Grand Prix: el principio y el final de un camino

Hace unos días se confirmó oficialmente que la Federación Internacional de Judo (FIJ) otorgó a Cuba para el 2014 y el 2016 la sede de uno de los cincos torneos anuales con categoría Grand Prix, un verdadero espaldarazo a la demostrada calidad de los antillanos en la arena mundial.

La decisión fue dada a conocer en conferencia de prensa por el rumano Marius Vizer, presidente de la FIJ, quien se declaró admirador del judo cubano desde sus tiempos de atleta y entrenador, motivado por los resultados que exhibe la Isla en medio de grandes dificultades económicas.

Desde Héctor Rodríguez, campeón olímpico en  Montreal 1976,  hasta la más reciente titular bajo los cinco aros, la artemiseña Idalys Ortiz, el judo cubano se ha convertido en uno de los referentes del escenario dominado tradicionalmente por los fundadores asiáticos y los europeos.

Precisamente, según la enciclopedia digital cubana Ecured, un europeo, el belga Andrés Kolychkiel, fue quien introdujo este deporte en la Isla en el año 1951. También reseña el sitio que con la llegada del profesor Han Chang Ji en 1966 y la participación de Cuba en eventos internacionales comenzó el proceso de fortalecimiento del judo como arte marcial en sí, y del proceso de enseñanza y aprendizaje. En este último aspecto sobresalen destacados entrenadores de factura nacional como Santiago Chinea, Antonio Becalli, Justo Noda y Ronaldo Veitía.

Lo cierto es que en el 2014 el Coliseo de la Ciudad Deportiva acogerá un Grand Prix de Judo, con todos los dividendos positivos que puede traer para el deporte cubano un acontecimiento de este tipo. En primer lugar, se foguearán ante las mejores del mundo cuatro figuras por división, algo impensable en citas con asiento en otras partes del mundo.

Además, el sistema de clasificación olímpica no sufrió cambio y la justa de La Habana repartirá una suculenta dotación para el ranking mundial rumbo a Río de Janeiro 2016.

Asimismo, la nueva sede alternará con la tradicional justa que se celebra en la ciudad estadounidense de Miami, en una fecha matizada por las excelencias del clima tropical.

El presidente de la FIJ explicó que solo pedirá a las autoridades deportivas cubanas la organización del evento, pues la logística correrá por parte de su entidad. De igual forma, el organismo internacional aseguró que tras el Grand Prix los judocas participantes de otros países podrán realizar un campo de entrenamiento en el balneario de Varadero, principal polo turístico de la mayor de las Antillas, ubicado en la occidental provincia de Matanzas.

Otras bondades de la visita de Vizer a la Isla fue el apoyo con un soporte económico de 300 mil dólares, que serán usados para la participación de equipos cubanos de cadetes y juveniles en los mundiales de 2013 en Estados Unidos y Eslovenia, respectivamente.

También, el rumano anunció el interés de celebrar en Cuba la II Gala Mundial a finales de este año o en 2014 (la primera versión se efectuó en el 2011 en París).

La Federación, además, donó un total de mil judoguis y cuatro tatamis, y entregó a Rafael Manso, comisionado nacional de la disciplina, la Medalla de Oro de la FIJ.

Sin dudas, el judo cubano salió ampliamente beneficiado con la reciente visita del federativo. Esperemos, entonces, el resultado del aprovechamiento de estas contribuciones. Lo cierto es que el Grand Prix se muda a La Habana en el 2014, y eso representa un merecido metal dorado para la familia de los ippones.
 

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