Howard Sant-Roos, el maestro de la discreción

El cubano, líder en robos en la más reciente edición de la Champions del baloncesto en Europa, es un ladrón de primer nivel, capaz de repartir, y tener todo el juego bajo su mando.

El baloncestista cubano Howard Sant-Roos (con la pelota) en una acción de juego, cuando militaba en el CSKA de Moscú. Foto: @cskabasket / Twitter / Archivo.

El baloncestista cubano Howard Sant-Roos (con la pelota) en una acción de juego, cuando militaba en el CSKA de Moscú. Foto: @cskabasket / Twitter / Archivo.

Hay un cubano que tiene al baloncesto europeo en ascuas. Algunos podrían decir que su físico engañoso no aguantaría las embestidas rivales, pero sus más de 90 kilos le bastan para ser unos de los mejores defensas del viejo continente.

Un ladrón de primer nivel, digno de un papel en Ocean’s Eleven: capaz de repartir, y tener todo el juego bajo su mando para dar esa estocada silente que arrebata un balón importante y lo usa a su favor. Cuenta la leyenda que en las más altas esferas europeas consiguió siete robos en tan solo una noche.

No se deje despistar por su nombre y por su barba al estilo NBA. Howard Powell Sant-Roos Olano nació en Cuba y jugó en la isla hasta los 16 años. Tuvo, como casi todo niño que aspira a ser un gran deportista, las zapatillas rotas, con huecos en la planta del pie, y esa pelota que sufría el caluroso y constante rebote en una cancha de cemento.

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Ese mismo chico que salió del Caribe rumbo a Italia siendo un adolescente fue reconocido a sus 33 años como el mejor defensa de la más reciente edición de la Basketball Champions League (BCL), en la que su club, el UCAM Murcia, ocupó el tercer puesto.

Pero este y otros reconocimientos no han sido fortuitos. Estamos hablando del jugador cubano con más partidos de Euroliga (73), el máximo nivel del básquet europeo, que lo ha forjado como uno de los mejores ladrones de guante blanco del continente: habilidoso y amo del sigilo.

Se viene a notar que estuvo cuando el daño está hecho y no tiene remedio. Desarma ofensivas y las convierte en canastas con aires de felicidad para los suyos. Así dejó sus huellas en Italia, Alemania, República Checa, Turquía, Grecia y Rusia, cambiando de camiseta, en clubes grandes y no tan grandes, y ayudando incluso al Darussafaka Istanbul a ganar la Eurocup en 2018, con un promedio de 2 robos de pelota por partido.

Cual Arséne Lupin, Sant-Roos transforma sus atuendos, se mueve con rapidez de un lugar a otro y en ocasiones aparece con una sonrisa desafiante en los sitios más insospechados.

Solo así se explican sus aventuras en el CEZ Basketball Nymburk de República Checa, donde se hizo con diversos títulos y participó en el juego de estrellas de 2017. O su papel en el AEK Atenas, que trascendió fronteras y se coronó con la consecución de la Copa Intercontinental, o su etapa en el Panathinaikos, campeón nacional de Grecia en 2021.

Con ese historial llegó a Zaragoza y un año después fichó por Murcia. Los cronistas que sabían que estaría merodeando por Europa lo colocaban entre los posibles grandes nombres de la Champions, y no se equivocaron: volvió a brillar con un equipo murciano que también llena los tabloides bajo la guía de Sito Alonso.

Si bien no fue la temporada de mejores números para Howard en Champions, su perfomance resultó suficiente para que los aficionados, un panel de medios especializados que cubrió la BCL este curso y los entrenadores y capitanes de los equipos que llegaron a octavos de final, le otorgaran mayor cantidad de votos entre los candidatos al premio de mejor defensa del torneo.

Junto a su innegable habilidad para estafar pelotas (según un reporte de Cadena Ser es el segundo jugador que más balones ha robado en la historia de la BCL con 111) y entorpecer la ofensiva rival, tiene a su favor esa polivalencia que le permite jugar de manera solvente en casi todos los escenarios.

En esta campaña de Champions, el internacional cubano concretó 26 robos, y además fue quinto en el promedio por partido con 1.7. En cuanto a las estadísticas clásicas, tuvo 6.6 cartones, 3.7 rebotes y 3.9 asistencias por juego, algo alejado de sus registros de por vida en este evento que son de 9.8 puntos, 5.3 rebotes y 3.4 asistencias.

Su año de máximo rendimiento fue 2020, cuando vestía el uniforme del AEK Atenas griego, con el que disputó 10 desafíos y alcanzó una media de 12.9 anotaciones, 6.7 rebotes y 4.1 asistencias que le valieron para una eficiencia de 18.8.

Al recibir el galardón de mejor defensa, en declaraciones recogidas por Ser, Sant-Roos expresó: “Es una satisfacción increíble que se reconozca mi trabajo” y compartió el reconocimiento con entrenadores y familiares que lo ayudaron a llegar hasta ese momento. “Tengo 33 años y realmente no tengo mucho tiempo que perder… Siento que este equipo me puede dar una Copa, BCL o una ACB. Quiero lograrlo todo y creo que estamos en el camino correcto”, dijo.

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Tras colarse entre los aspirantes a la Copa del Rey, donde cayeron ante el Real Madrid, y el ya mencionado tercer lugar en la BCL, el gran objetivo de Sant-Roos y Murcia es la Liga Endesa, pero para lograr el título primero deberán pasar por encima del Valencia Basket en el emparejamiento de cuartos de final.

Todas las cartas están sobre la mesa. Es el escenario perfecto para que Howard Sant-Roos sume a su colección una preciada gema española que aún no tiene. El intento, esperado, no será sencillo y eso quizás le haga el reto más apetecible.

Este año participó en la “encerrona” de Cuba a Estados Unidos en La Habana, su primera convocatoria al equipo dirigido por Onel Planas y la primera vez que un elenco de la isla era capaz de robarle una victoria a los norteamericanos en más de 50 años.

España sería otro capítulo en la saga de Sant-Roos, una de las peripecias más recordadas de sus libros de aventuras, llenos de pasajes impresionantes que a veces pasamos por alto porque caemos, como víctimas, ante ese poderoso arte de la discreción.

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