Reino de Suazilandia, al sur de África, sí sobrepasa el millón de habitantes, pero aún así tiene 10 millones menos que Cuba. Su sitio 139 en el escalafón mundial, más de 40 lugares por delante de la Isla, es cuando menos desafiante.

Mucho más arriba en el ranking aparece Islas Feroe, en el puesto 89. Solo tiene 49.117 habitantes. Pero, todo sea dicho, el pequeño archipiélago pertenece a Dinamarca, y por tanto a Europa, así que nos lleva alguna ventaja.

Estos son solo tres ejemplos bajo condiciones distintas. Pero todos tienen algo en común y la FIFA se encarga de explicarlo en sus preguntas más frecuentes:

-Los mayores beneficiados son los equipos que ganan partidos contra rivales mejor clasificados, especialmente contra oponentes en puestos elevados de la clasificación.

– ¿Por qué pueden perder puntos los equipos que han jugado?: Cuanto más tiempo pasa desde que se disputan los partidos, menor relevancia tienen en la clasificación; transcurridos cuatro años, ya no cuentan en el ranking.

Lo anterior condiciona a Cuba en la tabla, cuya posición promedio desde los inicios de la clasificación mundial es el sitio 96. De acuerdo al sistema, sin jugar no se puede subir –incluso jugando se pierde–, y menos ganar fuerza futbolística, lo más importante de todo.

Mundial de Fútbol: Cuba y la lejana Copa

Años atrás el equipo nacional jugaba mucho más. En 2012, cuando ganaron por primera vez la Copa del Caribe, celebraron 15 desafíos puntuables para el ranking. En 2008, fueron 17. Más partidos equivale a más roce, más experiencia competitiva, mayores posibilidades de ascender en el listado.

La mejor ubicación de Cuba fue en noviembre de 2006, en un hoy inconcebible lugar 46. Aquellos tiempos pudieran nombrarse como la “época Miguel Company”, el entrenador peruano que impulsó el fútbol durante su estancia en la Isla entre el 2000 y el 2004, y nos puso en condiciones de tutearnos con grandes del área. Su efecto duraría aun tiempo después, con algunos de sus pupilos al mando del equipo cubano.

De esa época quedó el mejor rendimiento en la Copa Oro, con un pase a cuartos de final en 2003. También aquellos duelos con Costa Rica hacia el mundial de 2006, cuando la eliminación tuvo el dulce sabor de dos empates (2-2 en La Habana y 1-1 en San José), que hicieron soñar a la afición nacional.

¿Tarjeta roja?

De otra ubicación impensada en noviembre de 2013, en el escalón 47 –hija, entre otros resultados, del trono caribeño del año anterior –, Cuba retrocedió 135 puestos hasta agosto de 2017.

La formulita de la FIFA, claro está, no cuenta la fuga masiva de futbolistas en competencias internacionales, hecho que ha minado el balompié en la Isla en las últimas dos décadas. En 2015 el diario Marca publicaba “La Copa Oro, vivero de deserciones”, de Felipe Monforte, apenas un botón de muestra de la sangría constante que ha lastrado al fútbol cubano.

“Iniciada la Copa Oro de Estados Unidos y Canadá con la participación de Cuba, que se enfrentará este jueves en Chicago a México, ya se hacen apuestas sobre cuántos jugadores de la selección cubana abandonarán la concentración para pedir asilo político a EE.UU.”, ironizaba entonces Monforte.

Entre las bajas más destacadas en este evento se cuentan las de Maykel Galindo, quien abandonó el equipo en 2005 y jugó en las Chivas USA de la MLS, y en 2007 la de Osvaldo Alonso, quien defiende los colores de los Sounders de Seattle y está considerado uno de los mejores mediocampistas defensivos de la liga estadounidense en la actualidad.

Súmense a esto los problemas de un campeonato nacional irregular, condenado con frecuencia a cambios de estructura y a jugarse –salvo excepciones– en terrenos más propicios para el pastoreo que para el fútbol. Un torneo en el que los mejores prospectos encallan en el marasmo de la apatía o salen a gestionar contratos independientes por la puerta de atrás.

Un cubanito en la cantera del Barcelona F.C.

La hoy llamada Liga Cubana resulta un espectáculo intrasmisible, y no solo porque apenas sea vista por televisión. La culpa no es de la afición, que a pesar de todo sigue asistiendo a los estadios; tampoco de los jugadores y los cuerpos técnicos. Qué más quisieran ellos.

En un momento en que la mayoría de los niños cubanos juegan a ser Messi y Cristiano antes que a Despaigne y Aroldis Chapman, la Comisión Nacional debería poder hacer más porque esa efervescencia se reflejara en el escenario doméstico. Debería tener las manos más libres y los bolsillos más llenos.

Pero algún demiurgo o maldición se confabula para impedirlo.

Con esa realidad como telón de fondo, poco puede aspirarse a nivel internacional. Mucho tendría que cambiar y en poco tiempo, para que el retroceso en el ranking no continúe. Y no todo debería llegar de afuera, de la caridad de la FIFA.

El horizonte del puesto 200 está al doblar de la esquina.

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