Luis Ulacia: “A mí no me gusta hablar de pelota”

Luis Ulacia me recibe como a un amigo de los años. Acaba de arribar al medio siglo de vida y su figura es prácticamente la misma que 30 años antes cuando comenzó a tejer historias sobre los terrenos cubanos de béisbol. Solo lleva como vestuario un short de mezclilla y unas chancletas de cuero. La entrevista pactada el día antes no parece preocuparle mucho; se ve desinhibido y dispuesto a conversar.

El mítico número 1 de los equipos nacionales y Camagüey acomoda dos sillones de mimbre cerca de la puerta principal, y justo cuando enciendo la grabadora me aclara:

–Antes de que comiences, déjame decirte que estoy desubicado completamente de la pelota.

–No se preocupe, solo traigo algunas preguntas sobre temas generales del béisbol, usted me comenta lo que quiera…

–Tú pregunta que yo respondo. Solo te pido que publiques todo tal cual lo digo.

–Quería iniciar hablando sobre su salida de la dirección del equipo de Camagüey luego de la serie 50. Nunca se esclareció cuál fue el motivo, por la calle se decía que fue debido al problema de salud que tuvo en una de las últimas subseries…

–Existe mucha desinformación sobre las razones por las cuales no seguí al frente del equipo. Fue una decisión con la que jamás estuve de acuerdo. La enfermedad que tenía era una vena oculta congénita, no un infarto como pensaron muchas personas. A mí se me da el alta y la posibilidad de seguir dirigiendo, pero ya estaba Felipe Sarduy en la dirección y como la serie estaba casi terminándose, entonces le dije: ‘termine usted como director’.

“Actualmente todavía me siento mal por decisiones que en el momento no se me informaron y entonces la gente pensaba que no podía seguir dirigiendo por razones de enfermedad, cuando eso no me lo impedía en lo absoluto. Por ejemplo, en las Grandes Ligas hay cuatro managers dirigiendo con marcapasos. Pero no soy quien para juzgar. El mismo director del INDER en Camagüey, Armando Ferrer, dijo que fue una decisión personal suya y yo la respeto”.

–¿Entonces qué ha hecho Luis Ulacia desde ese momento hasta acá?

–Valoré incluso desaparecer del INDER, pero muchos amigos y personas que me quieren me aconsejaron que no debía hacer eso, que era un error, pero aun así pienso que merecía respeto. No es que merezca un altar, no estoy pidiendo eso, pero sí respeto. No quería verme en las condiciones de muchos atletas que son tirados al olvido, porque me parece que me sacrifiqué por el béisbol en Camagüey.

Desde hace 10 meses, Ulacia trabaja en una academia deportiva en Canadá. ¿Qué hace usted allá?

–Trabajo en una academia de prospectos de 8 hasta 18 años. Se llama OIBA (Ontario Internacional Beisbol Academy) y tenemos atletas locales y de Dominicana y Venezuela. El objetivo es desarrollar a esos muchachos para que luego puedan optar por becas deportivas, las cuales les dan después la posibilidad de jugar de forma profesional. Hay muchos que están ahí porque los padres solo quieren desvincularlos de determinadas situaciones de la vida, pero lo fundamental para nosotros es prepararlos en las cuestiones técnicas, por lo menos lo que nos compete a Pacheco, a Manrique y a mí. La academia se encuentra en Toronto, pero nosotros vivimos en Hamilton.

–Mencionó que con usted trabajan también Juan Manrique y Antonio Pacheco…

–Sí, cada uno en su área. Manrique en la receptoría, Pacheco con los jugadores de cuadro y yo en los jardines. Pero a la hora de tratar la ofensiva nos unimos los tres y el preparador físico de Santiago de Cuba, Felipe Asiré. En total somos cuatro cubanos.

–¿Cómo es la relación entre ustedes, llegan de forma casual cada uno o a través de un contrato?

–Llegamos todos juntos, mediante un contrato con la agencia CubaDeportes.

–¿Y por cuánto tiempo permanecerán allá?

–No lo tenemos definido, es un contrato renovable.

–¿Qué diferencias ha podido apreciar con relación al béisbol cubano, sobre todo en la parte formativa, que es la que ustedes trabajan?

–El béisbol consiste en tener los medios para poder desarrollarlo. Teniendo guantes, bates y pelotas lo demás sale en el terreno. Canadá es un país muy desarrollado, pero nosotros tenemos la ventaja de que al cubano y al latino le gusta el béisbol, y es ahí donde superamos a otros equipos. La forma del entrenamiento es más complicada, porque si al muchacho le gusta, bien, pero a veces están ahí porque los padres los obligan, entonces hay momentos donde uno tiene que ser muy observador para encontrar la forma de entrenarlos, porque tienes que diferenciar y en el entrenamiento no tienes esa oportunidad de trabajar por separado.  Esa es una de las cosas que a veces nos choca.

–¿Y durante este tiempo que ha permanecido allá ha estado al tanto del béisbol en Cuba, me refiero a la Serie Nacional, al equipo Cuba?

–Te voy a decir con franqueza lo que le digo a todo el mundo: no es que yo quiera estar desinformado, lo que pasa es que a mí no me gusta hablar de pelota, ni sentarme a ver un juego. Tampoco quiere decir que esté ajeno a lo que pasa en la Serie Nacional, pero no la sigo; ni a las Grandes Ligas, ni al Clásico.

–Pero está al tanto de los cambios que se han realizado en la Serie Nacional. La estructura, los refuerzos…

–No me gusta esta estructura, aunque los refuerzos fueron los que hicieron lucir a esta última etapa de la Serie Nacional. Entonces un camagüeyano es campeón nacional con Villa Clara. No entiendo. La otra cosa son los récords, ¿cómo van a quedar? Me gustaría una serie completa de todos contra todos y el que gane más es el campeón.

–¿Sin play off?

–Que los dos que más ganen de cada zona se enfrenten en un play off final.

–Cómo mismo fue la Serie una vez a finales de los ‘80 y principios de los ‘90…

–Así mismo, en ese entonces había más rivalidad. Este mismo año casi todos los equipos que fueron a la segunda fase fueron de la zona occidental.

–Otros de los temas candentes ahora mismo en Cuba es Víctor Mesa. Se habla mucho de cómo sacó del sótano a un equipo como Matanzas y los polémicos métodos que tiene para dirigir…

–Yo respeto todas las opiniones. No me corresponde cuestionar qué hizo Víctor Mesa ni qué va a hacer.

–En Camagüey se comenta que a la provincia le hace falta un director como él para que el equipo logre levantar…

–No es un secreto que Matanzas ya estaba para despegar, como mismo estaba Camagüey, pero no lo ha hecho. Ojalá traigan a Víctor Mesa para acá, a lo mejor Camagüey despega, a lo mejor no. Siempre digo que Víctor Mesa tuvo un mejor equipo que Matanzas, que es el caso de Villa Clara, y nunca fue campeón.

–¿Qué opinión posee del estado actual del béisbol cubano?

–Para mí el béisbol de Cuba siempre va a estar en la élite. Que no se hayan alcanzado los resultados que se esperaban es otra cosa. Alguien con más experiencia que esté vinculado directamente sabrá qué es lo que pasa. Lo que sí te puedo decir con toda sinceridad es que el béisbol puede mejorar. Los atletas de hoy en día no tienen el mismo espíritu ni el entusiasmo que existía en la época en que nosotros jugábamos, aunque sí tienen calidad.

–¿A qué le atañe esta apatía?

–El mundo cambia, se va desarrollando, los tiempos son otros. Los muchachos de ahora son más liberales, tienen otra forma de pensar y de actuar, vienen con otra formación. Hay peloteros que piensan que ellos son más entrenadores que atletas.

–El éxodo de atletas no es un fenómeno nuevo en Cuba, pero se ha incrementado hasta el punto de que se van peloteros que tienen muy pocas posibilidades de triunfar afuera, ni siquiera en ligas de menor nivel…

–Eso está relacionado con lo que te decía anteriormente. La forma de pensar es muy diferente. Estos muchachos de ahora piensan en un celular, en un arete, y en la época de nosotros no era así. Se trataba primeramente hacer un buen papel por tu provincia y luego tratar de integrar un equipo Cuba. Esa unión que existía en mis tiempos se ha perdido mucho.

“En relación a la atención a los atletas hay provincias que verdaderamente se preocupan, otras no. Exigimos resultados y a veces las condiciones no son ni las mínimas. Se están pagando muchos millones en las Grandes Ligas por los peloteros cubanos y si nosotros no somos capaces de resolver los problemas de los atletas aquí, se van a seguir marchando. Hay necesidad de estimular a los deportistas y más a estos muchachos nuevos de ahora.

–¿Y qué tipo de estímulo pudiera ser?

–Puede ser monetario, pero también puede ser en relación a las condiciones de vida que tienen muchos de ellos.

–Precisamente hace solo unos días se conoció un nuevo acuerdo del Consejo de Ministros que se refiere a un nuevo sistema de pago a los atletas y a las posibilidades de contratación en el exterior; también se van a dar premios en metálico por las actuaciones individuales en la Serie Nacional…

–Eso indiscutiblemente va a ayudar a que otra vez el béisbol tome el rumbo que tenía. No es que se haya perdido el nivel, pero es que existía un techo y ya se había llegado allí, entonces ahora hay que subirlo. Estoy contentísimo con esto pero hay que tener cuidado en cómo se va a hacer, porque no se puede premiar igual a todos. El estímulo mayor debe ser al que más se esfuerce, y eso no quiere decir que no se premie al que está en el banco, porque hay atletas que están conscientes de que están ahí porque hay otro mejor, pero se entregan igual en el entrenamiento y en una situación en que el director requiera de él.

–Anteriormente hablaba de la falta de entusiasmo de los peloteros de hoy ¿Hizo algo por cambiar eso? ¿Cómo valoraría su labor como director durante las casi tres temporadas que estuvo al frente del equipo de Camagüey?

–Cuando un equipo gana el mérito es de los jugadores y cuando pierde la culpa es del director, pero eso nunca me preocupó. Siempre tuve el valor de decirlo: yo soy el máximo responsable. Intenté inculcarles a los muchachos la dedicación y la disciplina dentro del juego de béisbol, que para mí es lo más importante. No tengo que hacer una cárcel para que el equipo gane. Hice mi mayor esfuerzo para que ellos entendieran que el béisbol es algo bello. Algunos lo interiorizaron, otros no.

“Y a mí me da peno decirlo, pero a varios muchachos me los encontré con una mala formación, y en dos meses que dura una preparación para la Serie Nacional no puedes arreglar esas deformaciones técnicas. Hay muchos entrenadores de otras categorías que se me ponen bravos, pero los atletas vienen con deficiencias.  En la categoría de mayores no puedo enseñar a un muchacho a robar ni a tocar bola, porque trato de preparar a un equipo para jugar un campeonato nacional. Se sobreentiende que existe una escalera para que cuando lleguen a mayores solamente sea perfeccionar las habilidades, no para enseñarlas.

 Desgraciadamente me topé con atletas que no sabían ni coger señas, y todavía sigue pasando. Entonces me critican, porque los malos resultados van para el director. Quieren que se resuelva el problema en un entrenamiento o dentro de la serie, y esos no son los momentos. Uno cae mal cuando lo dice, pero eso se tiene que aprender en la EIDE. Hasta que no seamos capaces de resolver el problema de la escalera no se va a arreglar el béisbol en Camagüey, por eso el pensamiento técnico-táctico del pelotero camagüeyano es malo. Y el que tenga dudas que venga a verme para explicárselo con más detalles”.

–Quisiera cambiar de tema un poco, ¿desde que está trabajando en Canadá ha podido estar al tanto de la actuación de los cubanos que están en jugando en otros países, sobre todo en Grandes Ligas?

–Se oyen rumores, pero como no me gusta sentarme a ver un juego de pelota no sé. Si no soy capaz de seguir el béisbol de mi país no puedo tener el valor de seguir el de otro lugar.

–En Cuba este año se ha experimentado una apertura en cuanto a trasmisiones televisivas de béisbol profesional. Desde enero sale al aire un programa donde se trasmiten juegos de otras ligas, sobre todo de la MLB, pero existe la contradicción de que no mencionan la actuación de los peloteros cubanos ¿Qué piensa de esto?

–A nosotros nos criaron toda la vida con esa división del béisbol de Cuba y de Estados Unidos. Siempre salíamos al terreno con la mentalidad de derrocar al equipo americano, y no solamente en el béisbol, sino en todos los deportes, incluso hasta en la vida social. Nacimos con eso y voy a morir con eso, pero no nos toca decir si está bien o está mal, eso fue lo que nos enseñaron. Y no estamos hablando del pueblo americano ni el cubano, estamos hablando de la rivalidad deportiva. A veces llegamos a los extremos por eso y entonces hemos dejado de desarrollarnos, porque ellos pueden aprender de nosotros y nosotros de ellos. Creo que ambos  países somos escuela en el béisbol.

“Y pienso que a raíz de esa división de sentimientos se desprende la cantidad de atletas que han desertado. Estoy de acuerdo que demuestren su calidad, pero no todos no van a llegar a Grandes Ligas. Muchos se han ido engañados, porque ahí solamente no hay peloteros cubanos, sino de todos lados. Es la política que han usado los americanos, pintándole castillos y al final muchos no llegan a nada y han dejado a su familia atrás”.

“Ahora  te voy a hablar de la prensa en Cuba. Pienso que no son profesionales. Es mi criterio y por eso es que no me siento a ver un juego de la pelota cubana, porque hablan barbaridades…

–Se refiere a los narradores de la radio y de la televisión…

–Sí, de la televisión y de la radio. No se enfocan en lo que están narrando. Los grandes comentaristas, de lo poquito que he escuchado de Grandes Ligas, se dedican solamente a narrar el juego de béisbol. Nuestros narradores son managers, comisionados, directores del INDER, lo son todo, pero no son capaces de comprender qué situación tiene el atleta. Es muy bonito estar sentado detrás de una cámara de televisión y opinar, pero llega el momento en que molesta, porque lo oye el pueblo y esa es la forma que tiene de estar informado. Hay que tener cuidado.

“En Canadá no veía pelota, pero tenía a Manrique al lado, que es un fanático. Cuando terminábamos de trabajar él veía por internet todos los juegos de la Serie Nacional, incluso a veces yo le decía ‘baja el volumen un poquito que a mí no me gusta escuchar la pelota’, pero esto en parte se debía al desastre en la forma de expresión de los narradores de la pelota en Cuba. Yo los respeto a todos, pero tienen que ir más adentro del béisbol, a la base. Estoy seguro de que ninguno va al entrenamiento de los equipos y ven cómo está la alimentación, qué problemas tienen los muchachos, ninguno va a las provincias. Entonces no se les puede reclamar, porque es un acto de indisciplina. Critican a los atletas y, sin embargo, no son capaces de criticarse a ellos mismos.

“Nunca he visto un director de cine hablar fuera de lo que tiene que hacer, ni a un artista que vaya a un programa de televisión a decir cosas que no le toca. Asimismo les pido a los atletas que si van a vestirse como peloteros no es para estar pendiente de lo que pasa en la grada, sino a dedicarse solamente a lo que les toca hacer en el terreno. Eso es lo que significa ser profesional. No es que tengas que jugar en Estados Unidos. Es profesional un buen cantinero, un chofer cuidadoso, un médico que te atiende bien. Debemos cada cual ser profesional en lo que nos corresponde hacer en nuestra vida cotidiana”.

–¿Entonces se puede considerar profesional que trasmitan las Grandes Ligas y obvien completamente a los peloteros cubanos que juegan ahí? Por ejemplo, parece que nunca podremos ver a los Dodgers mientras Yasiel Puig vista ese uniforme…

–Puig se fue porque determinó irse, pero yo no puedo obviar a Los Ángeles porque haya un cubano. Todo el mundo está consciente de que Puig está con los Dodgers y pienso que será hasta más factible que la gente lo vea. Ya Cuba dio la posibilidad de que los deportistas jueguen afuera, pero podíamos haberla dado hace mucho tiempo y ahora tuviéramos a toda esa constelación que se ha ido y nuestro béisbol sería superior. Porque al final los que se quieran ir lo van a seguir haciendo; es una decisión personal de cada cual.

–Ya que estamos tocando el tema del deporte profesional y el béisbol de Grandes Ligas, ¿qué fue lo que llevó a los mejores peloteros de su generación a nunca marcharse del país? ¿Nunca les hicieron ofertas para jugar en el exterior?

–Infinidades de veces, muchas más que a los que están ahora, y no solo a mí, a Omar Linares, a Orestes Kindelán, a Antonio Pacheco y a muchos otros. Sin ánimos de entrar en comparaciones, pero los que se han ido en estos tiempos no son ni la chancleta de esos peloteros. Nosotros nunca pensamos en eso. En primer lugar, estaba la familia. Número dos, la convicción que teníamos de que jugábamos por Cuba. Y para nadie es un secreto que la otra razón era por ese señor tan grande, por nuestro Comandante. (Mientras termina la frase alza la vista hasta una foto que se encuentra en la repisa donde tiene todos sus reconocimientos).

–¿Usted no tuvo problemas con su retiro, le dieron la atención que se merecía? Porque otras glorias del béisbol, como el mismo Víctor Mesa, han denunciado que a ellos los retiraron antes de tiempo…

–Oficialmente nosotros no estamos retirados. Mañana si me da la gana de prepararme para jugar la Serie Provincial puedo hacerlo, y esa otra de las grandes decepciones que tengo con esta provincia. ¿Por qué a mí no se me ha hecho un retiro? No he sido el más grande, pero tampoco el más pequeño.

–Si bien no se puede decir que usted haya sido un atleta indisciplinado ni mucho menos, siempre existió mucha polémica respecto a cómo era Luis Ulacia fuera del terreno de pelota…

–Nunca fui indisciplinado como atleta, porque traté de hacer siempre lo que me correspondía. Aunque sí fui fresco jugando béisbol: le contestaba a un árbitro, si tenía que tumbar a uno lo hacía. Por ese lado sí fui indisciplinado, porque me metía en el juego con la idea siempre de joder, como se dice en buen cubano, al contrario, fuera árbitro o pelotero.

“Pero fui disciplinado porque sabía cuándo tenía que tocar la bola o robarme una base, porque nunca se me olvidó una seña. Muchas personas decían que era indisciplinado porque no iba a entrenar, pero yo resolvía el problema dentro del terreno de pelota. Y eso es lo que yo les decía a los muchachos cuando era el director: ‘prefiero que tú no  entrenes, que te tomes una botella de ron, pero que resuelvas el problema en el terreno. Ah, si tomaste no te voy a sentar, no, a ti te va a coger el sol, el papelazo lo vas a hacer tú y el pueblo es el que te va a juzgar. Yo no puedo vigilar todo lo que tú haces, porque puedo estar durmiendo y tú puedes brincar por el balcón’. Yo lo hacía, pero después resolvía en el terreno.

“A veces las personas piensan que nosotros no tenemos derecho, que somos extraterrestres. Nosotros tenemos una familia, un hogar y tenemos también miles de problemas como muchas personas. Porque a mi casa no venía nadie a preguntarme que problema yo tenía, y eso es otra cosa que entra en la parte de atender al atleta. También somos seres humanos. Lo que hay es que tener valor y disciplina dentro del terreno de pelota, porque hay quien es un indeseable en la calle, pero es el mejor de su centro de trabajo”.

–¿Cómo es Luis Ulacia en el ámbito privado, fuera de los reflectores de la vida pública?

–Me gusta mi familia. Para mí eso es lo más importante. Número dos: las personas que me quieren. No todo el mundo puede ser mi amigo, ni puedo estar rodeado de todo el que quisiera. La gente puede opinar todo lo que quiera sobre mí, pero te juro con toda sinceridad que duermo como la persona más feliz del mundo. Quien hable bien o mal de mí es su problema. No me quita el sueño nada. El que no puede estar cerca de uno siempre tiene un criterio, siempre vas a estar en la boca de las personas porque la fama tiene precio, para bien o para mal.

–¿Pero existe algo de lo que pueda arrepentirse, tanto en su vida personal como de atleta?

–No me arrepiento de nada. Sé lo que soy y lo que he sabido ser para las personas que me quieren.

Por: Raúl A. del Pino Salfrán. Fotos: del autor y cortesía del entrevistado

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