¡Las órdenes de Maestri no se discuten!

“Ese es el nuevo Maestri…”, gritaban los aficionados cuando algún árbitro actuaba con firmeza. Foto: Bohemia.

“Ese es el nuevo Maestri…”, gritaban los aficionados cuando algún árbitro actuaba con firmeza. Foto: Bohemia.

Cierta vez leí un prólogo donde el novelista Ernest Hemingway asegura que el deporte enseña a ganar con honestidad, luego de superar la tentación de alguna que otra trampa, y a la vez, nos ayuda a ser dignos en la derrota, a pesar de las frustraciones, los desánimos y las rabietas de los atletas heridos en el lance.

Esta ecuación deportiva sirve para presentar a un personaje que se ganó el respeto de las multitudes: Amado Maestri, nacido 8 de diciembre de 1909, en la localidad habanera de Regla. Él es, sin dudas, único árbitro de béisbol que, en la actualidad, logra mantener su nombre en boca del pueblo junto a las grandes estrellas, muchas de las cuales, en su momento, lo aman o le quieren cortar la cabeza.

Más allá de cualquier consideración, el hombre, siempre acechante en las espaldas impávidas de los jugadores, regaló un verdadero temperamento.

Amante de la pelota desde joven, debutó como jugador activo con las Estrellas de Robert, dirigido por él y, más tarde, se estrenó como receptor en 1928 vistiendo el uniforme del equipo Cubanaleco, representante del sector eléctrico en la  Liga Nacional de Béisbol Amateur. Era un cátcher agresivo, incómodo para los bateadores. Sin embargo, su carrera no será larga. Un día, al tratar de atrapar a un corredor en la intermedia, siente que se le “cae” el brazo. Además en 1935 pierde su empleo en la Compañía de Electricidad por tomar parte, como dirigente sindical, en la huelga general de este año y se quedó sin sustento.

Maestri junto a Junto a Camilo Cienfuegos. Foto: Bohemia.
Maestri junto a Junto a Camilo Cienfuegos. Foto: Bohemia.

Estas circunstancias llevan a Maestri a iniciar una carrera como árbitro con el apoyo de su futuro colega Kiko Magriñat, de gran prestigio en campeonatos nacionales y series mundiales, y de Adolfo Font, un iracundo crítico deportivo de la época, quien lo recomendó a los directivos. Su debut en el torneo amateur se produjo en 1936, cuando llevó la voz cantante detrás del plato en el choque ganado por el Marianao 2 por 1 al Almendares. Por fortuna, en la  temporada 1939-1940 empezó a trabajar, igualmente, en la Liga Cubana de Béisbol Profesional, donde, incluso, logró impresionar por su energía a los beisbolistas que venían a jugar desde los Estados Unidos.

Los que lo vieron aseguran que en todos los partidos sobresalía por la absoluta seguridad de sus decisiones, en las cuales no había cabida para el titubeo. Ni siquiera sus compadres reglanos fueron capaces de halarle las orejas por algún mal dictamen. Era implacable, aunque no caprichoso. Por el contrario, fue justo y tuvo tacto, diplomacia y un amplio dominio de las reglas de este deporte. Con él se terminaron las agresiones alevosas y altaneras contra los umpires y los estallidos de cólera en las tribunas que nos ponían en ridículo ante todo el mundo.

En el artículo “Amado Maestri, el incorruptible”, dado a conocer por Cubadebate y reproducido por otras publicaciones similares,el especialista Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga contó:

“En la temporada 1937-1938 Maestri estaba a punto de decretar un forfeit en contra del Santa Clara, cuando el estelar zurdo Manuel Cocaína García lo amenazó con pegarle un batazo. Un año después se vio envuelto en una gran trifulca, pues el receptor de un equipo llamado Cuba, Bill Cy Perkins, dejó pasar de manera intencional un lanzamiento del venezolano Alejandro Carrasquel para que lo golpeara y la bola le dio en la mano izquierda. Todo sucedió debido a una discusión anterior entre Perkins y el ampáyer a causa de un conteo”.

Maestri expulsa del terreno al millonario Pasquel. Foto: Bohemia.
Maestri expulsa del terreno al millonario Pasquel. Foto: Bohemia.

Otro experto que se interesó en Maestri fue Tomás Morales Fernández, quien en su blog Tommy al bat,dedicado enteramente a la pelota, narró:

“Hablé muchas veces con él. Fue una leyenda vestida impecablemente de azul. Un pánico permanente para los indisciplinados.  En un juego en Cuba le estaban gritando muchas cosas desde la banca del equipo al campo, entonces, ordenó que todos los reservas se fueran al vestidor y que solo regresara el que fuera llamado a jugar (…). Una vez, ya en su segundo viaje a México, Chuck Genovese, manejando al Tigres, salió al cajón de coach de  tercera con un paraguas, ya que estaba lloviendo fuerte y Maestri no paraba la acción. Inmediatamente Maestri fue hacia Genovese para expulsarlo. Naturalmente el manager felino quería  que suspendiera aquello, porque iba perdiendo y no llegaban a la quinta entrada”.

Por su parte, Jorge Alfonso en la  crónica “Roberto Amado Maestri: peto, careta y algo más…”, incluida en la web de Radio Rebelde, nos regaló esta deliciosa anécdota:

“Cierta tarde, mientras los conjuntos Habana y Almendares escenificaban un reñido encuentro en el estadio La Tropical, Amado escuchaba la insistente mofa de un popular pelotero almendarista. Apenas corría la parte alta del tercer episodio, cuando detuvo el partido y se dirigió hacia el dogout. Llamó con nombre y apellido al jugador de marras y sin darle oportunidad a pronunciar palabra alguna le dijo: `Recuerde que los que están en las graderías no pagaron por presenciar que yo lo expulsé, sino que vinieron a verlo conectar un gran batazo`. Con la certera acción hirió directamente el amor propio del individuo”.

“Ese es el nuevo Maestri…”, gritaban los aficionados cuando algún árbitro actuaba con firmeza. Foto: Bohemia.

El 2 de junio de 1946, en el desaparecido Delta Park, de la Ciudad de México, cuando los equipos Azules de Veracruz y Rojos del actual D.F. trataban de decidir el pleito a su favor en el cierre de la novena expulsó del juego al estadounidense Mickey Owens, catcher-manager del México, porque este protestó en forma descompuesta una decisión en el home y, al rato,  tiene también que poner en dique seco al magnate Jorge Pasquel, presidente de la Liga Mexicana Profesional y dueño de los Rojos, quien había bajado al terreno para pedirle cuentas. “Señor Pasquel, usted manda en las altas esferas de esta pelota, pero en el terreno mando yo”, dicen los testigos que le dijo con la cara roja por la ira y la careta en la mano.

El 26 de octubre de 1946 Maestri dio la voz de playball a los clubes Cienfuegos y Almendares en el Gran Stadium deLa Habana, inaugurado en esa fecha con la presencia de unos 30 000 aficionados. Y en 1959 es la máxima autoridad en un encuentro  de exhibición que se efectuó en este parque, el actual Latino, entre los equipos de la Policía Nacional Revolucionaria y Los Barbudos, una selección integrada por miembros del Ejército Rebelde entre los que figuran Fidel y Camilo.

Entre estos años se produce otro hecho que lo sitúa entre la polémica y gloria. En un artículo que publica Marta Harneckeren la web Rebelión. Movimientos sociales, la autora  precisa que el 26 de noviembre de 1952 un grupo de alumnos universitarios, encabezados por José Antonio Echeverría, decidió lanzarse al terreno de juego del Estadio Latinoamericano. Frente a 20 mil espectadores desplegó una tela que condenó a la dictadura batistiana e invitó al pueblo a un acto que se realizaría la noche siguiente en la colina universitaria, en recordación de los ocho estudiantes de medicina fusilados por los colonialistas españoles en 1871.

Por supuesto, la policía arremetió de forma salvaje contra el cardenense y sus compañeros que, de inmediato, son acogidos por Amado Maestri, quien impidió, junto a algunos empleados, la cacería de los muchachos, a expensas de represalias posteriores. Los uniformados se llevaron, al final, a los combatientes, pero tuvieron que respetar al corajudo e incorruptible juez.

Maestri sale en defensa de José Antonio Echeverría y sus compañeros en el actual Estadio Latinoamericano. Foto: Bohemia.
Maestri sale en defensa de José Antonio Echeverría y sus compañeros en el actual Estadio Latinoamericano. Foto: Bohemia.

Una de sus últimas apariciones públicas se produjo en 1962 durante la inauguración de la I Serie Nacional, con jugadores aficionados procedentes de las antiguas seis provincias, a quienes no ocultó su admiración por peloteros como Martín Dihigo y Manuel Alarcón

Amado Maestri falleció el 22 de septiembre de 1963, víctima de un infarto cardiaco, cuando apenas tenía 53 años. En la actualidad está presente en el Salón de la Fama del Béisbol Cubano, refundado en 2014, y es miembro del Salón de la Fama del Béisbol Profesional Mexicano. En su honor se celebra el Día del Árbitro, que sirve también para recordar a jueces ilustres de nuestra pelota como  Alfredo Paz y Panchito Fernández Cortón.

¡Las órdenes de Maestri no se discuten!, me repitió una y otra vez en mi infancia mi abuelo Coco, jonronero de manigua, y aunque el viejo a veces decía sus mentiritas, en ese caso tenía mucha razón.

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