Mundial de Fútbol: El esquema de Klinsmann

Jürguen Klinsmann es un entrenador de la media, bastante lúcido, pero no sobrepasa la media. Fue un anotador voraz, con un olfato goleador finísimo, pero su capacidad como técnico no es la misma. No siempre sé es buen jugador y después un excelso técnico, pero ya digo, Klinsmann tampoco desentona desde el banquillo. Llevó a Alemania en 2006 a una semifinal que terminó perdiendo a domicilio ante la casta italiana de Lippi, su Bayern fue uno de los más discretos de los últimos tiempos, pero ahora, el teutón, ha logrado cambiarle la cara a los Estados Unidos y los ha puesto a un paso de los octavos de finales de la Copa del Mundo. 

Primero, desbancaron a Ghana, quizá el equipo que más corre en este mundial, una banda de once negros que no se cansan de sudar, de presionar y de atacar por los costados, a la desbandada, como si estuvieran a campo traviesa, para siempre llegar al fondo, si esta gente tuviera un tipo que les diera pausa, que calmara esa sinfonía de sofocones y que guiara la rebelión de estos hombres, otro sería su destino. Después, desdibujaron a Portugal, les pusieron carita de CR7 al plantel entero quedándose a solo segundos de la clasificación perfecta. Si los ghaneses viven al galope, los lusitanos han ido a Brasil a trotar, a que les pinten la cara y los abucheen como nenecitos. Como van a sufrir contra los africanos.

Pero no disgreguemos, sigamos con Klinsmann y Estados Unidos. El alemán ha trabajado su cuadro, lo ha diseñado para enfrentar un durísimo grupo donde salían como la cenicienta en todas las predicciones, como un mero parche y ya andan de etiqueta. Todos lo tildamos de loco cuando dejó fuera de la lista a la estrella Landon Donovan, lo mejor de la historia en materia de fútbol de esta nación.

Con el desplante del diez del Galaxy de los Ángeles, Klinsmann sabiéndose sin pólvora en la punta, mandó a Clint Dempsey más arriba y lo hizo olvidarse de la creación de juego y de la línea de cal, retrasó al abuelo de DeMarcus Beasley (en su cuarto mundial) hacia un costado de la defensa, para desde atrás, junto con Fabián Johnson, salir disparados como balas. Forró su mediocampo con tres rocas de buen pie, un triángulo que es la llave del equipo: Bradley-Jones-Beckerman. Y de esta forma, asumiendo sus limitaciones y sin esconderse, los norteños han asombrado. La idea del técnico es clara, una medular en forma de dique que abre sus turbinas por los laterales, para que entren en acción sus dos fugaces saetas. Un esquema que no tiene variantes, pero que Jürguen viene trabajando desde hace buen rato.

Si echamos el tiempo un tanto hacia atrás, nos encontraremos que hasta un cubano pudo formar parte de esta formación. El pinareño Osvaldo Alonso del Seattle Sounders de la Major League Soccer (MLS) en algún momento entró en los planes para incorporarse a reforzar el centro del campo, para que fuese el encomendado de barrer por delante de la línea defensiva y de ser el primer escalón de mando en las transiciones del equipo, algo parecido a lo que vemos en el rol de Kyle Beckerman.

Alonso, de los mejores en su posición en la MLS, hizo que el técnico fuera personalmente a verlo jugar. Después de aquel encuentro, el DT de los norteños declararía: “se ha mantenido al más alto nivel durante las dos últimas temporadas de la MLS. Se ha ganado un nombre como un sólido número 6 en la cancha, un jugador respetado y que siempre está allí donde más lo necesitan sus compañeros”.

Pero a la postre, la idea de convocarlo a la selección nacional de Estados Unidos no correría con buena suerte, el hecho de que el jugador hubiera participado en partidos oficiales con la selección de Cuba entorpecería el sueño mundialista del pinareño. Según la FIFA, “un jugador que por decisión de una autoridad estatal pierda definitivamente y contra su voluntad la nacionalidad del país para el que ha jugado un partido internacional, conforme a lo estipulado en el Artículo 5, apartado 2, podría solicitar la autorización para jugar con otra asociación de la cual posea o adopte la nacionalidad”.

Osvaldo Alonso logró acuñarse la ciudadanía estadounidense y aunque desde que desertó en 2008, la tricolor cubana no lo convoca, el jugador tampoco ha podido ponerse la chamarreta de las barras y las estrellas. El pinareño, también expresaría su parecer: “Para mí es muy grande tener la posibilidad de vestir la camisa de Estados Unidos. Debo ser el primer cubano que haga eso. Sé que la situación es complicada y que se ha conversado. Mi esperanza es que por medio de ese trabajo tenga la oportunidad de jugar para la selección”.

La Federación Cubana de Fútbol no ha colaborado aún con la gestión y sin su aprobación, no habría un supuesto desenlace. Al respecto, Klinsmann aclaró que “tenemos un interés muy grande en Alonso. Desafortunadamente, el lado cubano no se ha mostrado sensible. Estamos a la espera de que La Habana emita alguna decisión sobre el caso. Es un asunto administrativo y gubernamental, en el cual no tenemos autoridad. Mi propósito ha sido tenerlo en la concentración. Merece una oportunidad, pero ahora mismo no está a mi alcance. Resulta negativo que la Asociación de Fútbol de Cuba todavía no ofrezca una respuesta”.

De este escenario hace ya unos cuantos meses, en definitiva, la cuestión no se ha logrado dilucidar. Cuba no dio el visto bueno al asunto y Alonso no pudo entrar en la lista final de 23 jugadores de Klinsmann para la Copa del Mundo. Cuestión que seguramente el alemán seguirá valorando para el futuro, porque ahora su prioridad, y eso pueden darlo por sentado, es terminar de comprar su boleto para octavos.

Hay quienes murmullan de un posible acuerdo de antemano con su Alemania, de un pacto con la máquina teutona de su amigo Joachim Löw quien fuera su asistente en el mundial de 2006, para darse una mano ambos y de conjunto, con una pulsada de socios, verse en la próxima ronda. ¿Qué pasará en este grupo? Eso está por ver, lo único que les puedo asegurar es que en la última fecha de este apartado, CR7 tendrá pesadillas con la legión de sombras ghanesas y que, bueno, pensándolo bien, Klinsmann y Löw son viejos amigos y eso está por encima de todo.

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