El nuevo performance de la Serie Nacional

Foto tomada de Trabajadores

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La  Serie Nacional de Béisbol número 55 comenzó pasada por agua, como si quisiera presagiar desde su inicio todo el peso que tiene encima esta temporada. Adelantado par de meses en el calendario, el campeonato abre su telón con muchas dudas y deja a la vista del público un escenario sin envoltorio, aún no listo para emprender el reto que supone la pelota en Cuba.

Ya usted puede acudir al estadio y comprar las entradas en taquilla, tomar asiento en algún palco bajo, pero cuando levante la vista hacia el terreno encontrará elencos de tercera intentando imponerse, novísimas caras asumiendo los roles principales de la emblemática obra que fue la Serie. Mientras tanto, federativos y directivos nacionales estarán sentados en primera fila aferrados a sus vetustas propuestas que ya no sientan a nadie en las butacas de casa.

De ahí que tengan que jactarse ellos mismos y aplaudir su propia obra. Quizás de eso se trate aunque uno no lo crea, de un performance, de una idea tan insulsa, que solo ellos entienden.

Con mucho bombo y plantillo la prensa exaltó “el regreso de la pasión”. Con mucho confeti de colores se vistió la grama del estadio del campeón Ciego de Ávila para recibir a sus retadores de la Isla de la Juventud. Pero el sabor no es el mismo, no tiene el sazón de antaño e irremediablemente este arranque de campaña beisbolera está falto de nafta.

Es arriesgado afirmarlo, pero uno puede llegar a percibir el desapego de los aficionados con la Serie, tal pareciera que ese amor está resentido, que es tan visceral el dolor que provoca repulsión.

Víctor Mesa abrió la Serie 55 enérgico como siempre. Foto: Aslam Ibrahim Castellón
Víctor Mesa abrió la Serie 55 enérgico como siempre. Foto: Aslam Ibrahim Castellón

La estructura del torneo sigue sin encontrar su forma ideal, todos los años dicen que es temporal el diseño, “que se están estudiando varias propuestas”, pero no terminan por implementar ninguna. Con los directores de equipo pasa lo mismo, se ha vuelto costumbre que los managers no duren nada al frente de sus naves, los banquillos se han vuelto una capilla ardiente, pues si no logran un buen resultado los ponen de patas en la calle en apenas una campaña y sin oportunidad de completar un ciclo de al menos tres años.

Corren tiempos de vacas flacas, el éxodo en masa de los peloteros cubanos hacia el exterior en busca de contratos profesionales (no importa la latitud) ha desarmado a la mayoría de los conjuntos. Las nóminas de los planteles lucen anémicas, las estrellas han ido a brillar a otros cielos. Se ha vuelto un puzzle armar una novena de calidad, de ahí que los peloteros anden moviéndose de provincia en provincia como si en la Serie Nacional se hubiese instaurado una política de fichajes en pre-temporada.

Y en el medio de toda esa esquizofrenia, la Serie arrancó con dos grandes dudas. La primera (que ya da hastío): Yulieski Gourriel y sus vaivenes, y sus idas y venidas, su coqueteo con el profesionalismo, la intriga que sigue intacta (al final, en algún punto hay que alegrarse, pues tendremos un pelotero de su altura jugando en Cuba).

Y dos: las negociaciones entre la MLB y Cuba para alcanzar un acuerdo que posibilite la inserción de los jugadores de la isla en aquel béisbol. Una trama que comienza ahora, motivada por los nuevos aires que han llegado del norte tras el 17D, que si bien uno no sabe cuál y cuándo será el desenlace final, se pueden hallar pistas que avizoran acuerdos favorables para ambas partes.

En ese punto, Heriberto Suárez, Comisionado Nacional, se ha mostrado muy incoherente con sus declaraciones. Un día dice que sí, que todo marcha bien y que estamos hablando con la MLB y que probablemente se autorice a los cubanos que juegan en ligas foráneas a representar a la selección en los eventos internacionales. Luego, dice que no, que no es así, que a Cuba solo la representarán los jugadores que se encuentran en la Serie Nacional y los contratados a través de la Federación Cubana.

“Exquisita” controversia que delata que nada ha cambiado en nuestro béisbol en los últimos años y que seguimos jugando a las escondidas. Incluso, el declive, los pasos atrás que hemos dado, en gran medida suceden por cosas como esta.

La Serie Nacional no escapa al absurdo que se ha vuelto la pelota cubana a nivel doméstico. No es una rama más, es su rostro.

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