Mano a mano con Yamara Amargo

Por: Gabriel López Santana

Yamara Amargo no es una princesa africana, pero podría serlo. Tiene un rostro redondo; alargado en el mentón, la frente ancha y el pelo negro y largo tejido en trenzas. Pero tiene, además, una mirada de realeza: de quien sabe lo que va a decir mucho antes de hacerlo. Es, en efecto, una mujer bella. También, para muchos, la mejor jugadora de baloncesto de Cuba.

Cuando tenía dieciocho años y llegó a la Selección Nacional, Yamara sonreía mucho, dentro y fuera de la cancha. Ella siempre decía que era porque disfrutaba aquello. Pero un día en que las cosas no estaban saliendo bien, el entrenador se hartó de su fiesta personal y le hizo cambiar de idea: no habría más sonrisas en el terreno. Por eso yo llegué a mi encuentro con ella, luego de un acuerdo previo y un viaje inter provincial, seguro de encontrarme con una persona fría y seria, a quien había visto jugar muchas veces pero sonreír muy pocas.

Como tiene porte de princesa, se sentó junto a mí en una mesa en el costado del Polideportivo Yayabo y puso sus manos juntas sobre la madera. Desde ahí, sin el menor sobresalto y sin mover sus manos del lugar, jugó todo un “uno-contra-uno” con la misma soltura con que sale de las pantallas y anota triples. Mientras tanto, me obsequiaría un par de sonrisas y muchas respuestas.

Tú posición natural es la de escolta, pero veo que bajas el balón, estás en el salto inicial, posteas. ¿A qué se debe esa versatilidad?

«No es el mismo sistema del equipo nacional que el de aquí en Sancti Spiritus. Acá no tengo el “1” q tengo en el Cuba, y eso es una ayuda tanto para mí como para ellas (sus compañeras en SS) porque me puedo concentrar más en anotar solamente y cuando la base no pueda por alguna razón, ya me tocará a mi bajar la pelota, driblear un poco más, “hacer cositas».

¿Lo disfrutas?

«Sí».

Pero si te dieran a escoger una posición…

«Me quedo con la mía: escolta».

Y es que esta bella mulata parece nacida para el baloncesto. Desde que comenzó a jugarlo en la EIDE provincial, cercana a su natal reparto Olivos 2, no ha hecho más nada que jugar y jugar bien.

«Yo de niña jugaba mucho con los muchachos lo que fuera, pero como tal practicar un deporte, ninguno».

En su reciente visita a Cuba, Lázaro Borrell destacó que la falta de una ética de trabajo sólida, para practicar incluso durante las vacaciones, fue la principal razón por la que no pudo hacerse de una carrera decente en la NBA. ¿Qué opinas de eso?

«Bueno, no debería ser así. Porque pienso que si eres un atleta profesional no tienes porqué dejar de practicar deportes, ir a un tabloncillo, correr, lanzar un poco al aro. Aunque no lo hagas diario, pero auto prepararse es importante».

¿Lo haces tú?

«Sí. Cuando termino lo que tiene que ver con la selección nacional, vengo para acá, me pongo a jugar con las muchachitas, tiro un poco y hacemos competencias».

¿Y crees que eso es un mal del baloncesto cubano? ¿Conoces a otras más que entrenen en las vacaciones?

«No sabría decirte porque es algo personal».

Pero al menos lo comentarán a su regreso…

«Muy pocas».

¿Se habla mucho entre ustedes en la selección de otras ligas?

«Si, hablamos mucho de las jugadoras, las que juegan en la WNBA y las de otras ligas. Y a veces decimos “viste, fulana fue para la WNBA” y así comentamos un poco».

¿Tienes alguna favorita?

«Me gusta mucho como juega (Diana) Taurasi. Una muy buena jugadora. Lo que más me gusta es el tiro que tiene, la técnica, la terminación que le da».

¿Con que jugadora estelar has coincidido o jugado en contra, porque cuando fuiste al Mundial ya te conocían?

«Con ella misma. Hemos intercambiado palabras. Pocas, pero lo hicimos».

¿Qué te dijo?

«Que cómo estaba, cómo me sentía, si nos volvíamos a ver de nuevo. Fue en un momento en que veníamos saliendo del terreno y ellas entraban».

A tu juicio ¿cuáles son los principales problemas del baloncesto cubano?

«El primer problema es que se han perdido muchas atletas con talento. Producto de los problemas en la base. Yo estuve en la ESPA, y es algo que no sé por qué razón se acabó. Allí hemos perdido muchos talentos.No sé por qué a las muchachitas altas no le gusta el básquet. Cada vez que visitamos a las muchachas de vóley, digo “que altura”. Como esa muchachita de 14 años que está ahora en el equipo Cuba, de buenas a primeras salió, y yo dije para mí “¿dónde estaba esa niña?”».

¿No crees que el hecho de que, a pesar de los resultados del baloncesto femenino, el volley tenga más competiciones en todas las categorías, influya en la decisión de las muchachas?

«Sí, sí, no hay duda. El vóley comparado con el baloncesto tiene más torneos. Antes había un CentroBasket de menores, pero no sé qué habrá pasado con eso. Eso influye mucho».

¿Tú crees que la táctica se pueda mejorar mucho más o sea solo cuestión de roce?

«Influyen las dos cosas, porque si no tienes roce no conoces el rival. Y en cuanto a táctica si hay que mejorar mucho, porque una jugadora de selección nacional, debe tener siempre al menos una doble marca. Buscar que a esa jugadora le cueste trabajo llegar al aro. Y eso es algo que no sucede mucho aquí».

Háblame de Zabala.

« ¡Uff! Zabala. ¡El gran Zabala! Ante todo es como un padre para nosotras, un amigo. Es un entrenador que no es perfecto, como todo ser humano, pero es un gran entrenador. Y como persona, ya te digo».

¿Influye él en sus resultados?

«Sí, mucho depende de él porque sin su guía no sabemos hacia dónde vamos ni en que nos equivocamos. He aprendido bastante de él».

¿Cuál es el entrenador que más te ha marcado como jugadora?

«Tengo dos: El que me enseño desde el principio, Andrés del Monte, y Armando Acosta, que fue quien me llevo a dar mis primeros pasos internacionales».

¿Qué es lo más difícil que has pasado como jugadora?

«He tenido varias. Pero quizás la peor fue entrando a la selección nacional, con 18 años, casi una niña. Los sistemas, la presión de los entrenadores que veían mi talento y querían que yo dejara de ser niña y me incorporara a lo que es la madurez de la selección nacional. Jugábamos entre nosotras y me salían muy mal las cosas. Terminé llorando porque yo quería y no podía. Los entrenadores se acercaron a mí, psicólogos incluso. Lloré tres días seguidos y en esos tres días me recuperé. Los entrenadores me dijeron lo tuyo es esto, deja atrás lo que es tu rol en la provincia. Hice el equipo, me dieron la oportunidad en Brasil y ahí fue que empezó a surgir Yamara Amargo».

¿Y lo mejor?

«Estar en la selección nacional. Fue un sueño de niña. Yo veía las jugadoras por la televisión y no me conformaba con eso. Decía “¡cómo me gustaría jugar con ellas, compartir con ellas!”. Y hoy por hoy, estoy allí, converso con ellas y me llevo bien con todas».

Y eres un referente ¿Me imagino que haya alguna muchachita que quiera ser como tú?

«Sí, en la categoría 13-15, hay una muchachita que dice que quiere ser como Yamara Amargo. Pero bueno, para eso tiene que esforzarse bastante».

Se dice que varias jugadoras tienen propuestas de contrato en el extranjero. Oyanaysis Gelis está en Brasil. ¿Qué hay contigo?

«En estos momentos los contratos están. Hasta ahora la única que ha salido es Gelis, pero las demás esperamos que después de la Liga se dé. Puede ser Brasil o Argentina, no sé».

Tu quinteto ideal del básquet cubano sería…

«El quinteto que está ahora en el Cuba».

¿Y con quién quisieras jugar un uno-contra-uno?

«Para ganar experiencia y para divertirme con la Taurasi».

¿Desde que llegaste al Cuba cuál es la jugadora que más te haya impresionado?

«Me han impresionado dos: Yamilé Martínez, por la estatura, por el desmarque en el pivot. Y Yurisenys Soria, que es una de las jugadoras que más me ha ayudado, de la que fui su segunda y cuando me tocó a mí, por su edad y las lesiones me siguió y me sigue ayudando. Me impresionaban sus movimientos, sus pases, todo. Y también como persona».

¿Es tu mejor amiga en la selección?

«No, amiga mía como tal, no tengo. Tengo compañeras con las que me gusta compartir, disfrutar. Pero compañeras».

¿Cuál es la mejor arma de este quipo Cuba?

«Pienso que el colectivismo. Aunque haya sus “preferencias”, como digo yo, cuando nos toca asumir algo lo hacemos todas juntas. Es lo que más me gusta».

¿Y que le falta?

«Estatura. No tenemos una jugadora de dos metros y tanto, pero con lo que tenemos vamos resolviendo».

Siendo sincero, yo creo que debieron haber llegado un poco más lejos en el Mundial…

«Hasta yo pensé eso. Simplemente que nos faltó tener ese roce internacional para saber jugar los finales de juego. Nos faltó leer mejor las jugadas y saber cómo enfrentar ofensivamente el final del juego».

Yamara Amargo 2¿Qué le falta a tu juego?

«Bueno, no sé decirte bien, porque cada día me preparo más. Creo que en el dribbling, no me refiero a saber driblear bien, sino con respecto al ataque, esa velocidad que tienen otras jugadoras. Creo que puedo mejorar ahí».

¿Qué es el baloncesto para ti?

«No te puedo decir que es mi vida porque en realidad no lo es. A veces lo tomo como un hobby, es mi trabajo, es mi profesión, lo que me gusta hacer, porque si no me gustara realmente no estaría aquí. Es un gusto y un trabajo en lo que me desempeño bastante bien».

¿Planes?

«Estar entre los cuatro primeros y discutir títulos: es lo que me toca».

¿Y cuando termine la Liga?

«Regresar a la selección nacional y ver qué planes hay con nosotros. Porque hay muchas cosas en caso de que no vayamos de contrato inmediatamente: tenemos un viaje a China, nos están invitando a Chile, a México y a Brasil».

¿Sabes qué? Hay algo que, más que cualquier otra cosa, me llama la atención de tu juego: no interrumpes el ritmo del balón, ni reclamas posesiones. ¿Por qué?

«Sí, muchas personas me dicen “tu juegas y es como si no estuvieras, porque eres una persona pausada, calmada, no eres como otras que reclaman y gritan por la pelota”. Es a lo que me he acostumbrado, es mi carácter. Supongo que he llevado mi carácter al baloncesto. En el partido soy una más».

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