El Sada Cruzeiro de Minas Gerais, en Brasil, acaba de conquistar su cuarta SuperLiga de voleibol masculino en forma consecutiva. Quinta de su historia. En el choque por la corona se enfrentó al Funvic / Taubaté (Sao Paulo) un equipo que cuenta en sus filas con tres miembros de la actual campeona olímpica, Wallace, Éder e Lucarelli. Por su parte el Sada llevó dos oros olímpicos a la final, William y Evandro. Y dos cubanos. Yoandy Leal y Robertlandy Simón. Dos tipos que han puesto octanaje caribeño al Sada Cruzeiro durante todo la temporada y que hoy celebran juntos el campeonato.
Según un artículo publicado esta semana por el sitio brasileño Globoesporte, para que se concretara esta feliz asociación, esta temible dupla, se dejó poco o ningún espacio al azar. Cuando Simón pensó en el Sada Cruzeiro como su primera opción para fichar en Brasil lo hizo pensando no solo en la calidad y prestigio de la escuadra, sino en el sueño de jugar junto a su compatriota y amigo Yoandy Leal. Este a su vez, fue el principal impulsor de la entrada de Robertlandy al equipo mineiro.
Del sueño cumplido de jugar juntos a la conquista de títulos la distancia ha sido trabajosa, pero corta. Halado por este par de locomotoras y, hay que decirlo, en general por una escuadra de lujo, el Sada arrasa. Este año, además de la Superliga, ganó invicto el campeonato sudamericano. Y aunque ninguno de los dos lleve en su cuello el oro olímpico que traían los cinco que estuvieron en la final de la semana pasada, la realidad es que nadie hizo más mérito en el Sada por la obtención del Pentacampeonato que la dupla cubana.
Lo de Yoandy Leal ya es exceso. Desde que llegó al Sada Cruzeiro en la temporada 2012 / 2013 ha ganado tres Campeonatos Mundiales de Clubes (2013, 2015, 2016) en los que fue seleccionado como MVP (2015) y mejor puntero (2013, 2016). Es tricampeón sudamericano (2014, 2016, 2017) y ahora tetracampeón de la SuperLiga brasileña (2014-2017). Este año ha sido seleccionado el mejor atacante de la temporada repitiendo lo conseguido en las temporadas (2012 / 2013 y 2013 / 2014). Estos datos no son cosa menor, más si se tiene en cuenta, por ejemplo, que Leal juega en tierra de Lucarelli y Wallace, seleccionados mejor puntero y opuesto de Rio 2016, respectivamente.
Para rematar –nunca mejor dicho– hace solo unos días se anunció que tras negociaciones de la Confederación Brasileña de Voleibol (CBV), que incluyeron por supuesto a autoridades cubanas, la Federación Internacional de este deporte (FIVB) le otorgó el permiso para jugar por Brasil a partir de abril de 2019. Todo indica que Leal estará en Tokio 2020, convirtiéndose en el primer extranjero naturalizado en ser convocado por una selección brasileña. Sabiendo lo que para ellos representa el voleibol, hay que ser particularmente bueno para ganarse este premio, para que esto esté sucediendo.
Como hay que ser particular y soberbiamente vetusto para que de nuestro lado nada pase. Sin el argumento del bloqueo, la OFAC… cómo justificar el inmovilismo que conspiró contra la posibilidad de que deportistas como Robertlandy Simón y Yoandy Leal, como Osmany Juantorena o Wilfredo León, continuaran defendiendo nuestra selección. Yo, que a cada rato siento la nostalgia de mis partidos en campeonatos provinciales, de los de Cuba en Ligas Mundiales y Juegos Olímpicos, suelo ver semanalmente imágenes de estos bárbaros en el Sada y me pregunto otra vez hasta cuándo serán más importantes los que no los quieren, que todos los que, además de quererlos, los necesitamos.