El mejor Matanzas de la historia

Martín Dihigo, "El Maestro" (con el uniforme del club Cienfuegos), imprescindible en cualquier equipo histórico de Matanzas y de Cuba. Foto: cubahora.cu.

Martín Dihigo, "El Maestro" (con el uniforme del club Cienfuegos), imprescindible en cualquier equipo histórico de Matanzas y de Cuba. Foto: cubahora.cu.

Terminó la Serie Nacional 57 y otra vez la corona le fue esquiva a Matanzas. El team de los Cocodrilos volvió a nadar mucho y quedar en la orilla, eliminado en semifinales por los Alazanes campeones.

Por ello, mientras los granmenses reforzados se preparan para debutar en la Serie del Caribe, les propongo una mirada al béisbol matancero y aventurar un All Star de todos los tiempos, tal vez es el más polémico de los propuestos hasta hoy en OnCuba.

Pocas provincias cubanas tienen tanta historia beisbolera y tantos notables jugadores como Matanzas. El estadio sede tendría que ser el Palmar de Junco, cuna de la pelota en la Isla, donde dispondríamos de 22 cupos entre las decenas de aspirantes con linaje para integrar la nómina.

Estos son mis escogidos.

Receptor: Rouget Ávalos (finales de los 30 y principios de los 40), Enrique Izquierdo (años 50 y 60), Paulino Casanova (década del 60), Evelio Hernández (finales de los 60 y años 70) y Juan Manrique (décadas de los 80 y 90) se disputan el puesto. Cada uno representa una fase de la pelota cubana: el amateurismo, la liga invernal cubana, las Grandes Ligas, las ligas del Caribe y las Series Nacionales.

Ávalos fue buen cátcher en la Unión Atlética Amateur de Cuba, pero era un circuito menor al profesional; Izquierdo sí fue rentado en la Isla y estuvo poco en Grandes Ligas con el Minnesota; Evelio fue uno de los mejores enmascarados de las primeras Series Nacionales, y Casanova botó 50 pelotas en 10 temporadas en las Mayores y después fue uno de los mejores receptores extranjeros en la Liga Venezolana.

No obstante, mi elegido es Manrique. Sus números lo avalan como uno de los primeros en corredores “enfriados” en Series Nacionales (413) y a la defensa terminó con 986 en 18 temporadas.

Al bate promedió para 288 y conectó 219 jonrones, indicador de poder que le facilitó empujar 788 carreras y exhibir slugging de 489. Por si fuera poco, no fue un mal robador –para ser un cátcher– (62) y recibió 1139 boletos, séptimo histórico en los torneos de la Isla, frente a solo 691 ponches.

Primera base: La elección estaría entre Julio Germán Fernández (décadas de los 80 y 90) y Pedro “El Gamo” Pagés (años 40), por quien me decanto.

Julio Germán fue un buen slugger, pero Pagés fue un extraclase en su época. A su favor está la condición de ambidextro (tiraba a la zurda) y su polivalencia tanto en la inicial como en los jardines. Su apodo surgió por la velocidad en los desplazamientos a la hora de atrapar elevados, y si bien fue en las praderas donde más lució (sobre todo con los Elefantes de Cienfuegos), esa es una zona repleta de grandes jugadores donde no tendría cabida por increíble que suene. Por tanto, lo pasaría al primer cojín.

En sus 15 temporadas como profesional compiló 260; sin embargo, acaparó importantes lideratos: anotadas (1940-41), impulsadas (1943-44) y Jugador Más Valioso (1944-45; con 309 de average). También pasó por el New York Cubans, el Veracruz de la Liga Mexicana, los Gavilanes en Venezuela, el Torices colombiano, por Canadá y el Sherbrooke de las Ligas Menores.

Félix Isasi. Foto: martindihigoelmejor2013.cubava.cu.

Segunda base: En la intermedia los nominados son Daniel Doy (década del 40), Tony Taylor (fines de los 50 y mediados de los 70) y el pícaro Félix Isasi (desde los 60 hasta principios de los 80), mi favorito.

Por buenas manos que tuviera Doy y su estelaridad en la liga amateur con el Deportivo Cárdenas, sus números fueron muy discretos de profesional con el Almendares y el Marianao. Mientras, Tony brilló con los Alacranes capitalinos y los Phillies de Filadelfia, y destacó también en la esquina caliente, lo que me lleva a considerar esa opción.

Isasi, por su parte, fue el camarero más popular de Cuba en su tiempo y en 18 seires acumuló la respetable cifra de 1,142 hits. Fue un clásico chocador de bola, de bajo poder, pero alto promedio (293), dueño de una rapidez que lo llevó a robar 231 bases, aunque a la defensa compiló solo 961.

Campo corto: Bert Campaneris (años 60 y 70) y Leo Cárdenas (los 60 y mediados de los 70) tienen méritos sobrados para esta posición, pero por encima de ellos prefiero a La Pantera, Silvio García (finales del 30 a principio de los 50).

Cárdenas jugó 16 temporadas en Grandes Ligas, discutió el MVP en tres ocasiones, cinco veces fue escogido para el Juego de las Estrellas, y obtuvo Guante de Oro en 1965 en la Liga Nacional. Pero Silvio sobresalió en la pelota profesional cubana y pudo ser el primer jugador negro en las Mayores, aunque lo traicionó su temperamento.

Fue un bateador derecho hacia la banda opuesta que conectó en seis ocasiones sobre los 300 en la Isla y es el segundo en veces al bate, en hits y en dobles de la Liga Cubana, el tercero en anotadas y empatado en triples, el quinto en temporadas jugadas (20), sexto en impulsadas y en bases robadas (105). Dos veces resultó líder de los bateadores, en una de las cuales fue electo en el Todos Estrellas y como MVP. Por demás, mostró su talento en Puerto Rico y República Dominicana; y jugó con los Havana Cubans, en las Ligas Independientes de Color, en Canadá, en los New York Cubans y en siete temporadas en la Liga Mexicana (con average de 335).

Tercera base: Entre “Napoleón” Heredia (décadas del 30 y 40), Roberto Estalella (30 y los 40), Tony Taylor y Eduardo Cárdenas (años 80 y 90) escojo a Taylor.

Cárdenas fue onceno en hits en Series Nacionales y en 19 campeonatos promedió un responsable 317; Heredia tuvo ocho torneos profesionales, Estalella participó en unos 90 juegos como antesalista en Grandes Ligas, pero Taylor sorprendió cuando sustituyó a Héctor Rodríguez en el Almendares y no solo se convirtió en uno de los mejores bateadores de los años 50, sino que duró 19 temporadas en las Mayores.

Aunque “el mulato chino” del central Álava figure en el Salón de la Fama de los Phillies como segunda base, me valgo de su versatilidad en el infield y sus muchos fildeos en el tercer saco para moverlo a esa posición y darle cabida a Isasi en la intermedia. En un equipo ideal la presencia de Taylor fortalece defensa y ofensiva y su habilidad para robar bases, 234 en el gran circuito (6 veces la goma), da un extra al line up.

Jardín derecho: En la gran lista de outfielders matanceros selecciono al hombre hit Wilfredo Sánchez (finales de los 60 a mediados de los 80), por encima de otros como Roberto “Tarzán” Estalella (años 30 y 40) y a Lázaro Junco (finales de los 70 hasta mediados de los 90).

Wilfredo fue el primer bate ideal por su tacto y alta capacidad para embasarse, a lo que se añade una velocidad que le ganó el sobrenombre del “Gamo de Jovellanos”. En 19 series promedió un increíble 331, con seis coronas ofensivas, y para 349 en 14 eventos internacionales. Además, es el quinto histórico en bases robadas en Cuba con 339, y el sexto en hits con 2174 hits, una verdadera máquina de bateo.

Jardín central: Este puesto podría ser ocupado por Ángel Scull (década del 50), Rigoberto Rosique y José Cardenal (años 60 y 70) o José Estrada (década de los 90).

Scull fue de los tres hombres rompió la barrera del color en la Florida y un experto robador de bases, al extremo de ser el séptimo de la Liga Cubana y líder absoluto con los Havana Cubans y los Cuban Sugar Kings. Rosique era un gran fildeador y bateó 302 de por vida en 13 Series Nacionales, y José “Pepito” Estrada hizo época en los poderosos Henequeneros, campeones en 1991 y 1992, y asistió con el equipo Cuba a dos Juegos Olímpicos. Pero elijo a José Cardenal.

Cardenal promedió 275 en 18 temporadas en la MLB, con más de 1900 hits, 936 carreras anotadas, 46 triples, 138 jonrones, 775 empujadas y 329 bases robadas. En 10 temporadas robó 20 o más bases y fue dueño de un soberbio brazo que no permitía chances a los corredores. Tras su retiro, también tuvo una importante carrera como coach en las Mayores, incluso con los Yankees campeones a fines de los 90.

José Cardenal. Foto: baseballhall.org.

Left field: Desgraciadamente compiten por la misma posición dos grandes como Edmundo “Sandy” Amorós (40 y 50) y Orestes Miñoso (40 a los 70). La atrapada de Amorós en la Serie Mundial de 1955 bastaría para hacer el grado, le dio el primer trofeo a los Dodgers de Brooklyn. Fue, además, líder de los toleteros, al menos una vez, en casi todos los torneos en que participó tanto en Cuba como en el extranjero y en once años en la Liga Cubana fue sexto de por vida en jonrones (49) y séptimo en anotadas (360). Estuvo en tres Series Mundiales aficionadas, cuatro Series del Caribe (en las que promedió 344), siete años en las Menores y hasta “la rompió” en México con average de 308.

Sin embargo, por increíble que parezca, Orestes Miñoso, Minnie, El Cometa, Mr. White Sox o El Charro Negro, tiene mejores cartas y sería el titular de este equipo. Fue el hombre que enloqueció a Chicago, que inspiró en Cuba un chachachá, el primer jugador negro cubano en debutar en las Mayores (1949, con los Indios de Cleveland) y el primero en un Juego de las Estrellas (1951), se casó de imponer marcas en la liga profesional de Cuba con el Marianao, mientras en dos Series del Caribe bateó 356.

Con los Medias Blancas fue una apoteosis, insólitamente subvalorada a la hora de exaltarlo a Cooperstown. Fue líder tres veces en bases robadas de la Liga Americana y estableció un récord de 189 pelotazos (líder en ese departamento, en seis ocasiones). Estuvo ocho veces en el Juego de las Estrellas, fue guante de oro en el left field, cinco veces manager jugador, un hombre con apariciones al plato durante seis décadas consecutivas y cuyo número 9 se retiró del Comiskey Park, de Chicago.

Durante 17 temporadas con cuatro franquicias de la MLB promedió 298, con 186 jonrones, 1,023 carreras impulsadas y 205 robos; mientras en las menores, con cinco equipos, terminó con 318 y slugging de 506. En México también lució en la Liga Invernal del Pacífico y está en el Salón de la Fama del Béisbol Cubano. Tenía que ser él.

Designado: Es el único equipo ideal que podría prescindir de este puesto al contar con extraordinarios lanzadores de gran bateo, vaya paradoja. Incluyo esta opción en el line up para beneficiar a los sluggers, pero con una gran condición: si y solo si Martín Dihigo no es el lanzador. Don Martín es el primer brazo de este equipo y si sale del box alguien a la defensa iría a la banca, porque él es imprescindible.

Sin Dihigo, los dos candidatos al designado son Estalella y Junco, el segundo mayor jonronero cubano. A favor del primero está su séptimo lugar en jonrones (46) e impulsadas (371) en la liga profesional cubana, entre otros récords, además que de que llegó a las Grandes Ligas, donde fue mejor bateador que fildeador. Pero Lázaro Junco se cansó de dar jonrones a pesar del sambenito del aluminio y pudo dar muchos más de no ser por su apresurado y casi obligado retiro. Sus 405 vuelacercas, 1,180 impulsadas y 511 de slugging inclinan la balanza de su lado.

Utility: Aquí no tengo dudas: Dagoberto Blanco Campanería (60 y 70), rebautizado como Bert Campaneris en las Grandes Ligas y quien también brilló en Venezuela.

Tan alta era su versatilidad que llegó a lanzar a las dos manos en un partido de MLB en 1965, el primero en hacerlo, y tiene también la marca de ser el primer jugador en desempeñarse en las nueve posiciones en un desafío.

Su mejor posición fue el campo corto; su mayor habilidad, el robo de bases (649, la mayor cantidad de un latino). Asistió a tres Series Mundiales, seis play off e igual número de Juegos de Estrellas y en 19 temporadas en la MLB bateó para 259, con 1,181 anotadas, 2,249 hits, 313 dobles, 86 triples y 646 impulsadas.

Lanzadores: De la vieja época, selecciono a José de la Caridad Méndez “El Diamante Negro” (primeras décadas del siglo XX), Basilio “Brujo” Rosell (años 20 y 30), Rogelio “Limonar” Martínez (fines de los 30 hasta los 50), Martiniano Garay (fines de los 40 y principios de los 50), (años 30 y 40) y Mariano Fortés (décadas del 20, 30 y 40); de la pelota revolucionaria, a Jorge Luis Valdés (fines de los 70 hasta los 90), Gaspar “El Curro” Pérez (años 70), Rafael Rodríguez (años 70 y 80) y Jorge Martínez Gerardo.

Méndez fue el primer tirador en porcentaje de ganados y perdidos de la Liga Cubana (731), el sexto en ganados (76) y en años lanzados (15), así como el décimo en juegos completos. Fue líder de los pitchers en cinco ocasiones, con muchos otros liderazgos y aquellas épicas cinco lechadas consecutivas contra equipos norteamericanos. En las Ligas Negras fue de los grandes, incluso manager jugador del Kansas City Monarch, con los cuales obtuvo las coronas de 1923, 1924 y 1925.

Al “Brujo” lo incluyo por sus actuaciones con equipos “negros” (Central, Cuban Stars, Santa Clara), por sus victorias contra equipos de Grandes Ligas y las Menores, y por sus “hechiceras” proezas en la Liga Mexicana; a “Limonar” por ser uno de los diez mejores pitchers amateurs antes de las Series Nacionales, con más de 60 éxitos en el Deportivo Matanzas y más de 100 laureles si sumamos el equipo nacional, las Series del Caribe, el Havana Cubans, la Liga Cubana y su incursión efímera por las Grandes Ligas; al nudillista Garay por su exótico lanzamiento y porque a pesar de su discreta actuación con el Almendares fue uno de los hombres de los New York Cubans y lució como un gran lanzador en México (en especial con los Cañeros de los Mochis); y a Fortes por su polivalencia en todo tipo de pelota, desde el equipo nacional hasta clubes como el New York Cubans, Santa Clara, Marianao, Senadores de Washington, en todas las ligas profesionales de México (62-48 con 4.22 PCL y donde dirigió en primera división ocho veces) y por su ofensiva aun siendo lanzador.

Por su parte, “Taty” Valdés es el lanzador zurdo más ganador (en la pelota cubana tal vez solo le haga competencia Agapito Mayor), con 234 victorias, sin contar impecables actuaciones internacionales; el Curro Pérez, aunque ganó mucho menos, 76, fue el justo héroe de Quisqueya en 1969, en aquel juego contra Larry Osborne; y por último a Rafael Rodríguez (líder de ganados en la V Selectiva) y Jorge Antonio Martínez Gerardo, porque junto a Valdés son los únicos que llegaron con Matanzas a 100 o más victorias en Series Nacionales.

Para Martín Dihigo es el pedestal más alto. Capaz de jugar brillantemente las nueve posiciones fue también un excepcional lanzador.

Una tarja en Estados Unidos no deja lugar a dudas: “Martín Dihigo El Maestro. Ligas Negras (1923-1947). El más versátil de las estrellas de las Ligas Negras. Jugó béisbol en los campeonatos de verano e invierno. Registró más de 260 victorias como lanzador y cuando no subía a la lomita, actuaba en distintas posiciones para promediar más de 300. También fungió como manager en diversas épocas”.

En Cuba, Dihigo ganó 106 de los 120 desafíos que lanzó, una marca extraterrestre. Fue el primero en juegos ganados, completos, segundo en temporadas jugadas (19), cuatro veces por encima de diez victorias en una temporada e igual número como champion pitcher. En la Isla dirigió cinco veces, con balance de 142-129 (524), incluso por encima de los aspirantes al mandato de esta constelación.

Por las Ligas Negras dejó bateo de 296 en 23 campañas, en las que jugó todas las bases, fue cuatro veces el Jugador Más Valioso y también dirigió. No solo merece estar en un All Star de Matanzas sino encabezar cualquier equipo histórico de Cuba.

Director: Gerardo “Sile” Junco (años 80 y 90), Armando Marsans (décadas del 10 y 20) y Tomás “Pipo” de la Noval (finales de los 30 y década del 40), discuten la silla de manager. Con Silvio, Dihigo, Méndez, Fortes y el “Brujo”, quienes muchas veces fueron jugadores-managers, sobra liderazgo y experiencia, pero el equipo merece una cabeza independiente.

Me inclino por Marsans, para hacer homenaje a uno de los pioneros latinos en las Grandes Ligas. Bateador de mucho tacto y ágiles piernas, concluyó su carrera en cuatro teams mayoristas (más de 600 juegos) con bateo de 269, mientras en las menores promedió 284 y en el profesionalismo cubano 262 en veintiuna temporadas y un torneo independiente. Como manager dirigió 267 desafíos en nueve campañas, con balance de 124-143 y fue campeón con los Alijadores de Tampico de la Liga Mexicana en 1945 y 1946.

Por último, hago una bolsa con jugadores no mencionados, pero que merecen todo el respeto. Serían suplentes de lujo en esta constelación matancera: Fernando Sánchez, Oscar Sardiñas, Raúl Navarro, “Babalú” Pérez, “Pinocho” López, Valentín Dreke, “Sagüita” Hernández, Derubín Jácome, Félix “Marquesita” Zulueta, Armando Gallart, Curro Pérez (padre), Lino Betancourt, Luis Fernández, Lázaro Garro, Carlos Mesa y Yoandi Garlobo. Y podrían ser más.

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