El claroscuro del fisicoculturismo cubano

Foto: Eduardo González

Foto: Eduardo González

Roly y Orelvis llevan varias horas sobre el escenario, brillosos por el aceite sobre la piel y apenas con pequeñas trusas ajustadas. De tanto contraer los músculos, comienzan a cansarse. “Doble bíceps de espalda”, se escucha la voz de los jueces, entre los gritos de un teatro repleto.

“Esto se va a llenar”, comentaban en un pasillo tras bambalinas del Teatro Milanés de la ciudad cubana de Pinar del Río. Es sábado de un día de diciembre y las puertas abrieron temprano para la segunda edición del Clásico Atlas de fisicoculturismo.

Son varias las competencias de este tipo en Cuba que repletan locales, como el Teatro América de La Habana. Además, existe una Asociación, que no está prohibida pero tampoco se ha hecho oficial. Las autoridades deportivas no la reconocen como un deporte al estilo de la halterofilia. El fantasma del doping (no privativo solo del fisicoculturismo) condiciona el recelo existente hacia una práctica extendida.

En la capital del país el movimiento es superior y se apoya en la gran cantidad de gimnasios, el acceso a los planes de entrenamiento y los suplementos vitamínicos. En provincias como Pinar, existe una elevada tendencia a la improvisación y se ha debilitado la masividad, por la desaparición, debido a diferentes causas, de una generación completa.

Pero es un día de diciembre de 2015 y ya ha pasado el mediodía. Sobre el proscenio está Roly, de 54 años, rubio, de menor peso corporal y su rival es Orelvis, mulato, con casi 20 kilogramos por encima, quien a los 29 años ya participó en una lid nacional. Detrás, los demás competidores observan el duelo generacional entre los dos favoritos.

Foto: Eduardo González
Foto: Eduardo González

Historias de prejuicios

El Gordo tiene varios kilos demás. Se bambolea ligeramente, pero se mueve con agilidad. No compite pero es entrenador. Camina en el área de preparación y conversa con los muchachos. Unta el aceite en la piel de algunos, tras el pesaje reglamentario.

“Quisimos hacer una precompetencia, de exhibición, en el Parque El Bosque, ahora uno de los dos lugares habilitados con WiFi en la ciudad, para dar publicidad al Atlas. Pero las autoridades dijeron que no, que un grupo de hombres en trusa en un lugar así es exhibicionismo. Hay cierta incultura con respecto a eso. Pero aquí, en el teatro, nos han ayudado mucho”, dice y va a ver a Orelvis, campeón de la edición anterior.

En esta ocasión, muchos están expectantes por ver competir a Rolando Hernández Forcelledo, Roly, como se le conoce, organizador del evento.

“Puedes participar a cualquier edad si te sientes bien. Es una modalidad muy arraigada, incluso existe una asociación cubana, pero no se reconoce como federación porque no está inscrita oficialmente. Mi criterio es que no están convencidos de lo que puede dar este deporte socialmente y tienen prejuicios con el culturismo por el tema del dopaje”, explica Roly, quien asistió a un Campeonato Panamericano en Guatemala años atrás.

Foto: Eduardo González
Foto: Eduardo González

Según explica Orestes Horta, comisionado provincial de levantamiento de pesas en Pinar del Río, no tienen ninguna orientación sobre atender a los fisicoculturistas como una práctica dentro del Inder.

“Realizan sus actividades independientes, con sus propias competencias. Que pasa también, ellos se dopan para entrenar y si llegaran a integrarse a nosotros, entonces eso no podrían hacerlo”, afirma el directivo.

Interrogado al respecto, Jorge Luis Barcelán, comisionado nacional de Levantamiento de Pesas, explicó que “no estamos en desacuerdo con la práctica del fisicoculturismo ni con otras modalidades que se han extendido. Es cierto que usamos medios parecidos para entrenar como los discos y las barras, pero los sistemas de entrenamiento, los objetivos y la competencia son distintos, por eso no los asesoramos. Incluso, en su caso las divisiones son distintas a las de levantamiento. En el fisicoculturismo se busca la hipertrofia muscular, se preparan para enseñar la belleza del cuerpo, mientras nosotros medimos la cantidad de peso que se levanta, no para mostrar nada.

“No ha existido ningún acercamiento con ellos. El reglamento de la Federación Internacional nuestra no permite entrometerse en este tipo de actividades; además, por las diferencias de métodos y como no tenemos la preparación adecuada para ellos, no lo hacemos. No obstante, si nos piden algún consejo ayudamos en lo que podamos, pues tenemos buenas relaciones. Yo conozco a muchos. En el caso de los medicamentos es otra cosa. Es probable que ellos usen otros medicamentos diferentes a los nuestros, que en su federación no están prohibidos”, concluye el especialista.

Uno de los árbitros del evento, Juan Manuel Díaz, explica los tres factores fundamentales, que a su juicio, inciden en el estigma que marca al culturismo: el mercantilismo; el hecho de que se tilda de narcisista a los practicantes; y no ser considerada una práctica deportiva, además del aspecto del dopaje.

Nerobol y testosterona son algunas de las sustancias mencionadas en el submundo que se genera en los gimnasios. Se venden en sus distintas variantes a los consumidores ávidos de obtener masa muscular a toda costa. El dopaje es una de las bestias negras del culturismo, causante de mucho de los prejuicios que se levantan a su alrededor, además de una conducta nociva para el bienestar.

“En el mundo de los deportes hay gente que se dopa pero no siempre se ve porque no hay controles en todo momento. En este caso son más conocidas las sustancias”, afirma Abel Núñez, competidor de numerosos eventos nacionales y que funge de árbitro del evento. Él es dueño del gimnasio más prestigioso de la ciudad, con precios de entrada de 10 dólares. Me señala a Armando Álvarez, otro árbitro, y cuenta que este nunca se dopó. “Por eso no llegó más lejos”.

Armando asiente con la cabeza y confirma una tesis extendida entre los practicantes: “en pequeñas dosis no es malo, solo hay que encontrar el límite”.

Foto: Eduardo González
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“Hay ciertos puntos que para avanzar de ahí en adelante hay que tomar algún suplemento”, añade Abelito. “Ahora, el exceso sí es malo. El que se inyecte aceite de maní está “fundido”, afirma.

Esta es una de las prácticas nocivas que se ha extendido. Aceite de maní e incluso, de cocinar, son inyectados en la zona que se quiere hacer crecer. A la larga, es rechazado por el cuerpo y puede provocar graves daños en los músculos. A esto, se le suma que no es considerada por muchos como práctica deportiva. La ausencia de una habilidad como correr o golpear, condiciona esto en muchos casos.

“El fisiculturismo no exhibe una habilidad sino que el resultado es su cuerpo. Dicen que no hay un entrenamiento científico y si te fijas bien, muchos de los deportes de hoy día toman como base al culturismo en su preparación. Es un sistema de salud. En cuanto al narcisismo, a todos les gusta lucir bien”, añade Juan Manuel.

Roly explica que una vez entras en un gimnasio ya eres un culturista de objetivo, si bien no para competencias. “Trae increíbles beneficios para la salud y un cuidado grande del cuerpo, para moldearlo a tu manera. Los culturistas se cuidan mucho, toman menos y duermen lo necesario pero también van a fiestas y se divierten como los demás”.

Con músculos a cualquier edad

Foto: Eduardo González
Foto: Eduardo González

A sus 54 años, Armando hace sus ejercicios que le permiten conservar la forma deportiva. Horas antes de arbitrar en el evento, una amiga le dijo que no concebía como él iba a “vacilar” hombres en trusa. Él le explicó que venía a evaluar el trabajo y el desarrollo muscular planificado y que no es más que una cultura asociado a lo físico, a la salud. Aquí se evalúan simetría, proporción, se busca el físico más equilibrado.

Pero a pesar del auge, sigue siendo un movimiento con tendencia a la espontaneidad y que requiere de un sacrificio personal de los competidores. Para organizar el Clásico Atlas los gastos salieron del bolsillo de ellos mismos, como el caso de los trofeos y medallas hechos por los artesanos.

En el entrenamiento es donde se pone a prueba la voluntad del practicante.

“La pesa es un deporte de medida objetiva sobre cuánto levanto. El nuestro es un deporte de apreciación, con más rigor porque lleva además una serie de cosas conflictivas, como una ingesta calórica determinada. Los niveles de calorías en nuestras comidas son más bajas y predomina el carbohidrato. Es bueno, pero en una etapa se necesitan más las proteínas, que son caras y no tenemos diversidad. 2000 pesos no te alcanzan en tres meses para mantener una dieta de media a baja”, explica Roly.

En el caso pinareño en particular, la Asociación valora que el espectáculo sea patrocinado por las autoridades de la Cultura en el territorio ante la reticencia del Inder. Según cuenta Roly, ya le presentaron un guion y la idea les gustó. “Solo necesitamos un mínimo de financiamiento para las cuestiones organizativas en la competencia. Ellos vieron que existe una idea y que se llena el teatro”, afirma.

El teatro se llenó para ver el evento / Foto: Eduardo González
El teatro se llenó para ver el evento / Foto: Eduardo González

Pero los gastos mayores son y serán de los culturistas. Los pantagruélicos gastos en la dieta, la trusa, el aceite y las horas de preparación es una cuestión muy personal.

“¿Por qué en Varadero no hacer un evento internacional? Cuba puede tener un panamericano como lo tuvo Guatemala, donde participé casualmente. Fui a la embajada, pedí la bandera y un funcionario fue mi delegado. Pagué cien dólares para la prueba de doping, porque tienen estándares rigurosos, contra el dopaje. En ese país están unidos pesas y culturismo en un departamento, cada uno con su comisionado y se les suministra lo necesario. Si tuviéramos las condiciones de suplementación quizá no habría que llegar a esos niveles de dopaje”, afirma Roly.

Sobre el medio día, los seis finalistas están exhaustos de tanto contraer músculos y sonreír. Atrás quedaron las poses de simetría, proporción y figura y las distintas posturas. Ya los competidores posaron para las cámaras y celulares del público.

Cada finalista recibe el trofeo, pero solo tres obtienen las medallas. Cheik Conte, el gigantón de Guinea Conakry que estudia en la universidad local, recibe el tercer puesto. En segundo lugar queda Orelvis y entonces, a sus 50 años, Roly triunfa nuevamente en un evento de culturismo.

El teatro se vacía lentamente. Detrás del escenario y en el pequeño pasillo donde calentaron horas antes, muchos van a felicitar a los culturistas  y fotografiarse. Después, cada uno comenzará a quitarse el aceite de la piel y se vestirá. Saldrán a la calle. A la mañana siguiente, algunos irán a dar clases, otros a trabajar en paladares. En las tardes o las mañanas, en el poco tiempo libre, entonces irán nuevamente al gimnasio a continuar construyendo los cuerpos para el próximo año.

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