Deborah Andollo, sumergida en la maternidad y la defensa del entorno marino

Andollo rompió 16 récords de varias modalidades de apnea en los años 90.

Foto tomada del perfil en Facebook de Deborah Andollo Lopez.

Deborah Andollo (La Habana, 1967), con 16 récords mundiales como apneísta, se sumerge ahora, una vez retirada, en el reto de la maternidad, otro “deporte extremo”. También en la defensa del entorno marino. “Me siento más campeona ahora como mamá que cuando bajaba a las profundidades”, asegura a Laura Bécquer, en entrevista para Efe.

Su impresionante capacidad pulmonar -seis litros para una altura de 1.63 metros- le permitió explorar las profundidades marinas y sus propios límites físicos. Rompió 16 récords de varias modalidades de apnea durante los años 90.

Foto: Ernesto Mastrascusa/Efe.

Más de dos décadas después de su retiro, mantiene un récord mundial absoluto al haber alcanzado en 2001 los 74 metros de profundidad a cuerpo libre, esto es, sin ningún instrumento o lastre.

“Son dos deportes extremos: la maternidad y bajar a las profundidades del mar sin tanque de oxígeno”, bromea esta exatleta convertida ahora en entrenadora de natación y empresaria en México, donde ha establecido su residencia habitual.

Andollo es dueña de un negocio de artículos artesanales vinculados con el mar y ayuda a su hija casi adolescente a formarse también dentro de ese mundo. Admite que ha logrado llevar a “buen puerto” todos sus proyectos gracias al “buen equipo familiar” que le acompaña.

“Las madres la tenemos un poquito complicada a veces, no importa si eres campeona”, aseguró quien conquistó a miles de personas, especialmente en Cuba, que le seguían siempre que desafiaba sus capacidades para adentrarse en el océano.

Calma y concentración

La calma y la concentración fueron claves siempre que estaba a punto de “tirarse al mar”, reflexiona Andollo en la entrevista. “Es un deporte extremo donde no solo intervienen tu capacidad física, sino también tu mente y por eso organizaba mis pensamientos y desechaba los relacionados con la muerte”, dijo.

“Podía morirme en el intento”, reconoce Andollo, que asegura haber sentido “miedo, dudas, preocupaciones” antes de cada proeza. En ocasiones pedía permiso a Yemayá, la deidad africana vinculada con el mar, en una especie de ritual.

Su relación especial con el mar, cuenta, comenzó con apenas cuatro años, cuando aprendió a nadar y siguió después con el nado sincronizado a sus 11 años, modalidad con la que llegó a la selección nacional.

“Fui nadadora sincronizada del equipo Cuba por mucho tiempo, pero luego consideré retirarme por cuestiones de preparación y un poco de cansancio también”, confiesa.

La deportista cubana entró en el mundo de la inmersión en apnea luego de pasar por el modelaje: “Hice la apnea sin el tanque (de oxígeno) y descubrí un nuevo talento en mi vida que me apasionó a un extremo inexplicable”, comentó.

Una pasión de vida

Esa “pasión de vida” le llevó a conquistar los mares de Cuba y el mundo y obtener títulos como el “Oscar Marino” en 1996 o ser seleccionada como la “Mejor Buzo del Mundo” en 1997. Fue además galardonada en su país como Gloria del Deporte.

Su talento para aguantar la respiración por cuatro minutos y bajar hasta 65 metros de profundidad, como ella misma recuerda, le valieron los sobrenombres de “la novia de Neptuno” o la “sirena del Caribe” en distintos titulares que narraban sus logros.

“Fueron diez años que me permitieron conocer un mundo fantástico en todos los sentidos, conocer gente también muy diversa y un panorama insospechado para mi”, indica Andollo al rememorar esa etapa de su vida.

También explica que, de alguna forma, aquella etapa dedicada a las inmersiones a pulmón libre le hizo sentir “útil”, porque “alcanzar algún récord o medalla le hacía comprometerse con la gente”.

A su retiro del deporte activo en 2002 le siguieron sus funciones, como directora de una escuela de buceo y apnea, y presidenta de la Federación Cubana de Actividades Subacuáticas, puesto que aprovechó para “fomentar el amor por el mundo submarino y también por el cuidado del medioambiente”.

Déborah Andollo: la sirena antillana

Esta última labor le valió recientemente un reconocimiento durante el primer Festival Internacional de Cine y Medioambiente Isla Verde, una iniciativa auspiciada por el actor y director Jorge Perugorría y que aunó cine y conciencia medioambiental en la Isla de la Juventud (occidente de Cuba).

Tantos años después y con una vida dedicada ahora a ser madre “el 90 % del tiempo”, Andollo agradeció también “la inmensa oportunidad que le ha dado la vida de tener una carrera” y el haber “vivido intensamente”, dijo.

Laura Bécquer/Efe/OnCuba.

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