Copa Oro 2023: La dura realidad que queda para Cuba

Si bien es cierto que en términos numéricos no ha sido la peor presentación de la isla en una Copa Oro, a nivel futbolístico los antillanos dejaron un sabor amargo.

Quedó claro que no por tener una plantilla nutrida de jugadores que se desempeñan en ligas de Centroamérica tenemos el nivel de una selección centroamericana promedio. Foto: Matias J. Ocner/Miami Herald

El martes 4 de julio la selección cubana de fútbol culminó su participación en la Copa Oro 2023 en partido de puro trámite ante Canadá. Tras caer en sus dos primeras presentaciones con marcadores de 1-0 y 4-1 contra Guatemala y Guadalupe, respectivamente, los Leones del Caribe no pudieron salvar la honra y sucumbieron frente a los de la hoja de maple con pizarra de 4-2.

De esta forma, Cuba se marchó del máximo torneo de selecciones de la CONCACAF sin conseguir un solo punto, con 3 reveses en igual cantidad de salidas y adverso balance de 3 goles a favor y 9 en contra. Esto nos adjudicó en el penúltimo lugar de la competición, solamente por delante de San Cristóbal y Nieves.

Si bien es cierto que en términos estrictamente numéricos no ha sido esta la peor presentación de una selección cubana en una Copa Oro (es la segunda edición en la que más goles marcamos y la tercera en que menos goles permitimos igualando las participaciones de 2005 y 2007), a nivel futbolístico, los dirigidos por el estratega pinareño Pablo Elier Sánchez dejaron un sabor amargo en la afición.

La decepción de la selección cubana de fútbol en la Copa Oro

Al contar por primera vez con una plantilla integrada —casi en su totalidad— por futbolistas profesionales y haber quedado encuadrados en el que, a priori, parecía el grupo más asequible en la historia de nuestras presentaciones, las expectativas sobre un posible alegrón se habían apoderado de una buena parte de los seguidores del más universal de los deportes en la Isla.

Sin embargo, el batacazo del combinado nacional en suelo norteño nos puso los pies en la tierra sobre la realidad de esta selección; dejándonos bien claro que, tanto desde lo técnico como desde lo táctico, nuestro nivel dista mucho del que pensábamos y, por tanto, se necesitan otros muchos cambios para llevar nuestro fútbol a los planos que ya, por afición, merece este deporte en nuestro país.

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Quedó claro que no por tener una plantilla nutrida de jugadores que se desempeñan en ligas de Centroamérica tenemos el nivel de una selección centroamericana promedio. La euforia no nos dejó ver que, si bien podíamos contar con varios exponentes que destacan en el fútbol guatemalteco, los chapines contaban con cerca de una quincena de figuras que son lo mejor de lo mejor en esta misma liga.

Nos dimos tantos golpes en el pecho por tener a varios de los mejores extranjeros en el fútbol tico que no percibimos que, incluso la selección de Costa Rica, que puede disponer de los mejores jugadores de esta liga, sufrió en demasía para arañar el segundo cupo de su llave.

A día de hoy, para competir en CONCACAF, no basta con tener una base de jugadores en ligas de Centroamérica; se necesita un plus de futbolistas que militen en ligas mucho más competitivas en Europa, Sudamérica o la MLS. Jugadores que sí tenemos y que, ya sea por lesiones, voluntad propia o absurdas políticas de exclusión, no pudieron darnos una mano en esta Copa Oro.

Si bien la ausencia de piezas que habían sido claves durante el proceso atentó contra un mejor desempeño, es precisamente en estos momentos donde debe verse la mano del entrenador. Y esta, hay que decirlo, tampoco estuvo a la altura de las circunstancias.

La insistencia con jugadores fuera de sus demarcaciones, la improvisación en las alineaciones y la falta de decisión a la hora de sustituir a algún que otro peso pesado, terminó dejando demasiado tiempo sobre la cancha versiones desmejoradas de un equipo al que, si bien no le alcanzaba para clasificar, sí contaba con el material humano para mostrar una versión más decente.

Prueba de ello fue el último partido ante Canadá, en el cual —por primera vez— se saltó al césped con una alineación coherente y, si bien a nivel de resultado fue un poco más de lo mismo, en una valoración colectiva podría afirmarse que el equipo lució mucho más ordenado y solo mediante errores muy puntuales los adversarios consiguieron marcar.

De manera general, el trabajo que se ha realizado desde el banquillo al frente de la absoluta en estos años debe ser valorado de forma positiva, pero quedó en evidencia que, para competir a este nivel y al de los torneos que se avecinan, se necesita un cuerpo técnico de contrastada experiencia en el fútbol profesional. Modificar el actual por otro de similar condición no solucionaría el problema, solo le cambiaría el nombre.

Eso sí, en favor del míster hay que decir que es prácticamente imposible consolidar una idea de juego cuando se saltan tantas fechas FIFA, algo que no suelen permitirse nuestros adversarios y en lo que, obviamente —como si no diéramos ya suficientes— otorgamos demasiadas ventajas.  

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