Domadores apagan Bakú

Al menos, en el primer cartel, el Olimpic Center “Serhedchi” de Bakú no se incendió. No hubo tal llamarada, no hubo ni el más mínimo centello de alarde y todo quedó como se presagiaba de antemano: Domadores de Cuba 3, Bakú Fires de Azerbaiyán 2. Un resultado que pone a los antillanos por delante en la final de la Serie Mundial de Boxeo y de repetir mañana esta actuación, podrán levantar la ansiada copa.

Todos los análisis previos terminaban en un 3-2 de parte de los cubanos, desde los especialistas más conservadores hasta los analistas más chovinistas. Y la cuenta finalmente dio, el pareo terminó como los pronósticos indicaban, quizás un único cambio de subida y bajada de nombre triunfador (no tan brusco), pero más nada.

La velada comenzó en los 49 kg, donde Yosvani Veitía y Khanza Nametov cruzaron guantes por segunda vez en la justa. El cubano, imbatido aún a lo largo del torneo, era amplio favorito. El azerí, cuarto del ranking de la serie, venía a por el desquite. El pleito inició parejo, sin sobresaltos, mostrando algunos guiños en el primer asalto de lo que podía acontecer en los siguientes rounds. Pues, qué aconteció, que Veitía se le desapareció del encerado a Nametov, que le pegó en pleno rostro como un bólido movedizo, escurriéndosele entre las tres distancia, sin otorgarle chance para la riposta. Un pleito diseñado y ejecutado a la perfección, cuyo croquis, Khanza, nunca llegó a divisar.

Para definir el segundo acto, al ring se treparon Norlan Yera y Mogomed Gurbanov, exponentes de los 56 kg. Brindaron un combate soporífero, altamente tedioso y sin emoción. Yera, tercera figura de su división, no pudo hacer otra cosa que mostrarse humilde e indefenso ante las arremetidas de Gurbanov. Su guardia fue un balcón abierto de par en par y su fisonomía una diana que soportó cada uno de los golpes lanzados por su contendiente. Esa pesadilla duró los tres rounds iniciales, una paliza tremenda que le bastó al azerbaiyano para ganar su pleito y bajar la intensidad en los últimos instantes, coyuntura que aprovechó Norlan para adjudicarse al final algo de raspilla.

A esa altura, el match marcaba una victoria por bando, por lo que a los próximos rivales de los 75 kg les tocarían desamarrar el cotejo. Por los Domadores, Arlen López, y por el Bakú Fires, Khaybula Musalov. El nuestro, una carta de contingencia tras la salida del conjunto de Ramón Luis, verde todavía con sus 21 años y una solitaria presentación en la justa. En la esquina del frente, todo lo contrario, 14 pugilatos de por vida en esta competición. La pugna fue solo eso, dos cuerpos exabruptos enroscados de principio a fin sin miramientos, sin intentar zafarse de ese embrollo angustioso, de ese reparto de atracones. El cubano, una vez más, intentó pelear a ambas manos para terminar peleando a ninguna, solo que su oponente era un rastrillo encorvado que avanzaba sin saber hacia dónde, con la cabeza a la altura de la cintura, como un plexo parapléjico. Para que a la postre, Arlen, sin atributos para el triunfo, terminara acuñándolo con su brazo estirado.

Tras el sorpresivo éxito de López en los medianos, todo quedó servido para que Yasnier Toledo (64 kg) apuntalara a la escuadra antillana. Cavilación que Gaybatulla Gadzhialyev impidió. Sin dudas, el mejor pleito del cartel, cinco asaltos de vértigo que se decidió en sus postrimerías. Primero el del Fires salió delante, echando por tierra los tecnicismos de Yasnier, mostrándose rudo en la corta distancia e infalible con la guardia en alto. Los golpes de Toledo, en su mayoría, iban a parar a los antebrazos de Gaybatulla, y este, viejo zorro, en ese impasse de desconsuelo del cubano, lo sometió a su jab y swings de riposta. Debajo en el tanteador, en la esquina de los domadores rectificaron, ahora la estrategia sería desbordarse en el ataque, hasta lo que fuese, soltar un recto para combinar un opercut, un weiving de desbalance para neutralizar un ataque y encontrar un resquicio por donde colar un gancho. Y el diseño resultó, Toledo logró igualar la riña, para mandar la definición hasta el round final. Allí, cansados ambos de tanto ajetreo, la cosa siguió igual, como que decretando un armisticio. Al final, los jueces determinaron ganador al azerí dejando la decisión del match para la última pelea.

Con el telón de cierre ya listo en los 91 kg, Erislandy Savón y Abdulkadir Abdullyev, serían los encargados de definir la primera parte de la final. El primero, número uno del ranking de esta división, se sacudió del varapalo de Toledo y desde el primer asalto salió presto a ablandar a su rival. La prueba más fidedigna, el destrozado y ensangrentado pómulo izquierdo de Abdullyev tras el gong del round 1. El resto fue un paseo, el recorrido de Savón por cinco escalones que debía transitar obligatoriamente para decretar su octava victoria de la serie Mundial.

Ya mañana no habrá un después, todo quedará pactado, campeón y subcampeón. El Fire tendrá que sacar la casta si quiere incendiar Bakú, mientras, a los Domadores les basta con repetir la dosis del primer cartel para no seguir jugando con fuego.

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