Los dorados avileños

Roger Machado (izq) recibe el trofeo de campeón de Ciego de Ávila en la Serie Nacional 51. Foto: Marcelino Vázquez / AIN.

Roger Machado (izq) recibe el trofeo de campeón de Ciego de Ávila en la Serie Nacional 51. Foto: Marcelino Vázquez / AIN.

La pelota en Ciego de Ávila ha vivido en la última década sus momentos de mayor esplendor.
Luego de la división político-administrativa de 1976, los avileños parecían condenados al fracaso en las Series Nacionales pero poco a poco pasaron de ser cenicientas a convertirse en verdaderos Tigres.
Tuvieron que pasar algunos años para dar el salto de la campaña 1997-1998, cuando llegaron por primera vez a los play off. Luego, debieron aprender sobre la marcha a ganar en postemporada. Hoy, con tres coronas en cinco finales, son un contendiente temible en esa instancia.
En Ciego de Ávila también hubo un buen team en los años 40 y muchos buenos jugadores en diferentes circuitos profesionales. Con estos ingredientes, del presente y del ayer, tenemos lo necesario para otro All Star histórico de OnCuba, ahora de la llamada tierra de la Piña.
Receptor: Roger Machado (fines de los 90 y primera década del siglo XXI) ha sido el último y más importante enmascarado de los avileños, pero su condición de manager campeón en tres ocasiones lo consolida para ese puesto. No obstante, no se puede olvidar su performance detrás del plato.
En 14 Series, bateó 271, defendió para un excelente 985 y tuvo una efectividad del 58 por ciento en cogidos robando.
Otro aspirante a la receptoría es Julio “Mandarria” Trujillo (años 30 y principio de los 40), cátcher titular de Conrado Marrero con el Cienfuegos Sport Club en la Unión Atlética Amateur (UAAC), pero a pesar de formarse en el central Stewart –en el hoy municipio avileño de Venezuela– nació en Cárdenas, Matanzas.
Hubo uno superior a él y a casi todos, en la actualidad desconocido porque en Ciego de Ávila se bajó de un tren y desistió de probarse en Estados Unidos. Se trata de José Napoleón Cruz Casolano, “Nono”, el ídolo del central Baraguá en las décadas del 20 y 30. De él no hay estadísticas contables; sin embargo, su huella en el imaginario popular lo hace el elegido.
“Nono” Cruz fue probado en el Habana profesional y aunque eligió como destino el informal circuito de la pelota en los bateyes no hubo mejor cátcher que él en la campiña. Cuando había giras por las provincias, los grandes como Adolfo Luque o Martín Dihigo lo pedían expresamente, sin explicarse cómo con su calidad no era un rentado.
Mascoteaba perfecto y sacaba a los corredores desde la posición de sentado. Todavía en su vejez era muy superior a cualquier otro cátcher que no estuviera “firmado” en Las Villas, Camagüey u Oriente.
Primera base: Bernardo Cuervo (años 40), Antonio “Ñico” López (años 40), Enrique Tamayo (de los 50) y Danny Miranda (fines de los 90) tienen méritos indiscutibles, pero deben quitarse el sombrero ante Atanasio “Tany” Pérez (clímax deportivo entre los 60 y 70), el de la gran Maquinaria Roja del Cincinnati.

Tany Pérez. Foto: lapatilla.com.

El mulato del central Violeta comenzó a jugar pelota en su batey y ya de adolescente fue líder en jonrones con el Deportivo Pasta Gravi de la Liga de Pedro Betancourt, Matanzas, lo que le permitió integrar las sucursales de los Rojos de Cincinnati.
En las Menores arrasó con lideratos y premios desde la tercera base (Tany jugaba todo el infield con maestría), pero a partir de 1972 fue el primera base titular de los Reds en MLB, donde estuvo por 23 años.
Logró 90 o más carreras anotadas por año durante una década, impulsó 100 o más carreras en siete ocasiones y tuvo igual número de asistencias al Juego de las Estrellas. Además, estuvo en 11 postemporadas, seis de ellas por el título de la Liga Nacional y otras cinco de Series Mundiales (uno como director, ya en los 80). Como manager dirigió Montreal, Filadelfia, Boston, Cincinnati y Florida.
Es el tercer cubano con más jonrones (379) y segundo con más impulsadas en MLB (1625), donde bateó 279.  De por vida está en el lugar 27 en impulsadas, el 54 en hits, el 48 en dobles y el 61 en jonrones. Es el elegido sin discusión.
Segunda base: Debo iniciar alabando las cualidades en Series Nacionales de Mario Vega (fines de los 90 y primera década de los 2000), quien incluso bateó por encima de 300, pero apuesto por un infielder de la liga amateur llamado Ernesto “Gallego” Estévez Palomera.
Su clutch en las Series Mundiales de los años 40 fue impresionante. A esa escala internacional el “Gallego” Estévez fue un bateador temible, con varios lideratos ofensivos. Siempre llegó minimizado a los equipos Cuba tras buenas actuaciones con el club Cubanaleco, donde era la principal figura, pero en su momento se crecía y se imponía como regular inamovible.
Fue un pelotero versátil, primer bate ideal, titular incluso en el central Algodones en 1936. En 1939 y 1943 bateó más de 300 en la Unión Atlética Amateur, lo que le valió su asistencia a las Series Mundiales.
Campo corto: Ramón Benedico (años 40) tuvo paso discreto por clase D en Estados Unidos; Alfredo del Valle de Oro (años 40) fue buen paracorto en el Artemisa de la UAAC; José Jorge también lo hizo bien en esa posición y Wilfredo “Bury” Siso (años 50) exhibe credenciales.
Sin embargo, prefiero a Yorbis Borroto, por 13 años uno de los mejores short stop de las Series Nacionales.
Yorbis debutó en 2002 con apenas 17 años y ya en el 2010 estuvo en la convocatoria nacional a la Copa Intercontinental de Taichung. Repitió en la arena internacional en la Copa Mundial celebrada en varias ciudades europeas (bateó 409 y fue guante de oro). Regresó a la selección nacional en el 2015, cuando con espectacular jonrón empató un partido por el bronce ante Puerto Rico, y ha sido puntal en las coronas nacionales de su equipo Ciego de Ávila. También se ha probado como profesional en la liga Canadiense-Americana.
Comete unos 10 errores por temporada, cifra baja para su posición, y logró una de las mejores combinaciones de doble play (casi 800) con el ya retirado Mario Vega. Su factor de rango es aproximado a 5.30.
Además, posee casi el doble de boletos que ponches, habilidad nata para embasarse, a lo que suma que casi siempre ha rondado los 300. Con capacidad de liderazgo, se mantiene en acción y cuenta con más de 1000 hits de por vida.

El torpedero avileño Yorbis Borroto se ha insertado como otro capitán en el pantano de los cocodrilos. Foto: Trabajadores.cu.

Tercera base: Mi nominado es José Jorge Gómez (años 40). Este pichón de jamaiquino fue uno de los sluggers de mayor prestigio en su época, a quien dicen no se le podían lanzar curvas.
Fue un fornido infielder de inmejorable brazo, que a pesar de su color de piel estuvo en el line up de los Caballeros Católicos en 1937 y 1938, y también con el central Stewart, el Regimiento 5 de las Fuerzas Armadas, Los Leones, el Deportivo Avileño, el Cuban Mining, el Contramaestre, el Holguín (donde fue manager y jugador profesional) y el Víbora de la Liga Profesional de Verano, en 1946 (donde fue colíder en tubeyes).
Casi siempre conectó sobre 300 y en la zona avileña nunca hubo otro bateador de tal poder hasta la incursión del camagüeyano Miguel Cuevas por los torneos regionales de principios de los 60.
Jardín derecho: Aunque Oscar “Cocoa” Montero (años 40), del Deportivo Avileño, fue el mejor hombre de esta posición antes de 1959, mi elección recae en un hombre del central Baraguá, Isaac Martínez Dorta (finales de los 90 y primera década de los 2000).
Su debut en Series Nacionales (1997-1998) le mereció la condición de Novato del Año, lo que coincidió con el despertar de una generación que con el apodo de “los alegres de la piña” incursionó por primera vez en una postemporada.
Entonces Isaac integró el equipo Cuba B y un año después, en los Panamericanos de Winnipeg 1999, su bateo como emergente le dio un importante triunfo al equipo nacional. No comenzó como regular, pero resultó el right field del Todos Estrellas gracias a sus 409 de average ofensivo, un bateo consistente que también reeditó en una Copa Intercontinental.
Con Ciego de Ávila fue pieza clave durante 15 campañas, y coronó su carrera con un trofeo de Serie Nacional y el éxito durante el torneo por invitación Challenger, en Canadá (average de 296). Botó más de 100 pelotas, sobrepasó los 1000 hits, y tuvo excelente ofensiva de por vida de 316. Es el jugador 19 con más hits en Series Nacionales, empatado con Amado Zamora.
Center field: Hubo un gran jardinero en Ciego de Ávila llamado Roberto Suárez Beldaraín “Pinocho” (años 40), zurdo de buen tacto; también estuvo Everildo Hernández (primeras Series Nacionales) y puede mencionarse el poder de Yoelvis Fiss (primeras dos décadas del siglo XXI), pero no puede ser otro el escogido que Antonio “El Haitiano” González, un big leaguer nacido en el central Cunagua.
En 1962, “El Haitiano” González se convirtió en el primer jardinero central en concluir como regular una temporada de MLB con 1000 de promedio defensivo. Fue figura de los Phillies de Filadelfia en esos años, aunque antes debutó con Cincinnati en 1960, y su habilidad defensiva (también mejor guardabosque en 1967) se conjugaba con férreo bateo, a la zurda, por encima de 300.

El "Haitiano" González con los Phillies. Foto: UPI / Archivo.

En la MLB también pasó por los Bravos de Atlanta y los Angelinos de California, en un periplo total de 1559 partidos en los que conectó para 286.
En Cuba, “El Haitiano” aprovechó los últimos cuatro años de la liga invernal con el Cienfuegos (concluyó con 277), fue líder de bateo en la temporada 59-60, y asistió a una Serie del Caribe (con average de 429). Además, fue hombre clave en la Pequeña Serie Mundial ganada por los Cuban Sugar Kings en 1959, y el segundo hombre con más promedio en esa franquicia y tercero en jonrones y triples.
Left field: Alberto Bravo Delgado (años 40) fue el mejor en su época, pero sin dudas el currículo de Oscar “El Guajiro” Sierra (años 50) es superior.
Sierra se inició en el central Stewart en la temporada 1944-1945. En 1946 jugó en la Liga Amateur con el Casino Español, y en 1949 alternó entre ligas menores y el Almendares.
“El Guajiro” estuvo en otros ocho equipos de ligas menores (en total bateó 289), y hay que citar su Bate de Plata por la ofensiva más alta del circuito Pennsylvania-Ontario-New York. También debe reconocerse su paso por la Liga Internacional de la Florida, con el Miami Sun Sox y los Cuban Sugar Kings, aunque fue más conocido en Cuba por su actuación con el Cienfuegos.
Diez temporadas profesionales en Estados Unidos le valieron average de 243 y a la defensa mostró un supremo 993 como primera base, 985 como cátcher y 978 como jardinero.
Con los Elefantes cienfuegueros fue novato del año en la Liga Cubana, equipo en el cual el manager Billy Herman lo designó como jardinero titular hasta 1954, por lo que lo elijo como guardabosque izquierdo a pesar de su polivalencia en otras posiciones. Luego pasó al Habana hasta 1959 (en la liga cubana bateó .249) aunque entre 1955 y 1957 alternó con los Havana Cubans en la Liga Internacional de la Florida, con promedio ofensivo de 243.
Designado: Este es un puesto reservado exclusivamente para un avileño adoptivo, Alejo O´Reilly, villaclareño de Quemado de Güines que recaló con los de la Piña a partir de 1984.
Si bien este toletero de la época del aluminio obtuvo algunos lideratos con los anaranjados del centro (dos champion empujador en 1981 y 1983), fue a partir de su llegada a Ciego de Ávila que se destapó a pegar jonrones, lo cual le valió varias Selectivas con Camagüeyanos (en 1984 fue líder en jonrones) y su debut en el equipo Cuba en los Panamericanos de Indianápolis 87.
Otras brillantes actuaciones internacionales de O´Reilly fueron en la Copa Intercontinental de La Habana 87 (pegó 11 indiscutibles consecutivos), el Campeonato Mundial Parma 88 –donde dejó al campo a EE.UU. con jonrón– y otra Intercontinental en Puerto Rico 89.
En 16 Series Nacionales sus 240 bambinazos lo ubican en el lugar 15 en este departamento.
https://www.youtube.com/watch?v=z5lg-eZw3R0
Utility: El puesto extra lo merece Everildo Hernández, quien no tuvo nunca posición fija y era estelar en cualquiera. Era un fenómeno que encandilaba a los scouts; sin embargo, no pudo hacerse profesional ni con los Cuban Sugar Kings ni con otros… porque no tenía inscripción de nacimiento y por tanto no tenía papeles de identidad ¡Increíble!
Antes estuvo en los campeonatos escolares, juveniles y aficionados en Ciego de Ávila, en la liga de La Trocha, en la Intercentrales, en la Popular de Oriente y en la de Pedro Betancourt.
Por Cunagua, Algodones, Jaronú, Violeta, Morón, Preston, Nicaro y España jugó absolutamente todas las posiciones, con éxito. Tenían velocidad, brazo, tacto, pensamiento táctico, todas las herramientas, pero llegó muy tarde a los Azucareros y a los Granjeros en la Serie Nacional, donde a pesar de sus 30 años fue líder en bases robadas en un torneo.
Orden al bate: 1-“Gallego”, 2-“El Haitiano”, 3-Tany, 4-O´Reilly, 5-José Jorge, 6-Isaac Martínez, 7-“Nono” Cruz, 8-Oscar Sierra, 9-Borroto.
Lanzadores: De la época pre-revolucionaria escojo a José “Joe” Carballo Leyva, Ramón “Talla” Alonso y Alberto “Pancho” Parris; mientras, de las Series Nacionales apuesto por Lázaro Santana, Omar Carrero, Manuel Álvarez “Camión”, Carlos Mantilla, Walberto Quesada, Yander Guevara y Vladimir García.
Carballo, “el ídolo de la Tasajera”, fue célebre por su velocidad, que lo llevó a ser el primer avileño con un no hit no run en el deporte nacional (contrario a lo que se afirma con Carrero al considerar solamente a las Series Nacionales). Fue el primer brazo del Deportivo Avileño, antes de pasar el Hershey de la Liga Amateur cubana y al Santa Clara de la Liga de Verano. En Estados Unidos sufrió una lesión que acortó su prometedora carrera con Minneapolis.
“Talla” (años 30 y 40) fue zurdo estelar del central Algodones, de la Policía BBC y en especial del Círculo Militar y Naval, con el cual fue campeón, aunque su carrera fue corta por una lesión. Fue el único lanzador avileño en la Unión Atlética Amateur.
Parris (años 40 y 50), hijo de jamaicanos, fue el mejor pitcher del central Baraguá, luego pasó al  Deportivo Avileño entre 1942 y 1944, y se convirtio en el primero de su terruño en derrotar a una selección extranjera (República Dominicana), aunque a lo largo de su carrera alternó con muchos equipos de Camagüey, Oriente, Las Villas y Matanzas. Fue champion pitcher de la primera Liga Intercentrales Azucareros y en la Liga de Pedro Betancourt se desempeñó con el central España y el Cuba.

Omar Carrero. Foto: Cubadebate.

En cuanto a los más cercanos en el tiempo, empiezo por Carrero, en mi opinión el mejor lanzador avileño de la historia. Dotado de finísimo control, velocidad necesaria y singular sinker, es el único con más blanqueadas que derrotas, y el de más bajo promedio en la época del aluminio. Con Ganaderos en la Serie Nacional de 1976 (representativo de Camagüey en la antigua división político administrativa) se mostró como un monstruo del box. Aseguró el cetro de su equipo con insólito 0.46 de PCL, el segundo mejor de la pelota revolucionaria, y tuvo otros cuatro lideratos.
En 17 series terminó con balance de 149-105, 1,225 ponches, 49 lechadas y promedio de limpias de 2.27. Con los equipos nacionales fue de los mejores abridores, y consiguió tres oros mundiales.
Santana (años 60 y 70) es uno de los brazos más fuertes de Cuba de todos los tiempos, un hombre de todos los días con el Granjeros de Series Nacionales a pesar de soportar dolores. Ganó 140 y perdió 116 en 17 campañas, completó 101 partidos de los 191 en que abrió, pero el número de 418 juegos con actuación nos da la tamaña importancia de sus relevos. Le batearon solo 225 y promedió un bajo 2.35 de carreras limpias.
Sus 98 bases intencionales demuestran su inteligencia para eludir a bateadores peligrosos y su habilidad para colgar ceros en la entrada en que relevaba (hoy valorado como RRA en la sabermetría).
“Camión” Álvarez (años 70 y 80) y Julio Mantilla (décadas 80 y 90) son otros dos que alternaron entre Ciego de Ávila y Camagüey.
El primero fue principalmente relevista en 14 series (algunas como parte de Camagüey), casi la mitad de sus actuaciones fue en auxilio (128). Ganó 68 y perdió 100, aunque hay que tener en cuenta la calidad del equipo que lo acompañaba a partir de 1977. Su rol individual queda absuelto al propinar 13 lechadas, con casi 900 ponches y promediar 2.84 limpias. Además fue líder de limpias en 1984.
Mantilla es de los avileños con más de 100 victorias en Series Nacionales (103 y 117), su principal divisa a pesar de su 4.00 de promedio de limpias.
Desde los 80 al siglo XXI hay varios lanzadores avileños con discretos resultados, como Evacio Negrín, Iván González, Ariel Martínez, Michel Pino Feo, Valeri García y Maikel Folch (este último con un Clásico Mundial), aunque no llegaron a cuajar como superestelares.
Dentro de ese pelotón seleccioné a Folch por el déficit de zurdos. Obtuvo similar promedio de ponches contra veces al bate y buen balance de ganados y perdidos (75-42), con menos de 4.00 limpias por juego durante 11 campeonatos.
También apuesto por Yander Guevara (78 ganados y 51 perdidos hasta la serie anterior y 3.79 promedio de limpias), por el rol desempeñado en la concreción del segundo título nacional para los Tigres y por haber sido el mejor brazo en el III Challenger, en Canadá.
Por último, incluyo a Vladimir García como la gran perla actual, por su velocidad y resultado. Su tránsito ha sido de abridor discreto a cerrador de lujo (68 salvados, aunque todavía en su currículo ha relevado, 77 hasta 2016, más de lo que abre, 55) y luego nuevamente a las aperturas. Con PCL de por vida menor de 3.00, ya llegó a 1,000 ponches, y ha sido protagonista en las coronas de los Tigres en Series Nacionales.

Director: Mario Salas dirigió por diez temporadas; Darío Cid por nueve y fue el primero en llegar a postemporada (implantó record de 57 victorias en 1998, latente hasta el 2009). Analizar sus ganados y perdidos no sería suficiente, pues contaron con inferior plantilla, por tanto hay que apostar por Roger Machado, el artífice de las tres coronas avileñas hasta la actualidad.
Aunque con el equipo Cuba no le ha ido bien, Machado supo reconvertir a una generación avileña con calidad, pero históricamente perdedora en postemporada (con el epíteto de “los Tigres sin garras”), en un equipo victorioso. He allí su principal mérito.
Bajo su égida los ya feroces Tigres coquetearon en el 2011 con una final contra Pinar del Río y se reivindicaron una temporada después al superar sin miramientos a Industriales. Luego repitieron en el 2015 contra el sorprendente Isla de la Juventud, tomaron desquite en el 2016 contra los pinareños y cedieron en el 2017 ante Granma. A sus cinco finales se suman un trofeo por el torneo Challenger, en Canadá, y la participación en una Serie del Caribe.

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