Hablar de los que se fueron

Cuenta el dramaturgo y director de televisión Jesús del Castillo que cuando llegó a sus manos, por casualidad, la convocatoria del concurso internacional Poetry Ocean State,  con sede en Providence, Estados Unidos y auspiciado por unas librerías de Rhode Island, faltaban solo diez días para el cierre del plazo de admisión.

Obstinado como es, este Ingeniero Electricista devenido dramaturgo, director de teatro, guionista de televisión y radio, no se amilanó y escribió la pieza teatral Deporte Nacional donde exorciza varios demonios que lo acosaban desde su infancia ya lejana. Era una obra que tenía la necesidad imperiosa de escribir.

“Se basa en el fenómeno social producido por Víctor Mesa y los peloteros de Matanzas durante la antepenúltima Serie Nacional de Béisbol, donde mi provincia obtuvo el tercer lugar”, explica a manera de introducción.

Deporte Nacional es una obra de ficción, con elementos de carácter autobiográfico donde se refleja parte de la vida del autor de más de treinta obras de teatro para niños y adultos, más de 400 guiones para el programa televisivo Barquito de Papel y una docena de cuentos.

“Para mi es unas de las piezas más bonitas que he escrito para el teatro cubano. Contiene el testimonio de hechos concretos de mi realidad.

“De niño fui pelotero. Mi padre me enseñó a jugar pelota. Integré el equipo de béisbol conocido oficialmente como cubanito. Se le llama así porque en él había desde pequeños hasta adolescentes con trece años”, confiesa quien obtuvo el Premio Casa de Las Américas en 1998 por su obra infantil Pipepa.

“Cuando tenía 16 años mi papá se fue de Cuba, murió en los Estados Unidos y nunca más la vi. A partir de ese momento comenzó mi rechazo hacia la pelota porque me recordaba los momentos que habíamos pasado juntos”.

No por casualidad Orestes, el protagonista de Deporte Nacional, es un cubano al quien no le gusta el béisbol y es aficionado al fútbol.

“Cada vez que jugaba el equipo del Real Madrid el hombre de mi obra se reunía con su hijo Diego -llamado así en honor a Diego Armando Maradona- y algunas otras amistades para ver los partidos de fútbol en la televisión. Era como una especie de ritual”, explica.

En esta mezcla de ficción y realidad Del Castillo recreó un hecho que dividió a los fanáticos de Matanzas.

“Un día, coincidentemente, se enfrentaban en el estadio Victoria de Girón los equipos de Industriales y Matanzas. Al mismo tiempo, en España, se efectuaba un juego del Real Madrid contra el Barça.

“En medio del partido, llega a casa de Orestes, un medio hermano suyo que decía llamarse Víctor –igual que el pelotero cubano-, del cual no tenía conocimiento porque había nacido en los Estados Unidos.

“Era un hombre mayor, con conocimientos sobre la técnica del béisbol. Víctor venía con la misión de contarle al protagonista por qué su padre se había ido de Cuba”.

A medida que transcurre la lectura de la obra se dan cinco versiones diferentes de los hechos para, al final, develar las verdaderas razones de este padre para abandonar a su hijo pequeño.

Con esta pieza Del Castillo aboga por la reunificación familiar y el perdón. Alguien como él, marcado por el fenómeno de la migración hacia los Estados Unidos, tenía necesidad de dar a conocer sus vivencias personales. Por eso, a manera de provocación nos dice:

“¿Cuál es el deporte nacional de los cubanos? Será acaso hablar de pelota o de los familiares que abandonaron el país y a los cuales nunca más hemos visto”.

De Providence a la Atenas de Cuba

Como Chuchi tuvo que enviar su obra al concurso a través de una amiga que visitaría por esos días los Estados Unidos, no pudo participar del proceso de competencia y premiación.

Gentilmente viajaron hasta la sede de la Casa de las Américas en Varadero, Matanzas, Miguel Ángel Odio (un cubano americano, director del concurso) y el pintor dominicano Félix Dicló.

“Ellos decidieron venir a Cuba a entregarme el lauro en metálico. Por primera vez se convocaba a ese concurso y yo, un cubano, era el ganador absoluto. Fue un acto muy emotivo.

“Gracias a ellos conocí también que la teatrista dominicana Francis Parra quiere montar mi obra en Rhode Island.”

La pieza contiene elementos de sorpresa, misterio, intrigas policiales. Está marcada por la presencia de fantasmas,- todo queda en el campo de las especulaciones-, quizás como una metáfora de los fantasmas que nos acompañan a lo largo de nuestra existencia, esos trozos del pasado de los cuales nos cuesta mucho trabajo desprendernos, botarlos, borrarlos.

En estos momentos Jesús del Castillo entregó el texto de Deporte Nacional a la División de Programas Dramatizados de la Televisión Cubana con el deseo de verla convertida pronto en un telefilme.

Varias de sus obras teatrales para niños y adultos han sido llevadas a escena. Otras piezas de su autoría como Pipepa, El último raung, La jaula del Gorrión y La máscara del Don Juan han sido adaptadas, con éxito de crítica y público, a manera de películas para la televisión nacional.

Del Castillo ha obtenido otros premios internacionales como mención  en el concurso Premio Casa de Teatro (2005 -Santo Domingo) y el Accésit en el VI Premio Iberoamericano de Dramaturgia Infantil y Juvenil (2009- Bilbao, España).

Su programa de televisión Barquito de Papel resultó premiado por la  oficina de la UNICEF por ser el espacio para niños más popular de Cuba en el año 2006.

En el año 2010 participó en el Festival Internacional de Teatro de títeres de Bilbao con el espectáculo Pueblito de Cuentos. Su proyecto fue reconocido por la UNICEF del país Vasco por su dedicación a los niños.

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