Mijaín, los que van a morir te saludan

El bicampeón olímpico y cinco veces titular mundial, Mijaín López, busca en Veracruz su primera medalla centrocaribeña.

El bicampeón olímpico y cinco veces titular mundial, Mijaín López, busca en Veracruz su primera medalla centrocaribeña.

La jornada del 13 de septiembre de este 2014 inscribió en los libros un hecho trascendental para el accionar deportivo cubano. Un hecho esperado, porque cuando se trata de competencia, y en ella demuestra habilidades un hombre que responde al llamado de Mijaín López Núñez, la derrota parece una quimera. En Taskent, Uzbekistán, el bicampeón olímpico lograba su quinta corona mundial.

Su mirada escrutadora, tan temible para los rivales, unida a su imponente estructura color chocolate, estuvo nuevamente en una etapa conclusiva planetaria sobre el turco Riza Kayaalp. El mismo otomano que sentó dudas en su trayectoria cuando lo aleccionó en la discusión del oro en lid de igual magnitud en 2011. Pero su torpeza fue rendir al antillano meses antes si su fin era “robarse” la gloria en la cita de los cinco aros en Londres. Debió posponer unos meses ese triunfo, y la semifinal en márgenes británicos plantea la razón.

Esta vez, el pinareño apretó los dientes y reía por dentro. Conocedor de la proeza, de la superación de retos, de escalar un podio conocido, en una ciudad desconocida. Y mientras caminaba al colchón, la expresión objetiva del síntoma, a pesar del año sabático que disfrutó, presagiaba su retorno al sitial de honor. Y así ocurrió. Otra vez, en una división diferente, todos quedaron estupefactos.

El  título es  un obsequio más para los fanáticos. Y, por ahora, solo resta disfrutar cada milésima de segundo de ofensiva de este gladiador de cualidades innatas, pues extraclases como el nacido en el municipio Consolación del Sur, como este criollo en un ejemplar maximizado, no nacen cotidianamente.

Mijaín es leyenda viva dentro y fuera de nuestra tierra. Como un mito que pasará de generación en generación, por su aterciopelado andar, por las satisfacciones dedicadas, por su derroche de intrepidez y apego por aquellos que agolpan sus asientos cuando el ídolo de Herradura obtiene un buen agarre y se plantea virar a su rival.

Cinco, mi número favorito, son los liderazgos universales de este mortal que asegura, sin ambages, otra gesta en Rio de Janeiro 2016, en instantes donde por reiteración se avizora como el abanderado de su delegación en el país sudamericano.

En el futuro -cuando peroren de la era de Lionel Messi o Cristiano Ronaldo, de Valentino Rossi o Marc Márquez, de Roger Federer o Rafa Nadal, de Derek Jeter o Mike Trout, de Lebron James o Kevin Durant, y repasen su especialidad- obligatoriamente departirán de Mijaín López, “que también hizo época”, dirán. Y como es nuestro, vale la pena destacar esa fortuna por adelantado.

De ahí que estas líneas sobre su persona, orgullo de propios y ajenos al estilo clásico del deporte de los tackles y desbalances,  antes que una deuda con la historia, es un mandato del pueblo cubano en el sentido casi literal en que lo menciono.  Y también, por qué no, una deuda con el azar, el concurrente azar que le llevó en algún momento a pisar por vez primera un colchón de lucha. Ese azar que tantos éxitos nos ha dado sin exigir nada a cambio.

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