Mundial de Fútbol: En busca del sueño eterno

Fútbol en Cuba

La historia de las deserciones en Cuba parecen sacadas de una mala versión de Las Mil y una noche, donde Scheherezada no necesita inventarse historias, solo contar cómo estrellas y desconocidos del deporte nacional se han convertido en figuras exóticas del profesionalismo. Los más mediáticos son los peloteros y voleibolistas; quizás, solo quizás, después de una larga conversación sobre los Hernández, Céspedes, Puigs o los Juantorenas, Bells y Leales, el morbo trae a la memoria a los futbolistas que han dejado plantada a la selección nacional.

A partir de 1959, el deporte se convierte en una de las prioridades del país. Surgen grandes atletas y de vez en cuando alguno no regresaba a Cuba tras participar en eventos internacionales. Roberto Urrutia, campeón mundial en levantamiento de pesas es señalado como el primer desertor de alto rendimiento, al pedir asilo político en la embajada de Estados Unidos en México. De ahí en adelante comienza un éxodo masivo y el fútbol no estuvo exento.

En los Panamericanos de Winnipeg 1999, siete atletas pidieron asilo durante el evento, uno de ellos fue el guardameta Rodny Valdés; no fue el primero, pero quizás su acción dejó una interrogante entre los futbolistas cubanos: ¿por qué no? Tres años después se haría habitual la pérdida de efectivos en tierras foráneas, sobre todo en los Estados Unidos.

Uno de los posibles detonantes de todos estos intentos de buscar fortuna en tierras desconocidas pudiera ser el fallo en las negociaciones para que Lázaro Darcourt y Osmín Hernández jugaran en el Olympique de Marseille; tan fuerte sonaba el asunto, que la FIFA le dedicó un artículo. Todo estaba a punto de caramelo para patear balones en tierras galas, cuando un funcionario cubano intervino y todo se fue por el caño. El sueño del profesionalismo se esfumo de un brochazo.

No obstante, después de ese experimento, hubo otro intento que tampoco salió muy bien. El propio Darcourt, junto a Hernández, Manuel Bobadilla, Serguei Prado, Ariel Betancourt, Mario Pedraza, Alfredo González, Ariel Álvarez, entre otros, jugaron al menos un juego durante la temporada 1998-1999 en el Bonner SC de la cuarta división alemana, pero no más, el asunto no fructificó. Incluso en 2005, en una experiencia bizarra y sin ningún tipo de cobertura, Osmín Hernández (ya retirado) y Serguei Prado, jugaron en 2005 en el Flekkeroy de la segunda división de Noruega.

Las desgracias comenzaron con el retorno de Cuba a la Copa de Oro. Durante la celebrada en el 2002, a Miguel Company se le escapan los primos Rey Ángel Martínez y Alberto Delgado, quienes en pintoresco relato narran cómo corrieron por más de media hora hasta llegar a una gasolinera, huyendo de la concentración o en busca del sueño americano. Tuvieron suerte, los Colorado Rapids les contrataron, pero solo por un año, después deambularon por clubes de categorías inferiores.

Más tarde, en la edición del 2005 del mismo torneo, Yaikel Pérez y Maikel Galindo desertan. El primero se mantiene jugando en clubes de segunda; Galindo triunfó a medias, pero logró cuajar buenas temporadas en el Seattle Sounders y en el Chivas U.S.A., y se convirtió en un referente para los cubanos: uno de los nuestros triunfó en la MLS.

Otra Copa de Oro en 2007 y par de deserciones más: Osvaldo Alonso y Lester Moré dejan la selección nacional cuando van de compras a un Wal-Mart con el resto del equipo. Al máximo anotador de la selección nacional se le hizo un poco tarde para hacer las maletas y apenas tuvo chances de mostrar su olfato. El caso de Alonso fue distinto. Osvaldo no solo tocó el cielo de la MLS, sino que vive en él. Después de convertirse en un pilar del Seattle Sounders y ser elegido tres veces como MLS All-Star, fue llamado por Jurgen Klinsmann para defender la selección de los Estados Unidos, pero Cuba nunca dio el visto bueno para que esto ocurriese. Hoy se mantiene como un referente de su club.

Un nuevo desastre llegó con el preolímpico de Tampa, en 2008, cuando José Manuel Miranda, Erlys García, Yeniel Bermúdez, Yordany Álvarez, Loanny Cartaya, Yendry Díaz y Eder Roldán abandonan el equipo. Solo Álvarez alcanzó a jugar en la máxima categoría estadounidense con el Real Salt Lake, sin penas ni glorias. Par de años después, durante la búsqueda de un boleto para la Copa Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010, Pedro Faife y Reynier Alcántara se incorporan a la lista; solo logran jugar en el Miami F.C. de la USL First Division.

La última gran fuga masiva ocurrió en Toronto, Canadá, durante la campaña de clasificación para Brasil 2014: Reysander Fernández, Heviel Cordovés, Maikel Chang y Odisnel Cooper jamás regresaron. Aún ninguno ha logado fichar por un club de primera.

Esto no son los únicos casos de futbolistas cubanos que han abandonado la selección, pero sí los más mediatizados por ocurrir en territorio norteño. Lázaro Alonso Prats, Vladimir Alejo Cordovés, Yomber Aguado, Joel Apezteguia, Eduardo Sebrango, son otros ejemplos de hombres que pasaron de jugar en el campeonato nacional a alguna liga foránea.

Pero además de los que han preferido probar suerte en tierras extranjeras, existe un grupo de futbolistas de nacionalidad cubana que militan en diferentes clubes del mundo. Osviel Hernández juega en categorías inferiores de Europa del Este, al igual que Genadi Lugo e Bulgaria o Samón Reider Rodríguez en Italia. O el caso de Lázaro Alfonso Prats (vistió 13 veces la absoluta) que también militó en las inferiores de Alemania. Sin embargo, casi nunca nos enteramos de nada.

Entre el fútbol y el beisbol cubano existe una diferencia inmensa, y la mayor prueba es la escasa cobertura que le brindan los medios a un campeonato que el próximo año llega a su edición número cien. Peor aún, cuando Yadier Pedroso falleció, muy pocos hicieron referencia a Raciel Torres, uno de los principales integrantes del equipo Habana de fútbol y miembro de la selección nacional que participó en la Copa de Oro del 2002; él también perdió la vida en el mismo accidente de tránsito.

El fútbol nacional pasa desapercibido, por eso cuando uno de ellos se marcha sin mucho ruido, como casi nadie conociera las oncenas provinciales, sus ausencias solo las notan los federativos, los periodistas locales encargados de cubrir el evento y los pocos seguidores del balompié nacional.

Este es un fragmento del mapa de futbolistas cubanos por el mundo. En esta lista faltan muchos, que pudieran conformar una mejor selección. Con las salidas de Yuliesky y Cepeda, las contrataciones en el extranjero parecen un poco más cercanas y el fútbol cubano las necesita a gritos porque si no, las aguas estancadas del campeonato nacional seguirán deteriorando a los escasos talentos del patio.

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