El verdadero cocodrilo de Matanzas

Foto: Leidys Hernández Lima

Foto: Leidys Hernández Lima

En el béisbol cubano, cada equipo ya tiene su mascota. A la novena de Matanzas, por su icónica Ciénaga de Zapata, la identifican con los cocodrilos, esos reptiles a veces feroces que son, quizás, los animales más peligrosos de Cuba.

Sin embargo, este cocodrilo pelotero que tengo frente a mí no entraña riesgos. Es, eso sí, una de las mascotas más célebres en la Serie Nacional, luego de un incidente muy mediático en un partido entre Matanzas y el equipo de Isla de la Juventud.

Entre la afición se volvió muy popular la información de que el mánager Víctor Mesa se vistió con el traje de la mascota de su equipo para burlar una sanción que había recibido. Fue en la serie 2014-2015, y el explosivo DT salió al terreno a conversar con su equipo cuando debió estar en las gradas. Tenía que permanecer fuera durante tres partidos porque anteriormente, ante Pinar del Río, “VM32” lanzó tierra en los ojos a uno de los árbitros del torneo.

Se dice que con el traje del cocodrilo se fue a dar orientaciones. Es una historia que se ha repetido multitud de veces, pero Chicho, el verdadero cocodrilo de Matanzas, sabe la verdad.

Osvaldo de Jesús Reyes Pérez, Chicho, trabaja todos los días y no solo animando al graderío. No es solo la mascota del equipo de Matanzas sino también operario en la máquina de bateo del parque Todo en Uno, en Varadero.

Parece que sabe de pelota y se convierte en el manager de los que pagan para batear. Les pone un casco, mira al jugador y elige qué bate debe usar, le indica la posición y lanza la primera bola. Si el bateador no la rozó, baja la velocidad de la máquina y si así no fue capaz de conectar una línea, entonces se sienta cómodamente a esperar que se acaben las bolas, y asegura: “ese no le va a dar a ninguna”.

Chicho comenzó de mascota en los juegos de básquet, cuando Matanzas jugaba contra Capitalinos. En ese momento no usaba ningún traje, solo intentaba divertir al público. Un día el primer secretario del Partido Comunista en la provincia le dijo: “¿Chicho tú te atreves a animar en el estadio Victoria de Girón?” Y él contestó que sí, pero que le tenían que buscar un traje que llamara la atención.

“Entonces me dieron un trajecito, pero muy discreto, que semejaba a un cocodrilo. Un tiempo después fue que me hice del traje grande gracias al Gerente de CIMEX, que en coordinación con el Centro Comercial Carlos III, fabricaron el traje de Matanzas y el del León de los Industriales”.

A Chicho le gusta conversar. Al principio del diálogo se hace el desentendido, pero después no tiene para cuando acabar. Comienza a contar anécdotas de su equipo de béisbol y asegura que algún día serán campeones.

“Cuando Matanzas está perdiendo me gritan horrores, pero cuando mi equipo levanta, entonces me la desquito porque salgo al terreno, corro las bases, bailo, y eso es lo que a la gente le gusta. Algunos me dicen que estoy loco, pero no creo que sea para tanto, lo que vale es divertirse y hacer pasar un buen momento a la afición, ese es mi trabajo”.

“En la serie 2014-2015 cuando sancionaron a Víctor Mesa por una indisciplina contra un árbitro, tuve que hacer de las mías. Estábamos en la Isla de la Juventud, perdiendo, y Víctor no podía salir al terreno; entonces se me ocurrió reunir al equipo y hacer los mismos gestos que hacía mi director. Me di cuenta que al público le llamó la atención, seguí improvisando para que pensaran que Víctor se había puesto mi traje para volver a dirigir a los muchachos”.

“Después me preguntaron que si era verdad que Víctor se había vestido de cocodrilo, y dije que sí para seguir el juego. Años más tarde confieso que no, porque aunque hubiese querido, al profe Víctor no le sirve mi traje, está hecho a mi medida y mucho tamaño me saca ese señor. Así que está aclarado, yo he sido el único cocodrilo de Matanzas”.

Chicho en su fanea habitual de la máquina de pitcheos. Foto: Leidys Hernández Lima
Chicho en su faena habitual de la máquina de pitcheos. Foto: Leidys Hernández Lima

 

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