Lorenzo Mambrini: “sería un orgullo dirigir la selección cubana”

Lorenzo Mambrini. Foto: José Roberto Loo.

Lorenzo Mambrini. Foto: José Roberto Loo.

Lorenzo Mambrini es el hombre del momento en Santiago de Cuba. Aunque nació hace 39 años en Perugia, Italia, el azar lo condujo a dejar su huella en la más caribeña de las ciudades cubanas. O más que el azar, el fútbol.

Mambrini acaba de protagonizar una hazaña inédita en el deporte de la Isla. Bajo su dirección, el equipo de Santiago obtuvo por primera vez el título en el campeonato nacional de fútbol –ahora conocido como Liga Cubana– en más de cien ediciones del torneo. Y lo hizo sin perder un solo partido.

De hecho, sumando los últimos siete juegos del campeonato anterior los Diablos Rojos santiagueros llevan 29 partidos sin conocer la derrota. Todo un récord.

En 2017, entre la fase eliminatoria y la ronda final, marcaron 38 goles y solo permitieron nueve, como evidencia de su solidez defensiva. De sus filas salieron el MVP de la Liga –el defensor Erick “Pocho” Rizo– y el mejor portero –el “internacional” Nelson Jonhston–, además del mejor director, que correspondió al propio Mambrini.

Para el italiano, quien antes de radicarse en Cuba tuvo experiencia como jugador y técnico en el Viejo Continente, las claves de lo logrado fueron la constancia y la disciplina. En su segundo año al frente de Santiago recogió los frutos de lo sembrado desde 2015, cuando se desempeñó como asesor del equipo y contribuyó al ascenso a la primera división.

“Santiago estaba en el lugar 14 a nivel integral y mire usted hasta donde llegamos en solo dos años”, dice a OnCuba con orgullo.

Un técnico azzurri conduce a Santiago

El salto, aunque rápido, no fue fortuito. Al terminar la temporada de 2015 Mambrini salió a la búsqueda de nuevos talentos en los municipios, de jugadores que aun fuera del sistema de alto rendimiento pudieran integrarse al equipo. Priorizó los topes deportivos, sin desdeñar el entrenamiento, y el trabajo psicológico con los hombres que integrarían la nueva plantilla. Esto, unido a sus conocimientos y su ya reconocida exigencia, colocó a Santiago en el cuarto lugar en 2016.

El podio se le escurrió en el cierre del torneo con dos improductivos empates, pero el 2017 le ofreció la deseada revancha. El título iría finalmente a las vitrinas santiagueras.

“No hice magia ni santería –comenta sobre el triunfo. Mi estrategia fue trabajar mucho y no comprometerme con ningún jugador. Sí con la camiseta, con el público y las autoridades santiagueras, que me brindaron un gran apoyo, pero no con ningún nombre. Lo que traté desde el inicio fue inculcar una mentalidad colectiva, hacer que los jugadores creyeran en sí mismos como conjunto, en que era necesario salir a buscar victorias fuera de casa, en que sí se podía ganar el campeonato, pero a la vez de que tomaran conciencia de que el cambio no se daría de un día para otro, sino con esfuerzo y disciplina, con mucho sacrificio.”

“Fue duro –asegura el técnico, quien tuvo que tomar decisiones difíciles como sacar del equipo por indisciplina a Carlos Domingo Francisco, un jugador de la selección nacional cubana que para otros hubiese sido intocable. Pero a Mambrini no le tembló la mano.

También fue complejo contar siempre con el aseguramiento necesario para los entrenamientos y los jugadores; lidiar con el estrés propio de su puesto, con la “mirada negativa” de mucha gente y la presión adicional que suponía la cada vez cercana posibilidad del título. Pasó noches sin dormir, días sin apetito. Todavía hoy esa carga le aguijonea la tranquilidad.

“Más de una vez me cuestioné qué estaba haciendo –confiesa, pero al final la vida me enseñó que cada sacrificio engrandece el resultado. Y lo que hicimos fue tan grande que todos los días lo disfruto. Todos los días me levanto con una sonrisa, satisfecho por hacer realidad el sueño de ganar la Liga y regalarle a Santiago un título que nunca había logrado en la historia. Esa alegría valió el sacrificio.”

Foto: José Roberto Loo.
Foto: José Roberto Loo.

Sobre el campeonato en sentido general dice no tener grandes quejas: “conozco las dificultades económicas que tiene hoy Cuba y creo que la Comisión Nacional de Fútbol buscó una fórmula que permitiera salvar el torneo. Fue muy duro jugar un día sí y otro no en la primera parte, con los equipos concentrados por grupos, pero esa fue la alternativa que se encontró y al final la Liga terminó con éxito, con varios equipos luchando por las medallas y el público y la prensa atentos al torneo. Y para nosotros, ganar invictos fue el cierre perfecto.”

Mambrini resalta el éxito colectivo sin menospreciar las individualidades ni el papel de los refuerzos que redondearon el equipo. “Todos comprendieron lo que significaba ganar la Liga, esto es algo que podrán contarle a sus hijos –señala. Se entregaron al máximo y merecieron levantar el trofeo.”

Por eso se siente muy complacido con los premios entregados a sus muchachos y con la “maravillosa gala de premiación” en la Sala Dolores y la posterior cena en el Cabaret Tropicana Santiago, organizadas por la Comisión Nacional y las autoridades de la provincia. También con el recorrido que hizo el equipo por las principales calles de la ciudad, vitoreado por el público santiaguero.

Además, “el míster” no olvida la visita del equipo a la tumba de Fidel Castro, a quien dedicó el título de la Liga en memoria de su abuelo, y a la sala de niños hospitalizados con cáncer. “Nuestro triunfo fue un mensaje de felicidad también para ellos”, afirma.

La conexión con los fanáticos fue increíble. Tal vez como nunca antes en Santiago en un deporte que no fuera el béisbol.

“La gente creyó en nosotros y ese entusiasmo nos dio mucho impulso para terminar lo que habíamos empezado –dice Mambrini. En las últimas fechas no cabía ni un alma en las gradas del Estadio Antonio Maceo. Orestes Kindelán, que va a dirigir este año el equipo santiaguero de pelota, también fue a vernos y me dijo que ojalá sus muchachos pudieran tener la mitad de los espectadores que fueron al Maceo a darnos apoyo. Con eso le digo todo.”

La victoria de los santiagueros a las órdenes del técnico italiano ha trascendido los márgenes de Cuba. Titulares de prensa fuera la Isla destacan lo hecho por Mambrini, a quien llaman “orgullo italiano” y comparan con el mítico Enzo Bearzot, que llevó a Italia a conquistar el título mundial en 1982 cuando nadie apostaba por los azzurri. Pero él prefiere evocar a su familia en la península, a la que no ve hace meses, y contar anécdotas como la de los policías del tránsito que lo pararon en Santiago para felicitarlo con el pretexto de ponerle una multa “en broma”.

Sin embargo, para la próxima temporada asegura no tener planes todavía.

“Estoy muy encariñado con Santiago. Lo que he vivido aquí no lo voy a borrar nunca de mi mente, pero no he decidido todavía si continuaré. El resultado que hemos logrado es muy satisfactorio y sé que repetirlo será difícil. Las autoridades de la provincia me propusieron mantenerme y yo agradezco mucho esa consideración. Pero les he pedido que me den un tiempo para descansar, para valorar con calma las posibilidades y luego decidir.”

Premiación del equipo Santiago de Cuba en la Sala Dolores. Foto: 2.bp.blogspot.com.
Premiación del equipo Santiago de Cuba en la Sala Dolores. Foto: 2.bp.blogspot.com

Por su desempeño con Santiago de Cuba el nombre de Mambrini suena –y fuerte– para dirigir la selección cubana. No pocos entendidos y aficionados apuestan por él para oxigenar los resultados internacionales de la Isla. ¿Aceptaría si llegara la propuesta?, le pregunto como cierre.

“Claro –confirma. Estaría muy honrado de representar a mi país y a mi familia como entrenador del equipo cubano y poder contribuir al desarrollo de este hermoso deporte en Cuba. Además, me daría la oportunidad de preparar a la selección para eventos como la Copa de Oro, el torneo preolímpico y las eliminatorias del Mundial de 2022. Esa decisión no es mía, sino de la Comisión Nacional, pero si llega la propuesta sería un gran orgullo para mí.”

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