Cuba terminará cuarta en Toronto

Cuba ya no es la segunda potencia deportiva de América; la seguidilla que encadenó desde Cali 1971 llegó a su fin. Estos Juegos Panamericanos han dejado claro que ya no le seguimos los pasos a Estados Unidos, que ya no campeamos por nuestro respeto en disciplinas en las que éramos reyes. Ahora, después de que se esfumaran todas las posibilidades de salir del cuarto escaño en la tabla general, hay que afirmar que el deporte cubano ha caído estrepitosamente dos peldaños abajo. Un resbalón que se venía venir. Los presagios se solidificaron.

Después del boxeo no quedan opciones de sumar en la fecha del adiós, el día que la llama volará de Toronto a Lima, Cuba solo podrá observar callada lo que acontecerá, por lo que no modificará su ubicación en el medallero. Y en esa inmóvil fecha final, en ese impasse de silencio y lamento, se esconde todo: a partir de hoy, tendremos que aprender a observar para asumir, en ocasiones, nuestro nuevo rol de espectadores y no de protagonistas.

Hemos perdido terreno, las estadísticas lo reflejan. No miren, por favor, que al final no alcanzamos a Brasil en la tercera plaza, miren solamente, que Canadá nos dobló en medallas de oros. Una sentencia cruda. No es, como muchos han querido vendernos, que en el continente, que en la zona geográfica, el nivel de los atletas ha subido, no, por ahí no se escurre la cosa, eso es una salida muy cómoda e inextricable. La cuestión real es que la pesa ya no nos tasa igual, que somos más ligeros y esa pérdida de peso nos ha hecho retroceder.

Así las cosas, con Estados Unidos al frente, Canadá como escudero y Brasil en el podio, Cuba llega al último día de competencia sin aspiraciones de mejorar su condición y se queda fuera de los tres punteros de los Juegos. Todo está dicho en Toronto: The End.

Así les fue a los cubanos en la penúltima jornada en Toronto…

Richer Pérez, el rey de la maratón

Richer Pérez asombró a los entendidos con su corona en la maratón.  Foto: Ricardo López Hevia
Richer Pérez asombró a los entendidos con su corona en la maratón. Foto: Ricardo López Hevia

Richer Pérez recorrió las calles de Toronto con soltura. Acompasó su fino cuerpecillo a sus zancadas, al braceo de sus brazos y no tuvo rival. Hizo de la maratón lo que quiso. Creó un pelotón organizado para salir del tumulto, después lo estiró, se llevó con él a los más capaces en una especie de soga que se alargó hasta partirse. Pérez siempre con el cabo en la mano. Pérez siempre en la punta. Y cuando puso la quinta velocidad, les dijo adiós.

A la distancia, ellos, los del pelotón, vieron cómo Richer se hacía cada vez más enano y cómo tomaba como escudero al peruano Pacheco quien lo acompañaría hasta el final, hasta que Pérez decidió que era hora de dejarlo atrás también.

“Había mucho calor, pero yo estoy adaptado a estas temperaturas, en Cuba corro así, muchos de ellos no aguantaron y ahí saqué ventaja”, nos confesó.

Cuando la batalla era contra sí mismo, cuando se acercaba a la meta y el peruano Pacheco seguía a su lado y a esa altura de la competencia no quería dejarlo entrar solo, Richer tuvo que tomar una bolsa de agua a la carrera, aflojar sus revoluciones, charlar con Pacheco en ese trayecto final y preguntarle que si todo estaba bien, que si estaba dispuesto para el remate, porque él, con ese respiro tenía. Pacheco asintió, pero sin hablar. Una seña que Pérez entendió a la perfección: Pacheco low battery.

Entonces Richer abrió turbinas por enésima vez y se llevó consigo la cinta de la meta.

“Estaba exhausto cuando terminé, pero todo se me dio a la perfección. Hice una carrera perfecta, no pensé nunca que entraría con tanta diferencia. Esto es un gran triunfo para los maratonistas cubanos, este oro es para Cuba entera”, sentenció Pérez.

El boxeo también se quedó por debajo

Parece que el hecho de que Cuba colocara un hombre en cada división en la final de Toronto, levantó ronchas en los jueces. Hubo decisiones justas, pero en otras, se les fue la mano. Varios de los nuestros ganaron ampliamente, pero tuvieron que tragar en seco ante los veredictos de los vestidos de blanco. La escuadra antillana llegó hinchada a la final y se desinfló, primero porque no lucieron su mejor versión, y segundo, porque fueron despojados de un par de victorias.

En el primer pareo del segundo cartel final, Yosvani Veitía se confió y terminó viendo como el referee central le levantó el brazo triunfador al estadounidense Antonio Vargas de 18 años. Una pelea ráfaga, de muchos intercambios y poca exactitud en el golpeo. Si bien Vargas no fue mucho más que Veitía, si sacó su ventaja con el ímpetu y el empuje. Siempre fue hacia delante, a como diera lugar y eso, en este tipo de combate definitorio, cuando no hay claridad, termina por definir las cosas.

“Me vi ganador, mi rival casi no me dio, pero le dieron la pelea, que puedo decir, se me escapó el oro, era mío”, le dijo Veitía a OnCuba.

El descalabro del espirituano, lo recompuso Lázaro Álvarez triturando al mexicano Lindolfo Delgado. El pinareño impuso toda su clase, sacó a pasear a su contendiente y no dio margen a la duda. Un triunfo inobjetable. Con el oro en su pecho, Álvarez nos habló: “Cuando uno pone al que está enfrente en su lugar, no da pie para que te quiten lo tuyo, eso fue lo que hice. Este es otro título para mí, es un gran reconocimiento al trabajo diario y al sacrificio de cada día”.

Roniel Iglesias vio como nuevamente les arrebatan un triunfo a los cubanos. Esta vez el beneficiado fue el venezolano Gabriel Maestre quien se llevó una presea que no le correspondía. Iglesias fue mejor, en la larga y en la corta distancia, mucho más efectivo con sus jabs y swines, con sus ganchos al estómago, pero la decisión fue en su contra. “Lo de los árbitros ha sido asombroso, no se puede creer lo que hemos visto, estamos ante un robo, esto da pena” expresó Roniel en total desacuerdo con el arbitraje.

Por suerte, los dos pleitos del cierre terminaron favorables a los antillanos. Los camagüeyanos Julio Cesar La Cruz y Leinier Perot no tuvieron problemas para salir por la puerta ancha en sus respectivos compromisos. De esta manera, Cuba terminó en el boxeo con 6 medallas de oro y 4 de platas.

Se despide el ciclismo con una plata

La plata de Marlies Mejías cerró la actuación de los cubanos en el ciclismo. Foto: Mónica Ramírez.
La plata de Marlies Mejías cerró la actuación de los cubanos en el ciclismo. Foto: Mónica Ramírez.

La canadiense Jasmin Glaesser remató en plena meta a Marlies Mejías. Ambas venían embaladas por la corona de la ruta ciclística femenina, pero la Glaesser sacó fuerza y con estirón diabólico, con un ritmo endemoniado y vertiginoso de sus pedales, dejó a Mejías con las ganas de acariciar la victoria.

Un segundo lugar que duele, que cae al pecho de Marlies con sabor agridulce. La cubana después de su esfuerzo, lamenta esos últimos instantes de carrera: “Era una medalla de suma importancia para Cuba, pero no pudo ser, lo lamento en el alma, al final las piernas no me respondieron, los calambres detuvieron el ritmo que traía”, expresó la medallista de plata.

En la misma competencia, Arlenis Sierra entró cuarta y quedó fuera del podio. Con el cierre de las cortinas en el ciclismo, los cubanos se despiden con tres metales de plata y un bronce, cosecha inferior a los pasados Juegos de Guadalajara 2011, en los que se alcanzaron siete medallas: dos títulos, dos platas y tres bronces.

La mujer más atlética de estos Juegos es cubana

Esa es Yorgelis Rodríguez. Atlética muchacha de solo 20 años, que para sorpresa de todos impuso un nuevo récord panamericano en el heptatlón femenino acumulando una puntuación de 6332 unidades. Una actuación de ensueño lograda durante los dos larguísimos días en que se desarrolló la competencia.

En las primeras pruebas, Yorgelis se mantuvo en el pelotón de avanzada cuando registro 13.81 s en los 110 con vallas, 1.83 m en el salto de altura, 14.14 m en el lanzamiento de la bala y 24.25 s en los 200 m lisos. Pero en la segunda jornada, mejoró sus marcas y se escapó del resto de las competidoras al compilar 6.25 m en el salto largo, 48.32 m en el lanzamiento de la jabalina y 2.22.01 en los 800 m.

Tras la gran actuación, Rodríguez le dijo a OnCuba que “Tenía aspiraciones de estar en el podio pero no de ganar y mucho menos de implantar un nuevo récord. Estoy muy contenta con lo conseguido, deseo seguir dándole estos triunfos a Cuba y a su gente”.

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